Archivo de marzo 2012

La envidia explicada a los hijos. (II)

ESCUELA PARA PADRES

La envidia explicada a los hijos. (II)

  • 11 Principales situaciones donde se practica la envidia
  • 40 Sentencias sobre el pecado capital de la envidia

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La envidia es un sentimiento o estado mental, en el cual existe dolor o desdicha, por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea en bienes o cualidades superiores. Es la tristeza o pesar del bien ajeno. Es el deseo desordenado, de tener algo que no se posee. Los celos, producto de la envidia, están vinculados con el tener. 

La envidia está muy relacionada con el egoísmo de poseer y acumular, mucho más que otros. Se envidia por algo, y se termina envidiando por todo. Se envidia a otro y después se encierra en querer poseer, más que nadie o poseer lo que otro tiene, hasta llegar a robárselo, para satisfacer la envidia. 

“Envidia sana o positiva” es la emulación, superación o lucha, por copiar o imitar las virtudes y valores humanos o las ejemplares actitudes y acciones de otros. Eso no es el pecado de la envidia malsana, pues es una virtud, al tratar positivamente de imitar a los demás, trabajando, esforzándose y superándose, para mejorar como persona y lograr lo que se anhela. En la medida en que se acepta, que no se tiene envidia de otro o de otras cosas, o que la envidia es sana o positiva, se puede tolerar mejor al prójimo, tal cual es. No es lo mismo ser envidioso, que algo envidiable

La envidia también es una expresión de hostilidad hacia alguien, a quien se percibe como superior y un deseo que apunta, no sólo a la posesión de esa ventaja, sino a la destrucción de ese superior. Conlleva un sentimiento de enfado, porque otra persona posee y disfruta algo deseable, incluyendo un impulso, que apunta a despojarla de ese algo o echarlo a perder. Suele provenir de la incapacidad de regular las emociones, de tener que esperar para satisfacer las necesidades o caprichos y de los problemas de autoestima. 

La envidia es la base del resentimiento, porque no busca que a uno le vaya mejor, sino que al otro le vaya peor. Es la disposición, insensibilidad, pesar o desagrado por no tener algo y además querer conseguir ese algo, lo tenga quien lo tenga. Intentando si es necesario, arrancarlo por todos los medios, incluso con graves mentiras. Es un sentimiento u obsesión, que nunca produce nada positivo en el que la padece, sino que produce una insalvable infelicidad y amargura, además que alimenta el deseo de producir el mal a otros. 

La Envidia es uno de los siete pecados capitales: Envidia, soberbia, avaricia, ira, lujuria, gula y pereza. Se llaman pecados capitales, porque generan o dan origen a muchos otros pecados. También queda expresada en los 10 Mandamientos de la Ley de Dios, que dice en el séptimo: No desearás la mujer de  tu prójimo, y en el décimo “No codiciarás los bienes ajenos”. 

Algunas personas, por envidia, avaricia o egoísmo crean su propio «YO, S.A.» o » «YO, INC». Para hacer su propia voluntad y fastidiar al envidiado. La envidia no se oye, aunque corroa internamente. Tampoco nos oímos a nosotros mismos, porque no nos prestamos atención. Oímos mucho, pero no escuchamos.

Desde muy pequeños, la envidia empieza a manifestarse en los niños. La expresan, aunque sea de forma inocente, en la forma de quitar los juguetes a sus hermanos, menores o mayores y con las rabietas consiguientes. Esa envidia, que no nace de un día para otro, va creciendo poco a poco, en un proceso, que si los padres no ponen remedio, se irá agrandando hasta límites insospechados, a medida que los niños se van haciendo mayores. Después no vale decir: “Tengo un hijo que es muy envidioso y no sé que hacer con él”. Más tarde se convertirán en adultos con sentimientos de envidia y celos constantes, debido al rencor a los éxitos o posesiones ajenas. 

En los niños, la envidia se da en la mayoría de los casos, en relación con los objetos que quieren y no tienen. Esas actuaciones infantiles de rabietas, celos, rencores, etc. no corregidas, son las que les producirán en el futuro, envidias, sentimientos de inferioridad, baja autoestima, resentimientos, etc.

La envidia suele comenzar en los primeros años de vida del niño, cuando éste depende de sus padres para recibir las cosas, las necesite o no. Cuando tiene una limitada capacidad de expresar sus necesidades y emociones, a través del lenguaje verbal, hace que el niño aprenda a utilizar el lloro, berrinche o rabieta, para conseguir lo que desea. También cuando aprende a competir e imitar a sus hermanos menores o mayores. Estas situaciones están muy relacionadas, con la forma de tratar o no tratar la enseñanza al niño, sobre la forma de manejar la satisfacción de sus más mínimas necesidades y deseos. 

Si el niño obtiene siempre lo que desea, porque los padres ceden ante sus rabietas, nunca aprenderá a controlar, ni a regular sus emociones, ni a esperar para satisfacer sus mínimas necesidades, ni a respetar las necesidades y pertenencias de los otros. Desgraciadamente le están enseñando a satisfacer sus emociones y necesidades, aquí y ahora. Los padres tienen que enseñarle a respetar las pertenencias de los otros y a entender, que no siempre podrá tener lo que desea. Los niños pasan por una etapa, en la que se comportan de forma egoísta y desean todas las cosas para sí, incluyendo las que tienen los demás. 

Los padres son los responsables de enseñar a los niños a compartir todo lo que tienen y a no querer lo de los demás, pues así disminuirá su tendencia de envidia, celos y frustración para el presente y el futuro. Por mucho que les cueste a los padres, si no ceden ante los berrinches y rabietas de los niños, conseguirán que estas bajen de frecuencia y potencia, de cantidad. Sobre todo si las ignoran o consiguen desviarles la atención, hacia otras cosas. Para los padres, no satisfacer el objeto o situación de la envidia, suele ser difícil y vergonzoso, si las rabietas ocurren en presencia de otros familiares, pero no se deben olvidar, que será mucho más beneficioso para sus hijos. Las conductas desafiantes de algunos niños, producidas por la envidia y los celos, incluso generadas cuando son muy pequeños, están estrechamente asociadas al fracaso escolar, a la violencia con sus amigos, al retraso escolar, etc. 

Hay padres que han perdido el control de los hijos, aunque sean pequeños y pasan por situaciones complicadas, para convivir y educar a los niños difíciles y problemáticos, que por haber consolidado ya la envidia, son impulsivos, agresivos, impacientes, transgresores, manipuladores y no responden a los premios, ni a los castigos. En todo actúan negativamente. Para esos padres, es mejor darse cuenta, que aunque tarde, siempre están a tiempo educarse ellos mismos, para poder educar a sus hijos y negociar con ellos su comportamiento, antes de que se consolide más, y después a medida que vayan haciéndose mayores, las consecuencias de no saber controlar el pecado de la envidia, les traiga consecuencias funestas. Hay muchos y muy eficaces programas religiosos y sociales, que mejoran el conocimiento de los padres,  aumentan la interacción con los hijos y mejoran su educación, lo que les permite reducir los problemas de conducta de los niños.

No es más rico quien más tiene, sino el que menos desea. Los padres tienen que poner énfasis en enseñar a sus hijos, en función de sus edades físicas y mentales, sobre el valor de lo que tienen y no sobre las cosas que no tienen, pero que desean. Explicándoles lo que han costado a ellos o a sus padres lo que tienen, y las ventajas sobre otros muchos, que no tienen nada o no tienen tanto como ellos.

La adolescencia suele ser el comienzo de una nueva etapa de la envidia, se pasa de la envidia caprichosa y de las rabietas, a tenerla por la mal entendida competitividad sobre los logros o éxitos de otros. Envidia que muchas veces esta relacionada, con el dinero que gastan otros, sus formas de vestir, las pantallas electrónicas y los automóviles que poseen, etc. 

11 Principales situaciones donde se practica la envidia:

1.      La envidia en el trabajo. Principalmente en tiempos de crisis, donde los empleados se pelean por conseguir un ascenso o un aumento de sueldo. A ése se lo han dado y a mi no, que tengo más méritos.

2.      La envidia entre familias o componentes familiares que han triunfado o tienen otras formas de hacer las cosas, han tenido más suerte o han sabido hacerlo mejor.

3.      La envidia entre los adultos, relacionada con los signos externos: Moda, gastos, estudios, situación económica, situación social.

4.      La envidia entre las mujeres, sobre las más agraciadas, que ven a otras como competidoras a la hora de las relaciones amorosas con los hombres.

