Archivo de septiembre 2009

Cómo proteger a los hijos educados en las virtudes y valores humanos, ante los malos ejemplos de familiares y amistades

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Cómo proteger a los hijos educados en las virtudes y valores humanos, ante los malos ejemplos de familiares y amistades

 

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¿Qué medidas tienen que tomar los padres, que están educando a sus hijos en las virtudes y valores humanos, para defenderles de los malos ejemplos y de la vida desordenada y contraria a la moral y a las buenas costumbres, de sus familiares y amigos, y así evitar que les contaminen con su mal ejemplo?

 

Los padres ante todo tienen la obligación irrenunciable, de dar a sus hijos la mejor educación posible, en las virtudes y valores humanos, basada en su ejemplo y enseñanza. También tienen la obligación de proteger a sus hijos, lo más posible, de las acechanzas malévolas del mal ejemplo y escándalo que irradian algunos familiares y amistades. Aquí entra el choque entre lo que está bien y lo que esta mal, los intereses y costumbres familiares, lo que es familiarmente o socialmente correcto y el antagonismo entre las relaciones familiares y amistosas, con las obligaciones de educación de los hijos. Es muy difícil que sean compatibles y los padres tienen que elegir, entre estar en un lado u otro de la moral. No se puede servir a dos señores a la vez.

 

Es imposible y muy peligro, pretender mantener las mismas relaciones familiares y amistosas, con personas cuyo comportamiento choca frontalmente con la educación que se les quiere y debe dar a los hijos. No es que haya que romper drásticamente las relaciones familiares o amistosas, con los que llevan una vida licenciosa y continuamente están dando escándalo. A esas personas los padres, tiene que ponerles condiciones innegociables de visita y convivencia con sus hijos. Tienen que negociar con esos familiares y amigos, un plan de actuación bien preparado, que refleje entre otras cosas, una buena disposición de arrepentimiento, propósito de la enmienda y satisfacción de obra, para que haya la posibilidad de una convivencia normal. Si ese plan no funciona, solamente se conseguirá la posibilidad de que la contaminación y escándalo de su estilo de vida, llegue sin frenos hasta los hijos u otros familiares, con el sufrimiento que eso conllevará.

 

Aunque haya que estar muy cerca de esos familiares o amigos contaminantes, hay que guardar las distancias de convivencia, para que no contaminen a los hijos que continuamente necesitan percibir el buen ejemplo familiar y escuchar buenos consejos, los cuales son más fáciles de dar cuando no hay contaminación. Los padres tienen que poner una gran valla o distancia, entre los estilos de vida de esos familiares y amigos y la educación de los hijos, ya que el peligro de contaminación moral a los hijos, no tiene excusas, atenuantes ni dirimentes.

 

Situaciones familiares más frecuentes:

 

A) Aquí no ha pasado nada. Prefiero la amistad de mis familiares y amigos antes que proteger a mis hijos. Algunos padres piensan que en estos tiempos, cada cual puede hacer lo que quiera y que todo se puede aceptar, porque se tiene que querer al pecador y repudiar al pecado. Que por esa razón todos los familiares y amigos, tienen que aceptar cualquier mal comportamiento de: Divorciarse, convivir en pareja sin casarse, tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, emborrachase, drogarse, tener abiertamente uniones homosexuales o lesbianas, realizar abortos, consumir drogas, alcoholizarse, realizar violencia familiar entre esposos o entre padres e hijos, despilfarrar económicamente, etc.

 

Los padres no pueden permitir ni aceptar, que los lazos de sangre o de amistad que les unen, con las personas cuya conducta es contaminante, estén por encima del mal ejemplo que dan a los hijos. Tienen que evitar confraternizar con esas personas, que llevan mala la vida públicamente y que su actitud esté yendo en contra de las virtudes y valores humanos, que los padres están intentando inculcar a sus hijos, tanto con el buen ejemplo, como con las enseñanzas personales.

 

Los padres bajo ningún concepto, buscarán disculpas y cuentos chinos, para explicar a sus hijos que las parejas de los adultos que viven juntos, sin un compromiso matrimonial, son sus tíos, ni sus abuelos, ni sus primos, etc. Incluso cuando no sean familiares y sean simplemente amigos, que viven como les parece oportuno, sin importarles el ejemplo bueno o malo que den a los demás. Cualquier pregunta hecha por los hijos, relacionada con el matrimonio, el parentesco y las relaciones familiares, los padres deberán contestarla con la verdad, adecuada a la edad y al conocimiento de cada hijo. Lógicamente con los hijos mayores se puede y debe hablar claramente, para que sus valores no se contaminen. En ningún momento deben huir de la pregunta, pues si no se deja bien clara, se está patrocinando la situación escandalosa de los familiares y amigos. Así evitarán los padres, que los hijos crean, que esos tipos de vida son normales y aprobados por sus padres con su silencio, ignorancia o protección. Las respuestas claras, contundentes, sólidas y bien pensadas, evitarán que esos modelos de vida que ven, les sirvan a los hijos como futura imitación.

