Cómo manejar los secretos con hijos pequeños y con adultos


ESCUELA PARA PADRES

Cómo manejar los secretos con hijos pequeños y con adultos.

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4 Objetivos de este artículo:

1.      Educar a los hijos para que, por el bien de ellos, no tengan secretos con sus padres, que son los que tienen que guiarles en la vida.

2.      Educar a jóvenes y adultos, para que no revelen sus secretos personales, a no ser para pedir consejos a los profesionales o personas formadas y de mucha confianza.

3.      Educar a jóvenes y adultos, sobre la obligatoriedad de mantener y no divulgar los secretos graves que les han confiando, visto, oído o leído, pues pueden producir daños irreparables a sus propietarios, tanto en su vida familiar, como social.

4.      Educar a revelar o no revelar los secretos, según las circunstancias de cada caso.

El secreto es el conocimiento, noticia, propiedad o procedimiento, que cuidadosamente se conserva de manera reservada y oculta y se mantiene en sigilo y sin divulgar, no debiendo revelarse, para no incurrir en delito o para no molestar o herir a otras personas, aunque suponga una gran curiosidad y admiración.

Los padres tienen que educar a sus hijos y en su caso persuadirles, de que no tengan secretos con ellos. Tener secretos los separa de la confianza que tienen que tener, para poder recibir una buena educación. Si los hijos saben o tienen cosas, que no se atreven o no quieren comentar con sus padres, de muy difícil manera los padres podrán educarles y ayudar a solucionarles, algunos de los problemas, que muchas veces empiezan porque han querido mantener un secreto. Después cuando ya es tarde y no les queda mas remedio de decirlo a los padres, es posible que la solución sea más difícil.

Algunas personas adultas con buena o mala intención, dicen cosas a los niños y les aconsejan que no se las comenten a sus padres. Eso es un grave error, pues es todo lo contrario a lo que tienen que aconsejarles. A los niños hay que fomentar, que digan a sus padres todo lo que les pasa o sienten, para que así los padres puedan aconsejarles y educarles bien. Decirles que tengan secretos con sus padres, es irles inculcando el rompimiento con esas relaciones fraternales, cariñosas y emocionales. Primero puede ser una cosa aparentemente inocente e intrascendente, después pueden ser secretos, que a los padres les interesa mucho conocer de sus hijos.  Esas personas deberían conocer que, para tener la conciencia en paz y no tener necesidad de despreciarse, tienen que reflejarse en el espejo y mirar a sus propios hijos, familiares o amigos, a los que les hayan aconsejado mal.

Esos adultos pretenden con esa manipulación, tratar de atraerse a los niños, para crear una dependencia soportada con algún secreto. Eso es malsano y si en alguna ocasión se enteran los padres, de que ha sucedido esa petición de secreto, tienen la obligación de llamar la atención seriamente a ese adulto. Si el adulto persiste, deben separar a su hijo de esa persona, por mucha relación familiar o de amistad que tenga, pues no le conviene mantener relaciones con nadie, que pudiera separar a los hijos de los padres.

Los padres tienen que educar a sus hijos, a que les cuenten sus secretos, si es que los tienen. Además tienen que enseñarles a rechazar e inmediatamente contarlo a los padres, cuando otras personas, adultos o jóvenes, familiares, amigos, compañeros, etc. se empeñan en decirles, que deben mantener secretos, alegando que es su derecho a tenerlos, dentro de su espacio íntimo y su libertad personal. Normalmente estos comentarios, están faltos de conocimiento y muchas veces son de consecuencias perniciosas.

Los padres tienen que persuadir o en su caso investigar, si sus hijos tienen secretos que les puedan perjudicar o hacer difícil la vida, a corto o largo plazo. Normalmente esos secretos suelen ser inducidos por personas mayores sin escrúpulos, incluso familiares con buena intención, o por amigos que buscan enganchar a los niños en actividades, no permitidas por los padres. Si no, no tendrían ningún interés en manipularles, para que no lo digan a sus padres. Hay excepciones como cuando están organizando una fiesta “secreta” para agasajar a alguno de los padres, hermanos o amigos. Esta es la parte blanca de la situación, de fomentar el que los niños no cuenten las cosas a sus padres.