5.      La envidia entre los que se creen amigos, pero les separan culturas y formas de vidas diferentes u opuestas.

6.      La envidia incrustada por costumbres ancestrales, contra determinadas familias u otros grupos sociales, traducida en intolerancia y odio racial, que puede terminar como en las vendettas de la mafia.

7.      La envidia y el consumismo fomentada por los medios de comunicación, con las publicidades agresivas y engañosas. ¡Si no tienes tal cosa, no eres nadie! ¡Fíjate lo felices que son los que consumen tal producto!

8.      La envidia de los que no están dispuestos a sacrificarse, sobre los que se han sacrificado para sostener el amor, el matrimonio o una amistad, lo que es mucho más difícil y costoso que encontrarlo.

9.      La envidia que anula las defensas mentales y la fuerza de voluntad necesaria, para modificar las situaciones reales, que hacen daño a las personas, al  bloquearles los sentimientos y situaciones ante los demás.

10.   La envidia psicológica, cuando va acompañada de un complejo de inferioridad, inseguridad e insatisfacción con uno mismo, frente a los demás, motivada por la diferencia de las características o rasgos físicos propios, (belleza, altura, cuerpo, color, peso, etc.), celos infundados, inteligencia, relaciones amorosas o sociales.

11.   La envidia contra los que han triunfado en algún orden de la vida que produce tanto resentimiento, que a algunos no les importa sacarse un ojo, si el otro se queda ciego. 

40 Sentencias sobre el pecado capital de la envidia:

  1. ¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!
  2. ¿Qué es un envidioso? Un ingrato que detesta la luz que le alumbra y le calienta.
  3. Así como la polilla arruina la ropa, de la misma manera la envidia consume al hombre.
  4. Castiga a los que te envidian, haciéndoles el bien.
  5. Cuando se abandona la envidia, empieza la dicha.
  6. Cuanto mejor es el bueno, tanto más molesto es para el malo.
  7. Dejemos a los envidiosos, la tarea de proferir injurias y a los necios, la de contestarlas.
  8. Después de aquellos que ocupan los primeros puestos, no conozco a nadie tan desgraciado, como quien los envidia.
  9. El amor mira a través de un telescopio, mientras que la envidia lo hace a través de un microscopio.
  10. El camino para medrar, está siempre sembrado de amistades rotas por la envidia.
  11. El envidioso siempre piensa que lo están envidiando.
  12. El silencio del envidioso está lleno de ruidos.
  13. El veneno de la envidia, se puede engendrar incluso, en nuestros mejores amigos.
  14. En cuanto nace la virtud, aparece contra ella la envidia.
  15. Es mejor ser envidiado, que compadecido.
  16. Es tan fea la envidia, que siempre anda por el mundo disfrazada, y nunca más odiosa, que cuando pretende disfrazarse de justicia.
  17. Evitad todo aquello que pueda atraer a la envidia.
  18. La envidia dura siempre más, que la dicha de aquellos que envidiamos.
  19. La envidia en los hombres, muestra cuán desdichados se sienten, por su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás.
  20. La envidia es causada por ver a otro gozar de lo que deseamos; los celos, por ver a otro poseer lo que quisiéramos poseer nosotros.
  21. La envidia es el gusano roedor del mérito y de la gloria.
  22. La envidia es la fiera que arruina la confianza, disipa la concordia, destruye la justicia y engorda toda especie de males.
  23. La envidia es la madre de los celos, en los niños y en las personas mayores.
  24. La envidia es la polilla del talento.
  25. La envidia es lo más horrible que se puede sentir y, además, hace desgraciado.
  26. La envidia es más irreconocible que el odio.
  27. La envidia es una declaración de inferioridad.
  28. La envidia que calla, es peor que la que grita.
  29. La envidia va tan flaca y amarilla, porque muerde y no come.
  30. La envidia, cuando se apodera de un hombre, abre en su alma el camino a todos los sentimientos despreciables y torpes.
  31. La envidia, el más mezquino de los vicios, se arrastra por el suelo como una serpiente.
  32. Nadie ha inventado un tormento mayor que la envidia.
  33. No envidiemos a los que están situados por encima de nosotros; las cosas que parecían más excelsas, se derrumbaron.
  34. No envidies la riqueza del prójimo.
  35. No es lo mismo envidioso, que envidiable.
  36. No es un problema de envidia, enseñar a obsequiar con la ausencia, a quien no aprecia tu presencia.
  37. Si hubiera un solo hombre inmortal, sería asesinado por los envidiosos.
  38. Si todo el mundo llevara escritas en la frente sus angustias, muchos que nos causan envidia, nos darían lástima.
  39. Tan grande como la turba de los admiradores, es la turba de los envidiosos.
  40. Una demostración de envidia, es un insulto a uno mismo. 

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Las decisiones y sus lógicas consecuencias

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Las decisiones y sus lógicas consecuencias

3,170 Palabras Tiempo de lectura 12:00 minutos

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Las decisiones se desvanecen, las consecuencias se quedan.

Los padres deben enseñar a sus hijos a tomar decisiones soportadas en las siguientes características: Conocimiento de causa, previendo las futuras consecuencias o secuelas, seriedad, formalidad, discreción, tacto, cautela, precaución, ecuanimidad, tranquilidad, ponderación, serenidad, etc. Evitando el abuso, la osadía, la indiscreción, la insensatez, el descaro, la temeridad, etc.

La palabra decisión deriva del latín de-cidere, que quiere decir «separar cortando». Seleccionar una parte, implica siempre dejar el resto, ya que debido a nuestra capacidad limitada, cada decisión supone una renuncia a otras alternativas. Los cinco puntos que definen una decisión: 1) libertad de elección, 2) múltiples posibilidades, 3) deliberación, 4) renuncia, y 5) acto de elegir. Cada ingrediente es necesario y, cuando falta alguno, no hay elección. Las decisiones bien tomadas, teniendo en cuenta sus consecuencias, son las manifestaciones concretas, que reflejan la práctica de las virtudes y valores humanos que tenemos, que son compañeros inseparables.

A toda acción corresponde una reacción, y a toda decisión una consecuencia. Por ejemplo: Cuando alguien enojado toma la decisión de ofender gravemente a otra persona, sus palabras pueden dejarle una cicatriz indeleble. Esa cicatriz permanecerá en su mente, durante mucho tiempo, por muchas veces que posteriormente le hayas dicho, que lamentas lo sucedido. Una herida verbal, puede afecta tanto como una física. Si se sacude en el campo una almohada llena de plumas, es imposible recogerlas todas.

Somos esclavos de nuestras decisiones equivocadas y dueños de las acertadas. Si se han pensado bien las decisiones que se van a tomar, tendremos muchas posibilidades de no ser esclavos de ellas.

Los padres deben enseñar a sus hijos, a que cuando tomen una decisión, sepan que tienen que asumir las consecuencias que ella produzca. A medida que se van haciendo mayores, en menos oportunidades, sus padres podrán ayudarles a solucionar las malas consecuencias, producidas por sus decisiones. Cuando se independizan totalmente, si no han sido bien educados a asumirlas, tendrán que sufrir ellos solos las consecuencias, de lo que han hecho por impulso o sin haberla examinado. Simplemente, es el riego que van asumiendo con la edad y los derechos, obligaciones y responsabilidades, que les vayan correspondiendo.

Las consecuencias de las acciones, suelen estar lógicamente relacionadas con la decisión tomada. Algunas decisiones desencadenan consecuencias que en principio, parecían imprevisibles, pero hay muy pocas cosas imprevisibles, según la educación que los padres hayan dado a sus hijos. Los años de experiencia, la lectura de libros y las consultas a profesionales, dan a los padres, un gran conocimiento para saber las consecuencias que van a ocurrir, en relación con lo que hagan o quieran hacer sus hijos. Una buena educación, consiste en enseñar a que los hijos sepan tomar sus propias decisiones y asumir las consecuencias, lo que supone una fuerte e incondicional ayuda, para que reconozcan y estudien la situación responsable y globalmente, dentro de su ámbito de conocimientos.

En cada caso, la experiencia de los padres suele ir muy por delante, con el tipo de acciones que los hijos hacen. No suele haber un gran salto generacional, si padres e hijos desde el principio, han ido circulando aproximadamente por las mismas avenidas, a las mismas velocidades y con el mismo tipo de equipo personal, familiar, educacional y moral. Las sorpresas, casi siempre desagradables, empiezan cuando los padres han ignorado a los hijos y han permitido, que desde pequeños, hayan estado haciendo su propia vida.