 

Los padres no pueden contestar -No quiero problemas, no voy a consentir que por educar bien a mis hijos en las virtudes y valores humanos, tenga que contarles que lo que están viendo y compartiendo en mi familia y amigos, no está bien visto y que es lo normal en la sociedad- -Si me cuestionan que en la Iglesia, en el colegio u otros familiares más estrictos ,les han contado que ese tipo de vida no es correcta, les cuento una evasiva o les doy un grito. Pongo a mis hijos por debajo de mis familiares y amigos-

 

B) Aquí si ha pasado algo grave y hay un problema, de mala conducta de los adultos. Tengo que proteger a mis hijos de los familiares y amigos. Primero es la protección y educación de los hijos y después los demás. El que los adultos consideren normal, llevar una vida ostensiblemente inmoral e impresentable ante la sociedad, no quiere decir que los padres vayan a permitir la exposición de los hijos, a esa situación contaminante.

 

A algunos familiares y amigos ,no les bastó con destrozar su matrimonio, ni la vida de su pareja, ni las consecuencias del mal ejemplo dadas a sus hijos. Después pretenden que todos los descendientes traguen esa situación y que admitan, que sus andanzas se sigan multiplicando, hasta conseguir que todos los vuelvan a aceptar, como si no hubieran roto voluntariamente una familia y ahora pretendan romper, con su mal ejemplo las siguientes generaciones. La infidelidad en el matrimonio también se refleja y deja huellas imborrables en las siguientes generaciones.

 

Las consecuencias de las malas acciones familiares, nunca son privadas, no las sufren solamente los familiares directos y los amigos, las sufren también las siguientes generaciones. Las personas no son islas, por más que algunos se empeñen en decirlo, para auto justificarse. Las personas y sus familias tienen entrelazados los vínculos sociales, afectivos y productivos. Cuando una persona decide acabar con su vida matrimonial, está robando, hiriendo, agrediendo y perjudicando deliberadamente, a sus sucesivas generaciones, las cuales no le pertenecen.

 

Es cierto que cada uno es libre de hacer lo que quiera, pero sin que las consecuencias tengan que pagarlas sus futuros descendientes, familiares o personas inocentes, como los hijos de los amigos que quieren seguir manteniendo su amistad. Debe darse cuenta, que convierten a todos sus familiares, descendientes y amistades, en esclavos de las consecuencias de esas alegrías que tuvieron, cuando decidieron llevar un estilo de vida contrario a la moral.

 

17 Acciones que deben tomar los padres

 

  1. Conocer que aceptar las relaciones toxicas de sus familiares y amigos, porque dicen que necesitan recibir cariño que supla otras carencias de afecto, no debe obligarles a tolerar actitudes de intoxicación hacia los hijos. Ese cariño mal entendido, suele llevar escondido un mensaje de manejo, utilización, encubrimiento de maltrato mental y falta de respeto hacia personas íntimamente relacionadas.

  2. Convencer los padres a sus hijos, que la denominación de parentescos que determinados familiares quieren recibir, no es la correcta, ya que no cumplen los requisitos de legalidad, moralidad y costumbres.

  3. Ejercer la caridad que hay que tener con las personas, no está reñida con la responsabilidad que tienen esos familiares y amigos, afectados por sus irregularidades, aunque las pregonen y hagan patente, en todas sus actuaciones. Los padres tienen la obligación de mantener la caridad, pero también la de defender a sus hijos.

  4. Evitar ser manipulados por esos familiares y amigos, que intentan justificar su modelo de vida, haciéndose pasar por victimas, en lugar de victimarios, compran voluntades con regalos y cuentan historias fantasmales, para producir compasión hacia ellos.

  5. Exigir a sus familiares y amigos, asumiendo el riesgo del posible enfado, que mantengan las distancias con sus hijos ,mientras no cambien sus situaciones personales, para evitar que no los contaminen.

  6. Explicar los padres a sus hijos, según las edades, que esos familiares y amigos tan queridos, llevan una vida contraria a las enseñanzas y ejemplos que están recibiendo.

  7. Hacer comprender a esos familiares y amigos que llevan una vida pública disoluta, que su actitud se convierte en un boomerang, debido a que sus acciones, siempre retornan al núcleo familiar, aunque sea en la segunda o tercera generación. Los que siembran vientos, recogen tempestades, incluso dentro de sus familias.

  8. Impedir que utilicen a los más débiles de la familia, los niños, trayéndoles a su situación con regalos, para abrir el camino de los demás familiares o granjeando su amistad con simpatía, con el objetivo de que esas facetas, anule los otros aspectos malignos de su estilo de vida.

  9. Intentar controlar las emociones, sentimientos, cariños, etc. y plantar cara a situaciones, aunque se tengan largas historias de sumisión, manipulación y engaño, pero en algún momento, hay que poner fin a esas situaciones, para que no sigan contaminando a los hijos, con relaciones que no les convienen.

  10. No caer en la tentación de buscar nuevas sensaciones, rememorando situaciones idílicas, pasadas hace tiempo con ellos y en otras circunstancias, porque muchas veces impiden identificar los comportamientos tóxicos, que se avecinan hacia los padres y hacia los hijos.

  11. No creer que por la confraternización con esos familiares y amigos tóxicos, pueden conseguir ser sus salvadores y que van a conseguir ,hacerles salir de sus modelos de vida y que cambien a comportarse de manera diferente, sin que sean plenamente conscientes, que ese cambio les podría favorecer, si decidieran escuchar y tomar el camino de ayuda propuesto.

