Archivo de julio 2013

Padres, enseñen a sus hijos la virtud de prometer y cumplir

ESCUELA PARA PADRES

Padres, enseñen a sus hijos la virtud de prometer y cumplir

  • Los 3 principales conceptos que los padres tienen que enseñar a sus hijos a prometer y cumplir
  • Las 10 principales virtudes y valores humanos que hay que practicar para poder prometer y cumplir
  • Las 13 principales circunstancias o disculpas para no cumplir lo prometido
  • Los 10 consejos que ayudan a prometer y cumplir
  • Las 16 situaciones especiales donde hay obligación de prometer y cumplir

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Los hijos tienen una memoria prodigiosa, para acordarse de lo que les han prometido. Están esperando el cumplimiento de lo prometido, sea premio o castigo. Si la promesa se refiere a un castigo, tienen que tener la certeza de que los padres, lo van a cumplir, pues de lo contrario, no les servirá ni como medida disuasoria, ni correctora y volverán a repetir lo mismo, al no tener que sufrir las consecuencias.

También tienen la enorme capacidad de frustrase, cuando sus padres no cumplen lo prometido, referido a la promesa de un premio, por haber realizado alguna cosa buena en los estudios, comportamiento familiar, etc. Si después los padres no cumplen con lo prometido, llegan las decepciones y frustraciones, lo que puede llegar a desanimarles para esforzarse y conseguir metas más altas, de estudios o comportamientos.

Que tú sí, sea sí, y que tú no, sea no. En eso debe estar soportado el prometer y cumplir. Nada de componendas de hacer lo que convenga a los padres, prometer o no prometer y cumplir o no cumplir según sople el viento. Los hijos se merecen la mejor y más eficiente forma de educación.

Prometer es expresar la voluntad que obliga a cumplir, haciendo, diciendo o dando algo a alguien. Si no existe la libre voluntad de hacerlo, la promesa suele ser un engaño o un crimen, a no ser que sea forzado o coaccionado a realizarla. Los mediocres prometen, pero no cumplen. Prometer y cumplir conlleva inteligencia, disciplina, compromiso y responsabilidad, además de que es la terminación de una deuda, con uno mismo.

Los 3 principales conceptos, que los padres tienen que enseñar a sus hijos a prometer y cumplir:

1.     Solamente se debe prometer, cuando se tenga la plena seguridad, de poder cumplir lo prometido, en cantidad, calidad, tiempo y forma y tener el firme propósito de forzarse a cumplirlo. Lo prometido es deuda y más vale tener la fortaleza de no prometer, que a sabiendas, prometer y no cumplir.

2.     No se debe prometer, aunque se pueda cumplir, si es contrario a la moral y a las buenas costumbres, o pueda perjudicar a otros.

3.     Prometer no es un juego, pues puede crear falsas esperanzas y alterar las emociones y sentimientos de otros, que les induzca a que puedan tomar decisiones equivocadas o perjudiciales.

La personalidad inmadura impide darse cuenta de las obligaciones contraídas con lo que han prometido. La personalidad tiene que estar soportada en estos principales pilares:

  • La educación recibida de los padres y otros educadores
  • El ambiente en el que se han o están desarrollándose
  • La experiencia personal
  • La formación y práctica de las virtudes y valores humanos

Las 10 principales virtudes y valores humanos, que hay que practicar para poder prometer y cumplir:

1.     Agradecimiento por lo que otros han prometido y han cumplido.

2.     Coherencia entre lo que se puede prometer y lo que se puede cumplir.

3.     Compartir lo que se tiene, si se ha prometido a otros o a uno mismo.

4.     Conocimiento para saber lo que se puede prometer y lo que se puede cumplir.

5.     Disciplina para cumplir lo prometido.

6.     Generosidad para compartir lo prometido, aunque duela.

7.     Orden para prometer y para cumplir. Cada cosa a su tiempo.

8.     Paciencia para hacerlo cuando sea necesario, aunque no convenga.

9.     Responsabilidad sobre lo prometido, para poder cumplirlo.

10. Sabiduría para hacerlo con amor, justicia, solidaridad y sinceridad.

Otras virtudes y valores humanos, que su práctica y ejemplo, también deben ser tenidos en cuenta, para complementar y perfeccionar la actitud de prometer y cumplir: Carácter. Comunicación. Constancia. Ejemplo. Ética. Honestidad. Honradez. Magnanimidad. Moral. Prudencia. Sencillez. Tiempo. Tolerancia. Verdad. Voluntad, etc. El que cumple sus promesas, proyecta y transmite confianza, al ser responsable y comprometido consigo mismo.