 Cuando las decisiones se toman con el corazón, a las máximas revoluciones, no suelen salir bien. Tienen que ser tomadas con la cabeza fría, el corazón al ralentí y los sentimientos controlados. Nadie se puede librar de las consecuencias de sus decisiones, tomadas voluntaria o involuntariamente, pensadas o impensadas, obligadas o permitidas, pero si se hacen serenamente, tienen muchas más probabilidades de que las consecuencias sean buenas.

Las decisiones deben tomarse, teniendo muy claro si van a producir el bien o el mal. Para ello hay que tener la mente muy bien entrenada, para conocer perfectamente que es lo que está bien y lo que está mal. Algunas personas, por propia conveniencia, tienen mezclado estos dos grandes conceptos. No ven la raya que los separa y se inclinan por el lado que más les conviene. Las malas decisiones, son algunas veces tan incongruentes y carentes de sentido, como la del estudiante, que quería llegar a ser presidente de la asociación de estudiantes, para eliminarla.

Los padres por la experiencia y el conocimiento que les ha dado la vida, es como si estuvieran  situados, en la cima de una montaña, viendo subir por ella a sus hijos. Esa subida a la montaña, significa el comportamiento y las decisiones, con sus correspondientes consecuencias, que diariamente van realizando sus hijos.

Las clásicas frases “ya te lo dije” y “te lo advertí, pero no me hiciste caso”, son las que los padres dicen a los hijos, cuando estos toman las decisiones, sin querer percatarse de las consecuencias que originarán. “El fin no justifica los medios”.

Los padres enseñan a tomar decisiones con la palabra y el ejemplo y educan con su modelo de vida.  El derecho para enseñar y educar, está implícito en la condición de los padres. Para enseñar hay que saber algo, para educar hay que saber vivir de forma que trascienda a los hijos, esa finura de espíritu tan necesaria para conocer, sopesar y decidir, sobre las consecuencias de las decisiones.

Es imprescindible que los padres enseñen a sus hijos, a practicar la virtud de la prudencia en la toma de decisiones. Así su comportamiento diario y las decisiones que tomen, no les producirán consecuencias irreversibles, que les salpiquen a la cara, o que las cañas se les vuelvan lanzas, por no haberlas sabido o querido hacer de buena forma.

Las decisiones tomadas con sensatez, cordura y reflexión, tienen muchas posibilidades de tener éxito y no tener malas consecuencias. Pero las hechas de forma opuesta o con insolencia, ligereza, frivolidad o descuido, siempre tienen unos malos resultados o repercusiones para todos.

El error de las decisiones mal tomadas, no disminuye, por saber que “todos lo hacen” o que alguien se ha equivocado, más que yo. En la práctica no funciona ese truco, que algunos enseñan para dejar tranquilos a los equivocados. Cada persona es responsable de lo que ha hecho o no ha hecho.

Las decisiones tomadas, muestran también la diferencia entre la “primera versión” de los hechos y una información más completa, cuando hay que dar explicaciones, de lo que se ha hecho. La primera decisión, tiene un valor doble que las explicaciones. “Explicación no pedida, acusación manifiesta”.

Algunos toman decisiones equivocadas, sin importarles las consecuencias, pues quieren manifestar su superioridad ante las masas de pardillos, incluso ante “la dictadura de las minorías”. Las correcciones de las decisiones tomadas, suelen tener poco efecto, pues casi siempre se hacen a destiempo o muy tarde.

Los padres algunas veces, tienen que escuchar a sus hijos las malas decisiones tomadas, en relación con sus noviazgos, convivencias prematrimoniales, calidad de los amigos, abandonos o flojedad en los estudios, trabajos o relaciones religiosas. Suelen ser decisiones tomadas, en base a que ellos consideran que son libres para tomarlas, aunque no sepan con certeza, lo que están haciendo.

En las decisiones amorosas, cabe la alternativa de enfrentarlas con sus parejas, presentes o futuras, preparando previamente una serie de preguntas, bien documentadas, que los hijos posiblemente no se deciden o arriesgan a hacer directamente. Si las preguntas están bien preparadas, es muy posible que sus parejas o futuras parejas, con sus respuestas, se queden al descubierto de sus inconsistencias. La base del éxito de esas preguntas, está en la calidad, cantidad y veracidad de la información conseguida. Suelen ser preguntas basadas en esa información, que los hijos no se atreven o no saben como preguntarlas. Con las respuestas obtenidas, sobre las preguntas hechas por los padres a las parejas, podrán los hijos tomar las decisiones adecuadas, eso si, siempre soportadas con buena información. Ante esas confrontaciones los padres corren el riesgo de las reacciones violentas de los hijos, que no quieren oír lo que tienen que oír. Pero es preferible tener un hijo enfadado, que un hijo equivocado gravemente.

Tormentas de ideas. Cuantas veces para tomar una decisión importante, tenemos que recurrir al mismo procedimiento de tormentas de ideas, que emplean los profesionales en los negocios. Después de ir anotando en un papel, todas las ideas relacionadas con el tema en cuestión, tendremos la posibilidad de elegir la mejor o las mejores. En esta tormenta de ideas, van saliendo algunas, concatenadas con otras que se acaban de poner en la lista. Si esta lista se hace entre varias personas, bien entrenadas a estrujarse el cerebro en pos de una idea, el resultado es magnifico, pues al final se presenta un abanico de ideas, con todas las variante para poder escoger la o las más adecuada.

¿Se imaginan actualmente a una persona sola, pasando varias horas en una habitación a oscuras y en total silencio, pensando en cómo poder resolver un problema, o una especifica situación personal o familiar, actual o futura y que sea algo trascendente e importante? Esa persona tendría que tener una formidable educación y un gran dominio de si misma. Con plena seguridad, las decisiones que tomará posteriormente, serán un acierto. Cualquier toma de decisión importante, puede ser de resultados irreversibles, por eso hay que tener muy en cuenta, la responsabilidad de estudiar bien el asunto a decidir.

Los padres tienen la obligación de enseñar a sus hijos, a que cuando vayan a tomar decisiones importantes, deben pensar con lógica y estar preparados para los resultados lógicos, consecuentes, previsibles, naturales, justificados y legítimos. La gula, la avaricia, la lujuria, la envidia, la soberbia, la pereza y la ira descontroladas, influyen o dominan en muchas ocasiones las decisiones, siempre en perjuicio propio y de los demás.

Algunas decisiones importantes y que puedan trascender a otros, deben ser tomadas evitando que exista el “choque de ignorancias” tan normal, en algunas discusiones o planteamientos. Bastantes problemas están  produciendo las decisiones tomadas en función del “choque de civilizaciones”, que la mayoría de las veces se produce por el “analfabetismo religioso, político, familiar o social”. Estas decisiones, tan mal tomadas, suelen ser producto de la ignorancia y de la falta de educación, pues muchas personas, se permiten el lujo de opinar vehemente, de cosas que jamás han oído hablar o tienen un conocimiento superficial.

Es la decisión de cada familia, a qué dedicar las “horas estrella” que son las mejores de la convivencia familiar, cuando hay un buen ambiente de relax, a la vuelta del trabajo o del colegio, los fines de semana, cuando salen de paseo, al restaurante, etc. Algunas familias, sustituyen ese formidable tiempo, propicio el dialogo familiar, donde los padres tienen que compartir sus ideas, transmitir sus vivencias y educar a los hijos, por lo que pueda decir o hacer las pantallas electrónicas, que cada uno de los componentes tiene delante, bien sea distrayéndose, jugando, estudiando o trabajando.  Aparece aquí la conocida dialéctica, del tiempo dedicado a la educación familiar, entre cantidad y calidad. La variable que mejor predice el éxito escolar y profesional, es el número de libros leídos, no almacenados, en el hogar familiar. No el número, tamaño y características técnicas de las pantallas electrónicas familiares.

Aparece aquí la conocida dialéctica entre cantidad y calidad del tiempo disponible, en las “horas estrella” familiares. Es cuando las relaciones interpersonales familiares empobrecen, y aparecen unas enormes relaciones ficticias impersonales, la conexión superficial con millares de amigos virtuales, muchos de ellos con personalidades falsas.