  12. No pasar por alto o silenciar, ciertas situaciones de los familiares o amigos, aunque causen un profundo rompimiento en las relaciones, porque siempre será preferible eso, a que contaminen a los hijos o rompan la armonía de los padres, por discutir el posible enfrentamiento con esos familiares y amigos.

  13. No sentirse culpables por apartar de sus relaciones, a esos familiares y amigos que perjudican a sus hijos. Tienen que sentirse victimas, de la continua presión que ejercen esos familiares y amigos, para que la situación de ellos no sea tomada como perjudicial, para con los que les rodean, aunque sistemáticamente, se encargan de que les vean como indefensos, ante las posturas morales de la sociedad.

  14. Querer a las personas, aunque con límites y esos están perfectamente definidos, cuando se trata de hacerse valer y defender la formación moral de los padres y la de los hijos. Esos límites tampoco son negociables, con los familiares o amigos. Aceptar con la presencia de los padres situaciones irregulares, significa que poco a poco, se irán bajando las defensas y lo que en un principio pareció que estaba mal, con el tiempo y con el contacto, se va a aceptando como normal, originando que esa forma de ver las cosas, fuera de su justa medida, se transmitirá a los hijos en su educación moral.

  15. Reconocer cuando los familiares y amigos, que llevan una vía disoluta, utilizan mecanismos de persuasión, para manejar a las personas más cercanas, para minar la capacidad de decisión de los padres. Esos mecanismos suelen ser: Hacerse las victimas, disminuir o quitar importancia a los hechos, echar la culpa a terceros, utilizar el sarcasmo, burlarse de las actitudes tomadas por los padres relacionadas con la protección a sus hijos, etc.

  16. Separar claramente, la necesidad de sentirse identificados plenamente, como familia o amigos, porque muchas veces, impide ver lo que supone la convivencia con ellos y su ejemplo ante los hijos, con el enmascarar la realidad por todos los medios posibles, para seguir manteniendo las apariencias y la estructura social, aunque el costo interno familiar, suele ser demasiado alto.

  17. Tener la valentía de enfrentarse a sus familiares y amigos, para hacerles ver el mal ejemplo que dan a sus hijos, con su desordenada vida pública, de manifiesto adulterio o vicios contaminantes.

 

Cualquier momento es el mejor, para aclarar y terminar ,una situación familiar o amistosa, que está contaminando la educación de los hijos. Es más conveniente enfrentarse a esa situación, que presenciar como, poco a poco, la situación irregular se va aceptando sin ponerle límites, debido a la presencia y continuidad. Cada vez será más difícil explicar a los hijos, que las situaciones familiares o amistosas que están viendo o recibiendo de sus padres, son incorrectas y contrarias a la moral y las buenas costumbres.

 

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La importancia de la familia en la sociedad, sus virtudes y valores humanos

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La importancia de la familia en la sociedad, sus virtudes y valores humanos

 

2,122 Palabras. Tiempo de lectura 7:45 minutos

 

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La familia siempre ha sido y es, el principal pilar de la sociedad. Es el lugar donde los miembros nacen, aprenden, se educan y desarrollan. Debe ser refugio, orgullo y alegría de todos sus miembros. Cuando la familia tiene problemas, alegrías o tristezas internas, repercuten en todos los familiares, sufriéndolos o disfrutándolos, debido a su total interrelación. Todas las legislaciones del mundo, tienen que tener leyes, que protejan el concepto de la familiar y facilitar lo más posible su unión y continuidad. La familia se convierte en un castillo, que además de servir de refugio de sus componentes, estos tienen que defenderla a ultranza, de todos los ataques que le hagan. No pueden permitir que lo dañino pase sus puertas. Todos tienen que formar un solo cuerpo, para defender su propia vida presente y futura.

 

La familia está fundada en el matrimonio, que es exclusivamente la unión estable, por amor del hombre y de la mujer, para complementarse mutuamente y para transmitir la vida y la educación a los hijos. Es mucho más que una unidad legal, social o económica. Es una comunidad de amor y solidaridad, para trasmitir e instalar en las mentes las virtudes y valores humanos, culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos, así como los principios de convivencia, tanto internos como externos, que tan esenciales son para el desarrollo y el bienestar de sus miembros y de la sociedad. La educación y conocimientos que se adquieren en la familia, perduran para siempre.

 

En las clásicas y tradicionales familias de algunos países, existía y todavía existe, la norma imborrable aunque no escrita, que todos los miembros de una familia, tienen asegurada su permanencia en el hogar de la misma, hasta el ultimo día de su vida. Nadie mandaba a los ancianos o discapacitados al asilo. La garantía de cuidados familiares, era sin límites de edad, ni de circunstancias. Por eso en algunas familias convivían dos, tres o hasta cuatro generaciones, lo que permitía transmitir las enseñanzas religiosas y sociales, así como educar mejor a todas las generaciones, además de cuidarse unos a otros. Ahora es normal, que cuando los hijos cumplen 18 años les fuercen, recomienden o persuadan, para que abandonen el hogar familiar y se vayan a vivir su vida a otro sitio. Eso origina que el despego a la familia, se queda incrustado en sus mentes y cuando los padres llegan, a una edad en la cual no pueden mantenerse solos, los mandan a un asilo para que allí otros les cuiden, no sus familiares que previamente, han sido cuidados por ellos.

