Archivo de octubre 2011

Padres, conozcan a qué tener miedo y a qué, no tenerlo.

ESCUELA PARA PADRES 

Padres, conozcan a qué tener miedo y a qué, no tenerlo. 

4,112 Palabras. Tiempo de lectura 15:00 minutos. 

  • Padres, tengan miedo a……..(24 situaciones)
  • Padres, no tengan miedo a……(24 situaciones)
  • 21 Sentencias sobre el miedo

Definición: El miedo es la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo, daño real o imaginario, que sea contrario a lo que se desea. El gran o excesivo miedo cerval, suele ser insuperable y anula las facultades de decisión y raciocinio, incluso puede impulsar a cometer un hecho delictivo. Esta circunstancia puede ser eximente. Sus sinónimos más usados son: Terror, pavor, pánico, susto, alarma, sobresalto, intimidación, amenaza, sorpresa, cobardía, horror, temor, pesadilla, angustia, agobio, preocupación, etc. 

Tener miedo puede ser bueno, normal y beneficioso para las personas, pues constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa, que surge para poder responder con rapidez y eficacia ante situaciones adversas. Pero la ausencia del miedo no es valentía, que es la capacidad de seguir adelante, a pesar del miedo. Al miedo siempre hay que añadirle, un gramo de precaución y prudencia. 

El miedo es una emoción primaria, que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza. Se manifiesta tanto en las personas, como en los animales y se caracteriza por un intenso sentimiento, habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. 

La máxima expresión del miedo, es el terror y su antítesis, la valentía, la persistencia y la tenacidad, la audacia, el valor, el coraje, el esfuerzo, el heroísmo, la intrepidez, la temeridad, la osadía, el atrevimiento, la entereza, la impavidez, el temple, la determinación, la decisión, la serenidad, etc. 

Tener miedo es una forma negativa, de luchar con las cosas malas que suceden. La forma positiva del miedo, es luchar a favor de las cosas buenas que suceden o puedan suceder. 

Al miedo no siempre hay que hacerle frente, muchas veces es más prudente huirle, sobre todo sabiendo que por ser superior a nuestras fuerzas, el enfrentarlo nos va a costar una derrota. Dicen: “Nunca discutas con un imbécil, pues te terminará llevando a su terreno, y ahí te ganará por su experiencia”. 

El miedo, que puede ser no inminente, aunque no sea real y sea imaginario, suele conllevar ansiedad, huida, enfrentamiento o paralización. Por eso en algunos casos de miedo insuperable, puede ser un eximente de responsabilidad criminal, si se ha actuado impulsado por él. También causa de nulidad matrimonial, según el derecho civil y el canónico católico, al tener el defecto de consentimiento, por miedo.

Padres, enseñen a sus hijos a no tener miedo, a afrontar los desafíos del mundo moderno en el que están viviendo. A que no pierdan la esperanza y la valentía en las dificultades y a que permanezcan, fieles en su Fe. 

Padres, recomienden a sus hijos que tengan mucho miedo, ante el grave problema del consumo de drogas, blandas o duras, de las relaciones sexuales fuera del matrimonio, de las tentaciones de desertar de los estudios y de un largo etcétera. Que no se enfrenten a esos problemas, que es preferible que huyan. Dígales que cuando les lleguen esas tentaciones, se refugien con plena confianza en sus padres, maestros, sacerdotes, pastores, rabinos o imanes, según la religión que profesen. Para eso tiene que haber anteriormentemucho dialogo, sincero y abierto. 

Los padres tienen que enseñar a sus hijos, a que tengan miedo: 

  • De las malas actividades que les propongan determinados amigos, por muy buenas e inocuas que aparenten ser.
  • Los malos amigos que quieran manipularles. 

Los padres tienen la obligación de enseñar a sus hijos, a que distingan y practiquen, lo que es tener miedo y lo que es tener precaución, desconfianza, recelo, aprensión, cuidado, duda, etc. Es muy sabio y necesario, tener estas propiedades o cualidades y saberlas practicar. Dicen que: Hombre precavido, vale por dos, y que el miedo guarda la viña. No se puede ir por la vida de ingenuo o de ignorante, sobre todo con la cantidad de peligros morales y físicos que acechan, en cualquier esquina, en cualquier momento y de cualquier persona. Por eso los padres tienen que inculcar en los hijos, que tengan una gran confianza en si mismos y en sus padres. No se puede escalar una montaña con miedo, pero si se puede y debe hacer con preocupación. 

PADRES, TENGAN MIEDO…….: 