Los que no tienen las virtudes y valores humanos bien afianzados, para prometer y cumplir, soportados con la práctica perseverante, se convierten en débiles, blandos, volubles, inconstantes, ligeros, superficiales, frívolos, caprichosos e incapaces de cumplir lo prometido, pues suelen estar tiranizados, por lo que les apetece, cuándo y cómo les apetece. No saben decir que no, ni a lo que ellos mismos han prometido, solamente saben seguir sus impulsos o caprichos inmediatos.

Para prometer y cumplir, hace falta educarse bien en las virtudes y valores humanos. Los que no lo hacen y nunca se proponen corregir, mejorar y equilibrar su comportamiento, suelen tener decisiones desiguales, frágiles, variables, irregulares, pendulares, etc. Desconocen sus actitudes y limitaciones y por lo tanto, las consecuencias de sus decisiones. 

Los padres tienen que enseñar a los hijos, a que piensen bien antes de prometer, a que midan cómo van a cumplir lo que prometan. Para que no sean de las muchas personas que prometen, pero no cumplen. Cumplir con lo prometido enseña a saber prometer con conocimiento, sin pasarse de lo que no se puede o quiere cumplir.

Cumplir lo prometido produce felicidad, la cual estimula los sentimientos que provocan emociones y actitudes de amor, fraternidad, empatía, compasión, altruismo, satisfacción, solidaridad, etc. Si este ejemplo de prometer y cumplir, se ve en la fraternidad familiar, los hijos aprenderán a analizar, gestionar y compartir sus éxitos y fracasos, la aceptación y el rechazo, la firmeza y la flexibilidad, la convivencia y el aislacionismo, el amor y el odio, las alegrías y los sufrimientos, etc.

En ningún momento se debe prometer, lo que no se va a cumplir, máxime en los momentos difíciles. Las promesas suelen ser olvidadas por los que las hacen, no por los que las reciben. Determinadas promesas no cumplidas, tienen una grave responsabilidad moral, ante las personas en particular y la sociedad en general.

Cuando pasan los momentos difíciles, nadie cree a los que prometieron y no cumplieron, por muchas disculpas que ofrezcan. Su palabra de honor, caso de que la  tuvieran, queda anulada, pues ya no valen las clásicas excusas.

A las personas inmaduras, aunque tengan muchos años, no les entra en su mente que cuando prometen, tienen que cumplir lo prometido. Les conviene creerse que hay razones, por las que no tienen que cumplir lo que han prometido, sea esto grave, importante o frívolo. Achacan el no cumplir, con lo prometido a muchas cosas, por ejemplo:

Las 13 principales circunstancias o disculpas para no cumplir lo prometido:

1.     Desconocía cómo podría cumplir. (No pensé en las dificultades para hacerlo)

2.     El ambiente del entorno. (Nadie cumple nunca lo que ha prometido y no pasa nada, en el tipo de sociedad en la que vivo)

3.     La costumbre familiar o herencia genética. (Mis padres nunca han cumplido lo que prometían).

4.     Me presionaron para que prometiera. (No supe decir que no)

5.     Me quedo para mí, lo que había prometido dar o hacer. (Me cuesta mucho desprenderme de lo prometido)

6.     Mi experiencia personal. (Nunca he cumplido lo prometido y me ha ido muy bien).

7.     Nadie me lo va a agradecer si cumplo. (Me interesa creer que todos son unos desagradecidos)

8.     Nadie me va a castigar si no cumplo. (Me siento tan importante por mi impunidad y mi inmunidad, que nadie se va a atrever a castigarme)

9.     Nadie se va a enterar si no cumplo. (Solamente va a quedar entre mi conciencia y yo, y a esta, la tengo dominada para que no me moleste)

10. Nadie va reconocer si cumplo lo prometido. (Enseguida piensan que lo cumplo, por alguna razón de pura conveniencia).

11. No me conviene cumplir lo que prometí. (Las cosas han cambiado, cuando prometí, no sabía lo que me iba a costar cumplir).