Es cierto que la conexión permanente y la interactividad que ofrecen las pantallas electrónicas, tienen notables ventajas para el trabajo, el ocio y la vida social en general, pero siempre realizadas con buen criterio. Muchas personas no se cansan de bailar, aunque sea sin música, porque los músicos han dejado de tocar. Estas son las consecuencias de algunas decisiones, que continúan los resultados a lo largo del tiempo, incluso cuando ya parece que se han calmado las cosas.

Después llegan las consecuencias de la falta de educación, dialogo y conocimiento entre las personas. La mayoría de las veces, cuando surgen los problemas, se dan cuenta que la decisión de elegir ese modelo de convivencia familiar, no fue la adecuada. Ahora es muy normal ver en los restaurantes, a una familia que ha salido a almorzar o cenar, cada uno delante de su computadora, incluso con los auriculares puestos, mientras esperan que el camarero les traiga la comida e incluso mientras comen. Luego los padres, pretenden que sus hijos se comporten como bien educados, cuando en realidad, se han educado a través de las pantallas electrónicas.

Es cuestión de pura lógica, pensar en las consecuencias que pueden tener las decisiones que se vayan a tomar o las ya tomadas. El sentido común, que es el menos común de todos los sentidos, nos indicará previsiblemente, cuáles serán las consecuencias de nuestros actos.  Las decisiones, no pueden estar supeditadas a las propuestas, con las que nos bombardea la sociedad actual, por ejemplo la invitación a vivir siempre placenteramente, donde la concepción de vivir, sea sinónimo de disfrutar. Es necesario superar el “síndrome lúdico” de algunas propuestas de vida, que no contemplan las consecuencias de las decisiones, con conocimiento y capacidad para enfrentarlas y decidir con libertad y seguridad. El espíritu de sacrificio y la disciplina, están desapareciendo del lenguaje familiar, sustituyéndolo por la falta de exigencia y esfuerzo.

Algunos padres, consciente o inconscientemente, toman la decisión de tratar a sus hijos pequeños con violencia verbal. Creen que gritándoles, los van a educar mejor, con más disciplina y con temor, a lo que los padres les digan que hagan o no hagan. Estas decisiones suelen ser tomadas, por contagio de uno de los cónyuges o por una tradición familiar, de violencia verbal o física. Pero no suelen tener en cuenta, las nefastas consecuencias que suele conllevar esta actitud, pues los hijos se acostumbran a los continuos gritos, y a pocos o ningún razonamiento de lo ordenado o llamado la atención. Ponen en una balanza las consecuencias de no hacer lo que les mandan, contra una serie de gritos o malas palabras. Saben que después de las descargas, ya no hay espacio para más adrenalina paternal y llegará la calma. Las órdenes y las ideas deben ser: Cortas, concretas, claras y siempre hechas con suavidad y firmeza.

También hay padres que son todo azúcar en las relaciones con sus hijos, hagan lo que hagan, besándoles, acariciándoles y mimándoles continuamente, principalmente cuando hay público que les está mirando. Esta actitud blandengue, suele reflejar una carencia de cariño recibido en la niñez o juventud, también supone  un desequilibrio mental, bipolaridad o autocomplacencia. Los hijos perciben el mensaje de que hagan lo que hagan, sus padres les cubrirán de besos y no les llamarán la atención para que no se frustren, lo que originará unos hijos inseguros, consentidos y mal educados.

La virtud de educar bien, está en el centro de las actitudes, para eso los padres tienen que estar, muy bien equilibrados, sabiendo que las decisiones que tomen, siempre tendrán consecuencias, que los hijos podrán controlar si educan bien.

Está muy bien tener una Estatua de la Libertad, pero deberíamos tener otra, tan grande o más y llamarla Estatua de la Responsabilidad. Porque tenemos la libertad, a la hora de tomar decisiones, y también tenemos la responsabilidad de sus consecuencias.

La vida es como un viaje, en el que cada uno es capitán de su propio barco y las maniobras, tienen un efecto real en la vida propia y en la de la familia. Las decisiones son opciones, que influyen en el presente y en el futuro, formando parte de un todo continuo, ininterrumpido y lleno de significado, que puede transcender hacia lo cómodo o hacia lo exigente.

Los egoístas basan sus decisiones, sin importarles las consecuencias, solamente se fijan en ellos mismos: Qué me gusta, qué me funciona, qué me descansa, qué me rinde más, qué satisface mi gusto personal, qué beneficio inmediato me proporciona, qué me crea problemas, etc. No quieren reflexionar en las consecuencias que tendrá para el prójimo, las decisiones tomadas o por tomar.

Las decisiones con la familia política o de sangre, relacionadas con la petición de favores, tienen que tener la lógica de la reciprocidad. No se pueden manipular, solamente cuando se quiere obtener una ventaja. No es lógico y es muy egoísta, ser tratado con todo cariño por la familia propia o política y después ignorarla y no corresponder a ese buen trato. Usar la familia como si fuera un “Kleenes” para utilizarla cuando se quiere, saber que está allí, a la orden, para lo que se quiera y después, sin ninguna lógica, ignorarla o despreciarla hasta la próxima vez que se necesite.

Las decisiones tienen que ser siempre bien pensadas, nadie puede acostumbrarse a decir siempre si, o siempre no, pues esto suele conllevar, una falta de conocimiento, inmadurez e irresponsabilidad sobre lo que se está decidiendo. Tampoco es solución tomar las decisiones echando a “cara o cruz”.

Hay quienes tienen unas personalidades muy débiles, tímidas, inseguras y vacilantes, y no quieren decidir ni arriesgar nada, pues se les hace insoportable, la posible responsabilidad de la decisión y de las consecuencias. Prefieren vivir con la esperanza de que sus padres, un consejero o una fórmula externa, socialmente aceptada como buena, les liberen o retrasen de cualquier decisión personal que tengan que tomar. No se puede ser excesivamente razonador y ahogarse en las reflexiones. Por su inseguridad y temor al riesgo, nunca “agarran al toro por los cuernos”, ya que acusan un sorprendente miedo a la realidad.

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Los amigos tóxicos y las consecuencias en la familia

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Los amigos tóxicos y las consecuencias en la familia 

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Qué es lo que se debe hacer, al enterarse que un amigo está realizando actividades delictivas, o que van en contra de la moral, de las buenas costumbres o de sus relaciones en su familia, trabajo o sociedad. En primer lugar, tratar de obtener una buena e imparcial información y analizarla en profundidad, desde todos los ángulos de vista posibles. En segundo lugar, elegir entre confrontarle para conocer su verdad y en su caso, comprobar su propósito de enmienda. En tercer lugar, suprimir cualquier relación amistosa que haya entre los dos, alejándose lo más posible de él y de su entorno.

Si se intenta confrontarle para pedirle explicaciones, es casi seguro que se entrará en una discusión violenta o en una serie de negaciones, que en ambos casos, la amistad existente hasta ese momento, quedará totalmente rota e irreparable. Además es muy probable, que en le curso de la discusión, el amigo pretenda llevarla al terreno, donde pueda ganarla por tener mas experiencia en ese campo. (Nunca discutas con un idiota o malvado, pues intentará llevarte a su terreno para ganarte, pues ahí es donde tiene más experiencia).

Algunas personas no quieren entender, que su mal comportamiento familiar, social o profesional, contamina a las personas que están a su alrededor. Incluso puede hacer, que dada su buena fama anterior, sus amigos acepten como normal su comportamiento. No quieren darse cuenta, que sus acciones perjudican a todos los que están a su alrededor, pues la sociedad va a creer que todos están en el mismo rebaño y no va a separar “las churras de las merinas”.

Los amigos tóxicos, pretenden estar muy cerca de otros amigos no tóxicos, que no estén involucrados en sus fechorías y que tengan buena reputación, para que con su presencia, se difumine cualquier duda sobre sus actividades delictivas, y así, aparentar un estatus de honorabilidad, ganado con la presencia de otras personas honradas.

Es muy difícil poder aislar a estas personas, para evitar que persuadan a otros amigos comunes, de lo que andan maquinando con sus malos comportamientos. Si se alerta a los amigos comunes, los hechos probados, que se han descubierto de los amigos tóxicos, para que frente a ellos estén en guardia, se corre el riesgo de pasar esa fina raya que existe, entre mantener el secreto, la indiscreción, la lealtad y la ayuda al prójimo.

Hay que estar muy pendientes de los signos externos, de algunos amigos cercanos, sobre todo, cuando empiezan a mostrar las banderas rojas de su mal comportamiento. Si vemos incongruencias entre el trabajo, negocio o actividades que tienen y su forma de vida, debemos sacar las señales de alerta e intentar analizar lo que les está pasando, no vaya a ser, que por no hacerlo, luego sea tarde.