  1. A acostumbrarse, a intencionadamente, hacer mal las acciones u omisiones, tanto en la vida familiar, social, como religiosa, sin aceptar la satisfacción del trabajo bien hecho y su responsabilidad. El “yavalismo”, palabra que proviene del “ya vale”, es la ruina de las personas, sus estudios, trabajos y relaciones.
  2. A cómo se desarrollarán los problemas, a sus consecuencias, a no tener los medios para solucionarlo, etc. Pero si tiene entereza para sobrellevarlos, inteligencia para discernirlos, fuerza de voluntad para enfrentarlos, precaución para manejarlos y fe en si mismos, entonces no tienen que tener miedo a nada.
  3. A cruzar el puente que hay, entre la verdad y la mentira. Tienen que estar muy bien preparados y con las ideas muy claras, sobre el aborto, la clonación, las células madres, la pena de muerte, el suicidio, la eutanasia, los trasplantes de órganos, las drogas, la sexualidad fuera del matrimonio, los matrimonios entre homosexuales, etc. Los padres tienen que prepararse muy bien, para poder contestar a sus hijos sobre estos principales problemas éticos, relacionados con la vida. Si los padres no lo hacen, otros lo harán, y seguramente de mala manera.
  4. A deliberadamente no hacer feliz a su cónyuge, al prescindir del amor, la comprensión, la ayuda, la compenetración y tantas otras cuestiones, que el matrimonio supone. La ausencia de estas actitudes, siempre terminan pasando factura en la vida.
  5. A engañarse a si mismo, al terminarse de creer las propias mentiras, que una vez tras otra, se cuentan a terceros, para justificar determinadas acciones.
  6. A escandalizar a sus hijos, al decirles que hagan o no hagan una cosa y Vds. hagan o no hagan lo contrario. Cómo pueden explicar algunos padres a sus hijos, las obligaciones religiosas, conyugales, familiares, económicas o civiles, si ellos no las cumplen. En vez de darles un buen ejemplo, lo que hacen es escandalizarles. Tengan miedo a que los hijos les quiten el disfraz, si es que lo tienen y descubran una doble vida. ¡Ay de aquel que escandalice a los hijos!
  7. A hacer una montaña de un pequeño problema. Magnificarlo puede llegar a convertirlo, sin querer, en un gran problema irresoluble, aunque no lo sea.
  8. A inculcar en sus hijos, el círculo vicioso de la pobreza hereditaria. Nunca les diga que somos pobres, porque nacimos pobres y nuestros ancestros también fueron pobres. No tengan miedo a decirles, que de la pobreza se puede salir, si se esfuerzan en tener una buena educación y persisten, sin desertar, de sus obligaciones escolares, manteniendo y fomentando la práctica de las virtudes y valores humanos.
  9. A ir sumando hiel a la familia y a la sociedad, pero no lo tengan si le suman miel. La violencia familiar, las infidelidades y la despreocupación de las obligaciones, son el fermento del veneno, la tristeza y el amargor familiar.
  10. A las enfermedades y a la falta de prevención. Si tienen algún síntoma preocupante, no se hagan los valientes, es de los pocos momentos que las personas tienen que ser cobardes. Pongan lo mas bajo posible su listón de aguante y aceptación, a los malestares o enfermedades, pero sin caer en ser hipocondríacos. Los cementerios están llenos de valientes, que no quisieron poner los medios para cuararse a tiempo, porque se consideraban muy fuertes y muy machos, como para consultarlo al médico.
  11. A los amigos que estén equivocados, desorientados o mal informados, aunque tengan las mejores intenciones, pues de buenas intenciones está construido el camino al infierno. Por muy buenos amigos que sean y mucha labia que tengan, la verdad es única y no tiene variantes. El hecho de escucharles, puede servir para tratar de convencerles en privado de sus errores, siempre que uno se haya formado bien.
  12. A los coqueteos, insinuaciones o relaciones extrañas, con personas del otro sexo, sean amigos, compañeros de trabajo o parientes. Si no respetan el estado social y familiar de la otra persona, empiecen a tener  miedo a esas situaciones y corte por lo sano. Si persisten, huya. Es preferible que le digan que es un cobarde, por no querer seguirles el juego de ellos, a que se vaya metiendo poco a poco y llegue un momento, en que ya no pueda salir del juego. En este caso, tener miedo y huir, es muy bueno.
  13. A no enseñar bien a sus hijos, para que sepan salir de esas crisis profundas, llenas de indignación, frustración y violencia, contra el sistema de la sociedad, que casi siempre esconde una profunda desorientación personal, que se traduce en su propia indignación.
  14. A no escuchar a sus hijos, sin prisa y con los cinco sentidos, atentos para investigar, objetivamente y sin prejuicios, qué es lo que quieren y lo que no quieren. Sólo allí podrán determinar, si las decisiones tomadas son positivas o negativas.
  15. A no tener capacidad de admitir el bien, la rectitud de intención y los principios morales, para transmitirlos a la familia y a la sociedad. No crean que todo el mundo es malo. Son muy pocos los que ladran sus maldades, aunque metan mucho ruido. Hay muchísimas personas y muy buenas, que todo lo bueno que hacen, lo llevan en profundo silencio, sin alardear.
  16. A no tener el coraje para combatir, lo que les debilite y les enmascare la facultad de ver la oportunidad, donde haya un obstáculo. El mundo está lleno de limitaciones, para los que no tienen las capacidades adquiridas para solucionarlas, aunque tengan que intentarlo setenta veces siete.
  17. A perder el trabajo o al subempleo, sobre todo cuando existe la responsabilidad de una familia. Este miedo produce una gran angustia, que incluso hace cometer errores, para poder encontrar otro trabajo inmediatamente. La formación profesional y personal continua, es muy importante, pues hoy en día hay demasiado riesgo, si no se está bien preparado.
  18. A prescindir de criterios morales claros y de claridad, en los criterios que utilicen para sus actuaciones, pues eso producirá desorientación en las decisiones fundamentales para su vida, la de sus hijos y la de su familia.
  19. A que la sociedad les arranque a los hijos,  arrastrándolos con las pandillas y las adicciones en ese viaje de “irás y no volverás”. Para quitar ese miedo, déles buen ejemplo y fórmeles en la práctica de las virtudes y valores humanos.
  20. A que le estén impregnando de miedo, como un arma de dominación política y de control social, utilizada por los provocadores profesionales, para tener bajo control a los ciudadanos. En este caso reaccione y busque buenos consejeros, que le ayuden a desenmascarar los objetivos de ese miedo, que le quieren inculcar. Es muy usual introducir miedos colectivos, contra una nación, pueblo o grupo social determinado.
  21. A que les practiquen a Vds. o a sus seres queridos la eutanasia o a la muerte asistida, realizadas en contra de la voluntad de los enfermos y de sus familiares. Para evitarlo, está el otorgar un testamento de vida, estando en plenas facultades físicas y mentales, no cuando se está mitad dentro y mitad fuera de la vida.
  22. A sufrir las enfermedades incurables o insostenibles económica o físicamente, que aunque sean imprevisibles, se podrán llevar mejor, si previamente se han hechos seguros de salud o previsiones de otro tipo.
  23. Al divorcio, cuando no se esta bien preparado, para poder asumir esa situación religiosa, familiar, económica, sentimental, emocional, etc.
  24. Al futuro profesional de los hijos. La búsqueda de trabajo de los hijos, comienza el mismo día que nacen y está relacionada con la educación familiar, humana y académica que los padres les dan. Su futuro se definirá, entre otras cosas, con las actuaciones presentes de los padres. 