12. No pensé lo que prometía. (Fue un acto de vanidad)

13. Requiere demasiado esfuerzo cumplir lo prometido. (No estoy dispuesto a sacrificarme)

Algunos no quieren prometer, por si cumplirlo se pone fuera de su alcance.  Eso no debe impedir hacer la promesa, pero siempre condicionada a que van a hacer el máximo esfuerzo para cumplir lo prometido.

La confianza de los hijos hacia sus padres se pone en juego cada vez que una promesa queda incumplida. Esto les abre la puerta para la futura credibilidad o desconfianza en las siguientes promesas. Pero para que los hijos no sufran o para quitárselos de encima, no se les debe engañar con frases como: Otro día te lo compro, más tarde lo haremos, cuando seas más mayor, etc.

Para que los hijos confíen en la palabra de sus padres, es muy importante que estos asuman el compromiso de cumplir las promesas, principalmente las que hayan dado bajo su palabra, pues los hijos siempre esperan que se cumplan las promesas de sus padres y cuando esto no ocurre la desilusión puede llegar a ser grande. De la misma forma que los padres también esperan que los hijos cumplan sus promesas, máxime cuando son importantes para su educación, desarrollo y relaciones familiares o sociales.

Los 10 consejos que ayudan a prometer y cumplir:

1.     Aunque duela, prometer y cumplir.

2.     Cumplir lo prometido debe empezar como una costumbre, después ser un hábito, hasta convertirse en una virtud.

3.     Cumplir todo lo que se promete, en plazo, cantidad y calidad total, no un poco solamente.

4.     Disfrutar de la gran satisfacción que proporciona, el saber y poder prometer y cumplir.

5.     Esforzarse al máximo para realizar lo prometido.

6.     Estudiar soluciones alternativas para en su caso, cumplir los objetivos prometidos.

7.     No prometer lo que se crea, que no se puede cumplir.

8.     Preparar un plan que demuestre que se puede prometer y cumplir.

9.     Responsabilizarse ante los problemas que pudieran surgir, para cumplir con lo prometido.

10. Resarcir lo prometido y no cumplido.

 Mucho prometer hasta obtener y una vez obtenido, nada de lo prometido. Expresión sarcástica de algunos manipuladores, que pretenden obtener ventajas con las promesas hechas, sabiendo de antemano, que no las van a cumplir.

En el plazo medio y largo, no conduce a nada el hacer promesas, que no se puedan o no se quieran cumplir. A la corta o a la larga, todo tiene un fin, y la frustración que produce el incumplimiento de lo prometido, puede eclipsar muchas de las cosas, que se hayan concedido anteriormente. Por eso los padres tienen que tener muy buen criterio, para no prometer lo que no vayan a cumplir, sean apremios o castigos, pues con ese mal ejemplo, pierden su autoridad y credibilidad. Entonces las promesas que vuelvan a hacer, quedaran sujetas al azar de creerlas o no por los hijos.

La globalización de la indiferencia, está presente ante la obligación de saber prometer y saber cumplir, que muchas veces es cegada, por el egoísmo pegado a nuestros personales intereses y no a los del prójimo. También el miedo o la inmadurez pueden distraernos, del cumplimiento de la promesa de continuidad, realizada en el noviazgo y en el matrimonio.

Si se ha prometido una cosa razonable, nadie debe rendirse nunca, ni tirar la toalla, siempre hay que intentar superarse día a día, para poderla cumplir, elaborando si es necesario, soluciones asequibles y positivas, que permitan resolver los problemas concretos, que surjan por la promesa hecha.

La inteligencia, para poder prometer y cumplir algo, se demuestra cuando se sabe centrar el tema, al recibir la información propia o ajena, codificándola y ordenándola de forma correcta, para poder ofrecer acciones y respuestas válidas, adecuadas, coherentes y eficaces, con visión y planificación de futuro.

Las 16 situaciones especiales, donde hay obligación de prometer y cumplir:

1.     En agradecimiento a los favores recibidos por los hijos, familiares y amigos, para devolverlos si fuera posible.

2.     En el cumplimiento de la finanzas personales, con los ingresos, gastos y ahorros.

3.     En el deseo de hacer las cosas con justicia, equidad, ecuanimidad y honestidad.

4.     En el matrimonio, al aceptar la continuidad e indisolubilidad para siempre, en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y en las penas, sin dejar de cumplir bajo ninguna causa, lo prometido, aunque no guste como van saliendo las cosas.