A partir del momento en que se conoce, la vida irregular de uno de los amigos tóxicos y él se da cuenta, cada vez es mas difícil la comunicación entre ambos, pues al verse descubierto, las visitas y conversaciones, empiezan a producir a ambos molestias e inclusive estrés. Seguramente, si ve que no puede conseguir sus objetivos económicos o que ya no le queda nada por ocultar, preferirá cambiar de amigos, otros que no conozcan su doble vida.

A la menor sospecha de que un familiar o amigo nuestro, tiene una doble vida, es muy conveniente conocer su historial, buscando en Internet, principalmente a través de  www.geogle.com o en las páginas especializadas.

Allí se pueden comprobar legalmente, muchísimos datos de cada persona. No es entrar en la privacidad de las personas, es hacerlo en defensa propia, de nuestra familia y de otros posibles amigos. Siempre hay que estar muy bien informado, de los que nos rodean, después no vale decir: “Si lo hubiera sabido, no me hubiera engañado”. Es muy conveniente hacer esto mismo, cuando se reciben propuestas de negocios, en los noviazgos, nuevas amistades, posibles participantes en la vivienda, etc.

Algunas personas se meten en malos negocios, por ignorancia, avaricia, necesidad o porque les utilizan, como señuelos de caza de inversionistas. Incluso en negocios que huelen a estafa desde lejos, que no se sostienen o carecen de sentido, para cualquier persona sensata. Es cierto que suelen ser cadenas o quimeras que son utilizadas, para que los que son adictos a las quimeras, puedan creérselo fácilmente y transmitirlo a terceras personas, cuantas más, mejor. Siempre suelen tener las mismas características mentales, los que ofrecen esos negocios y los que los aceptan.

Es muy triste que los “quimerofílicos” utilicen en primer lugar a sus familiares y amigos. Después van ampliando esos contactos, siempre concatenándolos en función de que son familiares o amigos de los más alegados, para así crear confianza en las posibles victimas, de sus sucios negocios.

La verdadera amistad es sagrada y hay que ganarla y mantenerla día a día. Se pueden tener muchos conocidos, cuya relación no pueda contaminarnos, pero los verdaderos amigos, los que con su comportamiento puedan influir en nosotros, tienen que ser muy bien seleccionados, ya que algunas amistades, se apoyan mutuamente, manteniéndose en el tiempo y nutriendo, creciendo y dando apoyo constantemente a ambas partes. Por mucha amistad que hayamos tenido, no valen excusas, ante el comportamiento tóxico de un amigo, al sentirnos defraudados, que pueda herir nuestros sentimientos, nuestra reputación y la de nuestra familia.

La toxicidad de las acciones o comportamientos de los amigos, pueden contaminar tanto a los adultos, como a los jóvenes y a los niños. Todos están expuestos a sus consecuencias. Por ello es muy recomendable, estar alerta ante los menores síntomas, e inmediatamente tomar las correspondientes medidas, para evitar la contaminación o en su caso, para corregir los efectos que hayan podido causar.

Contaminación de los malos comportamientos de los amigos:

  • Dime con quién andas y te diré quién eres. Cuando te ven junto a los amigos tóxicos, creen que compartes o estás de acuerdo con sus malas actuaciones, por lo que seguramente te desclasificaran. La reputación propia ya es bastante difícil de mantener. Si se está cercano a personas, que tienen un mal comportamiento familiar, profesional o social, la propia reputación se verá rota o disminuida.
  • Evitar que sus malas actuaciones salpiquen gravemente, de forma activa o pasiva, a personas ajenas, hasta llegar a ensuciar su merecida fama.
  • Intentar superar los efectos nocivos de estas amistades tóxicas, que producen al realizar acciones comprometidas, investigándolos, manteniendo el equilibrio emocional frente a ellos y si es necesario alejándose, intentando no dar explicaciones, ni hacer daño a nadie.
  • Evitar que ellos, al intentar justificar sus malas actuaciones, lleguen a convencerte y puedan terminar, formando parte de tus actuaciones.
  • Evitar que aprovechando la amistad con uno, contaminen a otros que les creerán, debido al cerrado círculo de amistades o familia.

Los amigos pueden convertiré en tóxicos por: Su mal comportamiento económico, interno o externo, comportarse mal en su vida privada, comportarse mal con su propia familia y comportarse mal religiosa, profesional y socialmente. Esa toxicidad siempre repercute en las familias de los amigos.

Amigos tóxicos emocionales son los que, sin que nadie les pregunte, nos atosigan insistentemente con sus explicaciones, para justificar sus malas  actuaciones, ante personas que ellos creen, que les están inquiriendo sobre su comportamiento. Dentro de su manipulación, para conseguir auto justificarse, intenta demostrar que tu eres el equivocado y que él tiene la razón. Si consigue hacértelo creer, obtiene un aliado o por lo menos se quieta un crítico. Explicación no pedida, acusación manifiesta. Después de todas las explicaciones recibidas, nos damos cuenta que nos han dejado sin energía, con el ánimo apagado y drenado emocionalmente, para que aceptemos su forma de vida.

Los amigos tóxicos utilizan muy bien, en su propio beneficio, un  lenguaje corporal muy bien estudiado. Lo suelen utilizar como una estrategia de adhesión, soportada con una gran sonrisa cínica, fuertes y sonoros abrazos, más una efusiva sarta de palabras, que en principio, suenan como votos de amistad, pero detrás de ellos, solamente está, el deseo en enredarte en su tela de araña económica. Suelen decir una cosa, pero actúan de otra forma, simplemente es su inequívoca forma de ser. Esta discordancia crea una confusión interior momentánea, pero a la larga “se les ve el plumero”.

Los amigos tóxicos son un peligro real para la familia y para la sociedad en general. Si creemos que no han venido a por nosotros, es debido a que todavía no estamos maduros para sus intenciones. Están siempre al acecho de cualquier debilidad nuestra, para atacar en ese momento. En cuanto bajemos la guardia, se abalanzaran con todas sus armas.

Las buenas relaciones son un alimento para el alma y para el cuerpo. Las malas, como un veneno que no suele tener antídotos. La mayoría de las acciones antitóxicas pasan por huir de los amigos tóxicos, poner tierra por medio, y si es necesario perder algo, antes de que ese algo se convierta en mucho.

No se trata de enfrentar, herir, ni atacar a los amigos tóxicos. Hay que descubrirlos, analizarlos, reforzar nuestras propias defensas interiores, desatar los lazos de unión que haya, guardar distancias, no caer en sus distracciones, alejarse o huir y seguir el camino emprendido. Hay muchos amigos tóxicos que son belicosos, muy difíciles de tratar. Cualquier incidente, por mínimo que sea, provoca en ellos una reacción agresiva. Hay que vigilar muy bien lo que se les dice o lo que se hace, para no encender la pólvora de su bomba, porque cuando estallan, no tienen control, pues quieren defender a ultranza sus equivocadas posturas.

Los padres deben ser muy claros, con la información que dan a sus hijos. Lo mismo que ocurre con los amigos tóxicos de los padres, sucede con los amigos tóxicos de los hijos. Por ejemplo, si los padres se enteran los amigos de sus hijos, trafican o consumen con drogas, deben advertírselo inmediatamente y si es posible impedírselo. De no hacerlo, es posible que los hijos, se contaminen con el tráfico o consumo de drogas. Además si llega la policía detendrán a todos, empezando por los traficantes o consumidores e incluso a los padres, por haber tapado la fechoría.

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Los padres tienen la obligación de enseñar a pensar a los hijos

ESCUELA PARA PADRES

Los padres tienen la obligación de enseñar a pensar a los hijos.

  • 23 Consejos para enseñar a pensar a los hijos
  • 3 Clases de pensamientos
  • Lo que piensan de los padres los hijos, según las edades (Imprima esta nota, recórtela y péguela en el frigorífico para que sus hijos la puedan leer. Verá que buenos efectos produce)
  • 27Sentencias sobre pensar

4,577 Palabras Tiempo de lectura 17:00 minutos

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La educación para aprender a pensar, primero fue un privilegio de la realeza y nobleza, después se convirtió en un derecho y hoy es una obligación. Mañana, que ya es hoy, será imprescindible dominarlo. Pensar, enseñar a pensar y aprender a pensar, son las tres obligaciones inteligentes de la educación familiar. Es una una inversión a largo plazo, que empieza en la cuna y nunca termina.