No estén pendientes de los miedos, aunque los motivos sean conocidos, desconocidos, ficticios o hipotéticos. Para conocer, analizar y eliminarlos, tienen que estar muy enfocados en el problema que ha producido el miedo. Intenten disponer de la mayor tranquilidad y control mental posible, para poder poner todas las energías disponibles en solucionar el problema presentado, no en el miedo que puedan sentir. Así podrá dedicar todas las energías en lidiar con el problema, entonces tendrá muchas mas probabilidades de éxito. Esa tranquilidad la puede dar, el saber que se está arropado con buenos familiares, amigos o consejeros, a los que deberán solicitar ayuda cuanto antes, para poder estar tranquilos, mientras se buscan y encuentran las soluciones. La falta de tranquilidad o ausencia de apoyo, multiplica por cien el peso del problema. Piensen que nunca están solos. 

No hay que tener miedo a fracasar, hay que aceptar que cada fracaso puede ser un sabio y fructífero aprendizaje. Hay que tener miedo, a no querer iniciar las cosas o a no volverse a levantar, tantas veces como sea necesario. Acertadamente, algunos creen que el fracaso no es algo malo, más bien piensan, que si no sale bien una cosa, haciendo los intentos convenientes, es que habrá que empezar de nuevo. 

El miedo, el error, la soberbia, la rabia, la venganza, etc. pueden destruir a las personas que tienen mando y obligaciones sobre los demás, debido a que se emborrachan de poder o no saben digerir, los compromisos aceptados. El miedo cuando se traduce en enfermedad persistente, en algunos dirigentes familiares, sociales, empresariales o políticos, produce su actual ruina y su profunda decadencia, que normalmente arrastra a los que están a su alrededor. Las contradicciones, los cambios de rumbo, las mentiras, la obsesión por las reformas, el odio al adversario, el autoritarismo disfrazado de sonrisa, la arbitrariedad, el desorden, y la inmensa torpeza que demuestra en los asuntos diarios, son las graves consecuencias de dejarse llevar por el miedo. 

PADRES, NO TENGAN MIEDO……..:

