Archivo de junio 2009

El dinero de la Iglesia Católica explicado a los hijos.

ESCUELA PARA PADRES

 

El dinero de la Iglesia Católica explicado a los hijos.

 

1,278 Palabras Tiempo de lectura 4:40 minutos

 

Artículo relacionado: La caridad debe hacerse incondicionalmente o poniendo condiciones

 

Desde siempre han criticado a la Iglesia Católica por su dinero, propiedades, inversiones, riquezas en obras de arte, joyas, colegios, universidades, centros de asistencia, orfanatos, etc. Muy pocos se ponen a pensar, cual es el origen de esas riquezas, el destino que les dan, ni las obras de caridad, actividades sociales y tareas educativas que gracias a ellas desarrollan. “Sancho, si ladran es que cabalgamos”

 

La mayoría de los que tan duramente critican el dinero que obtiene la Iglesia, no se ponen a pensar en las obras benéficas y sociales que realiza, pero lo que si tienen que estar seguros que si algún día contraen una enfermedad infecciosa como el sida, tiene hambre o están abandonados o enfermos, siempre habrá una mano religiosa que les ayude, sin que tenga en cuenta su religión, pasado o presente.

 

Hay otras Iglesias, que tienen la suerte de que nadie les critica, incluso las que aceptan los matrimonios entre hombres o entre mujeres, las que sus superiores manifiesten públicamente, que son homosexuales, las que aprueban los asesinatos llamados aborto y eutanasia, etc. Criticar a esas Iglesias no es políticamente correcto, por lo que los medios de comunicación ocultan o justifican, cualquier noticia que vaya en contra de ellas.

 

Muchas de las grandes riquezas que tiene la Iglesia Católica, son herencia recibidas de sus seguidores, que quieren perpetuar su memoria con esos donativos, sabiendo que en la Iglesia serán bien administrados. Prefieren dejarlos a la Iglesia para mayor Gloria de Dios y beneficio de los necesitados, que donarlo a sus familiares o a otras instituciones sociales o a los gobiernos. Nadie critica a los que dan donativos o dejan sus herencias a fundaciones universitarias, asociaciones civiles o bibliotecas públicas o privadas, pero los que lo dejan a la Iglesia Católica, son fuertemente criticados.

 

Antiguamente los reyes, gobernantes o ciudadanos pudientes, erigían las catedrales, iglesias, capellanías, universidades, colegios, orfanatos, hospitales, etc. ahora toca a todos los fieles católicos ayudar a la Iglesia, tanto en la construcción, como en el mantenimiento y funcionamiento de los centros de oración, como en los servicios sociales que prestan.

 

Es enorme la cantidad de dinero que la Iglesia ahorra al Estado, por tener funcionando tantas obras de caridad religiosa. Si no fuera por la Iglesia, el Estado con los impuestos de todos los contribuyentes, tendría que socorrer todas esas necesidades o dejar abandonada a una parte importante de la población. Con ese dinero que se ahorra, lo puede disponer para otras actividades, evitando tener que aumentar los impuestos, para cubrir los enormes gastos que la Iglesia corre con ellos.

 

Ingresos de la Iglesia

 

La Iglesia obtiene sus ingresos a través de donativos, colectas, limosnas, herencias, intereses de propiedades, subvenciones de los gobiernos, distintos sistemas de colaboración, etc. Los ingresos siempre se analizan previamente con prudencia y sabiduría, para determinar la conveniencia o no de recibirlos y en sus caso aceptarlos, devolverlos o usarlos. Muchas personas consideran que es mejor dejar la herencia a la Iglesia, que a parientes que no se han acordado de atenderles cuando les necesitaban. Así saben que las herencias dejadas a la Iglesia, serán bien administradas y repartidas entre los más necesitados. La Iglesia es una de las pocas organizaciones caritativas, donde casi el cien por cien de los ingresos, se reparte entre los necesitados, cuando en otras organizaciones reparten solamente el 50% de los ingresos, ya que el otro 50% lo utilizan para cubrir los gastos de gestión y administración.

 

Los donativos que se dan a la Iglesia en Tiempo, Talento y Tesoro (dinero), las tres T’s que sostienen el funcionamiento de la Iglesia, proviene voluntariamente por el agradecimiento a Dios por los dones recibidos y no son para la Iglesia, como institución u organización, sino que son para la Iglesia, como comunidad administradora de los bienes que recibe, para atender al prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. El que sean un 10, 20, 5, 1 o 0.05% de los ingresos de las personas depende de cada uno, aunque se toma el 10% como tradición. Pero lo que importa es que se debe donar la mejor parte y con agradecimiento y humildad. Esta es la teoría, aunque en la práctica el errar es de humanos.

 

Todos los análisis hechos con buena fe, demuestran que la Iglesia devuelve a la sociedad mucho más de lo que la iglesia recibe, pues además de que administra perfectamente los bienes financieros que recibe, les añade un complemento humano de caridad y solidaridad en sus servicios sociales y espirituales, imposible de encontrar en las organizaciones de los gobiernos.

 

Los ingresos realizados por los fieles católicos, permite a la Iglesia no tener que estar supeditada al dinero de los Gobiernos, que siempre conlleva el tener que acoplarse a los mandatos de la política partidista, de quien les den las subvenciones, lo que le impediría mantener su total independencia de acción.

 

Si el Estado tuviera que pagar los servicios que la Iglesia facilita a los más necesitados, le costaría al Estado muchos millones de dólares anuales, por lo que tendría que subir los impuestos o disminuir otros capítulos de gastos gubernamentales. Da mucho más rendimiento la administración de los donativos que recibe la Iglesia, que el mismo dinero administrado por el estado, para aliviar los mismos problemas, ya que la Iglesia en función de sus voluntarios y de las personas dedicadas gratuitamente a servir al prójimo, administran mucho mejor los recursos que los empleados públicos.

