Archivo de enero 2012

17 Pasos para conseguir la reconciliación y evitar el divorcio

ESCUELA PARA PADRES 

17 Pasos para conseguir la reconciliación y evitar el divorcio. 

  • 7 Pensamientos previos para decidir si quiere reconciliarse o divorciarse
  • 17 Pasos para conseguir una verdadera y duradera reconciliación que evite el divorcio
  • 15 Preguntas imprescindibles para la reconciliación
  • 60 Sugerencias que cada cónyuge debe plantearse por escrito 

2,511 Palabras Tiempo de lectura 9:00 minutos 

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La reconciliación es el acuerdo o compromiso, al que tratan de llegar los cónyuges, normalmente ayudados por terceras personas, para tratar de evitar el divorcio, que es un mal muy grave, para ellos y para sus hijos.

En el Sacramento del Matrimonio Católico, realizado exclusivamente entre un y una mujer, no existe el divorcio, pues el matrimonio es indisoluble, quedando unidos hasta que la muerte les separe. Existe la posibilidad de la nulidad matrimonial, leer: 100 Preguntas sobre la posible nulidad de un Matrimonio Católico En el matrimonio civil, si existe el divorcio y se puede aplicar cuando ambas partes estén de acuerdo o cuando lo decidan los jueces, según las leyes de cada país.

En algunos países existe lo que se llama “Divorcio Express”, es decir que el trámite judicial, tarda unos pocos días en terminarse. Con lo cual, prácticamente elimina cualquier proceso de reflexión e incluso, la posibilidad de un tiempo prudencial de separación matrimonial, para buscar y tratar de conseguir una buena, regular o mala reconciliación. Más vale que haya una mala reconciliación, porque los cónyuges creen que han cedido o perdido mucho, si al fin, han salvado el matrimonio. Las decisiones de solicitud de divorcio tomadas por impulso, siempre conllevan una gran amargura posterior, debido a que no se dieron la última oportunidad de arreglo, apaciguamiento o entendimiento. 

Las personas que están en la fase de iniciar un divorcio, lo han iniciado o ya lo han obtenido, cuando son preguntadas sobre su principal deseo, suelen contestar, que quisieran que su matrimonio se pudiera arreglar y no romper. Esa suele ser su verdadera intención oculta, pero ya han empezado un camino, que creen que no tiene remedio. Pero sí tiene marcha atrás. 

Algunos cónyuges emplean la solicitud de divorcio, como una amenaza para conseguir sus objetivos. Asustan a cónyuge con que si se produce el divorcio, no va a entregar ningún dinero, para la manutención del cónyuge, ni de los hijos. Otros alegan que el divorcio les permitirá quedarse con los hijos y que el otro cónyuge, no volverá a verlos. Otros para reclamar el 50% de los bienes que tiene el matrimonio y marcharse con otra persona, con la que ya tiene relaciones extramaritales, etc. Es muy importante que el cónyuge amenazado, investigue todas las falacias que le dicen, pues muchas veces son simplemente amenazas para manipularle y que conceda el divorcio. 

Es difícil, pero no imposible, intentar la reconciliación, aunque  durante el proceso previo al divorcio, mutuamente se hayan hecho heridas muy graves y dejado profundas cicatrices. Máxime si continuamente se ha seguido echando sal y vinagre sobre las heridas, para que escuezan. 

7 Pensamientos previos para decidir si quiere reconciliarse o divorciarse

  1. Realice un profundo examen de conciencia, para determinar si verdaderamente y por encima de todo, quiere obtener el divorcio o salvar el matrimonio. Si únicamente quiere conseguir el divorcio civil, no siga leyendo, no pierda el tiempo.
  2. ¿Por qué y para qué quiero divorciarme?
  3. ¿Puedo y debo buscar la reconciliación, como alternativa del divorcio?
  4. ¿Por qué y para qué, quiero intentar reconciliar mi matrimonio?
  5. ¿Tengo intereses con otra persona u otros objetivos privados, que no quiero abandonar?
  6. ¿Soy victima de violencia física o mental por parte de mi cónyuge y no quiere corregirse?
  7. ¿Qué beneficios y perjuicios, religiosos, familiares, económicos y sociales tendré, si continúo con el matrimonio o si me divorcio? 