  1.  A amar a su cónyuge, hijos, familiares y amigos. El amor y los recuerdos crecen y se multiplican, además de que son para siempre.
  2. A amar lo bueno que están haciendo, pues aunque sea fuertemente criticado, al final tendrá la recompensa. Los líderes no tiene miedo, tiene inteligencia, horas de estudio, buenos asesores y mucha práctica.
  3. A conocer un problema. Tengan miedo de no querer, saber o poder buscar la solución. Si se es consciente de que existe un problema, se es responsable de encontrar su solución.
  4. A construir la familia, soportada por las virtudes y valores humanos. Conseguir una familia única, fiel e indisoluble, llena de intensidad, gradualidad y verdad. Viviendo todos para uno y uno para todos, en un camino de conocimiento, respeto y atenciones para siempre, procurando ser presencia activa y responsable en la comunidad.
  5. A decir la verdad, pues la verdad les hará libres. Siempre sale a flote como la gota de aceite en el agua. Tengan miedo a no poder convencer de la verdad, a los que no la quieren entender. Peor será para ellos, pues se quedarán en la ignorancia.
  6. A defender a capa y espada ante sus hijos, los principios no negociables, para un católico: La vida desde el momento de la concepción, hasta la muerte natural, la familia compuesta de un hombre y una mujer abiertos a la vida, la libertad de enseñanza, el bien común, la libertad de culto, etc.
  7. A demostrar su autoridad moral, cuando de opiniones, pedidas o no,  si están soportadas con sus conocimientos, comportamiento y ejemplo personal.
  8. A hacer las acciones correctas y el trabajo bien hecho. Aunque crean que nadie lo ve, puede estar afectándole a Vd. y al bien común.
  9. A hacer mimos a sus hijos pequeños, a contarles cuentos, a leerles libros, a dedicarles mucho tiempo. No por eso van a salir niños mimados, aunque se lo hagan muchas veces. Los hijos necesitan que los padres les den, muchas muestras de cariño corporal y emocional.
  10. A la soledad, busquen y acojan la compañía de la familia, de la religión y de la sociedad. Estos son los tres pilares llenos de compromiso, competencia y disponibilidad para evitar la soledad, donde se puede edificar la calidad de vida personal y familiar. Si buscan bien, nunca estarán solos del todo. Siempre habrá personas con los que puedan hablar, conectarse, intercambiar opiniones, compartir momentos, desahogarse, apoyarse, etc., máxime con los actuales medios de comunicación. Lo importante es hacer el esfuerzo para intentar localizarlos, aunque no aparezcan a simple vista.
  11. A los avances técnicos de uso diario que no dominen, como son algunos aparatos electrónicos, teléfonos, programas de las redes sociales, computadoras, etc. Tengan miedo al manejo de las nuevas tecnologías, si conllevan una carencia de límites y normas para su uso, evitando que puedan abrirse las puertas a sus hijos en formación, hacia mundos oscuros y peligrosos. Eviten que sus hijos llenen sus vidas de contactos con personas posiblemente depredadoras, pornografía, adicción al juego, aislamiento, etc. ¡Me da miedo donde iremos a parar con esto!
  12. A los que puedan matar su cuerpo, pues el alma no pueden matarla. Teman a aquel que pueda hacerles perder el alma para la Vida Eterna.
  13. A obrar bien, pues no necesitan un derroche de imaginación, para poder distinguir inmediatamente lo que está bien y lo que está mal.
  14. A pedir cuando lo necesiten, pero siempre háganlo con humildad, discreción y solamente en última instancia, pensando en devolverlo, ciento por uno. Tengan miedo al egoísmo y la avaricia de no dar, de lo que tienen o de lo que les sobra. La vida les juzgará por lo que hicieron y por lo que no hicieron, pudiendo haberlo hecho.
  15. A pedir favores a los hijos, pues aunque los padres siempre están predispuestos a concederlos, no es así en algunos hijos, que ponen muchas pegas, para demostrar como ejercen su independencia y sus superiores capacidades. Algunas veces solamente lo hacen para hacerse de rogar. Que diferentes es para los padres oír: Voy a intentar hacer todo lo posible para ayudaros, lo más rápidamente posible.
  16. A pedir favores cuando verdaderamente lo necesiten, para Vd. o para su familia. Algunas veces da vergüenza pedirlos, porque hay que humillarse y la otra persona puede abusar de esa humillación. Otras veces no se piden, para demostrar un orgullo mal entendido. Hay que aprender a cómo pedir los favores. El no, ya lo tienen siempre antes de empezar. Pedid y se os dará. Al que no habla, nadie le oye.
  17. A que cuando surja un problema, aparezca el miedo pegado a él, pues ocurre muchas veces. Ese miedo consume todas las energías disponibles, que deberían utilizarse para buscar las soluciones a ese problema. Si no tiene miedo y decide enfrentar el problema, tiene que procurar para solucionarlo, no tomar decisiones alocadas carentes de lógica, que posteriormente pudieran ser contraproducentes, porque no se han tomado las decisiones adecuadas, por falta de medios o por estar enfocados o distraídos en la vida del día a día.
  18. A que sus hijos no quieran seguir el mismo camino de sus padres.  Todos los padres quieren que sus hijos sea buenos alumnos, que terminen sus estudios universitarios, que se gradúen, que sea buenos profesional, que se compren una gran casa, que les den nietos y que tengan éxito. No pueden organizar y obligar la vida del pequeño, incluso cuando todavía no ha nacido.
  19. A ser una minoría en cuanto a las ideas, de cómo comportarse y educar a los hijos en las virtudes y valores humanos. Tengan miedo a no ser una minoría creativa, que sepa luchar contra la corriente, permitiendo lo que algunas sociedades les proponen, sobre dejar hacer a sus hijos lo que quieran y lanzarlos al mundo, sin una buena formación. Aunque deben tener miedo a no defender de la actual dictadura de las minorías.
  20. Al cambio, aunque haya cosas que nunca deberían cambiar, como son los conceptos de la ley natural. Estudien y analicen bien el cambio, para sacar lo mejor de él y luego actuar.
  21. Al conocimiento, que los hijos sepan más que los padres, pues es ley de vida. Pobres generaciones en las que los hijos, no saben más que los padres, Eso es hundimiento de la sociedad. El conocimiento os hará libres, y más libres, cuanto más conocimiento tengan.
  22. Al futuro de sus hijos, si lo construyen día a día, empezando desde que nacen, con la educación y el ejemplo que les den. Tengan miedo a su futuro si no se están preocupando por su integral formación personal, familiar, académica, religiosa y social.
  23. Al matrimonio fiel, indisoluble y dador de vida. Los momentos actuales son difíciles familiar, social y religiosamente, pero no imposibles de llevar, asumiendo los compromisos de responsabilidad matrimonial. Que prevalezca el tu, y no el yo.
  24. Al ridículo o el miedo escénico. Si tienen que defender a su familia o las virtudes y valores humanos, que les ha enseñado, esté seguro que deben hablar con valentía. Nunca deben importarle los comentarios ajenos, que intenten ir contra la educación de su familia. 

Esta generación es la única en la historia del hombre, que temió a sus padres, ahora teme a sus hijos y tiene miedo de lo que va a ocurrir a todos. A los hijos ya no les da miedo el fracaso, pero a sus padres sí, sobre todo cuando se dan cuenta los padres, de lo mal que han educado a sus hijos, si lo han hecho en la permisividad negligente, donde los hijos son los que mandan en la casa, debido a que han aplicado el equivocado método de la crianza democrática. Los padres no tienen que tener miedo a escuchar, dar opciones, dejar elegir y explicar las razones de por qué sí o por qué no. 