A medida que los hijos van creciendo, les suele entrar la tentación de no querer contar determinadas cosas a sus padres. Normalmente estas cosas no suelen ser de las muy buenas y por eso no las quieren contar. Incluso no cuentan cuando son manipulados por otros jóvenes o por personas mayores, que se quieren aprovechar de ellos. Por eso siempre hay alguien que les insiste, en que no lo cuenten a sus padres, pues esas cosas tienen que quedar entre ellos.

Es muy difícil guardar los secretos, sean familiares, de amigos o profesionales. Guardar secretos, es una virtud que se tiene que adquirir y fomentar desde niños, para no traicionar o defraudar a los que los han depositado en nosotros, o les hemos comentado nuestras cosas secretas.

Todo el mundo tiene derecho a que se le mantenga su fama y a que por ningún motivo se le destruya, contando sus secretos o intimidades. La fama se puede tardar muchos años en conseguirla, y pocos segundos en perderla, dependiendo de si alguien intenta destruir la fama de otros y airea cosas o hechos, que deberían permanecer en secreto, mucho más si son mentira o si no se tienen evidencias claras de su veracidad.

Cuando verdaderamente se presenta un problema grave de conciencia, es cuando se conoce algún secreto, que su divulgación pudiera cambiar las cosas gravemente. Por ejemplo si uno conoce, porque se lo han dicho o porque lo ha visto y porque tiene evidencias, de que alguien esta haciendo una cosa en perjuicio de otra persona, familia o sociedad. Silenciar ese secreto puede suponer que los daños continúen y otras personas, se vean gravemente perjudicadas. Entonces es deber de conciencia, divulgar ese secreto, pero intentando hacer el menos daño posible, empleando la virtud de la caridad, la confidencialidad y a poder ser hacerlo en privado.

No tiene la misma magnitud ni consecuencias, propalar los secretos graves, que hacerlo con lo que se llaman chismes, cotilleos, comidillas, cuentos, habladurías, etc. y que hoy en día, es el alimento de muchas personas incultas o de determinados grupos sociales, que están todo el día pendientes de la televisión, radio y revistas, especializadas en sacar los trapos sucios, de lo que han dicho, hecho o dejado de decir o hacer, los artistas, deportistas, políticos y demás personajes públicos. Las buenas noticias no trasciende, solamente trascienden los secretos bien aireados, comadreos, patrañas, alcahueterías, habladurías, delaciones, falsedades, enredos, etc.

La discreción es una virtud, que en determinados grupos sociales, no tiene cabida. Las patrañas, embustes, calumnias, etc. dichas como secretos, siempre tienen malas intenciones: La mentira, la intención de perjudicar y la forma de decirlo en secreto, para que trascienda más.

El matrimonio no es el lugar idóneo para mantener secretos, aunque los cónyuges tengan el pleno derecho, a no auto incriminarse o inculparse, contando algunos secretos personales pasados, que pudieran perjudicar las relaciones matrimoniales y familiares, cuando esto suponga un grave perjuicio para las relaciones conyugales. Pero en los matrimonios que haya secretos, sobre los ingresos y gastos de cada uno de los cónyuges, tiene la tendencia a que se fomenten otros secretos relacionados, como son las amistades individuales peligrosas, una vida paralela y secreta, etc.

Todos los colaboradores de un negocio, tienen la grave obligación de mantener cualquiera de los secretos, que como tales les hayan confiado, hayan oído o visto. Revelar esos secretos, dependiendo el daño que pudieran hacer, es tan grave como robar.

Los niños son muy dados a contar sus secretos a los abuelos, si estos se han ganado la confianza de sus nietos. Contar esos secretos puede servirles para desahogar sus penas y pedir consejos, sobre situaciones difíciles que no saben como solucionarlas. Pueden ser los únicos depositarios de sus confidencias, pues a lo mejor sus padres son muy estrictos o no tienen mucho tiempo para escucharles. Es otro de los servicios que hacen los abuelos, en beneficio de los nietos.