El matrimonio no es un trozo de papel firmado, que se puede romper y sustituir por otro trozo de papel firmado, que es el divorcio. El matrimonio es un compromiso serio y formal, por el que vale la pena luchar, con todos los medios posibles, para mantenerlo y mejorarlo. El divorcio sí es un trozo de papel, que al firmarlo produce muy graves consecuencias sociales, legales, económicas y emocionales para los cónyuges, los hijos, la familia y la sociedad. 

El matrimonio es el pilar más importante de la sociedad, para mantenerla segura, fuerte y saludable, de manera física, moral y espiritual. Si el matrimonio se rompe con el divorcio, la sociedad entera sufre una degradación económica, física, mental y espiritual. 

17 Pasos para conseguir una verdadera y duradera reconciliación, que evite el divorcio: Estos pasos para realmente alcanzarla y consolidarla, pueden y deben darse a ser posible, antes de la petición oficial del divorcio, después ya suele ser muy tarde. Cada cónyuge debe ordenarlos, según la importancia que le parezca mejor. 

  1. Hacer un amplio análisis de los daños morales, sociales y derrumbe económico que producirá el divorcio, en las vidas presentes y futuras, de los hijos, de la familia y de ambos cónyuges, incluyendo sus vidas familiares, profesionales y sociales. Es muy probable, que tendrán que cambiar su entorno actual, relacionado con la familia, las amistades, la escuela, la vivienda, la ciudad, el trabajo, etc. Sin olvidar que los divorciados, tienen que hacer frente a una sociedad que premia socialmente a los matrimonios estables.
  2. Confeccionar una relación por escrito, de las cosas que está Vd. dispuesto a realizar y de las cosas que tiene que suprimir, de su vida cotidiana. Tenga muy claro hasta dónde está dispuesto a ceder.
  3. Practicar un inventario de las cosas, que está dispuesto a aceptar y a no aceptar de su cónyuge y hasta donde quiere que su cónyuge ceda o consienta.
  4. Preparar un plan de reconciliación con su cónyuge, que contenga unos objetivos claros a corto, medio y largo plazo, y que incluyan un sistema de control, para empezar a negociarlos y de forma que cada uno, pueda presentar las posiciones máximas y mínimas, para poder llegar a un acuerdo satisfactorio.
  5. Hacer un sincero acto de humildad, pidiendo perdón de lo que ha hecho mal y de sus omisiones más importantes. La parte emocional de aceptar el error, le ayudará más fácilmente a perdonarse a si mismo, a perdonar a su cónyuge y a llegar a acuerdos en la reconciliación. Si quieren amar de verdad, tienen que aprender a perdonar.
  6. Designar a un sacerdote, pastor, rabino o imán, según la religión que practiquen, para que les ayuden a hacer el seguimiento de esos objetivos y sus resultados, asesorándoles en los casos que no se hayan agotado todas las posibilidades de reconciliación. No se enfrenten en solitario, para tomar una de las decisiones más importante de sus vidas. También pueden ser ayudados por los expertos de los Centros de Orientación Familiar (COF) de la Iglesia Católica.
  7. Poner a sus hijos por delante de las decisiones egoístas, que vayan a tomar, teniendo muy en cuenta los perjuicios materiales, sociales y religiosos que el divorcio les va a causar, lean: Hijos manipulados por el divorcio
  8. Reflexionar sobre el amor que hubo en su día y el cariño demostrado y recibido, en otros tiempos, que les llevo a comprometerse en presencia de Dios, de la sociedad y bajo su palabra de honor, a vivir juntos para toda la vida, hasta la que la muerte les separara.
  9. No dejarse influenciar por familiares o amigos que le manipulen, aconsejándole que no explore la posibilidad de la reconciliarse y vaya directamente al divorcio. Esos malos consejeros, no sufrirán las consecuencias de las decisiones que Vd. tome, ni conocen los puntos fuertes y débiles de Vd. ni de su cónyuge. Ellos suelen expresar lo que les hubiera gustado hacer, pero sus circunstancias y personalidades, siempre son diferentes. No hay dos problemas iguales, puede haberlos parecidos, pero con personas diferentes.
  10. Estar muy atento por si el otro cónyuge le está chantajeando,  manipulando o utilizando los hijos, en el camino de la reconciliación. Esa es otra bandera roja, que le indicará la veracidad de las intenciones.
  11. Analizar el daño que causan y reciben cada uno de los cónyuges, hijos y familiares, con la decisión de divorciarse. Son daños irreversibles para el presente y futuro. Los hijos con padres divorciados, estadísticamente, son más proclives a divorciarse también y casi siempre, ven la vida bajo una sensación de inestabilidad e inseguridad.
  12. Pensar en lo triste que será para sus hijos, cuando continuamente la sociedad actual, les pregunten ¿Qué edad tenías cuando tus padres se divorciaron? ¿Cuántas veces se han divorciado tus padres?
  13. Pensar lo duro que será para su ex-cónyuge cuando le pregunten ¿Cuántos años de casados y cuantos hijos tenían cuando se divorciaron? ¿En qué situación económica, social, profesional y familiar, se quedó Vd. cuando se divorciaron? ¿Colabora económicamente su ex-cónyuge en el mantenimiento de sus hijos?
  14. Proponer una tregua en los mutuos ataques, un armisticio donde cada cónyuge, guarde sus armas, en la espera de seguir los pasos necesarios, para intentar llegar a una reconciliación.
  15. Recordar que el matrimonio es una entrega incondicional, que conlleva el olvido inmediato de lo que se ha entregado, ya que se ha hecho exclusivamente por la felicidad de los demás. Es una renuncia personal hacia la familia, olvidándose de la propia comodidad y del egoísmo personal.
  16. Asumir que para que la reconciliación funcione a largo plazo, no debe ser un consenso de mínimos, que lleve escondidos los egoísmos personales. Tienen que ser un acuerdo basado en la entrega total, asumiendo las perdidas que cada cónyuge tenga que aceptar.
  17. Un buen ejercicio para aprender a reconciliarse, es nunca ponerse a dormir sin haberse reconciliado con el cónyuge. Un pequeño gesto de contacto puede ser suficiente para indicar al otro cónyuge, el deseo de reconciliación por cualquiera diferencia ocurrida.