21 Sentencias sobre el miedo    

  1. A lo único que tenemos que temer, es al miedo por sí mismo.
  2. El hombre que tiene miedo, sin que haya peligro, después inventará el peligro, para justificar su miedo.
  3. El miedo al cambio, paraliza las decisiones.
  4. El miedo casi siempre proviene de la ignorancia.
  5. El miedo es el más ignorante, el más injurioso y el más cruel de los consejeros.
  6. El miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal, que normalmente, ni llega.
  7. El miedo hace ver las cosas peor de lo que son, por lo que suele llevar a tomar malas decisiones.
  8. El sabio tiene miedo, el ignorante valor.
  9. El valiente tiene miedo del contrario; el cobarde, de su propio temor.
  10. La seguridad es la madre de la precaución y del miedo atento y previsor.
  11. La violencia es el miedo a los demás.
  12. Los enemigos son grandes, según el miedo que nos producen.
  13. Los tímidos tienen miedo antes del peligro; los cobardes, durante el mismo; los valientes, después.
  14. Nadie llegó a la cumbre, acompañado por el miedo.
  15. No es valiente el que no tiene miedo, sino el que sabe controlarlo.
  16. Para quien tiene miedo, todo son motivos.
  17. Producir miedo hasta de tener miedo, son los objetivos de las dictaduras.
  18. Se puede temer a la vida mal llevada, no a la muerte, que es cierta e impredecible.
  19. Todo aquel que emprende algo nuevo en la vida, siente el miedo a lo desconocido.
  20. No tengan miedo a elogiar a sus hijos por su esfuerzo, no por su inteligencia.
  21. Más pinchazos físicos da el miedo, que todos los alfileres de la precaución. 

Padres, tengan miedo a perder el concepto de su legitima autoridad. La autoridad no se exige, se consigue, como el respeto. Autoridad tiene aquel padre que es escuchado, aquel cuyos hijos le respetan, porque saben que casi siempre, suele tener razón, porque dialoga, porque explica las cosas y porque saben que él les respeta y nunca les haría daño físico, ni moral. El padre que tiene a sus hijos atemorizados o que los tiene en contra, porque no les escucha, no tiene autoridad, ni respecto, es simplemente un padre temido, y como todo el mundo sabe, con miedo no suele haber relaciones sanas.

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El síndrome del nido vacío y la responsabilidad de los padres

ESCUELA PARA PADRES  

El síndrome del nido vacío y la responsabilidad de los padres. 

  • 11 Características que producen el síndrome del nido vacío
  • 18 Motivos frecuentes por los que se produce el nido vacío 

3, 450 Palabras. Tiempo de lectura 12:00 minutos 

Algunos artículos relacionados:

Hay padres que se sienten ofendidos cuando leen algunos artículos de este Blog. Creen que los he escrito especialmente para ellos, y no se dan cuenta que no les conozco. Me escriben enfadados por mi osadía, pero no quieren reconocer que ese enfado es debido a que se sienten heridos por un desconocido que les pone el dedo en su llaga, y que ellos no se la han querido ver, aunque sepan que la llevan encima y sin cicatrizar. Otros me dicen que los artículos están llenos de ira contenida, hacia la sociedad y especialmente contra los padres que no educan bien a sus hijos. Nada más lejos de mi intención, ser iracundo. Gracias a Dios hay muchos más lectores, que le sacan buen provecho a lo que leen y se toman el tiempo de decírmelo. Al escribir, Intento meterme en la piel de los padres, aunque sean virtuales, sentándolos enfrente para dialogar con ellos, descubriendo nuestros sentimientos con preguntas y respuestas. 

Para los padres debería ser un motivo de orgullo y alegría y no de síndrome, el poder decir “misión cumplida” cuando los hijos abandonan el hogar, si es que están bien educados y formados para seguir el ciclo normal de la vida, siempre que no sea por causa de malas decisiones, manipuleos, violencia, orgullos paternos, mala educación recibida, etc. Que los hijos abandonen el hogar paterno, no tiene que producir los síntomas característicos de una enfermedad, puesto que no se ha producido la suspensión brusca de  la presencia de los hijos, pues ha tenido que haber muchos años, para preparar ordenadamente su salida del nido, animándoles y enseñándoles a que sean autónomos, en su estilo de vida y decisiones. Es muy distinto el comportamiento de los padres, cuando en circunstancias normales, los hijos salen de la casa para formar su propia familia, se ponen a trabajar o a vivir por su cuenta. 

Es una falta de madurez y una gran contradicción por parte de algunos padres, quererse olvidar que su misión obligatoria en esta vida, es educar bien a los hijos, con el ejemplo y con la práctica en las virtudes y valores humanos, para que cuando tengan que hacer su vida propia, estén perfectamente preparados y puedan abandonar el hogar familiar. 

Los padres no deben tener el egoísmo, si han preparado bien a los hijos, de querer que se queden en el hogar, cuando por ley de vida, tienen que abandonarlo. Si además se les ha estado insistiendo en su preparación, para cuando les llegue la hora. Es un contrasentido dejarse llevar por el egocentrismo que supone, el perder su control. 

Los padres no deben dejarse manipular por los hijos, que han dejado el hogar voluntaria o involuntariamente. Deben tener mucho cuidado, en no hipotecar su futuro, subvencionando las peticiones infundadas de dinero y atenciones de los hijos. No se olviden que, a los cónyuges les queda muchos años de vida y el ritmo de vida de los que han abandonado el nido, es muy difícil conocer o controlar. 