 

Que confortable es disfrutar de la familia. Tener una buena familia, es un privilegio que no tiene precio. Sentirla como refugio en las angustias, peligros o incertidumbres y percibirla como receptora, para compartir las alegrías y logros alcanzados. Es también una gran satisfacción, poder presentar con orgullo a terceras personas a sus componentes, máxime si están unidos entre si. Que triste es, que debido a su mal comportamiento y ejemplo y en la sociedad, sentir vergüenza de presentar la familia a otras personas.

 

Qué orgullo familiar sienten los padres:

 

Cuando perciben muestras de unión familiar, por ejemplo, cuando son invitados a las celebraciones civiles o religiosas del resto de la familia o simplemente a visitarles en sus respectivas casas.

Cuando voluntariamente se reúne los Domingos todos los hijos con sus respectivas esposas o esposos y sus hijos, alrededor de la mesa de la casa de los padres, para almorzar, merendar o cenar y estar de tertulia, compartiendo las alegrías y las penas.

Cuando reciben invitaciones, incluyendo los gastos de viaje, para ir a visitar a los hijos que viven fuera.

Cuando los hijos les ofrecen ayuda monetaria, emocional o de acompañamiento, aunque no la necesiten.

Cuando se reúnen para celebrar el éxito escolar, profesional o social de uno de los familiares.

Cuando comprueban el buen comportamiento de todos y cada uno de los miembros.

Cuando nace o se incorpora un nuevo miembro familiar.

 

Los padres deben saber, que detrás de cada niño o joven mal educado, suele haber una familia disfuncional, bien sea por la composición de ella o porque no cumple las obligaciones ineludibles de unidad, formación y entrega a los compromisos adquiridos al formarla. No se puede echar la culpa a los niños, ni a los jóvenes, por algunos de sus malos comportamientos, hay que buscar su origen, para corregirlo. Normalmente es que ha habido mal funcionamiento, de sus familias en conjunto o que han recibido mal ejemplo, de algunos familiares.

 

La familia es una unidad de destino religioso, social y político. Tiene que defenderse de los ataques de sus innumerables enemigos, algunas veces incluso de los que tiene dentro, debido al mal ejemplo que se dan unos a otros. Otras veces sus enemigos están fuera, intentando que la familia no tenga la unidad necesaria para sobrevivir. Estos enemigos lo hacen a través del mal ejemplo, de las amistades familiares, de los medios de comunicación y de los sistemas modernos electrónicos. Todos tenemos la obligación de intentar que la familia, sea una realidad de unión y perfecta convivencia, empezando por la propia y haciendo lo posible, para que la ajena también lo sea.

 

La familia en su unidad, es la única institución que ofrece a los niños, todo el amor centrado en éllos. Las demás instituciones que cuidan a los niños, escuelas, guarderías, etc. no tienen la misma intensidad de ofrecimiento de amor. Las instituciones son únicamente responsables, de instruir en conocimientos y cuidar físicamente, durante las horas de permanencia en ellas.

 

La familia educa dando ejemplo y exigiendo a todos sus miembros: orden en las cosas, obediencia, colaboración y ayuda en la casa, responsabilidad en los encargos, horarios de estudios, etc. y sobre todo, reconociendo los esfuerzos que hacen todos los componentes por ser mejores.

 

Los padres tienen que inculcar a sus hijos, la grandeza de la familia presente y la de los ancestros. Algunos padres no le dan importancia a la transmisión de los apellidos, títulos, escudos y señas de identidad que todos llevamos. Esto suele estar ligado, al desarraigo de las sociedades e incluso al materialismo o consumismo, que impide que las persones sientan un sano orgullo de quienes son y de donde provienen. Que bonito, constructivo y ejemplar es ver a los padres enseñando a realizar el árbol genealógico de la familia de la madre y la del padre, empleando todos los medios a su alcance, hasta llegar lo más lejos posible en la antigüedad. Este ejercicio de búsqueda en los orígenes, es una herramienta más para amar, comprender y unir mejor a la familia. La familia es también vínculo y dedicación permanente de generaciones pasadas, presentes y futuras y la base que sostiene unida a la sociedad.

 

Prosperar en medio de las crisis económicas o de salud, es el privilegio de las familias que están unidas como piñas y con objetivos comunes, bien definidos por los padres y aceptados por todos.

 

Donde todos los familiares, hombro con hombro, han empujado en la misma dirección, hacia solventar los problemas, ellos tendrán muchas probabilidad de éxito.

 

Donde no importaban los sacrificios individuales, por conseguir los objetivos comunes.

 

Donde cada uno pone lo mejor de si, en beneficio de los demás.

 

Donde todos forman un escudo humano, ante los problemas que llegan del exterior.

 

Donde se unen todos los miembros de la familia, para defender o proteger a cada uno de los componentes, cuando son agredidos desde el exterior, y así poder superar las dificultades personales o para que salgan de algún peligro o mala situación.

 

Donde todos los miembros de la familia, se sacrifican en beneficio de uno solo, porque es el mejor dotado inteligente o físicamente, para que consiga llegar a una meta y después pueda desarrollar sus mejores cualidades y cuando triunfe, les pueda ayudar a los demás (emigración, becas, estudiar en lugar de trabajar, negocios, etc.).