 

Si el Gobierno tuviera la capacidad, el deseo y la firmeza de ayudar a los más desfavorecidos, a los harapientos, a los sin techo, a los desheredados, a los abandonados, a los enfermos, a los desahuciados, etc. La Iglesia no estaría en eso, porque si esta ayudando a esos colectivos, es por que están totalmente abandonados.

 

Si se suma el valor financiero de todas las caridades y servicios asistenciales, que la Iglesia hace a la sociedad, los gobiernos se darían cuenta que la Iglesia les ayuda a tener una mejor sociedad, sin que los gobiernos tengan que gastar ese dinero, por lo cual deberían tener mucho mas respeto hacia la Iglesia y mimarla en lugar de hostigarla continuamente. Tendrían que pensar que muchos sacerdotes, religiosos y voluntarios, son los pobres que con su trabajo hacen que muchos se enriquezcan al no tener que realizar los gastos sociales a los que están obligados, pero que dejan que se los realice la Iglesia.

 

Instituciones asistenciales de la Iglesia Católica en el mundo:

5,900 hospitales. 16,700 dispensarios. 700 leproserías. 12,600 hogares para ancianos. 19,500 orfanatos y guarderías. 11,500 centros de orientación familiar. 11,600 centros de educación especial y 44,500 entre escuelas, colegios, universidades, centros de estudios y varios. Total 123,000 unidades. Además de aproximadamente 100,000 misioneros repartidos por todo el mundo, manteniendo diariamente el mensaje de la globalización de la caridad. Es indignante que todavía haya gente se pase el día criticando a la Iglesia Católica, por la forma y el fondo de cómo ayuda a los más necesitados.

 

Próximos artículos sobre la Iglesia Católica:

 

  • El arte religioso en la liturgia, como parte de la adoración a Dios.
  • Las riquezas de la Iglesia Católica en edificios, joyas, cuadros, estatuas, etc.
  • Las expoliaciones, amortizaciones, saqueos, etc. y quiénes, cómo y cuándo le han hecho a la Iglesia Católica, durante los diferentes gobiernos, clases dominantes y enemigos.
  • La Iglesia y la economía para cumplir con sus obligaciones humanas.

 

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La decencia explicada a los hijos

ESCUELA PARA PADRES

 

5. La decencia explicada a los hijos

 

Palabras 1,150 Tiempo de lectura 4:10 minutos

 

Los padres con su continuo ejemplo, deben enseñar a sus hijos a practicar la decencia en las conversaciones, vestimentas, gestos y posturas, pues saber comportarse decentemente no viene en los genes, hay que enseñarlo. Tienen que recordar principalmente a las hijas, que la decencia con sus cuerpos, no está implícita solamente en las ropas, sino en las personas que las llevan y que tienen que tener un cuidado muy especial, en su forma de vestir, evitando las ropas demasiado cortas, en escotes y faldas, apretadas o ligeras, para evitar que se conviertan en un centro de atención malsana, además que se pueden llevar grandes sorpresas, al descubrir las malas intenciones que provocan en los demás.

 

A las mujeres no debería extrañarles las nefastas consecuencias que algunas originan con su indecencia sexual, ya que muchas veces provocan situaciones agresivas que podrían haberlas evitado, si hubieran sido más decentes en sus vestidos, posturas, gestos y conversaciones. Tienen que saber que hay muy poca pornografía de hombres, dedicada a atraer a las mujeres y que la mayoría de la pornografía, está realizada por las mujeres, para la atracción de los hombres. La decencia abarca muchas cosas, pero se puede resumir en portarse bien, que se ve reflejado cuando la sociedad dice o piensa: Es una persona decente. Sigue teniendo valor la antigua frase: La mujer del César tiene que ser decente y además aparentarlo.

 

La decencia es el valor humano que mejor refleja la dignidad humana. Abarca los cinco sentidos: Vista, oído, gusto, olfato y tacto e incluye la imaginación y el propio cuerpo, pues trata de evitar exponerlo a la morbosidad y al uso indebido, de la sexualidad humana y todo lo que de ella se deriva. También se relaciona con el aseo, la compostura, el adorno de las personas, el recato, la honestidad, la modestia y la dignidad en los actos y en las palabras. Para vivir el valor de la decencia se necesita una gran educación, buena calidad humana y mucho respeto por uno mismo y por los demás.

 

No basta ser decente, es necesario actuar con decencia, aunque eso suponga un motivo de burla de la sociedad. La decencia no es un valor humano para tímidos y cobardes, que se dejan llevar por lo que la comodidad y el placer dictan, es un valor que templa el carácter, lo fortifica y ennoblece. Una persona decente es aquella que siempre mide sus palabras y actúa como norma, con gentileza y tacto con sus semejantes. El hecho de ser decente, vivir con decencia, actuar decentemente y tener actitudes decentes, lleva a respetarnos a nosotros mismos, a nuestro cuerpo y a nuestras cosas. Decente es el hombre o la mujer, que trata a los demás con dignidad y respeto y exige, que le traten de igual manera. Sin decencia no se puede tener buenas relaciones con otras personas, principalmente las del sexo opuesto.

 

La decencia es todo lo que se ha ido enseñando, generación tras generación, para que la sociedad pueda funcionar. Es lo que los abuelos, padres, familiares, maestros, sacerdotes, pastores, rabinos e imanes, van enseñando desde niños a las personas, para que aprendan a comportarse decentemente en todo momento, en la familia y en la sociedad.

 

La decencia es lo contrario a la trampa, pues el tramposo no es decente. Será gracioso, listillo, vivo, aprovechado, simpático e incluso puede que él y sus indecencias, sean admiradas y admitidas por algunas partes de la sociedad, pero no es una persona decente. Lo mismo ocurre con las mujeres solteras o casadas, que van comportándose indecentemente provocando a los hombres con sus exagerados vestidos, posturas, insinuaciones o conversaciones.