El pasado es el cimiento del presente y el presente es el cimiento del futuro, por eso los divorcios, no suelen ocurrir de un día para otro, ya que se suelen ir gestando, poco a poco, y avisan con sus banderas rojas de peligro, leer: Matrimonios de alto riesgo. 17 banderas rojas que deben corregirse para evitar el divorcio

Muy pocos estudian como van a sobrevivir, las funestas consecuencias del divorcio. Lo realizan alegando que se han cansado de la vida matrimonial y que su matrimonio está irremediablemente roto. No hacen ni el menor esfuerzo por salvarlo, creyendo que detrás de el, está una libertad mal entendida. 

El matrimonio significa compromiso y entrega, pero tiene muchas y maravillosas compensaciones. El divorcio es la mayor tragedia que puede ocurrir a una familia. Es una huida, escape, deserción, derrota, etc., normalmente sin retorno y sin saber a donde se va. “Saltan de la sartén, a las brasas” por no querer llegar a una avenencia, para conseguir la reconciliación. 

15 Preguntas imprescindibles para la reconciliación: 

  1. ¿Tienen verdadera intención de hacer algo, para salvar el matrimonio?
  2. ¿Tienen a alguien con ascendencia moral o familiar, al que pudieran escuchar ambos cónyuges, por separado o juntos?
  3. ¿Sus hijos pueden ayudarles, como mediadores a conseguir una reconciliación matrimonial?
  4. ¿Han preguntado, analizado y sopesado todas las opciones y posibilidades que pueden realizar, antes de rechazar la mutua reconciliación?
  5. ¿Tienen la certeza que su cónyuge, cumplirá con las condiciones acordadas?
  6. ¿Están dispuestos a seguir conviviendo durante el resto de su vida, a pesar del sufrimiento para ambos y sus hijos, en el caso de que no quieran ningún cambio?
  7. ¿Han hablado con sus hijos, en función de sus edades físicas y mentales, sobre sus desavenencias matrimoniales y de las consecuencias y secuelas, que les dejará el divorcio?
  8. ¿Puede cada cónyuge vivir con independencia económica, después del divorcio?
  9. ¿Están esperando hasta que uno de los cónyuges se rompa física o emocionalmente y se convierta en su marioneta, para poder manipularle más a su antojo?
  10. ¿Creen que los niños pueden seguir viviendo en una familia, donde haya violencia entre los padres o contra los hijos?
  11. ¿Creen que tienen derecho a que hijos lleguen a perder el poder, la seguridad y la tranquilidad que les da, una familia unida, porque los padres deciden romperla con el divorcio?
  12. ¿Conocen las leyes de su país, relacionadas con el divorcio, la separación y el futuro cuidado de los hijos?
  13. ¿Tienen denuncias de violencia presentadas a la policía y están en trámite?
  14. ¿Ha pensado alguno de los cónyuges marcharse de su casa, aunque le pudieran acusar de “abandono de hogar”, porque dice que su matrimonio está en crisis y que ya no puede más?
  15. ¿Se dan cuenta que las posibles negociaciones de reconciliación, se hacen mucho mejor manteniéndose dentro del hogar? 