Guardar un secreto propio y respetar los de los otros, es una virtud relacionada con la sensibilidad y la autodisciplina o autodominio. Los que carecen de la práctica de esas virtudes y valores humanos, demuestran que no están preparados, ni moral, ni mentalmente para guardarlos, incluso les suele importar muy poco las malas consecuencias, que pudieran ocasionar si los revelan. Revelar un secreto, que pudiera tener consecuencias graves, siempre conlleva secuelas también graves, para el que lo ha hecho, pues como dice la historia: “Roma no paga traidores”. Solamente es cuestión de pensarlo profundamente, pues es una simpleza tan propia de los genios, como de los idiotas.

No se deben confiar los secretos personales a nadie, que previamente no haya demostrado una conducta intachable en este tema. Hay que tener una buena estrategia de clara percepción y buen juicio, a la hora de escoger un confidente. Previamente a elegirlo, discretamente se le puede someter a un hábil interrogatorio, para que demuestre fehacientemente si tiene la lengua larga o corta, pues tiene que ser tan meticulosa, en mantener los secretos como Vd. lo haría con el suyo.

Nunca confíe los secretos suyos, a quien previamente le ha contado los de otras personas, pues por pura lógica de reciprocidad, los que difunden secretos, dañan su honor y su reputación y quedan descalificados automáticamente, para la guarda del sigilo que se les pide. No se quieren dar cuenta, que contar secretos de otras personas puede humillar y hacer daño a seres queridos y deleitar a los enemigos propios o ajenos.

Un secreto puede significar poder, si no traspasa los límites de su dueño, pero es un puñal, si pasa a manos de otros. El que revela un secreto personal o profesional, está mancillando o dañando el honor de su propietario y se está perjudicando a si mismo, pues también se está desprestigiando y descalificando ante terceros, para el resto de su vida. Quedarán marcados para siempre, como alcahuetes, correveidiles, soplones o chivatos. Es mucho más inteligente, no contarle a otros los asuntos privados, especialmente los que sean pecaminosos u ofensivos. Máxime si las otras personas, no pueden aportar nada en relación con el secreto personal o profesional. Desgraciadamente, algunas veces se cuentan los secretos personales o de otros, para satisfacer la vanidad o el ego.

Los secretos nunca se deben regalar a nadie, pues forman parte del patrimonio de cada persona. Si se hacen públicos, aunque sea vistiéndolos de secretos, automáticamente dejan de ser secretos y normalmente “Se vuelven las cañas lanzas”. Cuando se tenga necesidad de comentar un secreto, por ejemplo, para pedir un consejo sobre una situación importante o grave, hay que buscar la persona adecuada, que pueda aportar alguna solución o consejo, que suponga una guía para el futuro o un descanso de la mente o del espíritu. Los padres son los mejores consejeros, para confiarles los secretos que les atribulen sus vidas, y para los adultos son los sacerdotes, pastores, rabinos o imanes, según la religión que practiquen. El verdadero premio de guardar un secreto, es la satisfacción del deber cumplido.

Si es un secreto personal y quieres que nadie lo sepa, no se lo digas a ninguno, pues hay muchas posibilidades de que ese secreto, trascienda a otros. Es muy difícil guardar un secreto, incluso cuando es propio, pues se requiere una gran fuerza de voluntad, determinación y autodisciplina. Por eso se debe sopesar, qué es lo que se gana, y qué es lo que se pierde, si se cae en la tentación de tener ese minuto de gloria humana y se revela. En estos casos, sugiero aplicar el contenido el contenido del artículo titulado 10 Ocasiones para inculcar, fomentar y practicar el “minuto heroico”. Sus valores y virtudes No vale la pena, que por una debilidad momentánea, meterse en un problema, que puede uno salir perjudicado. Esto aplica también en la decisión de no divulgar los secretos ajenos.

Si los involucrados en mantener un secreto grave, no lo hacen, casi siempre se implican en alguna clase de riesgo, que suele estar proporcionalmente relacionado, con la gravedad del secreto, principalmente si está conectado con la fama, el honor, el dinero, el trabajo, el negocio, el castigo o el premio de otras personas. Si el secreto es decir algo peyorativo de otra persona, solamente podrá revelarlo, si es por una situación muy grave y que pueda prevenir un daño importante a un tercero, inocente o a la misma persona, que tiene el secreto, a la familia, a los amigos o la sociedad. Por ejemplo ante un posible matrimonio, la concesión de un préstamo, amistades toxicas, enfermedades contagiosas, posibles crímenes, etc.