 

Aunque los comportamientos indecentes les parezcan normales a otros, las personas que viven practicando el valor humano de la decencia, están luchando por forjar, fortificar y hacer noble su dignidad y su carácter, demostrando que es posible llevar una vida decente y ordenada, respetando siempre a los demás y reconociendo la dignidad del ser humano.

 

La decencia es el valor más bello, que las personas pueden sentir y lo que mejor habla de ellas, ya que serena y fortalece el carácter y recuerda continuamente, lo importante que es vivir decorosamente y comportarse correctamente, en todo lugar y ocasión, sin que pueda dar lugar a interpretaciones equivocadas sobre la conducta.

 

La decencia es el respeto a la moral y a las buenas costumbres y se debe demostrar, con una buena educación, manteniendo la integridad, en el digno comportamiento de todos los actos y palabras, para poder convivir con las personas de forma sana, sin egoísmos, ni peleas, con cortesía, dignidad y amabilidad, en base a los valores morales y a las buenas costumbres.

 

Principales virtudes y valores humanos relacionados con la decencia, que los padres tienen que enseñar a los hijos, primeramente estudiándolas con mucha atención y posteriormente practicándolos con el ejemplo: Abnegación, abstinencia, amor, autodisciplina, castidad, disciplina, educación, familia, fe, fortaleza, generosidad, honestidad, justicia, modestia, obediencia, oración, orden, paciencia, perdón, prudencia, pudor, pureza, religiosidad, respeto, responsabilidad, sencillez, templanza, tolerancia, virginidad masculina y femenina, voluntad, etc.

 

Principales defectos que conlleva la indecencia: Deshonestidad, deshonor, desvergüenza, hipocresía, indecencia, suciedad, vicio, etc.

 

10 Situaciones para ejercitar la decencia:

 

  1. En la vestimenta, posturas, conversaciones, críticas, comentarios, insinuaciones, frivolidades y comportamiento hacia los demás.
  2. En los negocios para no aprovecharse de las oportunidades, en perjuicio de los empleados, clientes o proveedores.
  3. En los deportes, juegos, etc. y en todas las ocasiones, en las que alguien puede tomar ventaja indecente, que perjudique a los demás.
  4. En los médicos y otras profesiones, al encargar solamente los exámenes, tratamientos, operaciones y medicinas que se precisan, para conocer, cuidar y prevenir la enfermedad, examinando con decencia las alternativas de curación, para evitar gastos innecesarios.
  5. En los estudios no copiando en los exámenes, ayudando al que lo necesita, teniendo respeto y educación con los profesores, evitando las peleas y discusiones con los compañeros, siendo valiente cuando hay que defender la verdad y sabiendo aceptar, los errores y equivocaciones.
  6. En los medios de comunicación, periódicos, radios, televisión, etc. diciendo la verdad entera, no a medias o con recovecos, que oculten o distorsionen la realidad ante los usuarios, siempre respetando la privacidad de las personas e instituciones.
  7. En los políticos y servidores públicos, cumpliendo las promesas realizadas y actuando con decencia y honradez.
  8. Las personas en general, al no intentan torcer las leyes para beneficiarse cuando les convienen en determinadas situaciones personales.
  9. Con los amigos correspondiéndoles con la amistad, que ellos han puesto en las mutuas relaciones.
  10. Las personas públicas, cuya decencia se mide continuamente cuando cometen faltas, que las empresas patrocinadoras de su publicidad, no las aceptan y les retiran el patrocinio.

 

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La soledad explicada a los hijos

ESCUELA PARA PADRES

 

La soledad explicada a los hijos

 

Palabras 1,789 Tiempo de lectura 6:45 minutos

 

Artículos relacionados:

 

 

Soledad es la carencia voluntaria o involuntaria, de la falta de contacto con otras personas y está relacionada con el aislamiento, la incomunicación, el destierro, la clausura religiosa, la separación, el alejamiento, el abandono, el desamparo, la orfandad, la viudez, la tristeza, la nostalgia, la ansiedad, las alucinaciones, la distorsión de la percepción del tiempo, etc.

 

            También es el pesar y la melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo. Suele ir unida con el silencio, la meditación, la oración y la angustia. Puede ser voluntaria u obligada, premio o castigo. El hombre es un ser sociable por naturaleza, por lo que cuando está aislado obligatoriamente, no se desarrolla mental, ni intelectualmente.

 

Los padres tienen que enseñar a sus hijos, a comprender la soledad de otras personas, para que puedan entender la necesidad de acompañarles, en la medida que les sea posible y así hacerles más agradable la vida. Para poder enseñar este sentimiento hacia los demás, deben demostrarlo con el ejemplo, acordándose de quienes estén necesitados de compañía, empezando por los más cercanos.

 

Estar solo, sin el bullicio de las multitudes, cada vez es más caro y para los que se lo pueden permitir, es un privilegio que muchos envidian. Por eso se inventan las urbanizaciones alejadas, valladas y vigiladas, los clubs y las sociedades de las elites. La compra de islas privadas y la construcción de viviendas, aisladas en las montañas.

 

Hay muchas situaciones, donde la soledad voluntaria empieza por uno mismo, en la soledad interior, rodeada del silencio que permite realizar mejor la oración, la meditación, el estudio, la concentración para el trabajo o la investigación, la lectura, proyectos físicos o mentales, tratamientos médicos, etc. Esos momentos de soledad, pueden ser muy útiles para  meditar sobre el presente y el futuro. También es un mecanismo de auto defensa, ante las agresiones de la sociedad o de determinados individuos.