60 Sugerencias que cada cónyuge debe plantearse por escrito: 

  • 10 cosas que debo hacer, para tener un mejor matrimonio.
  • 10 cosas que no debo hacer, para tener un mejor matrimonio.
  • 10 cosas que me gustaría que mi cónyuge haga.
  • 10 cosas que me gustaría que mi cónyuge no haga.
  • 10 cosas que ambos debemos hacer juntos, para tener un mejor matrimonio.
  • 10 cosas que debemos hacer para que nosotros y nuestros hijos, seamos más felices. 

Las respuestas a cada una de las sugerencias, deben ser 10 o más, puesto que las primeras respuestas, son muy fáciles de hacer, ya que casi son obvias. Las conocen ambos cónyuges, debido al tiempo que llevan viviendo juntos. A medida que tengan que esforzarse en utilizar la creatividad para buscar más respuestas, es cuando se empieza a forzar más el cerebro, para encontrar las cosas verdaderamente significativas y substanciales. 

Pongan solamente los conceptos serios e importantes, que verdaderamente crean que les unen o les separan, sin entrar en temas baladíes o fútiles. Procuren que sean sobre percepciones y hechos reales, tales como: Los sentimientos, las actitudes, las personalidades, los roles y sitios que a cada uno le corresponden, los hijos, el amor presente y pasado, la soledad, la indefensión, etc. 

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Cómo educar bien a los hijos. Estilos, criterios, características, errores y sentencias.

ESCUELA PARA PADRES 

Cómo educar bien a los hijos. Estilos, criterios, características, errores y sentencias. 

  • 10 Estilos principales de educación
  • 11 Criterios principales para educar
  • 13 Características de los hijos frente a la educación
  • 14 Errores más frecuentes en la educación de los hijos
  • 18 Sentencias prácticas sobre educación
  • Resumen 

3,234 Palabras Tiempo de lectura 12:00 minutos 

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Los padres deben analizar el estilo de educación que están dando a sus hijos, cónyuge y familia. No todos los modelos de educación son iguales, ni todos somos iguales. Es posible que la mezcla de algunos tipos de formas de educar, sea el mejor cóctel para cada hijo, cónyuge y familia. Analice lo que está haciendo y si es necesario rectifique para mejorar, siempre es mejor hacerlo ahora, que cuando ya no haya remedio. ¿Qué estilo de educación reciben sus hijos? ¿Está dispuesto a cambiarla por otro modelo mejor? 