Es muy normal que empiece la lloradera, para conseguir mas dinero que el acordado, con inventos justificados o no, incluso ascendiendo a límites que los padres no pueden soportar. Si la petición va acompañada de lágrimas y manipulaciones, estas suelen trascender del cónyuge más débil, la madre, al cónyuge que se creía el más fuerte. Mientras los hijos se dan la gran vida, en su escogida nueva libertad, los cónyuges pueden ser victimas de un gran chantaje emocional, ante el que deben tomar muchas precauciones. 

11 Características que producen el síndrome del nido vacío.            

            La mayoría de las veces, los motivos que se pregonan para justificar este síndrome, no resisten el análisis profundo de una tercera persona, pues enseguida salen a relucir los motivos verdaderos, cuyos principales son: 

  1. El aburrimiento al perder el motivo de ocupación diaria, que suponía la permanencia de los hijos en la casa, y ahora no saber a que dedicarse, al carecer de aficiones, entusiasmo y costumbre, para hacer otras cosas.
  2. El aburrimiento con el cónyuge, que suele coincidir con la mal llamada crisis matrimonial de los 40 años.
  3. El egoísmo personal que no permiten ver, que los hijos tienen que salir del nido para aprender a volar y que es ley de vida.
  4. El enfrentarse a tener que compartir con su cónyuge, todos los momentos libres del día, como cuando iniciaron su matrimonio, pero sin aquella pasión y sin las interrupciones o exigencia de atenciones, que producen los hijos.
  5. El miedo a lo que harán los hijos, si utilizan mal su total libertad, si de antemano no han sido bien preparados para ello.
  6. El no poder disponer del manejo de los hijos, por haber perdido parte del control, fuerza, autoridad e importancia que se tenía sobre ellos.
  7. El querer dar la imagen de víctima, sufrimiento y preocupación ante su cónyuge, familiares o amigos por la separación de los hijos y que vean, todo lo que se preocupan de sus hijos y que no pueden vivir sin ellos.
  8. El querer demostrar ante terceros, su capacidad económica y de sacrificio, ostentando que pueden pagar los estudios externos de los hijos, aunque por ello vayan a tener que hacer enormes sacrificios.
  9. La mala convivencia con o entre los padres, hermanos y familiares que ahoga tanto a los hijos en el hogar familiar, que les obliga a intentar salir de la casa, pues es imposible su continuidad, aunque los padres no se den cuenta, o no lo quieran entender.
  10. La soledad incomprendida del padre o de la madre, al ausentarse la única persona con la que solía y podía comunicarse, ya que estaba ninguneada por el otro cónyuge, que hacia su vida matrimonial, con total independencia.
  11. Tener que aceptar que los hijos se han marchado de casa, porque ya no aguantaban más la desagradable situación familiar o porque tenían la capacidad de manipular a los padres, para hacer lo que ellos querían, aunque los padres no pudieran o les supusiera un grave sacrificio. 

Cómo van a presentarse unos padres, delante de sus familiares y amigos, algunas veces como auténticos plañideros, si no demuestran que están muy compungidos, por tener el nido vacío, debido a que los hijos se han ido a estudiar lejos. Creen que les tacharían de insensibles y duros de corazón. Pero ocultando cuales son las verdaderas razones, del por qué los hijos han dejado el nido vacío. 

El síndrome del nido vacío suele ser un motivo, en algunos padres,  para presumir de un signo externo de riqueza, relacionado con el lugar y universidad a dónde se ha marchado a estudiar y lo cara que es, más los enormes gastos que conlleva, por el número de viajes necesarios para a visitar a los hijos en su nuevo destino, más los que hagan los hijos al hogar familiar, etc. Si les dan la oportunidad, también comentan los enormes sacrificios personales, que la familia tiene que hacer, para que a los hijos no les falte nada, en sus nuevos destinos. ¡Cuanta bondad quieren aparentar algunos padres, en determinadas ocasiones! 

La verdadera angustia del síndrome del nido vacío, empieza cuando internamente se dan cuenta, que han educado mal a sus hijos y saben, que abandonar el hogar paterno, es echarles a las patas de los caballos, cuando se tengan que enfrentar a la dura realidad de vivir solos, sin unos padres que les aconsejen y les ayuden a solucionar las cosas, que no habían enseñado a solucionárselas. Conocen el carácter de sus hijos y la mala o poca educación que les han dado, por lo que suponen que cuando se enfrenten en solitario a la sociedad, no van a tener muchas probabilidades de salir bien, porque han sido educados con sobreprotección, o porque los hijos, han hecho lo que han querido, como han querido y cuando lo han querido. 

No es una opción, es una obligación y una responsabilidad, que no admite excusas ni componentes, educar y entrenar a los hijos, para que a su debido tiempo, puedan abandonar el nido familiar, pues más tarde o más temprano llegará, a no ser que los padres consientan en mantener hijos NiNi. Esa parte de la educación, también tienen que ser total e integrada en la vida diaria, no una educación a medias tintas, quedándose con lo fácil y huyendo de lo más escabroso o difícil. Educar no consiste sólo en transmitir conocimientos, sino en enseñar a vivir, creando un clima de trabajo, respeto y formación familiar, religiosa y social. 