 

Es muy difícil combatir y curar la angustia que produce, la soledad propia o ajena y la falta de comunicación, que ha sido impuesta como castigo y no como elección, como en los casos de cárceles, extradiciones, emigraciones, enfermedades contagiosas, hábitos socialmente inaceptados, la situación social o laboral del individuo, etc.

 

Hay soledades escogidas, necesarias, apreciadas e incluso amadas, que son un regalo para la mente y el espíritu, al poderse concentrar y que sea más productiva la conversación con uno mismo, la propia introspección para las conversaciones con Dios. Son situaciones llenas de dicha, belleza, silencio y paz, que nunca producen el sufrimiento del aislamiento.

 

Es muy difícil «sentarse a sentirse«, pues algunas personas tienen miedo a descubrir, la soledad mental y espiritual que se produce al estar solas, para no tener que pensar en lo que puede haber en su propio interior. No es fácil encontrarse a uno mismo, escucharse y sentirse vibrar o comprobar, que nada se mueve en nuestro interior, o algunas verdades demasiado dolorosas o insoportables. Por eso se refugian en actividades baladíes, que les absorben el tiempo y la mente, para evitar el tener que enfrentarse a los planteamientos personales o sociales.

 

La soledad durante períodos cortos, no es deprimente y algunas veces, es valorada como momentos de privacidad para trabajar, pensar o descansar sin ser distraído y como una forma de iluminación espiritual. Pero durante períodos largos, suele ser vista como desagradable, pues causa aislamiento y reclusión e impide, establecer relaciones con los demás.

 

Soluciones.

 

El teléfono, el Internet, el correo normal y las visitas personales, son excelentes herramientas para paliar, aunque no para solucionar totalmente, los problemas que produce la soledad. ¡Que poco cuesta llamar periódicamente a esa persona, que sabemos que esta sola, o que está enferma, o que esta aislada de sus familiares o amigos, para darle una inyección de optimismo y hacerle saber, que siempre hay alguien que se acuerda de ella! No se pueden ni imaginar, la alegría que experimentan las personas que están solas, cuando reciben una visita, una llamada, una carta o un correo por el Internet. Con mucha anticipación, se preparan para ese acontecimiento, que tanto supone para ellos y tan poco cuesta, a los que podemos hacerlo. Estos son los soportes sociales y humanos, que se deben enseñar a los hijos. Una buena forma de aplicar las virtudes y valores humanos, aprendidos.

 

Casi todo el mundo puede hacer algo, por los que están completamente solos o incomunicados, debido a sus deficiencias de movimientos o mentales. Los fáciles medios de comunicación modernos, permiten incluso a las personas muy mayores, que hagan llamadas de teléfono a otras personas, más necesitadas que ellas. Siempre hay alguien que reciba con alegría una llamada, una carta o un obsequio que le recuerde que no está solo. Hay muchas organizaciones de voluntarios, que facilitan las cosas para que las personas que están solas, puedan compartir su tiempo con otras personas, que también lo necesitan.

 

La soledad en la familia.

 

Los padres deben estar muy atentos, para descubrir las situaciones de soledad, que ocurren cerca de su familia, amigos y sociedad, y así poder inculcar a sus hijos la virtud de la caridad, en la faceta de que traten de ayudar a sobrellevar esas situaciones, dándoles previamente su ejemplo de solidaridad, con los que están solos y abandonados y después poniendo los medios, para que sus hijos puedan practicar la virtud del acompañamiento, en las soledades. Estuve solo y me visitaste. (Bienaventuranza del Evangelio).

 

  • Los viudos o viudas. Con independencia de la edad en la que ocurra, es muy triste la llegada de esa soledad, después de haber compartido el amor, los años, los sueños, las alegrías y las tristezas. Cuantas veces se ven abandonados por los hijos o por los familiares que compartieron y por las amistades, que tenían en común. Es una gran obra de caridad, hacer el esfuerzo necesario para seguir manteniendo las mismas relaciones con los viudos y viudas, como cuando vivían sus parejas, aunque nada mas sea, como homenaje póstumo a la persona que falleció. En la viudez es cuando más necesitan el apoyo, de los que anteriormente les rodeaban, además de intentar ayudarles, en sus necesidades económicas y sociales.
  • Los huérfanos. Principalmente cuando son pequeños y además pierden la situación económica y social, que sostenía a su familia y por lo tanto, desaparecen muchos de sus amigos y familiares. Cuando son abandonados a vivir en las calles o internados en orfanatos, porque la familia que ha quedado, no los puede o quiere proteger o criar.
  • Los divorciados. Cuando la pareja les abandona.
  • Los padres. Cuando se quedan solos, porque los hijos se han ido del hogar al llegar a su mayoría de edad o por motivos de estudios, matrimonio, nuevas oportunidades, etc. El matrimonio se queda solo y aunque es ley de vida, tardan mucho tiempo en aclimatarse a esa soledad familiar.
  • Los esposos. Cuando no tienen comunicación entre si y se encuentran totalmente solos, pero con las obligaciones del matrimonio.
  • Los hijos. Los que se llaman hijos de la llave, porque la llevan colgada al cuello, ya que al salir de la escuela, van a su casa y no hay nadie, que les cuide, ni les eduque. Esos también están completamente solos, algunas veces por necesidades familiares y otras por la desidia o egoísmo de los padres.
  • Los ancianos, enfermos, minusválidos o incapacitados en las residencias, hospicios, hospitales, o en sus propias casas.
  • Los solteros involuntarios que en las edades de contraer matrimonio han tenido que aceptar situaciones anormales, como el intenso cuidado y manutención de sus padres o hermanos pequeños, enfermedades, crisis económicas, escasez de parejas, continuación de negocios familiares para poder sobrevivir la familia, etc.
  • Los prisioneros en las cárceles, campos de concentración o de refugiados.
  • Los inmigrantes y los que se quedan esperándoles.
  • Etc. Etc.