Hoy en día no ha llegado la democratización a la educación, para que aprendan a pensar, pues solamente a unos pocos hijos les enseñan sus padres a pensar, aunque esté muy democratizada el resto de la educación escolar. Algunas sociedades pecan por omisión del pensamiento, que lo sustituye por la ideología del sentimiento.

En la mayoría de los países, los padres ya no pueden decir que no se pueden educar, porque no hay medios, serán buenos o regulares, pero adaptados casi siempre a la demanda de las sociedades. Estamos en la época de la democratización de la enseñanza para todos.

            Pensar está íntimamente relacionado con el silencio, la soledad, el orden y la disciplina. Con ruido es casi imposible ponerse a pensar. Los que no encuentran unos momentos para retirarse del mundanal ruido, para poner en orden sus ideas, con procedimientos ya probados, difícilmente podrán encontrar la forma de reflexionar, sobre los temas o situaciones que quieren examinar. Pero hace falta un método y unos lineamientos.

23 Consejos para enseñar a pensar a los hijos:

1.      Enseñarles a conocer mejor, a través de la voluntad, la realidad que les rodea, a evaluarla inteligentemente y ser más creativos y oportunos, para ser capaces de hacer las cosas.

2.      Enseñarles a estar muy bien entrenados, en el fomento del diálogo y en el enriquecimiento del lenguaje, pues esto es exclusivo de la inteligencia humana.

3.      Enseñarles a no engañarse, ni a engañar, a ser sinceros, a actuar con coherencia y de acuerdo con la verdad, sin depreciarla ni rebajarla.

4.      Enseñarles a no sacrificar su libertad de pensar, por “el qué dirán” de la sociedad, pues la sociedad siempre intenta ridiculizar o aislar, a los pensadores inteligentes, bien entrenados y cultivados.

5.      Enseñarles a pensar cómo encontrar oportunidades, espacios, circunstancias y períodos para reflexionar, sobre el sentido de la vida y sus relaciones con la familia, la religión y la sociedad y así, poder dar rienda suelta a su imaginación y poder descubrir, nuevos horizontes.

6.      Enseñarles a pensar con estímulos, motivaciones y comentarios lógicos, para promover un clima adecuado, que favorezca sus hábitos intelectuales.

7.      Ensenarles a que piensen con lógica y que estén preparados, para los resultados consecuentes, previsibles, naturales, justificados y legítimos.

8.      Enseñarles a pensar en la importancia y consecuencias de sus acciones, pues mucho más que el bien-estar importa el bien-ser, aunque tengan que enfrentarse con valentía, a la dictadura de lo culturalmente correcto o políticamente incorrecto.

9.      Enseñarles a que con el aprendizaje a pensar, descubrirán las artimañas que tiene la sociedad, para impedirle o dificultarle que sepa pensar, para así poder dominarle.

10.   Enseñarles a que disfruten en el acto de pensar, cuando sea de forma reflexiva, para poder aprender bien, incluso planteándose problemas y buscando las soluciones.

11.   Enseñarles a que pasen del impulso irracional, no pensado, a la conducta inteligente.

12.   Enseñarles a que piensen, en intentar descubrir el mundo del error humano y que aprendan, de sus propias equivocaciones. Es imposible que piensen, que no se van a equivocar nunca.

13.    Enseñarles a que piensen que el decir siempre la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, aunque duela, está regida por los principios de dignidad y moral.

14.   Enseñarles a que piensen que el error humano, es el precio que las personas tienen que pagar, por poder razonar y disfrutar del libre albedrio para elegir, privilegio, que solamente tiene la especie humana.

15.   Enseñarles a que se sientan motivados, para que quieran pensar por cuenta propia y siempre, con actitudes positivas. Con actitudes negativas, el pensar parece cansino y mediocre.

16.   Enseñarles a que sean más inteligentes que la Televisión y las pantallas electrónicas, alimentando su inteligencia, con el fomento de la lectura, las conversaciones y los silencios.

17.   Enseñarles a que sólo las personas, mejor preparadas para pensar, podrán sobrevivir ante la caída de las estructuras morales, que tiene la sociedad.

18.   Enseñarles a realizar el ejercicio mental, de razonar los conceptos y las situaciones, a defender las causas con argumentos para las propias decisiones, sin dejarse llevar por las de los demás.

19.   Enseñarles a tener desarrollada la capacidad, para poder tomar decisiones y resolver problemas importantes, cada uno según su edad física y mental. Eso se consigue, educándolos en libertad, responsabilidad y conocimiento.

20.   Enseñarles como asentar en la mente y en el corazón, las cosas buenas, antes de que les lleguen las dañinas. Si llegan antes, es que se están educando cara al futuro y asi evitarán  claudicar en la formación y desarrollo de la inteligencia.

21.   Enseñarles la sana estrategia de que pregunten: ¿Qué es? ¿Por qué es así? y ¿Por qué y cómo lo sabe? Así tendrán el conocimiento cierto, por las causas.

22.   Enseñarles que aprender a pensar, es aprender a manejar las dos principales herramientas del pensamiento, la pluma y la palabra, las cuales son las armas que el pensador tiene, para expresarse.

23.   Enseñarles a pensar cómo se pueden y deben hacer mejor las cosas. Tienen que conjugarse todos los conceptos, para cultivar el uso activo del conocimiento y conseguir que los hijos, se conviertan en auto aprendices del pensar. 

Las herramientas básicas imprescindibles para, aprender a aprender, aprender a pensar, despacio, sin prisas, pero sin pausas, son: El hábito al estudio, el saber buscar, organizar y ordenar la información, aprender a reflexionar, aprender a expresarse correctamente por escrito y hablado, comprender lo que se lee y adquirir un manejo básico del cálculo, el razonamiento lógico, saber trabajar en equipo, aprender a hablar en público y a discutir en un debate, dialogar respetando el turno de palabra y concluyendo los argumentos. El que aprenda a pensar, sabrá desenmascarar los slogans perniciosos, los falsos valores, los espejismos y los caminos sin salida, que tantas veces ofrece falazmente la sociedad.

Hay muchos y muy buenos libros, que ensenan las técnicas para aprender a pensar, cada uno, especializado en los diferentes campos del pensamiento. No es lo mismo aprender a pensar para un niño o joven, que para un adulto profesional, que quiere aprender a pensar para su vida familiar, para el desarrollo de sus proyectos técnicos o para profundizar en el sentido religioso de su vida.

3 Clases de pensamientos: (Los pensamientos son las raíces de los actos)

1.      Los que sirven para meditar y orar. Suelen hacer en soledad y silencio, lejos del mundanal ruido.

2.      Los que sirven para trabajar o investigar o cómo hacer las cosas profesionalmente. Suelen hacerse en los lugares de estudio o trabajo.

3.      Los que sirven para analizar el pasado y encontrar soluciones, presentes y futuras de las cosas personales.

Los padres deben transmitir a sus hijos, todos los buenos conocimientos, ideas, tradiciones, costumbres, prácticas, etc. que tienen en los ámbitos familiares, religiosos, políticos, sociales, profesionales, deportivos, etc.

Los padres no tienen por qué exigir, que los hijos tengan las mismas ideas que ellos, pues, además de pertenecer a épocas diferentes, es muy posible que se hayan criado en ambientes muy distintos y con medios diferentes.

Los hijos deben explorar otras alternativas diferentes o complementarias, de las que sus padres les han transmitido. Siempre soportado con la educación familiar y formación académica, que van recibiendo. Para poder analizar con buen criterio otras alternativas, tiene que estar muy bien entrenados a pensar y a discernir cuál es la mejor de todas las alternativas entre las que puedan llegar a alcanzar.

Los hijos deben darse cuenta, que en sus momentos de incertidumbres, turbulencias o dificultades, hay muchos agentes externos, que quieren aprovecharse de que no piensen, ni se centren en ellos mismos, para así poder manipularles a su antojo. Esos agentes intentan que los hijos se centren o enfoquen, en factores donde puedan dominarlos y controlarlos.

En las habitaciones de los hijos bien educados a pensar con método, debería haber un cartel en la puerta que dijera: “Estoy pensando, si no es urgente, llamarme más tarde”. Padres e hijos deberían tener sus momentos de soledad, para poder dedicarse a pensar, a hacer introspecciones, para encontrar los caminos que debe seguir, para alcanzar los objetivos propuestos.