 

Que bonitas y ejemplares aquellas viejas costumbres, de que los hijos mientras estén bajo el mismo techo familiar, pero trabajan fuera de la familia, entreguen todo o parte de sus ingresos, unidos por el bien común, para el fondo familiar, sin importar cuánto ganan o gastan los otros componentes de la familia. Los hijos ya saben que los padres, se encargarán de hacer justicia y entregar a cada hijo, lo que consideren que puedan necesitar. Esa costumbres desgraciadamente está arrinconada y sustituida, por la de mandar a los hijos, a que trabajen fuera de la casa en cuanto cumplen la edad legal de poder  hacerlo, incluso cuando no tienen necesidad de esos ingresos familiares y los hijos destinan el dinero obtenido en comprarse cosas, muchas veces inútiles. Mientras los padres tienen que seguir manteniendo la casa familiar, además de hacerlo a cada uno de los hijos, aunque trabajen fuera. Otra mala costumbre de los padres, que no tienen necesidad urgente de ingresos, es que autoricen a los hijos a que durante las vacaciones escolares, vayan a trabajar a otros sitios, incluso muy mal pagados, en lugar de seguir estudiando, descansando y divirtiéndose durante las vacaciones, con el pretexto de que así aprenden a conocer lo que es trabajar y a administrar su dinero. Eso es robarles el precioso tiempo de su juventud, que tendrían que emplear en cosas de mayor formación académica y social, no en conseguir dinero para comprarse los caprichos, más insospechados e inútiles.

 

Además de la familia tradicional reconocida, como la formada por el padre y la madre, unidos en matrimonio con sus hijos, existen otros tipos, que también les llaman familias, como los que forman parejas en unión libre, las de homosexuales y lesbianas y las monoparentales, donde el padre o la madre, cuidan los hijos propios o ajenos, de otras uniones anteriores.

 

El problema más grande que tiene la familia, es su descomposición, principalmente motivada por el divorcio de los padres. En ese caso la familia, queda contaminada de esa desgracia para siempre e incluso, perneada para las sucesivas generaciones. Las cuales ven como el concepto de unidad y continuidad, que habían aprendido, se ve roto por una decisión de los padres, en perjuicio de los demás componentes de la familia. La mayoría de los problemas que tiene la sociedad, tienen su origen en esa descomposición de la familia. No se puede tener una sociedad fuerte y bien formada, con el porcentaje tan grande de familias divorciadas una o varias veces y otros tipos también llamados familias. Los hijos y siguientes generaciones, que se han educado en esas graves situaciones, tienen muchas probabilidades de continuar con las mismas actitudes de descomposición familiar, pues lo que han visto y sufrido, llega un momento que lo ven normal, ya que la misma familia disfuncional, se encarga de transmitirlo de generación en generación. Es muy difícil que una persona que se ha criado así, tenga la fortaleza de rechazar esas situaciones y haga el esfuerzo por no repetir las mismas andanzas. Máxime cuando está rodeado de personas, que consideran normal a esas familias contaminadoras socialmente de su situación, pues esas familias se encargan continuamente y con muchos subterfugios, de pregonar a sus hijos, descendientes, familiares y amigos que su situación familiar irregular, es normal en los tiempos actuales.

 

Los padres tienen que enseñar a sus hijos con su ejemplo y con sus palabras, la belleza de una familia bien unida, las ventajas de mantenerse unidos y los inconvenientes, en el caso que esa familia se destruya, y a sentir un sano y enorme orgullo por ser miembros de la familia y de los ancestros a la que pertenecen.

 

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La virtud de la vergüenza explicada a los hijos

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 La virtud de la vergüenza explicada a los hijos

 

1,661 Palabras. Tiempo de lectura 6:00 minutos

 

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¿Puede ser la vergüenza virtud, freno o maldad?

 

Es virtud cuando se siente dolor, arrepentimiento o incomodidad por las cosas malas realizadas y sirve para evitar volverlas a hacer.

 

Es freno para no hacer lo que en principio se considera que está fuera de la moral y buenas costumbres.

 

En ambos casos está relacionada y es una parte muy importante de la pureza, el recato, la modestia, la honestidad, el pudor, el decoro, la honradez, la decencia, la dignidad, la humildad, el escrúpulo, etc. Si las personas no tienen inculcadas desde niños la virtud de la vergüenza, difícilmente podrán practicar otras virtudes, como las mencionadas anteriormente, tendrán la conciencia tan endurecida que todas las cosas les parecerán normales y realizables en beneficio propio. También la vergüenza se produce por no poder enfrentarse a la conciencia personal, sabiendo que Dios y muchas veces los hombres son testigos de nuestras buenas y malas acciones.

 

Hay santas desvergüenzas, como la de practicar la religión externamente sin importar “el qué dirán”. No tener vergüenza de ser honrado, inculto o ignorante en determinadas áreas o tener discapacidades involuntarias. Los pobres vergonzantes son los que les da vergüenza ser pobres o sentirse inferiores, debido a que anteriormente habían sido ricos y todavía no saben o no aceptan llevar esa situación con valentía y la cabeza bien alta.

 

Es maldad, falta, culpa o hasta vicio, cuando proviene de sentirse superiores a otros o de no arrepentirse de situaciones pasadas que ahora abochornan. Es una falta muy grave de caridad, por ejemplo avergonzarse de familiares o amigos más pobres, incultos o socialmente inferiores. Es muy peligroso para la moral de las personas cuando se pierde la vergüenza ante las cosas mal hechas, porque se ha abotargado la conciencia y ya no distingue la maldad de la bondad, entonces empieza un problema de descontrol de las acciones malas, pues la vergüenza es una de las primeras banderas rojas que indican la incorrección de lo que estamos haciendo o vamos a hacer.