 

La soledad en las personas comprometidas con la religión.

 

  • Los sacerdotes y religiosos, que aunque vivan inmersas en la sociedad civil y con muchas ocupaciones para con los demás, tienen que soportar la incomprensión, de esa misma sociedad e incluso la persecución mediática y las falsas acusaciones. Después de su trabajo, se retiran a sus domicilios y tienen que enfrentarse, ante esa soledad familiar y social aceptada voluntariamente.
  • Los religiosos que viven en clausura en sus conventos y los ermitaños, que han prometido aislamiento, soledad y oración continua, algunas veces acompañada de un profundo silencio, para mayor gloria de Dios y de los hombres.
  • Los misioneros en tierras inhóspitas, donde no les quieren, no les comprenden, no les aceptan e incluso en algunos países, les persiguen.
  • Los voluntarios de las organizaciones religiosas y civiles, que muchas veces realizan su apostolado solitaria e incomprendidamente, de los mismos beneficiados, los cuales además de criticarles, consideran que tienen la obligación de recibir esos beneficios.

 

La soledad en la vida social

 

  • Los empresarios y profesionales, que no tienen con quien consultar, comentar o recibir consejos sobre sus problemas, confidencias, proyectos, o inquietudes sobre sus negocios, para poder tomar las decisiones adecuadas.
  • Los deportistas cuando realizan deportes en solitario, no en equipos, principalmente los de alto riego y los de alta competición: Travesías marítimas o terrestres, escaladas en roca, corredor de fondo, etc.
  • Los militares o vigilantes, que están de en solitario haciendo guardias, vigilancias o de centinelas.
  • Los inventores, que no pueden confiar en nadie sus proyectos.
  • Los poetas, escritores, artistas e incomprendidos, que no encuentran donde exponer sus ideas o no son admitidos a compartirlas con otros.

 

12 Sentencias relacionada con la soledad:

 

  •  
    1. Algunas compañías nos hacen estimar más la soledad
    2. El miedo a la soledad hace al hombre más social
    3. En la soledad se halla, lo que muchas veces se pierde en la conversación
    4. La soledad es la mejor cura para la vanidad
    5. La soledad mental, es una prisión que sólo puede abrirse desde dentro.
    6. Las personas rehuyen la soledad, porque muy pocos se encuentran en buena compañía consigo mismos
    7. Las personas se sienten solas, porque construyen murallas en lugar de puentes
    8. Más vale estar solo, que mal acompañado
    9. Nadie enseña a soportar o a disfrutar la soledad, se aprende con ella
    10. No hay mayor pobreza, que la soledad impuesta
    11. No saber apreciar la soledad, nos provoca muchos males
    12. Una persona puede sentirse sola, aún cuando mucha gente la quiera

 

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El saber escuchar, explicado a los hijos

ESCUELA PARA PADRES

 

El saber escuchar, explicado a los hijos

 

Palabras 1,597 Tiempo de lectura 5:45 minutos

 

Es muy diferente escuchar que oír. Escuchar es prestar atención a lo que nos dicen o lo que se oye, bien sea un aviso, consejo o sugerencia. Oír se pude hacer incluso sin prestar atención. Tenemos dos orejas y una boca, para que escuchemos mucho y hablemos poco. Algunos parece que tienen dos bocas, por lo mucho que hablan y lo poco que dicen y una oreja por lo poco que escuchan, haciendo oídos sordos a los buenos consejos.

 

Los padres tienen que enseñar a sus hijos a escuchar. Nadie nace, sabiendo. Escuchar se aprende a base de la paciencia que los padres pongan, en enseñar a sus hijos. Enseñar a escuchar, supone hacerles practicar desde niños, una serie de ejercicios visuales y auditivos. Procurando que exista un silencio razonable, un ambiente tranquilo, sin gritos y a poder ser mirándose los interlocutores, sin distracciones, ni interferencias. No se puede enseñar a escuchar, si los padres no lo ejercitan previamente entre ellos y con los que les rodean.

 

Hay muchos libros en las Bibliotecas Públicas, que dan muy buenos consejos y explican las mejores técnicas ya probadas, para saber escuchar y aprovechar lo mejor de lo oído o leído. Los padres deben informarse bien de esas técnicas, que están estudiadas para diferentes situaciones e interlocutores. Leer también es una forma muy importante de escuchar, lo que otros dicen, por eso la lectura, es el gran sistema de aprendizaje.

 

Escuchar es un arte y como todo arte, hay que aprenderlo. Qué mejor que los padres para enseñarlo, como una asignatura imprescindible, para que el día de mañana los hijos no diga, -soy así porque yo no entendí- ni a los padres, ni a los profesores, ni a los sacerdotes, ni a los políticos, ni los empleadores, etc. Lo importante es escuchar bien el mensaje, no fijarse tanto en el mensajero que lo trae. Escuchar nos permite conocer mejor a los demás, disminuir las equivocaciones, ganar amigos y mejorar las oportunidades que se presenten.

 

Que difícil es escuchar a los que hablan mientras comen, mastican chicle, miran para otro lado o están distraídos con otra conversación, o cuando alguien habla, habla y habla y no dice nada. Pero ese decir nada, puede ser para uno solo, ya que cuando algunas personas hablan, como sacerdotes, pastores, rabinos, imanes, políticos o conferenciantes, a un publico en general, suelen tener un publico heterogéneo, pudiendo estar compuesto de sabios e ignorantes, ricos y pobres, mayores y jóvenes, letrados e iletrados. Es muy difícil para el que habla ante ese abanico de profesiones y situaciones, que todo el mundo comprenda lo que dice. Por eso el que escucha, tiene que tener una gran paciencia y muy desarrollada la inteligencia, para saber captar la parte que le pudiera corresponder de esa disertación.