Revelar los graves secretos confiados, peca de lleno contra el Octavo Mandamiento de la Ley de Dios que dice “No robar”, ya que con la revelación o divulgación de un secreto o de una promesa, se ofende, hiere o roba su fama o propiedades, al dueño de ese secreto. La gravedad del pecado, estará en proporción al daño u ofensa causados, y no se perdonarán si la ofensa no es restituida y reparada, de la mejor manera y rapidez posible, aunque el responsable, tenga que humillarse o salir perjudicado.

Mantener los secretos ha causado muchos problemas, incluso hasta las torturas y la muerte. Ejemplo de ello es como han defendido o salvaguardado, a lo largo de la historia los Sacerdotes Católicos, el secreto oído en el Sacramente de la Confesión. Han preferido ser torturados o hasta incluso morir, antes que desvelar algo, de lo que han oído en la Confesión.

Las personas admiran y confían, en los que saben guardar secretos, pues se dan cuenta de la lucha que han tenido que hacer, contra las motivaciones para revelarlo. Revelar los secretos resulta un acto vergonzoso, propio o ajeno, incluyendo la falta de la promesa hecha de guardarlo, y el haber traicionado a la conciencia personal.

Mantener un secreto tiene los conceptos de importancia, espacio, tiempo y situaciones y circunstancias. No es lo mismo el secreto del formato de un almuerzo u homenaje familiar, al secreto dicho a personas que desconocen totalmente, el motivo de un secreto importante, que ni conocen a las personas implicadas, ni en los sitios donde no haya ninguna relación geográfica, con el lugar donde haya sido visto, oído o hablado. En la custodia de secretos graves, tiene que tenerse muy en cuenta, a quien perjudica y a quien beneficia revelarlo.

Si alguien quiere contar a otro un secreto, este tiene el derecho a preguntar: Durante cuanto tiempo debe guardarlo, dónde, cuándo, a quién sí y a quién no, puede o no puede revelarlo, bajo qué condiciones, etc.

Para mantener un secreto, lo mejor es no decir a nadie que se tiene. Así se evita que haya curiosidad por parte de terceros, que podrían llegar a sonsacarlo con una operación de “acoso y derribo”, hasta conseguir arrancarlo, por las buenas o por las malas. Empleando técnicas de persuasión, a través de preguntas cruzadas, o con el procedimiento de preguntas, que requieran respuestas de si o no.

Mantener un secreto, es un ejercicio del intelecto que funciona plenamente, como lo atestiguan los sacerdotes católicos, con el secreto de lo escuchado en el Sacramento de la Confesión, los abogados, médicos, periodistas, contables, etc. con el secreto y la ética profesional. Para que el secreto no trascienda, lo único que funciona es no decir nada a nadie, ni que se posee un secreto, ni nada. Si es posible intentar olvidarse mentalmente, de que se conoce ese secreto.

El que tiene un secreto propio y lo cuenta voluntariamente a otra persona, está dando a entender, que si como dueño del secreto, no ha sabido mantenerlo, tampoco el que lo ha escuchado, tiene la obligación de guardarlo.

Guardar un secreto, la mayoría de las veces, es un sacrificio tan grande, que es preferible no haberlo conocido, para no pasar esos malos ratos de luchar contra uno mismo, para no revelarlo. Pero lo que vale la pena, siempre cuesta.

Si alguna persona u organización, presiona mucho para que revele un secreto, sobre un tema grave y personal, porque creen que Vd. lo conoce, Vd. tiene pleno derecho a calmadamente, ponerse a la defensiva y negarse a contarlo, acogiéndose a las leyes que le permiten no incriminarse, inculparse o acusarse, incluso tiene el derecho a mentir, como ultimo recurso, aunque las mentiras suelen funcionar como los “bumerangs”, que vuelven donde el que los lanzó.

No es recomendable empezar una conversación, en la que directa o indirectamente, pudiera estar involucrado el tema del secreto. Si no se puede evitar y para no aparentar ser esquivo, huidizo o desabrido y evitar sospechas, pase por encima del tema como si fuera de puntillas y en cuanto pueda, discretamente cambie de tema.