10 Estilos principales de educación: 

  1. Autoritaria. En la familia no se debe emplear la prepotencia, dominación o fuerza, salvo en cuestiones muy graves, urgentes o peligrosas. La autoridad de los padres, que conlleva la responsabilidad, no es ni discutible ni delegable. Puede ser persuasiva, convincente, flexible o sugerente y en algunos casos disuasiva, pero siempre presidida por mucho amor. Los padres tienen que saber cuándo deben ejercer la autoridad y cuándo no. Una familia no puede ser presidida por una autoridad militar.
  2. Democrática. La familia no puede ser llevada como una democracia, aunque todos los componentes deben tener voz y voto, para determinadas cuestiones. Pero los padres tienen que tener el derecho a veto, en beneficio del bien común de la familia entera, ya que tienen un conocimiento más global de las situaciones. Hay muchas cosas que dentro de las libertades asignadas, todos deben poder decidir por si mismo, a tomar decisiones para ir aprendiendo a ser autónomos. Tienen que aprender a equivocarse, a rectificar y a asumir las consecuencias de sus decisiones.
  3. Escrupulosa. No hay que hacer un mundo de cada pequeña mentira o transgresión de las normas familiares, pero tampoco fomentarlas, al ignorarlas. Debe ponerse atención al detalle, orden, método, rigor y la adecuada disciplina.
  4. Estricta. Incluso puede ser por convencimiento o persuasión. No permitiendo por las buenas o por la fuerza, que hagan algo fuera de las normas razonables impuestas por los padres. Pero tampoco se puede pedir que no mientan, cuando los padres mienten continuamente.
  5. Imprecisa y limitada. Si los hijos observan o sienten, que las normas de educación que reciben de sus padres son imprecisas, poco claras y limitadas solamente a determinados temas o situaciones, y que se cambian con facilidad, de acuerdo a la conveniencia y circunstancias, harán todo lo posible para no cumplirlas y adaptarlas a su conveniencia.
  6. Permisiva. Cada uno hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere. Los padres dicen que los hijos se deben educar, con plena libertad de acción. Sin importar si lo que hacen, les lleva por el buen o mal camino. Allá ellos con sus responsabilidades, aunque todavía no tengan la edad del pleno discernimiento.
  7. Irreflexiva Algunos padres llevan a los hijos donde los maestros y sicólogos, como cuando llevan al mecánico el automóvil que no funciona, para que lo devuelvan arreglado correctamente. Sin la colaboración incondicional de los padres, esos profesionales no pueden hacer mucho por los hijos que les traen.
  8. Antagónica. Cada cónyuge educa de una forma diferente y opuesta, lo que descoloca a los hijos de lo que tienen o no tienen que hacer. Y sirve para que los hijos aprovechen la circunstancia que les convenga más, aunque les perjudique debido a su falta de conocimientos.
  9. Incompatible. Entre lo dicen y hacen los padres, entre ellos y externamente. En este caso, los hijos no pueden llegar a entender, el principal mensaje educativo que es el ejemplo.
  10. Severa. Presidida por la intolerancia, el castigo, el miedo y la incomprensión. Los hijos se acostumbran a un lenguaje fuerte, que les influye en sus relaciones con el resto de la familia y con la sociedad. 

Algunos padres sienten, que no están suficientemente preparados para educar a sus hijos en ciertas materias, puesto que ellos mismos tuvieron un pasado muy poco ejemplar. De los padres dependerá saber si dar testimonio de su pasado, suma o resta, en la credibilidad de lo que dicen a sus hijos. En caso de que su testimonio sea público y notorio en la familia o deciden contarlo, podrán decir a sus hijos, que lo que les aconsejan, está basado en las cicatrices y heridas sangrantes que todavía mantienen, por lo que hicieron en otras épocas y otras circunstancias. Podrán explicar bien, que lo importante es el mensaje y no el mensajero. Algunas veces las experiencias contadas desde el dolor de los errores, es una buena forma de enfatizar lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. Pero hay que valorarlo bien, porque no siempre es necesario, incluso puede ser perjudicial y contraproducente, por el escándalo que conlleva. 