Los padres no pueden ser, ni deben ser amigos de los hijos, tienen que ser sus padres, como siempre he sostenido. Los amigos se eligen y se fomentan y conservan, si es que se quiere. Los padres Dios los da. Amigos de los hijos pueden ser, los compañeros de escuela, de deportes, etc. Algunos padres dicen que conocen y comprenden bien a sus hijos. También suele ser una falacia, pues los padres se suelen conformar con decir que conocen bien a sus hijos, cuando la mayoría de las veces, según la educación que les hayan dado, solamente les conocen en unas cuantas actitudes, que los hijos quieren contárselas a los padres. Pero la mayoría de las veces, los padres no se atreven a ahondar en las interioridades de los hijos, para no llevarse sorpresas, de las cosas que los hijos hacen o piensan. Conocen lo superficial y con eso, creen que ya presumen que conocen a los hijos. Pocas veces conocen sus manipulaciones, egoísmos y trampas con los padres, hermanos y familiares, si es que las tienen. 

La gran pregunta que se tienen que hacer los padres, es sobre cuáles son las virtudes y valores humanos que han inculcado, de palabra y con el ejemplo a sus hijos, como para que estén preparados, para enfrentarse al mundo que se les echa encima. Todo dependerá de cómo les hayan formado en las virtudes y valores humanos. 

Es muy digno y loable sentir curiosidad o preocupación, sobre cómo se estarán desarrollando los hijos que han abandonado el nido familiar, de forma voluntaria o involuntaria para cumplir su ciclo vital. Pero de ahí a hacer un circo sobre el síndrome del nido vacío, hay un abismo. La salida del nido es una etapa natural, que tarde o temprano se va a cumplir. Lo mejor es que se cumpla con la mejor preparación posible y a su debido tiempo. 

El nido es el máximo ejemplo de la perfección, de la arquitectura de la naturaleza, construido con mucha inteligencia y técnicas heredades genéticamente. Ojala pudiéramos decir eso mismo de lo que es un hogar, no en su parte material, sino en la parte moral. Si los padres no han construido bien el nido, es una hipocresía lloran, cuando los hijos lo abandonan prematuramente o no están bien educados. Igual es que no estaba bien hecho y no servia, para lo que tenía que servir. Es una gran alegría cuando el hogar ha servido, para que los hijos crezcan y se desarrollen con todas sus destrezas y que cuando sea su hora, salgan libres de ataduras a ese nido, al que nunca volverán, nada más que de visita. 

La antitesis del síndrome del nido vacío, es la situación de los hijos NiNi, que ni estudian, ni trabajan, quedándose en la casa de los padres, para que estos les mantengan, a pesar de que tengan edad de trabajar o estudiar por su cuenta. Si todo lo que necesitan para vivir, lo encuentran gratuitamente, suministrado en el nido familiar, será muy difícil encontrar trabajo o estudiar Cuanto más, cuando, algunas veces llevan a casa de sus padres, a sus compañeros sentimentales, para que los padres les mantengan a ambos. Eso si que es un nido demasiado lleno de personas, a la vez que muy vacío de autoridad y de sentido de la responsabilidad, para con los hijos y los propios padres. Suele pasar que algunos padres, se sientan indispensables y quieren amamantar a sus hijos, durante toda su vida de adultos. También suelen ser perfectamente manipulados, para que lo hagan. 

El síndrome del nido vacío, suele ser un detonante de sentimientos, que han estado ocultos o frustrados durante el matrimonio, ya que la razón de ser de los cónyuges, puesta en sus cinco sentidos, han estado puestos, en la educación de los hijos. 

Cuando el hijo abandona el nido, habiendo sido el eje, por el que todo circulaba en la familia, máxime si el hijo había formado un equipo cerrado, con uno de los cónyuges, ignorando la existencia del otro, es cuando se cae al suelo, el motivo de ser de aquel cónyuge, puesto que se tiene que enfrentar a retomar al otro cónyuge, al que durante tantos años había ignorado su presencia o simplemente, lo soportaba como proveedor matrimonial. En estos casos es, cuando el cónyuge hace más aspavientos, sobre el síndrome del nido vacío, cuando lo que verdaderamente sucede es, que se le han terminado un sinnúmero de excusas, para seguir haciendo lo que quería y cuando quería. 

Cuando llega el momento del nido vacío, muchos matrimonios se tienen que enfrentar a una de las muchas realidades de su matrimonio, analizar si ya han cumplido los objetivos y metas que tenían al casarse. Dónde están ahora y dónde pensaban que iban a estar. Qué les queda por delante, tanto en el terreno afectivo, como en el económico, el social, el profesional, etc.

La convivencia diaria no se interrumpe, pero ya no se retroalimenta con los temas de los hijos. Ahora tienen que enfrentarse a otra realidad, volver a empezar a convivir, con el cónyuge, pero de una forma muy diferente a cuando se casaron. Ahora tendrán otro tipo diferente de pasión, más madura, equilibrada, estabilizada, armonizada o serena. Ya no habrá la pasión de los primeros tiempos, aunque haya otro tipo de pasión. 

Ahora todos los días es tú y yo, frente a frente. Muchos tienen que volver a empezar su vida matrimonial, con objetivos y proyectos nuevos. Volver a enamorarse, empezar un nuevo estilo de vida, donde solamente estarán los cónyuges con sus alegrías y tristezas, pero sin la interrupción de los hijos. 