Una medida muy acertada, relacionada con la obligación de mantener los secretos, es intentar no conocer ningún secreto, cuando sea solamente por curiosidad, fisgoneo o entremetimiento, pues “El que evita la ocasión, quita la tentación”. Cuando alguien se acerque a querer contarle un secreto, debe decirle que si se lo cuenta a Vd. ya no es un secreto, y que si él no ha sabido guardar ese secreto, como pretende que Vd. lo guarde. También puede decirle que a Vd. le es muy difícil guardar secreto, y que por lo tanto es mejor que no se lo cuente.

La discreción es una virtud y valor humano, muy especial y difícil de guardar. Ser íntegro, discreto, honorable y de confianza con el prójimo y con uno mismo, son cualidades muy valiosas. La imagen proyectada sobre familiares, amigos y sociedad, de persona discreta y digna de confianza, se puede estropear en cuanto se sepa, que ha divulgado algún secreto importante que le habían confiado.

Hay que estar muy bien entrenado, con la utilización de algún mecanismo mental, para saber que se está a punto de revelar un secreto, debido a la presión externa o a las ganas de aparecer como importante. En este caso, tiene que tomar alguna de las decisiones acordadas, por ejemplo, cambiar bruscamente la conversación, o tocar un anillo, pulsera u objeto, que le recuerde para no caer en esa tentación, incluso aunque otras personas, se puedan dar cuenta de su gesto de precaución. Cualquier cosa antes de revelarlo.

Se tiene la obligación de revelar un secreto, aunque sea grave, cuando alguien dice algo, incluso bajo condición secreta, que va a hacerse un daño grave a si mismo, como es la mutilación, el suicidio, o va a hacer un daño grave a otras personas. Siempre, antes de divulgarlo, hay que ponerse en la situación de los que saldrán perjudicados, analizando profundamente las posibles consecuencias, positivas o negativas de la indiscreción, y cómo se sentiría cada uno, si estuviese en su lugar. Todos tienen derecho a guardar sus secretos, con una única e irrenunciable excepción, aquellos de los que dependa su vida, su futuro, su felicidad, ésos tienen derechos y obligación de contarlos, para evitar las consecuencias irreversibles.

Algunos, inconscientemente o como autodefensa de sus propios defectos, cuentan secretos, chismes o habladurías de otras personas, sin percatarse del ridículo que están haciendo, pues “Ven una paja en el ojo ajeno, y no ven la viga, que tienen en el suyo”.

20 Sentencias sobre los secretos:

  1. Aunque para otros sea un secreto a voces, no debemos revelarlo.
  2. Cuando el alcohol entra, el secreto sale.
  3. El inteligente es secreto en sus planes y en sus acciones. 
  4. El que revela el secreto ajeno es un traidor, el que revela el secreto propio es un imbécil.
  5. El secreto de la libertad, radica en educar a las personas, mientras que el secreto de la tiranía, está en mantenerlos ignorantes.
  6. El secreto de los padres cuando educan, es hacerlo de tal manera, que los hijos no se den cuenta de que están siendo educados, hasta que ya es demasiado tarde.
  7. El secreto de una buena vejez no es otra cosa, que un pacto honrado con la soledad.
  8. El secreto es tu esclavo, pero te conviertes en su esclavo si lo divulgas.
  9. El secreto para vivir en paz con todos, consiste en el arte de comprender a cada uno, según su individualidad.
  10. El verdadero secreto de la felicidad, consiste en exigirse mucho y muy poco de los otros.
  11. Es un necio el que le cuenta a otro un secreto y le pide encarecidamente que lo calle.
  12. La humildad es el secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento.
  13. La mejor manera de guardar un secreto, es no contarlo a nadie, o ignorarlo.
  14. Las tres cosas más difíciles de esta vida son: guardar un secreto, perdonar un agravio y aprovechar el tiempo.
  15. Reprende al amigo en secreto y alábalo en público.
  16. Si lo saben más de dos, ya no es secreto.
  17. Si quieres que tu secreto sea guardado, guárdalo tú mismo.
  18. Si revelas tus secretos al viento, no lo culpes por revelarlos a los árboles.
  19. Tres pueden guardar un secreto, si dos de ellos se mueren.
  20. Una de las razones más poderosas para divulgar un secreto, es la vanidad de decir que nos lo han confiado.

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