11 Criterios principales para educar: 

  1. ¿Cómo educar? Principalmente con el ejemplo, pues los hijos que se educan así, tienen medio camino recorrido. Además los padres deben utilizar todas las técnicas que estén a su alcance y que su éxito haya sido probado. Para eso están los libros, el Internet, las conferencias, los cursos y las consultas a los experimentados profesionales o a las personas, que tengan un buen criterio educativo.
  2. ¿Con qué educar? Principalmente con el ejemplo de los padres, que los hijos vean que los padres no dicen una cosa y hacen otra. Utilizando buenos libros sobre cada una de las materias de la educación, siempre en función de las circunstancias y la edad física y mental de los hijos.
  3. ¿Contra qué educar? Contra las tentaciones y cantos de sirena de la sociedad permisiva, la cual no está acostumbrada a aceptar la buena educación de las personas, acepta que todo vale y exige la norma del mínimo esfuerzo.
  4. ¿Cuándo educar? Los padres tienen que estar educando siempre, desde que la madre está esperando al hijo, transmitiéndole unas grandes dosis de cariño mental y físico, soportado en buenos pensamientos, tranquilidad emocional, canciones, movimientos y alimentación adecuada para su estado. Así el niño estará tranquilo, sabiendo que los padres le esperan con una sana ansiedad. Después desde que nace, y empezando con los horarios de su atención, darle las instrucciones adecuadas para que vaya aprendiendo lo que tienen que hacer y lo que no tiene que hacer.
  5. ¿Cuanto educar? Cuanto más, mucho mejor. Pues nunca, por mucho trigo fue mal año. Pero nadie puede dar de lo que no tiene, de ahí que la educación continua de los padres, sea esencial para transmitirla a los hijos. Siempre se debe estar educando, pues continuamente surgen nuevos temas, que requieren informar a los hijos, para evitar que se equivoquen.
  6. ¿Dónde educar? Principalmente en la casa y sistemáticamente en todas las ocasiones. El hogar es la mejor universidad de la educación. También llevando a los hijos en los paseos familiares, excursiones, salidas en grupo, visitas a bibliotecas, museos, conciertos, etc.
  7. ¿En que educar? Lo primero, especial e inexcusablemente en la práctica de las virtudes y valores humanos. Esto les servirá de cimentación, para edificar sobre ellos todas las cosas de la vida. Así podrán preguntarse, si alguna acción que vayan a hacer o no hacer, se contradice con lo enseñado por sus padres. Si no están educados en estos conceptos, no tendrán referencia para comparar y saber si van bien o mal por la vida.
  8. ¿Frente a qué educar? Enseñando a los hijos a enfrentarse a las diferentes situaciones reales, que se les van a presentar en su vida, o ya se les han presentado y no supieron como resolverlas o las resolvieron de una manera, que pudiera ser mejorable.
  9. ¿Para qué educar? Para transmitir a los hijos los conocimientos de los padres, además de que aprendan todo lo necesario, para que en futuro sean personas de bien, cultas, educadas y con una buena formación religiosa, familiar, profesional y social.
  10. ¿Porqué educar? Porque si no se educa a los hijos, se comportaran como asilvestrados y tomarán demasiados riesgos en esta vida. Dicen que algunos hijos parecen que están “enteros”, porque no han recibido ningún tipo de educación y se les nota desde lejos. Suelen ser los perdedores sociales.
  11. ¿Quién debe educar? En primer lugar los padres, para cumplir con su compromiso responsable, ineludible e intransferible de hacerlo. Podrán delegar para complementar en algunas partes de la educación, principalmente en materias muy especializadas en los maestros, tutores, etc. Y según la religión que profesen, en los sacerdotes, pastores, rabinos o imanes. 

13 Características de los hijos frente a la educación: Los padres tienen que ser muy cautelosos, con el tipo de educación que realizan a cada hijo y la forma de tratarlo, pues cada uno tiene una forma de comportarse, ante la misma educación y puede tener diferentes necesidades: 

  1. Unos tienen más necesidad de ser escuchados y que se les preste atención.
  2. Otros al ser miedosos e inseguros, están buscando siempre apoyo en algo o alguien, aunque no sea conveniente para sus intereses.
  3. Otros necesitan actos de confianza y mucha comunicación, más que razonamientos y explicaciones prácticas.
  4. Otros no quieren que se les sobreproteja, pues desean desarrollar ellos mismos sus propias capacidades, para crecer humana y socialmente.
  5. Otros reaccionan con violencia, insultos, amenazas, gritos, mentiras, etc.
  6. Otros reaccionen abruptamente, ante cualquier situación que les presiones o les ponga incómodos.
  7. Otros sistemáticamente rompen las reglas establecidas por sus padres, la escuela o la sociedad.
  8. Otros son lentos en entender lo que se les dice, aunque tengan buena voluntad de querer comprender.
  9. Otros son muy impresionables por cualquier cosa.
  10. Otros son muy sentimentales y por lo más mínimo se sienten heridos.
  11. Otros son rápidos en entender, pues razonan, exigen, corrigen, juzgan y hasta compiten con sus padres, en algunas cosas familiares y sociales.
  12. Otros tienen baja su autoestima, inseguridad, depresión, ansiedad, cambios de personalidad bipolar, cambios constantes de humor, irritabilidad, irresponsabilidad, retraimiento, falta de interés, etc.
  13. Otros tienen una forma de ser, que sus estados de ánimos y emociones, son lo más importante en sus comportamientos. 