Algunas veces los cónyuges se dan cuenta que no se conocen, pues durante esos 20 años aproximadamente, cada uno ha vivido a espaldas del otro, o ambos han estado absorbidos por la crianza y educación de los hijos, despreocupándose de conocerse y adaptarse el uno al otro. Es cuando los cónyuges se han tratado, en muchas de las cosas que deberían tener en común, como si fueran desconocidos. 

18 Motivos frecuentes por los que se produce el nido vacío: 

  1. Cuando a las personas mayores les llevan a un asilo. Les han cambiado el nido y les pasa, como a los árboles viejos, que ya no se pueden trasplantar. En el asilo, sea bueno o malo, se encuentran con un vacío enorme. Ese no es su nido.
  2. Cuando en su ciudad no hay centros universitarios o similares y tienen que salir a estudiar fuera, para poder cumplir con sus deseos y derechos de formación.
  3. Cuando habiendo centros universitarios en la ciudad, abandonan voluntariamente la casa, para ir a estudiar fuera de la ciudad, aunque sean muchísimo más costosos.
  4. Cuando los hijos forzosamente, abandonan el nido por cuestiones ajenas a su voluntad: Emigración económica o política, servicio militar obligatorio, enfermedad de larga duración, encarcelamiento, etc.
  5. Cuando los hijos quieren aprovechar la oportunidad de unas becas, para estudiar fuera de la casa.
  6. Cuando los hijos se marchan de la casa, porque no aguantan a los padres, por la violencia existente, las infidelidades, las adicciones, etc.
  7. Cuando los padres envían a estudiar o a trabajar fuera de la casa y así realicen lo que ellos nunca pudieron hacer. Habiéndolo tenido como asignatura pendiente, incluso sabiendo a ciencia cierta que los hijos, no están preparados todavía para vivir por su cuenta, pero no les importa a los padres, echarles a las patas de los caballos de la dura sociedad, a pesar de que tengan muchas probabilidades de estrellarse.
  8. Cuando los padres quieren deshacerse de la obligación de seguir educando a sus hijos para que les dejen vivir en paz, echándoles de la casa o forzándoles a que vayan a estudiar o a trabajar fuera de casa y se vayan acostumbrando a vivir por su cuenta.  
  9. Cuando los padres quieren que los hijos desaparezcan del hogar, para que no sigan llevando problemas que involucren, responsabilicen, den mal ejemplo o contagien a la familia, aunque tengan que ayudarles o no en su mantenimiento.
  10. Cuando los padres se sienten culpables, de que los hijos a los 18 años vayan a la universidad, cuando todavía tienen sin resolver sus  dudas y no saben con seguridad, lo que quieren estudiar, ni hacer con su vida. Solamente quieren salir de la casa, aunque no hayan  recibido una buena educación integral que les permita apreciar el sacrificio de los padres y el valor de lo gastado. Desgraciadamente más de la mitad de los que ingresan a la universidad, no terminan los estudios y vuelven a la casa, habiendo gastado incluso todos los ahorros guardados, para la vejez de los padres.
  11. Cuando ocurre un divorcio o fallecimiento, suele producirse un sentimiento de derrota, de todas las ilusiones y de soledad. Entonces si se queda el nido vacío y para siempre. Pero es una sensación de vacío interno y mental, al ya no tener que volver a moverse con la única razón de ser, que durante tantos años, ha llenado la vida del matrimonio. Ese vacío asistencial, puede hacer que el cónyuge se derrumbe, si no saca fuerza de flaqueza, para superarlo.
  12. Cuando por cuestiones de mala economía, los padres no pueden mantener a los hijos y les obligan a abandonar el hogar, para que se ganen la vida como puedan, estén o no preparados para ello. Dándolos en adopción, forzándolos a emigrar, o simplemente abandonándolos a su suerte.
  13. Cuando por el mal comportamiento de los hijos, los padres les echan de la casa, perdiendo o disminuyendo ostensiblemente su conexión.
  14. Cuando por ley natural, los hijos quieren independizarse, para ir a trabajar o formar una familia.
  15. Cuando quieren demostrar poder ante el otro cónyuge y obligarle, a que tenga que asumir lo que él quiere, incluso cuando los hijos todavía no quieren salir del hogar o no están preparados para hacerlo.
  16. Cuando se aparenta ante los familiares y amigos, que los cónyuges o uno de ellos, sufre mucho por la separación de los hijos, aunque anteriormente, no hayan tenido tiempo para dedicárselo y educarles.
  17. Cuando tienen que seguir una tradición familiar, o de un segmento de su sociedad, de que a determinada edad, tengan que salir de casa a estudiar o a trabajar, sin tener en cuenta su buena o mala preparación.
  18. Cuando uno de los cónyuges abandona el hogar definitivamente y se lleva “la llave de la despensa”. Máxime cuando el que se marcha, era el único que mantenía económicamente a la familia. 

Las soluciones prácticas para eliminar o no incurrir el síndrome del nido vacío, deben iniciarse, poniéndose de acuerdo ambos cónyuges, encarando las nuevas circunstancias, para sacarles el mayor provecho posible. Empezando a comportarse como al principio de su matrimonio, haciéndose comidas especiales, escapadas al cine, a los restaurantes, vacaciones cortas, fomentar viejos o nuevos amigos, hacer visitas culturales, etc. Así podrán acortar las distancias que tenían, evitar el distanciamiento y tener la satisfacción de volver a estar juntos otra vez, empezando un nuevo estilo de vida. Todo menos “tocar suelo” por las nuevas circunstancias. 

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