5.     En el noviazgo, practicando el respeto merecido y la palabra dada de fidelidad.

6.     En el plan de vida preparado con serenidad y realidad, respetando los tiempos de familia, trabajo y descanso.

7.     En el trabajo con el contrato escrito o verbal, entre la empresa y el trabajador. Unos manteniendo la estabilidad en el puesto de trabajo, y otros haciendo bien el trabajo.

8.     En la educación  de los hijos, relacionándolo con los premios y castigos.

9.     En las prácticas religiosas, prometiendo fidelidad a las creencias y cumpliendo las reglas de las mismas.

10. En las promesas de donaciones, ya que se producen expectativas, que frustran a los que esperaban la donación.

11. En las situaciones de enfermedad propia o ajena, para conseguir la curación o mejora, lo más pronto posible y de la mejor forma.

12. En lo relacionado con el control personal, sobre el comer y beber.

13. En los acuerdos de los negocios, respetando los contratos, las costumbres y las palabras dadas.

14. En los estudios para sacar el mejor aprovechamiento posible, que compense los esfuerzos de los padres, profesores, familiares y la sociedad.

15. En los testamentos de vida y de muerte, dejándolos claramente escritos, sin falsas promesas, ni condiciones difíciles o imposibles de cumplir.

16. En y con la sociedad, para que ésta prospere en beneficio de todos, procurando no ser una carga innecesaria.

Es una grave obligación el prometer y cumplir los compromisos matrimoniales, adquiridos al formar una familia, con la intención de crear un hogar, en el que se vayan a educar, cuidar, mantener, querer, mimar, apoyar y fortalecer a los hijos. Para que ese matrimonio, no se convierta en un simple instrumento de satisfacción propia, separándose o divorciándose, cuando no se quiera cumplir con lo prometido, sin necesidad de argumentar otra razón que la voluntad propia, cuando ya hayan pasado las fases de enamoramiento, pasión, etc.

Hay que tener mucho cuidado y ser muy consciente, con lo que se promete y no se cumple, porque no hay nada prometido y no cumplido, que no se termine sabiendo, ni nada encubierto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a conocerse. Los que ya la primera vez prometen y no cumplen, hay que desconfiar de ellos y si es necesario hasta tenerles miedo, según haya sido la promesa. Si se les llega a creer la segunda vez, entonces el problema pasa a ser de nuestra propiedad, al no haber estado lo suficientemente alerta, para no dejarse engañar.

Prometer y no cumplir también denota inmadurez, una baja tolerancia a las frustraciones, ser mal perdedor y no tener capacidad para remontar las adversidades, al no haber aprendido a vencerse, sino solamente, a seguir los impulsos inmediatos. Suelen ser personas que no saben renunciar, pues ya están echados a perder, consentidos, malcriados y estropeados, para hacer cualquier cosa con responsabilidad.

Prometer y cumplir es el arte de vivir con dignidad, usando correctamente la moral, para ponerse objetivos concretos y que no se desvanezcan, ante el primer estímulo que llega de fuera y haga abandonar lo prometido.

Los padres si quieren tener una verdadera autoridad y credibilidad, tienen que ser los primeros, en saber prometer y cumplir con firmeza y consistencia, la palabra que hayan dado y cumpliendo los compromisos, acciones y actitudes acordados. Tanto en los premios como en los castigos, siempre con la misma prontitud, cantidad y calidad, dentro de un equilibrio lleno de amor, justicia y firmeza en cada situación. Los padres tienen que procurar no irse a dormir, ni ellos, ni los hijos, sin haber arreglado las promesas hechas, tanto de premios, como de castigos.

Es nefasto para los cónyuges y los hijos, prometer y no cumplir entre ellos. Dejando que coexista la incongruencia entre el decir y el actuar, relacionado con las continuas promesas expresamente incumplidas, de cosas importantes para cada uno. Esto se refleja en la angustiosa espera de los padres, hasta que los hijos cumplen lo que prometieron: Estudiar y aprobar, trabajar o dar trabajo, pagar si deben, amar y respetar a su esposa o esposo, querer a sus hijos, respetar a sus padres, buscar la felicidad hasta encontrarla, vivir con honradez.

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