Los 14 errores más frecuentes en la educación de los hijos: 

  1. Ausencia de comunicación por falta de tiempo, egoísmo o miedo a tratar los temas que les parecen difíciles, dejando que los hijos hagan lo que quieran y que se eduquen en función de lo que les dicen los amigos de la calle, los medios de comunicación o las pantallas electrónicas.
  2. Confundir la libertad con el libertinaje. No poniendo normas de conducta y permitiendo que los hijos hagan lo que quieran, donde quieran y como quieran, bajo la creencia que con esta política, los hijos van a desarrollar mejor su personalidad y autoestima. Los hijos tienen que ejercer la libertad, de acuerdo con su edad física y mental, sin olvidar los padres que ellos tienen su libre albedrío para equivocarse o acertar y por lo tanto, atenerse o disfrutar las consecuencias.
  3. Cuando hay incoherencia entre hablar y hacer. Lo contrario del buen ejemplo. Si prohíben fumar y ellos fuman, su autoridad quedará cuestionada. La frase que debe encabezar la educación: Que el si sea si, y el no sea no. Si los padres hablan de una cosa y hacen otra, transcenderá a los hijos que la autoridad es débil y la pueden torce fácilmente. Si profieren amenazas o prometen premios que nunca cumplen, poco a poco, irán perdiendo credibilidad.
  4. Dándoles más cosas que las que necesitan, justificándose por el poco cariño que les demuestran y la poca dedicación que les prestan, debido a sus ocupaciones de trabajo. Sin educarlos con austeridad, tan necesaria siempre en la vida.
  5. Dar sobreprotección.  Esto convierte a los hijos en inseguros, mimados  blandengues y consentidos. Los hijos notan que sus padres les intentan liberar de todo posible sufrimiento o dificultad, grande o pequeña.  Sienten que lo hacen, para demostrar su posesión y manipulación total, cortándoles las alas de su libertad. Los hijos no pertenecen a los padres, lo que pertenece a los padres es la responsabilidad de educarlos y prepararlos individualmente para su futuro.
  6. Darles todo lo que quieran, aunque no lo necesiten. Así les hacen desconocer el esfuerzo necesario, para conseguir lo que necesitan y no tienen en cuenta el valor del trabajo. En esta sociedad tan consumista es muy bueno inculcarles la frase ¿Lo quieres o lo necesitas? Inculcarles que lo que reciben, es un privilegio que se lo tienen que ganar con esfuerzo.
  7. Dejarles hacer lo que quieran, es el cimiento de la mala educación. Los padres, en beneficio de los hijos, tienen que educarles por el convencimiento en o por la fuerza. No pueden consentir, ni ellos se lo merecen, el que se críen “asilvestrados”. Tirar, aflojar y negociar, son las habilidades que deben tener los padres.
  8. Desconociendo los pormenores de la vida de los hijos. Sus necesidades, preferencias, inquietudes, ignorancias, sueños, amistades, dedicaciones, miedos, problemas, etc.
  9. Empleando la burla, el sarcasmo, la ironía, la sátira, etc. Humillándoles más que si fueran directamente a decirles, lo que verdaderamente les tienen que decir. Muchos hijos no pueden interpretar esa forma de educación, por lo que no saben a que quedarse, ni si lo que les han dicho es verdad o se están riendo de ellos.
  10. Emplear la autoridad inadecuada y rigurosamente. Lo que da como respuesta unos hijos temerosos, aprensivos, irresolutos, cobardes y solapados. La autoridad paternal tiene que estar soportada en el ejemplo, la comunicación y la persuasión, para convencer a los hijos de lo que tienen que hacer. Así en la familia habrá armonía y los hijos podrán crecer y prosperar. Educar con mano firme, pero con guante de seda. Tan dañino es el despotismo, como la permisividad. Tiene que haber un punto medio.
  11. Manipulando. Poniendo por medio un malsano interés para conseguir objetivos, buenos o malos de los hijos. Utilizando medios hábiles o arteros, distorsionando la verdad, la justicia y los verdaderos intereses de los hijos en temas de dinero, enfermedades, soledades, relaciones con el cónyuge, etc. Los padres manipuladores, siguen haciéndolo, incluso cuando los hijos han formado su propio hogar.
  12. No corregir a tiempo las malas conductas. Educar a los hijos es como plantar y cuidar árboles. Según empiezan a torcerse hay que enderezarlos, pues cuando pasa el tiempo sin corregir sus conductas, suele ser casi imposible encauzarlas hacia el bien. Las buenas costumbres que se aprende de pequeños, después se convierten en hábitos y posteriormente, en virtudes y valores humanos.
  13. Permitiendo divergencias conyugales en la educación. Cuando los cónyuges continuamente se desautorizan, voluntaria o involuntariamente. Sus criterios, órdenes, disciplinas o consejos son antagónicos, lo que produce a los hijos un desequilibrio moral y emocional. ¡A quién obedezco o creo! Todo lo que diga un cónyuge tiene que ser respetado por el otro, y si tuvieran diferencias de conceptos, deben aclararlas previamente y en privado. Los hijos suelen manipular a ese tipo de padres, pues saben que enfrentándolos, se libran de cumplir las dos instrucciones recibidas.
  14. Sobrevalorando sus cualidades e ignorando sus limitaciones y defectos, rehusando aceptar la realidad y pretendiendo que los hijos sean y hagan, lo que ellos no han podido ser ni hacer, ni en la vida escolar, profesional ni social. Esto conlleva en ambas partes, enfados, resentimientos, amarguras, frustraciones, etc. 