 

Algunos alegan que no quieren escuchar y mucho menos, aprender a escuchar, pues hay muy pocas cosas que les interesa oír. Esto suele ocurrir a las personas mayores, que les insisten en que se pongan audífonos para oír mejor, los cuales además de ser muy caros y casi siempre mal resueltos técnicamente, hacen que las personas oigan muchos ruidos y cosas que pasarían mejor sin oírlas. Lo mismo ocurre en todas las edades, con personas que pasan de todos los convencionalismos y solamente quieren escuchar, lo que a ellos les interesa oír, bien sea técnico, de una afición, de deportes, etc. Existe la costumbre de querer escuchar solamente, a personajes que nos dicen lo que queremos oír y no ponemos ningún interés, en escuchar a personajes que puedan sacudir nuestras conciencias, en cualquiera de los aspectos de nuestras vidas.

 

Para saber escuchar bien, hay que utilizar las siguientes cualidades de apoyo: La observación, la atención, la paciencia, la tolerancia, el autocontrol y la práctica continuada.

 

13 Conceptos a tener en cuenta, sobre cómo y para qué, hay que aprender a escuchar bien:

 

  1. Con el corazón abierto y la mente predispuesta a nuestra conciencia, a nuestro esposo o esposa, a nuestros hijos, a nuestros familiares, a nuestros amigos, a nuestros profesores, a nuestros empleadores, a nuestros enemigos, a nuestros políticos y hasta a nuestros clientes, proveedores y mercados, para entender todo lo que nos digan, demostrando respeto y sentido común, ante cada una de las frases, tonos de voz, posturas y atenciones que tengan.
  2. Los maravillosos silencios de la ciudad en las noches o en los domingos, del campo, del mar, de una iglesia vacía, de un claustro, etc.
  3. Para entender los mensajes que emiten, tanto los cuerpos de los que hablan y de los que escuchan, pues la mayoría de las veces, indican perfectamente si está prestando atención, distraído o molesto. El cuerpo de los que hablan, suele emitir signos de veracidad, mentira, vehemencia, pasotismo, vergüenza, arrepentimiento, etc.
  4. Para entender mejor, lo más posible y asimilar lo que se oye, procurando sacar el mayor provecho de lo escuchado, en la familia y en la sociedad, pues sin la atención adecuada, será muy difícil captar, entender y  aprovechar lo que han dicho.
  5. Para hacer caso a los mensajes que emite nuestro cuerpo, relacionados con la salud, para regularlos, controlarlos y podérselos contar al médico.
  6. Para oír a nuestro interior, sobre todo a la conciencia, pues no podemos hacernos los sordos, principalmente cuando nos llegan sin haberlos llamado, pues suelen ser señal de rebeldía ante algunas situaciones, en las conciencias bien formadas.
  7. Para poder hablar bien, influenciar y persuadir a los que nos escuchen.
  8. Para poder poner un límite práctico, al tiempo de cada interlocutor, así como la cantidad de decibeles permitidos en la voz.
  9. Para poder tomar notas escritas o mentales, tanto en la enseñanza, como en las profesiones y así poder contestar posteriormente, con mayor certeza.
  10. Para que en el difícil arte del diálogo constructivo, no utilizar solamente las respuestas que previamente habíamos preparado, sino las que correspondan, a lo que estamos escuchando.
  11. Para que los hijos, si previamente les hemos hablado bien y claramente, se pongan a escuchar y posteriormente, se suelten a hablar.
  12. Para que quienes nos aconsejan, aunque no se lo hayamos pedido, puedan transmitirnos su mensaje, ya que suponemos que va a hablar por nuestro bien y de algo que nos interesa.
  13. Y aprender a desaprender los tópicos que tenemos, para poder diferenciar entre lo que es obligatorio o superfluo, lo que queremos, lo que no queremos o no necesitamos escuchar, en cada época y situación de nuestra vida.

 

15 Conceptos a tener en cuenta para escuchar bien:

 

  1. Aunque haya una persona caritativa, que acepte escucharnos, no pretendamos descargar nuestras frustraciones, solamente porque nos escuchan.
  2. Cuando a las personas se les escucha, con atención sincera, les damos una oportunidad de acercarse, de desahogar y de crear o ampliar un vínculo franco y duradero, pues al sentirse escuchadas se relajan, abren su corazón y se sinceran, mostrando su mundo interior, creencias y valores.
  3. Dejarle hablar sin interrupciones injustificadas, dando al interlocutor un tiempo prudencial o el acordado, para que escoja con cuidado sus palabras, ideas y planteamientos.
  4. El entrenamiento en la capacidad de saber escuchar, convierte posteriormente, en un buen comunicador 
  5. El escuchar con sabiduría nos brindan una oportunidad, porque dejando de escuchar, se tiende a repetir siempre el pasado y a no avanzar.
  6. El hablar a alguien, tiene que estar soportado por medidas inteligentes, que siempre conlleven respeto y sentido común.
  7. Intentar mostrar empatía con lo que se dice, utilizando un tono de voz adecuada y suprimiendo la agresividad dialéctica.
  8. No es posible tener una relación de primera, con una escucha y comunicación de segunda.
  9. No reaccionar inmediata e impulsivamente, ante las discrepancias escuchadas, pues eso rompe el hilo de los comentarios.
  10. No se debe aceptar el escuchar cosas, que vayan en contra de la moral y buenas costumbres, ni críticas a personas u organizaciones ausentes.
  11. Para hablar bien hay que practicar el hablar, solamente lo necesario y acostumbrarse a escuchar, con mucho interés y la máxima atención a los interlocutores, controlando el impulso de interrumpir, desmentir o aconsejar sin que lo hayan pedido, siempre que no sea estrictamente necesario.
  12. Se debe escuchar, sin tener miedo a preguntar lo que no se ha entendido o lo que se quiere aclarar. Para el que habla, las preguntas y sus intenciones, suelen definir el grado de lo que han entendido y el propósito de la pregunta.
  13. Se debe escuchar, teniendo en cuenta las emociones de las personas que hablan, pues muchas veces, indican las causas de sus comentarios.
  14. Se debe no desviar la conversación, a asuntos no relacionados o periféricos, que convengan al disertador, para obtener un triunfo dialéctico.
  15. Todo el mundo quiere ser escuchado y hay muy pocos dispuestos a escuchar a otros, pues escuchar es una extraordinaria virtud humana, un bello arte, un fuerte ejercicio, ya que supone callar, donar tiempo, esperar, querer entender, preguntar, sugerir… y de nuevo callarse. Hay que tener un buen entrenamiento y costumbre, demostrar una considerable pericia y cortesía, así como realizar un gran esfuerzo, sobre todo en los temas delicados o polémicos, como son los religiosos, políticos, familiares o económicos.