Los niños pequeños llegan a los colegios, sin que los padres les hayan enseñado a pensar por si solos, hacen las cosas como robots, porque están acostumbrados a hacerlas. Desde la más temprana edad les han dado todo hecho, sus padres y la sociedad en general, ya han pensado por ellos. Pero la sociedad moderna exige ya a los niños, que cada vez tengan mas desarrollado el sentido de saber pensar por si solos. Ellos solos no lo van a aprender y si los padres y los maestros no les enseñan, irán acrecentando el problema, para cuando se enfrenten a la cruda realidad de la vida. Después nada les darán hecho, a no ser lo que la sociedad quiera darles para algo para que hagan cosas sin pensar en lo que hacen.

Hoy los niños casi no tienen juegos didácticos, que precisamente están diseñados para que piensen. Los rompecabezas, los juegos de construcción, los mecanos, los juegos de mesa, parchís, damas, ajedrez, etc., prácticamente han desaparecido de las tiendas, porque los padres dicen que sus hijos no tienen tiempo para jugar con ellos. Prefieren comprarles los juegos, en los que juega el juguete y no el niño.

Hoy todo se reduce a muchas horas delante de la televisión, de las pantallas electrónicas u oyendo música y la mente puesta en blanco. Desgraciadamente, tienen muy pocas conversaciones con los otros niños y mucho menos con los padres o personas mayores. Esos sistemas de entretenimiento, son los encargados de pensar por los hijos, así estos no tendrán que pensar en nada, se lo darán todo hecho. Hay demasiados intereses de personas, empresas y organizaciones, empeñadas en que la gente no piense en nada. Que tengan el cerebro atrofiado de no pensar, pues a si, son muchos más fáciles de manejar por donde quieren.

Los niños deben a acostumbrarse a pensar, en lo que puede ocurrir con las cosas que están haciendo. Eso supone empezar a pensar en las consecuencias, buenas o malas, de los actos de cada uno, pues casi siempre, repercuten en los demás o en uno mismo. Pensar con anticipación las posibles consecuencias, es una buena forma de distinguir y seleccionar, entre lo que es bueno y lo que es malo, lo que son actividades y responsabilidades individuales, y las que atañen a todo el equipo que forma la familia.

Lo que piensan de los padres los hijos según las edades: (Imprima esta nota, recórtela y péguela en el frigorífico para que sus hijos la puedan ver, verá que buenos efectos produce)

  • A los 4 años: Mi papá puede hacer de todo.
  • A los 5: Mi papá lo sabe todo.
  • A los 6: Mi papá es más sabio que el tuyo.
  • A los 8: Creo que tal vez mi papá no sabe exactamente de todo.
  • A los 10: En la antigüedad, cuando mi papá estaba creciendo, las cosas sí que eran diferentes.
  • A los 13: Oh! Bueno, naturalmente, Papá no sabe nada de eso. Es demasiado mayor como para que se acuerde de su niñez.
  • A los 15: No le hagas caso a mi papá. Él es tan chapado a la antigua!
  • A los 17: A veces me pregunto, como pudo mi padre salir adelante, con lo poco que entiende las cosas.
  • A los 21: ¿Mi padre? Dios mío, el pobre está totalmente despistado. No es de esta época.
  • A los 25: Creo que mi padre sabe algo de esto. Es lógico pues él ha vivido tanto tiempo.
  • A los 30: Tal vez debiera consultar con mi padre, para ver que piensa de esto. Después de todo él ha tenido mucha experiencia.
  • A los 40: No voy a hacer nada, antes de consultar con mi padre.
  • A los 50: Me pregunto como habría manejado esto mi padre. Era tan sabio y tuvo todo un mundo de experiencia.
  • A los 55: Daría cualquier cosa porque mi padre estuviera con nosotros ahora, para poder hablar de esto con él. Lástima que no comprendí a tiempo lo sabio que era. Hubiera podido aprender tanto de él.

Los padres, además de estar viviendo las épocas actuales, tienen el bagaje adicional que les da la experiencia, de haber vivido otras épocas. En muchos casos las experiencias anteriores, pueden ser muy bien extrapoladas a las situaciones actuales, lo que origina una mejor visión, de lo que esta ocurriendo  y de lo que va a ocurrir.

Los padres deben educar a sus hijos, a saber examinar las alternativas que se les presentes o que quieran explorar. Si no están bien preparados para distinguir lo bueno de lo malo, es muy posible que otras personas, con malas intenciones, se encarguen de conducirles por caminos del conocimiento, que sean nefasto para su presente y su futuro.

Los padres no deben ser sobreprotectores, impidiendo que los hijos tengan que pensar detenidamente, para resolver sus propios problemas. Tienen que darles la libertad de que piensen, pero también que se hagan responsables de los resultados de sus ideas. No pueden estar ajenos a los riesgos que toman y a las soluciones que tienen que realizar, tanto a plazo corto, como a largo. Incluso pensando, como pueden afectar a otras personas, las decisiones que tomen ellos.

Los padres deben saber, que lo que fue bueno en una época y para determinadas circunstancias, a lo mejor ya no es bueno actualmente. Las cosas han podido cambiar y ellos a lo mejor no se han adaptado a ese cambio, aunque las virtudes y valores humanos, nunca cambian, y por eso deben ser inculcadas con el ejemplo a los hijos, desde su más tierna infancia. Por lo tanto no pueden intentar persuadir a los hijos, que no exploren otros caminos u opciones de la vida y seguir insistiendo, que tienen que transitar únicamente por el camino que sus padres lo han hecho.

Hay cosas que son inmutables al paso del tiempo, como la enseñanza y practica de las virtudes y valores humanos, que deben seguir ensenándose a los hijos. Esto les ayudará a saber pensar, como debe ser su comportamiento en la familia, escuela y sociedad.

Pero no porque los padres tengan una ideología política o admiración por un equipo deportivo, tienen que exigir que los hijos lo tengan también. La libertad que se da a los hijos, tiene que estar soportada en la educación, el conocimiento, la edad y las circunstancias de cada momento.

Poco a poco, los hijos van adquiriendo cuotas de libertad, para ejercer su libre albedrio en las cosas que quieren y necesitan ir aprendiendo. Es tarea de los padres estar muy vigilantes, para que esa merecida y lógica libertad, sea encauzada por el buen camino.

Que aprendan como aprendí yo, a golpe de acierto y error. Los padres no pueden decir eso a sus hijos.  Los padres deben cribar bien, los resultados que procedente de sus aciertos y errores, tienen que enseñar a los hijos, pero nunca decir: Ahí te dejo, aunque te caigas a las patas de los caballos. Algunas decisiones que pudieran tomar sus hijos, puede que sean irreversibles y entonces llega el llanto y el rechinar de dientes. Ya no sirve: Si se lo hubiera advertido.

Algunos hijos que no están bien educados, no quieren ni oír hablar de lo que les dicen sus padres. Pues alegan: Ahora vienen mis padres con este discurso, pues podrían empezar por dar ejemplo ellos mismos. “Consejos vendo, pero para mi no los tengo”

No se puede enseñar a los hijos a pensar, solamente según la experiencia de los padres, pues es posible que los padres no hayan determinado previamente, con los datos usados y los razonamientos seguidos, si lo que dicen es verdad o falso. Deben analizar previamente,  la calidad de los datos obtenidos, si las informaciones son parciales o bien comprobadas y las suposiciones falsas o verdaderas, las imaginaciones fundadas o infundadas, los deseos manipuladores o de enseñanza, etc. Si no lo hacen así, puede llevar a errores, engaños o falacias. Aunque hay padres que defienden sus teorías y practicas de comportamiento, soportándolas con su experiencia y con sus largos años de formación e información profesional, muchas veces no han analizado, la conveniencia de enseñar eso mismo a sus hijos.

Los padres tienen que enseñar a sus hijos, a que emplean la perseverancia y la constancia, cuando tiene que ponerse a pensar, para que tengan un método de trabajo, soportado en la practica de las virtudes y valores humanos y aprenda a no aburrirse, desanimarse, ni rendirse, ante las dificultades para conseguir sus logros. Que sepan dedicar el esfuerzo y empeño necesario, cuando verdaderamente merece la pena, pues lo quieren y lo necesitan, para ordenar su forma de pensar.

Primero pensar y después hablar. Pensar es mucho más rápido que hablar, por lo que siempre debe ir por delante. Cuando se habla y después se piensa, en la mayoría de las ocasiones, se cometen errores, que muchas veces son irreversibles. Si hemos aprendido a pensar bien, es casi seguro que hablaremos bien.