 

Los padres no deben avergonzarse de decir las verdades a los hijos por muy duras que sean, ni dudar en pedir ayuda a los hijos cuando tengan necesidad o crean conveniente hacerlo. A los hijos, tampoco tienen que darles vergüenza pedir ayuda a los padres o a los maestros, policías, sacerdotes, pastores, rabinos, imanes, etc. siempre ven más cuatro ojos que dos.

 

Los padres no deben avergonzarse cuando sale a relucir la mala educación que han dado a sus hijos menores de edad, ni de la mala imagen que presenten relacionada con sus peinados, ropas, actitudes, gestos, malos amigos, atrasos en los estudios, desconexión familiar, etc. Ellos son los que con su desidia y falta de interés en la educación de las virtudes y valores humanos de sus hijos han propiciado esas actitudes. No pueden quejarse porque la vida les haya pasado la factura, haberlo pensado antes. Lo que deben hacer es corregir esas actitudes para no sentir lo que se llama vergüenza ajena. Esta situación de vergüenza de los padres se suele dar cuando los padres tienen o quieren llevar a sus hijos a reuniones familiares, escolares o sociales porque saben que el comportamiento de sus hijos va a ser muy malo y éllos se van a avergonzar.

 

Los padres no tienen porqué pensar que sus hijos son unos sinvergüenzas, basta con que consideren que simplemente son unos maleducados porque no han sido educados ni por los padres, ni por los maestros, ni por la sociedad, incluso no les han inculcado un adecuado y suficiente sentido del ridículo y de la vergüenza.

 

Los padres deben enseñar a los hijos desde que son muy pequeños a practicar la virtud de la vergüenza. A que tengan vergüenza por las cosas que han hecho mal y a que distingan la vergüenza como falta. Si los hijos no sienten vergüenza por las incorrecciones o por las omisiones cometidas, seguramente las posibilidades de arrepentimiento y petición de perdón serán menores o incluso no existirán. Si a un niño no le da vergüenza haber pegado a un hermano o a otro niño más pequeño, débil, indefenso o haberse portado mal, cuando llegue a mayor no le dará vergüenza nada y se convertirá en lo que comúnmente se llama un sinvergüenza. Palabra muy dura que expresa la falta conciencia hacia las cosas mal hechas u omitidas y es sinónimo de pícaro y bribón, propio de las personas que con desfachatez cometen actos ilegales o inmorales en provecho propio o ajeno.

 

Los padres tienen que tener mucho cuidado si por sentirse bien cuentan cosas que han hecho mal, ya que casi siempre esos testimonios sirven de mal ejemplo y escándalo a los hijos que los escuchan. Algunos padres confunden la jactancia que les produce el contar su vida pasada con la vergüenza que tendrían que tener para contarla y así poder evitar el deshonor. Todo el mundo tiene derecho y obligación de mantener su fama. Hay una moda muy extendida de decir a las personas que han llevado una vida disoluta que no tengan vergüenza en contarla dando testimonio de las maldades que han hecho, pues servirá como ejemplo para que otros mejoren. La mayoría de las veces solo sirve para que los instigadores de esos testimonios se sientan bien, y los que han pasado la vergüenza de contar sus atormentadas vidas se queden marcados, ellos y sus familias, teniendo que soportar la malévola interpretación de cada uno de los oyentes.

 

Los padres deben estar muy atentos cuando ven que sus hijos sienten vergüenza por relacionarse con otros niños, y tienen que analizarlo muy bien para poner remedio a esa situación, por si esa vergüenza o miedo a relacionarse fuera timidez, baja autoestima o desconfianza en si mismo, inseguridad o falta el conocimiento. Deben tener el criterio para enseñarles quien es y donde está y el porque no debería tener vergüenza en relacionarse con otros niños o familiares.

 

Los hijos nunca deben avergonzarse de sus padres o familiares porque tengan diferentes situaciones económicas, culturales, sociales o físicas. La mayoría de las veces esas diferencias suelen provenir por los sacrificios que han hecho los padres para sacar adelante a los hijos, perjudicándose éllos en su calidad de vida y en no haber prosperado. En los casos en que la vergüenza de los hijos provenga de la mala vida llevada voluntariamente por los padres, deberán poner todos los medios a su alcance para que los padres rectifiquen su comportamiento. Los hijos podrán tener compasión de sus progenitores, pero no vergüenza ni rechazo.

 

Si los hijos ven que a los padres no les da vergüenza portarse mal familiar o públicamente, hablando mal de otras personas o grupos sociales diferentes, o haciendo cosas indebidas que sirven de escándalo para la familia y para la sociedad, seguramente no percibirán en sus mentes la vergüenza como falta.

 

Definición de la vergüenza:

 

La vergüenza es una turbación del ánimo, un temor o un deseo de rehuir algo, ocasionada por alguna acción u omisión cometida o deseada, propia o ajena, que sea mala, deshonrosa o humillante. La vergüenza también se siente por lo que otros hacen o dicen.