 

Preguntas elementales sobre escuchar:

 

¿Se escuchar? ¿Qué quiero escuchar? ¿A quién escucho? ¿A quién me agradaría escuchar? ¿Quién me escucha? ¿Quién quiero que me escuche? ¿Qué quiero que me escuchen?

 

Si tiene algún comentario, por favor escriba a francisco@micumbre.com

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La paciencia en la familia

ESCUELA PARA PADRES

 

La paciencia en la familia

 

Palabras 1,615 Tiempo de lectura 5:45 minutos

 

Artículo relacionado: La virtud de la paciencia explicada a los hijos

 

Virtudes y valores humanos relacionados con la paciencia:

 

Caridad, condescendencia, constancia, equilibrio, esperanza, firmeza, freno, generosidad, humildad, insistencia, justicia, perseverancia, persistencia, responsabilidad, serenidad, sobrellevar, sosiego, tesón, tolerancia, voluntad, etc.

 

Actitudes antagónicas de la paciencia:

 

Angustia, ansiedad, desasosiego, enojo, intolerancia, intranquilidad, intransigencia, ira, tensión, etc.

 

La paciencia en las relaciones familiares.

 

Hay que considerarla como una de las virtudes humanas más importantes, para el dominio de uno mismo y para poder llevar una familia feliz. Después de bien estudiadas y aprendidas sus características, beneficios y mecanismos para ejercitarla, hay que dominarla bien para ponerla en práctica, primero con uno mismo y posteriormente practicarla con la esposa o el esposo, los hijos, los padres, los hermanos y demás familiares y amigos. La paciencia empieza en uno mismo, sigue por aplicarla con la familia y termina esparciéndose, en los distintos estamentos de la sociedad. Es una virtud que como todas, se aprende y se va mejorando con la práctica. Los resultados son extraordinarios para llevar por buen camino, la formación de la familia y de la sociedad.

 

La paciencia se puede u debe aprender, a través de libros especializados que se encuentran gratuitamente en las Bibliotecas Públicas. Ahí podemos aprender de los consejos, que escritores especializados en esa materia, han demostrado que sirven para cada una de las ocasiones, donde en el curso de la vida necesitaremos ejercitarla. También en las conferencias de profesionales, en las Iglesias y centros cívicos.

 

Pero la paciencia es muy difícil de practicar, si no va acompañada entre otras cosas, de mucha creatividad. No se puede ser paciente nada más que por serlo, hace falta construir un sistema mental, hacia dentro de uno mismo y hacia fuera, para que la paciencia funcione. Tiene que haber algún motivo superior, como el amor a Dios o al prójimo para practicar la paciencia. Ser paciente y demostrar una mala cara o mal genio, no ayuda a las otras personas a ser conscientes de la paciencia, que se ha desarrollado. La paciencia no debe ir acompañada de actitudes de “perdonavidas” A poder ser, debe ir acompañada con gestos de sonrisa o por lo menos, de no mal humor, aunque sea difícil no expresar que esos actos de paciencia, corresponden a un fuerte acto interno o externo de dominio personal.

 

La práctica de la paciencia, que muchas veces se convierte en auto dominio de la personalidad, tiene que tener varios objetivos, muy concretos y un programa, para poder alcanzarlos. Ser pacientes por el simple hecho de ser pacientes, no es la mejor forma de fomentar esta costumbre, para convertirla después en habito y posteriormente en virtud. Los objetivos variarán según para lo que queramos practicarla. Por ejemplo la paciencia con la familia, nos llevará a conseguir una familia bien educada y feliz. La paciencia con un carácter religioso, nos llevará a conseguir el camino para la perfección humana. La paciencia en los deportes, nos llevara a conseguir los objetivos de marcas, que nos hayamos propuestos. La paciencia en el trabajo, nos llevara a la mejora del mismo. Cada actividad tendrá unos frutos diferentes.

 

También hay que aprender a educar la virtud de la paciencia, para saber escuchar a otros, siempre se podrá aprovechar algo, además de ejercitar la caridad de escuchar, al que necesita o quiere comunicar algo.

 

Con la propia familia.

 

La paciencia expresada en la familia, tiene que ser también firmeza de los padres, en los principios no negociables, especialmente en el amplio concepto de la educación y seguimiento de las virtudes y valores humanos.

 

La paciencia esta relacionada también, con el sacrificio personal, ya que muchas veces, supone un gran esfuerzo tener la paciencia para escuchar a los hijos, esposos, nietos o padres que tienen la necesidad de hablar sobre temas, que no son de nuestro agrado. Pero hay que tener paciencia, escucharlos, procesarlos mentalmente y ponerse a trabajar, para encontrar las soluciones adecuadas.