Educar es una arte maravilloso y muy delicado, pero nadie nace sabiéndolo hacer. Por lo tanto hay que aprender a realizarlo con técnica y método, intentando corregir a tiempo y sacar provecho de los inevitables errores, equivocaciones y tropiezos, de forma que sean oportunidades para mejorar. Que los errores que cometen los padres, en la educación de sus hijos, siendo un derecho irrenunciable, un placer y una obligación, no se convierta en excusa para no insistir en hacerlo hasta que salga bien. 

18 Sentencias prácticas sobre educación: Si el hijo vive con……… 

  1. Aceptación, aprende a encontrar amor en el mundo.
  2. Alabanza, aprende a apreciarse.
  3. Amigabilidad, aprende que el mundo es un lugar agradable donde vivir.
  4. Aprobación, aprende a gustarse.
  5. Burla, aprende a ser tímido.
  6. Celos, aprende lo que es la envidia.
  7. Compartiendo, aprende a ser generoso.
  8. Compasión, aprende a tener lástima de si mismo.
  9. Estímulo, aprende a tener confianza en si mismo.
  10. Honestidad y equidad, aprende lo que son la verdad y la justicia.
  11. Hostilidad, aprende a pelear.
  12. Reconocimiento, aprende a tener una meta.
  13. Reprobación, aprende a condenar.
  14. Seguridad, aprende a tener fe en si mismo y en quienes lo rodean.
  15. Serenidad, aprende a tener tranquilo el espíritu.
  16. Temor, aprende a ser aprensivo.
  17. Tolerancia, aprende a ser paciente.
  18. Vergüenza, aprende a sentirse culpable. 

Resumen: Los padres tienen obligación de comprobar los resultados del tipo de educación que  están dando a sus hijos. La llamada pasión de padres, no debe cegarles hasta impedirles ver, que lo que están haciendo, tienen que ver con serenidad las cosas, en su justo medio. 

En cuento tengan la menor duda, de que no están obteniendo los resultados que esperaban en el campo de religioso, familiar, escolar o social, deberán consultarlo con los sacerdotes, pastores, rabinos o imanes, según la religión que practiquen o con otras personas de su entera confianza, para que les ayuden, a medir los resultados de la educación que están dando a sus hijos y en su caso, les propongan modificación a la forma que tienen de educar a sus hijos. ¡Padres! No tengan miedo, no están solos. Hay muchos y muy buenos expertos que pueden ayudarles a educar bien a sus hijos, si es que Vds. quieren. 

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Aquí encontrará respuestas a sus preguntas. Lea este articulo titulado: ESCUELA PARA PADRES. Qué es, para qué sirve y cómo funciona de forma virtual.

Los objetivos de esta escuela virtual son: Educar a los padres para que con su ejemplo y conocimientos de las virtudes y valores humanos puedan educar a sus hijos. Enseñar como educar a los hijos. Que los padres aprendan a vivir un armonioso, fecundo y largo matrimonio. Tender un puente entre la educación familiar y la Fe.

No dudeis en comunicaros conmigo para cualquier comentario. Un saludo, Francisco francisco@micumbre.com

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