 

La vergüenza expresada a través del cuerpo puede llegar a encender el color del rostro. Más vale ponerse un día rojo de vergüenza, que pasarse la vida colorado por haber mentido delante de de los hijos.

La vergüenza también pueden producirla terceros cuando los castigos son realizados públicamente, máxime si son injustificados.

 

El pundonor de las personas permite mantener en gran estima la virtud de la vergüenza para no manchar la propia honra y evitar el deshonor.   

 

La vergüenza está relacionada con: Timidez, miedo, cobardía, temor, escándalo, bochorno, arrepentimiento, infamia, indecencia, obscenidad, inmoralidad, afrenta, humillación, deshonra, pundonor, orgullo, atrevimiento, cinismo, fama, prestigio, moralidad.

 

La vergüenza es el miedo a hacer algo culpable, torpe, humillante, vituperable y oprobioso, incluso para no caer en la deshonra de haberlo hecho. Por eso experimentar situaciones de vergüenza como virtud, evita caer en otras cosas malas que posteriormente producirán también vergüenza por haberlas hecho.

 

Lo contrario de la vergüenza como maldad es: Jactancia, presunción, vanidad, petulancia, pedantería, inmodestia, engreimiento, suficiencia, orgullo, soberbia,  altanería, arrogancia, vanagloria, ostentación, alarde, postín, baladronada, sencillez, etc.

La vergüenza que coincida con la virtud es compañera y amiga de la tranquilidad del alma, e implica un acto voluntario y electivo, que se puede ir convirtiendo en costumbre, hábito y posterior virtud, si está relacionado con la educación en las virtudes y valores humanos.

 

14 sentencias sobre la vergüenza

 

  1. Aunque avergüence decirlo, sólo pensamos en la virtud cuando no tenemos otra cosa que hacer.
  2. El que no tiene conciencia o no la cultiva, no tiene vergüenza
  3. La desvergüenza nunca queda satisfecha si está bien educada
  4. La vergüenza por “el que dirán” que casi siempre se queda en ”lo que no han dicho”
  5. La virtud de la vergüenza afina la conciencia y evita caer en problemas
  6. La virtud de la vergüenza enseña a reconsiderar las cosas propias.
  7. No es vergonzoso cambiar de opinión, es vergonzoso cambiar de opinión por interés
  8. No hay nada que irrite de forma tan aguda ni huela más amargo que la vergüenza.
  9. No me da vergüenza confesar que soy ignorante de lo que no sé. Nada más se que no se nada.
  10. No permitas que se te caiga la cara de vergüenza
  11. Sentir vergüenza ajena ante los hechos de otras personas
  12. Si te da vergüenza lograr lo que quieres, revisa tu actitud.
  13. Todas las vergüenzas son detestable, excepto las que ennoblecen y estimulan a las personas.
  14. Vergüenza torera por no haber tenido la valentía de hacer lo acordado.

 

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El divorcio y los hijos. Obligaciones de los padres

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El divorcio y los hijos. Obligaciones de los padres

 

1,210 Palabras. Tiempo de lectura 4:25 minutos

 

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Los divorcios están regulados en todos o casi todos los detalles, por las leyes civiles y las sentencias emitidas por los jueces, negociadas previamente con los abogados de ambas partes. Esas sentencias definitivas son las “lágrimas del matrimonio”. Suelen ser muchas páginas, que regulan las relaciones entre los esposos y las de cada uno de ellos, con sus hijos. Algunas veces son reflejo de los acuerdos prematrimoniales. Los padres tienen que referirse continuamente a esas páginas, en cada uno de los pasos que dan o quieran dar, relacionados con sus hijos, para evitar tener problemas con la justicia, el anterior cónyuge o con los hijos. La capacidad de decisión de los padres, se queda limitada a lo que está escrito.

 

Cuando hay un divorcio o una separación todos sufren, los padres y los hijos. Muchas veces ese sufrimiento se incrementa, porque los padres no han sabido o no han querido dejar muy claras, escritas y habladas, las obligaciones y derechos de todas las partes implicadas. Por eso cuando llegan las situaciones, a las que previamente no se les han encontrado previsibles y correctas soluciones, se producen unas tensiones que agravan la ya de por si, frágiles y mutuas relaciones entre los padres entre si y con los hijos.

 

La colaboración entre los padres hace disminuir enormemente los conflictos. Si no hay colaboración, para cumplir con lo escrito o hablado, tienen que recurrir nuevamente ante el juez, para que vuelvan a realizar otra sentencia, alegando que han cambiado las condiciones, entre los padres o entre los hijos y los padres. Esto originará, gastos, demoras y sufrimientos principalmente para los hijos.

 

Nadie mejor que los padres, con sentido común y ganas de colaboración, para llegar a acuerdos entre ellos, en lugar de que tengan que acatar, los que les impongan los jueces, sobre todo cuando la custodia es compartida por ambos padres, a tiempos parciales y en lugares diferentes.

 

Los padres tienen que tener siempre presente que su responsabilidad familiar, aunque se hayan divorciado, es que los hijos crezcan educados con amor, comprensión, salud, buena alimentación, inmejorables estudios para su futuro profesional e instruidos en las virtudes y valores humanos.