 

Ser pacientes practicando el silencio, ya que muchas veces nuestro interior, está pidiendo que expresemos algo que no es adecuado, porque no va a servir para nada, que va a herir a los demás o que no nos han pedido nuestra opinión y que es posible, que no sea adecuado que la demos.

 

Los familiares entre si, esposos, padres e hijos tiene que practicar la paciencia, también en la base de la tolerancia hacia los sentimientos y actos de los demás, pero dando la importancia debida a lo que la tiene.

 

¿Cómo no va a haber paciencia y tolerancia, en una familia que se quieren, si es la mejor forma de convivir, aceptándose unos a otros con sus defectos y virtudes, actos y omisiones?

 

Es muy importante que los hijos, se den cuenta de la paciencia que tienen los padres, en sus relaciones con los maestros, vecinos y amigos personales, ya que por su cercanía y porque muchas veces se realizan en su presencia, las conversaciones o comentarios, son esas actitudes las que mejor pueden comparar y analizar.

 

Con la esposa o el esposo

 

Siempre hay un periodo de adaptación en el matrimonio, donde ambas partes tienen que exhibir sus mejores dotes, para intentar conseguir esa perfección en las relaciones matrimoniales. La paciencia es el antídoto, para los malos humores y para la adaptación de esas vidas diferentes, que cada uno aporta al matrimonio. La paciencia se relaciona íntimamente, con el cariño hacia las personas. A mayor cariño, mas paciencia tiene que haber.

 

¿Como no se va a tener paciencia con las madres, que ofrecen ese derroche de entrega, en la crianza de los hijos y esa gran comprensión con su esposo?

 

Con los hijos

 

En cada una de las edades, el tipo de paciencia tiene que ser diferente, siempre con el fin de procurar el bien de los hijos, desde cuando hay que enseñarles, con mucho cariño y creatividad a comer, andar, vestirse, lavarse, estudiar, etc. Ese tipo de paciencia y creatividad, es completamente distinta, con la que se tienen que ir adoptando, a medida que los hijos van creciendo. No es lo mismo tener paciencia con un hijo de un mes que no quiere comer, que la que hay que tener con un hijo o hija de 17 años, que quiere llegar o llega siempre tarde a la casa y en malas condiciones. En la primera etapa, la paciencia no conlleva riesgos para el hijo, ya que los padres se encargarán con creatividad, para hacerle que coma. En la segunda etapa, la paciencia mal ejercitada, puede llevar a que ocurran hechos graves e irreversibles, por haber tenido demasiada paciencia, antes de hablar muy claro sobre los peligros, que estaban corriendo esos hijos.

 

Hay padres que se comportan como energúmenos, porque los hijos no han sacado buenas notas escolares, no se han portado bien en la casa, no comen a la velocidad exigida, no han ganado en los deportes o no consiguen los triunfos sociales programados. El no saberse dominar y ponerse a gritar, hasta conseguir que los hijos lloren y se dobleguen ante la autoridad paterna, aunque sean demasiado jóvenes para entender la importancia de la supuesta falta, que les dicen que han cometido, supone que esos padres tienen una gran falta de paciencia y un problema de autocontrol, lo que les impide, el poder reflexionar para buscar y encontrar las soluciones, a esos supuestos problemas. No se dan cuenta los padres, que están criando hijos a gritos, que terminarán siendo violentos. Los gritos y las humillaciones son la antítesis de la buena educación a los hijos. Mucho más se consigue con miel que con hiel.

 

Si los padres no tienen equilibrada la paciencia, con los estudios y formación de sus hijos, es muy difícil que estos progresen. Tienen que idear acciones creativas, para buscar y encontrar las soluciones a los problemas, que se presenten o que se intuyan que van a llegar. Nada adelantan los padres con gritar, asustar o castigar a los hijos, porque han tenido un problema si no se pone en marcha, una buena solución para corregirlo. Los hijos están reclamando de sus padres, soluciones creativas, ya que suponen que tienen el conocimiento y la experiencia necesaria, para ayudarles pacientemente. Los padres tienen que tener la paciencia de entregarse a sus hijos, pues eso es la grandeza del amor paternal, que convierte a los padres en servidores de sus hijos.

 

¿Cómo no se va a tener paciencia con esos hijos, que son lo que más aman los padres? Si no tienen paciencia con sus hijos, que tanto quieren y ellos la necesitan, es imposible que la tengan con otras personas.

 

Con los familiares de edad avanzada.

 

Bien sean padres, suegros, hermanos, tíos, etc. Hay que tener mucha paciencia y reconocer que pueden tener limitaciones físicas o mentales, en su forma de actuar. La manera de comportarse, casi siempre difiere de la de las siguientes generaciones, de hijos y nietos. No se les puede tratar como si fueran todos de la misma edad. Si se convive con ellos, hay que tener mucha paciencia, para no hacerles sentirse mal, porque no pueden seguir el mismo ritmo, que los otros componentes de la familia en las comidas, conversaciones, lecturas, actividades, horarios, etc.

 

¿Como no vamos a compensar, la extraordinaria paciencia que demuestran los abuelos con los nietos, cuando se pasan horas explicándoles cosas, que algunas veces los padres no han sabido o no han querido comentarlas? Incluso cuando los nietos, para contar sus cuitas e inquietudes, han preferido refugiarse en la sabiduría y experiencias acumuladas de sus abuelos.

 

¿Debemos tener paciencia para escuchar? En un próximo artículo se lo comentaré.

 

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Los objetivos de esta escuela virtual son: Educar a los padres para que con su ejemplo y conocimientos de las virtudes y valores humanos puedan educar a sus hijos. Enseñar como educar a los hijos. Que los padres aprendan a vivir un armonioso, fecundo y largo matrimonio. Tender un puente entre la educación familiar y la Fe.

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