Pensar en lo que hay que hacer es recomendable, necesario, pertinente y justo, para conocer las dificultades o satisfacciones que vamos a encontrar, en lo que estamos pensando hacer. Muchas veces es una temeridad, que puede salpicar a terceros, el hacer las cosas importantes sin haberlas pensado previamente.

Pensar es un formidable ejercicio mental, que requiere un gran esfuerzo y aunque cueste y desgaste, hay que dosificar y resistir la tentación de dejarlo. Algunas veces supone un enorme consumo de energía, para poder hacer realidad lo que se piensa hacer.

Es muy recomendable pensar en obtener objetivos o metas, que estén bien planteados y sean realizables y razonablemente alcanzables, en tiempos predeterminados. No se puede pensar en quimeras, por mucho que la moda sea: “piensa en grande y lo obtendrás”. Los objetivos que se piensan realizar, deben ir acompañados de la práctica, la perseverancia, la paciencia y la coherencia. El mejor modo de ver los objetivos, es pensarlos con paciencia, desde diferentes ángulos de vista y a diferentes plazos.

Si después de haber pensado bien las cosas, salieran mal, no debemos considerarlos como fracasos, que nos llenen de frustraciones. Para eso está la virtud de la perseverancia, que nos llevará a pensar, si es que no tenemos las habilidades necesarias, para alcanzar los objetivos deseados o estos están mal planteados.  En estos casos hay que ser honrados y autocríticos con uno mismo, pedir consejos a los que sepan más que nosotros, y volver a empezar con más brío y con una buena dosis de humildad. Sin rendirse ante el primer tropiezo, e intentar sacar felicidad de la adversidad.

Hoy en día es muy difícil, pero no imposible, el enseñar a pensar, se ha perdido el concepto de las «escuelas de pensadores» los filósofos. Pensar, y pensar bien, es una técnica difícil de encontrar, pues muchas personas se pasan el día pensando mal, de todo y de todos. Son los inconformes tradicionales. «Si deseamos pensar bien, hemos de procurar conocer la verdad, es decir, la realidad de las cosas. ¿De qué sirve discurrir con sutileza, o con profundidad aparente, si el pensamiento no está conforme con la realidad?

            Actualmente hay una crisis económica, que se refleja en una crisis de valores, entre ellos el valor de pensar mucho y bien. Por eso determinados segmentos de la sociedad, están poniendo todas sus energías en dedicarse a pensar, como salir de esta situación. Los que salen triunfando, son los que piensan aplicando las virtudes y valores humanos de integridad, honestidad, generosidad y colaboración.

            Aprender a pensar cómo hacer las cosas, es mucho más importante y productivo para el desarrollo de las personas, que estudiar de memoria. Por eso es más conveniente enseñar a pensar cómo pescar, que regalar un pescado y no enseñar nada.

            Para pensar bien se requiere discurrir, reflexionar, razonar, examinar y analizar con gravedad, consistencia, seriedad, solidez, profundidad, etc.

            Hoy es muy difícil encontrar pensadores en la vida cotidiana, solamente hay unos pocos en las empresas privadas, donde la misma supervivencia entre los competidores, les obliga a estar continuamente pensado en cómo ser los mejores. Ellos no “pasan de pensar”. Pensar lo han convertido en su profesión. “El que para de pensar, la competencia se lo come”. Incluso en la vida profesional, hay una escasez de pensadores, pues la mayoría de las cosas que tienen que hacer, están soportadas y resueltas en los manuales de actuación, los libros de protocolo, las instrucciones en circulares, etc. Dejan muy poco margen, para que las personas piensen, no quieren las empresas que sus empleados “piensen o inventen con dinero ajeno” o que “confundan sus deseos o fantasías profesionales, con la realidad”

Los padres no tienen que tener miedo a enseñar a pensar, para que sus hijos puedan encontrar la luz y la libertad, dentro de un entendimiento claro, capaz y exacto, que abarque lo que quieren pensar. Expresándose después con claridad, precisión y exactitud. Así podrán ver o reconocer todo lo que hay, pero no más de lo que hay. Evitando caer en la costumbre de intentar ver mucho en todo, incluyendo lo que no hay, pero que se lo imaginan y lo dicen como si fuera cierto.

La objeción de conciencia, está íntimamente relacionada con la capacidad de pensar que tengan nuestros hijos. Si no están entrenados perfectamente para pensar, es casi imposible que tengan bien claras las cosas, que se rigen por la conciencia de cada uno y la posibilidad, que puedan ejercer su plena libertad de objeción de conciencia. Por las preguntas les conoceréis.

Los jóvenes cuando llegan a su primer trabajo, provenientes de la universidad o de la escuela, se encuentran ellos y sus jefes, que no están acostumbrados a pensar, nadie les ha enseñando a hacerlo, durante los años de estudios, ni en sus padres, casi siempre todo se lo han dado hecho. Es la frustración de los empresarios. Muy pocas veces han tenido que usar su creatividad. Cuando llegan a la empresa, por muchos manuales de funcionamiento que tengan allí, siempre tienen un margen para tener que pensar, por cuenta propia. Entonces empieza el miedo de acertar o equivocarse, en lo que tienen que hacer. Por eso muchos empresarios prefieren invertir en maquinaria, procedimientos o manuales, que en formación de los nuevos empleados, pues les es más rentable.

Los padres tienen que potenciar en los hijos, la capacidad de formar sus inteligencias, para que además de ser buenos depósitos del conocimiento, tengan la capacidad, pensando por si mismas, para preguntar y preguntarse, siendo  capaces de buscar y encontrar la información relevante y fiable que necesitan, y capaces luego de tomar decisiones.

Un buen padre, tutor o consejero externo, es el que también contesta a preguntas, que no se han hecho, debido a que no habían sido pensadas con anterioridad. Desgraciadamente, hay cosas que se dan por sabidas y que no se preguntan, y por lo tanto, no suele haber respuestas. Hay situaciones que los hijos sobrentienden, por la mucha o poca experiencia, que no deben ponerla en el planteamiento de la ecuación, por lo que no encuentran nunca, la solución adecuada, al problema mal planteado. 

27 Sentencias sobre pensar:

1.      A veces pensamos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar, pero el mar sería menor si le faltara esa gota.

2.      Aprender sin pensar es tiempo perdido; pensar sin aprender es peligroso. Aunque a todos les está permitido pensar, muchos se lo ahorran.

3.      Cualquiera puede tener conocimientos, pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza.

4.      Cuando no se piensa en lo que se dice, es cuando se dice lo que se piensa.

5.      Cuando todos piensan de la misma manera, es porque nadie piensa gran cosa.

6.      El hombre que nos exige pensar, tiene más votos que el que solamente nos hacer reír.

7.      El no y el sí, son breves de decir, pero piden pensar mucho.

8.      El que ríe el último, es que ha pensado más lento.

9.      En la montaña, el turista viene a buscar un panorama, el pensador encuentra un libro abierto.

10.   Es mil veces más fácil, no decir lo que pensamos en un momento de ira, que disculparnos después.

11.   Estudiar sin pensar es tan inútil, como pensar sin estudiar.

12.   Hacer preguntas, es prueba de que se piensa.

13.   La educación consiste en enseñar a los hombres, no lo que deben pensar, sino a pensar.

14.   Mucha gente piensa que piensa, cuando no hace más que recordar.

15.   Pensar contra la corriente social es heroico, decirlo, una locura.

16.   Pensar es como vivir dos veces.

17.   Pensar es el trabajo más difícil que existe. Quizá sea ésta la razón, por la que haya pocas personas que lo practiquen.

18.   Pensar es fácil, pero actuar como se piensa es muy difícil.

19.   Pensar es la gimnasia de la mente.

20.   Piensen en lo mucho que han recibido de Dios y en lo poco que le dan a su Creador, Redentor y mejor Amigo.

21.   Prefiero más que llegar, pensar que ya voy llegando.

22.   Quien vive sin pensar, no puede decir que vive.

23.   Si haces que la gente piensa, te admiraran, pero si realmente los haces pensar, te detestarán.

24.   Si no vivimos como pensamos, pronto empezaremos a pensar cómo vivimos.

25.   Tómate tiempo para deliberar, pero cuando llegue la hora de la acción, deja de pensar y actúa.

26.   Una parte de los hombres actúa sin pensar, y la otra piensa sin obrar.

27.   Uno de los más serios problemas del mundo actual es que muchas personas creen que, porque han estudiado algo, ya no tienen que pensar.

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