 

Algunas de las obligaciones y derechos, que tienen que estar bien definidas, consensuadas y escritas en el documento del divorcio o en el que se haga con los abogados, para evitar o disminuir las discusiones, entre padres alterados entre si, o manejados por los hijos y parientes, teniendo en cuenta que las decisiones, tienen que proteger a los más débiles, que en estos casos, siempre son los hijos. Si alguna obligación o derecho no esta especificada, tiene que solicitar al juez que la apruebe, para evitar que alguna de las partes, se meta en problemas. Hay organizaciones sociales gratuitas y abogados especializados, que con su experiencia pueden ayudar a preparar, todos los documentos necesarios, para que los problemas futuros sean eliminados o disminuidos. Nunca tramite un divorcio sin poner mucho hincapié en dejar bien atadas, todas las posibles relaciones con sus hijos.

 

15 Condiciones que deben definirse claramente en los divorcios, cuando hay hijos menores:

 

  1. Determinar claramente cual es la residencia familiar adjudicada, evitando las frases ambiguas. Para que no sea una residencia tan lejana, que complique o impida las visitas acordadas, al no especificar si es la habitual o puede ser residencias por motivos de trabajo, vacaciones, etc. impidiendo así las relaciones normales con los hijos.
  2. Lugares, días y horarios de recogida, entrega o visita acordados, incluyendo las máximas facilidades y tolerancias, para poder cumplir con ellos, con definiciones prácticas de alternativas, para cuando surjan impedimentos graves, que no permiten cumplir con lo acordado, en cuanto a tenencia, recogida, entrega o visita de los hijos.
  3. Tiempos y lugares de las vacaciones escolares y días festivos y formas para pedir permiso, en el caso de que quieran salir del país para vacaciones o visitas a familiares.
  4. Edad a la que ya puedan quedarse solos en la casa y edad mínima, que tiene que tener el que se quede a cuidarlos.
  5. Edad a la que pueden cuidar a otros hermanos más pequeños y estos, que edad mínima o máxima tienen que tener.
  6. A qué edad pueden salir con los amigos y a donde o bajo qué supervisión.
  7. Quién autoriza a que se hagan operaciones o tratamientos, no necesarios como la cirugía estética.
  8. Quién decide sobre las medidas importantes u obligaciones, que les atañerán para toda la vida o durante periodos largos te tiempo, como la calidad e intensidad de los estudios, los deportes, las amistades, las lecturas, películas, etc.
  9. Cuánto y cómo se puede gastar cada uno de los padres, en obsequios con los hijos, para evitar la desmedida generosidad o tacañería, evitando la compra de las voluntades por medio de los regalos, para que prefieran la convivencia con el que más obsequios les haga.
  10. Cuál debe ser la relación familiar, con las nuevas parejas sentimentales o civiles de cada uno de los padres, si es que las hubiera, para que ese mensaje de convivencia civil, lo entiendan de forma que no les interfiera, con la educación sobre la indisolubilidad de matrimonio, que una de las partes les esta enseñando y demostrando con el ejemplo. Sin olvidar que es un escándalo, que se presenta como algo muy normal.
  11. Cuál es la cifra que deben pasar los padres para la alimentación, vestido, estudios, medicinas, etc. de los hijos, cuando exista la posibilidad real de cantidades superiores, que evitarían el que los hijos sufran carencias vitales, aunque la pensión económica sea exclusivamente la que el juez ha determinado.
  12. Establecer expresamente los tiempos y cantidades de las mayores y mejores posibilidades de comunicación, de los hijos con los padres, personalmente y a través de los medios de comunicación del teléfono, Internet, cartas, etc. con independencia de los días, horarios y condiciones que el juez haya determinado, intentando disminuir el sentimiento de separación que los padres han producido a los hijos.
  13. Prohibir expresamente que ninguno de la familia hable mal de los otros, estén presentes o ausentes, procurando en todo momento, que los vínculos de los hijos con los respectivos padres y hermanos, sean lo más saludable posible
  14. Intentar que todos los acuerdos se tomen en beneficios de la buena educación de los hijos, procurando que haya una actitud de olvido de rencores entre los padres, y una clara decisión de relación cordial para respaldarse mutuamente, evitando así que los hijos aprovechen las diferencias entre los padres, para tomar actitudes que les perjudicaran a plazo corto o largo.
  15. Llegar a un acuerdo relacionado con el nivel de autoridad, disciplina, premios y castigos que cada uno debe tener con los hijos.

 

Agradeceré si me escriben con otros puntos especiales que consideren convenientes, con el fin de que los padres divorciados o los que se van a divorciar, puedan tenerlos en consideración para el beneficio de sus hijos.

 

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El trabajo como virtud y valor humano, explicado a los hijos

ESCUELA PARA PADRES

 

El trabajo como virtud y valor humano, explicado a los hijos

 

1,741 Palabras. Tiempo de lectura 6:20 minutos

 

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El trabajo desde la educación familiar

 

Los padres tienen que ir enseñando a los hijos desde muy pequeños, a realizar y comprender las virtudes y valores humanos del trabajo, preparándoles para el futuro, cuando tengan que trabajar en los estudios, en la empresa o en la sociedad. Pueden empezar mandándoles pequeñas actividades y responsabilidades, dentro de la casa, para que se vayan acostumbrando a obedecer y a sentir la satisfacción del trabajo, bien hecho. Así cuando llegue la hora de realizar el trabajo profesionalmente, tendrán ya la costumbre convertida en hábito y posteriormente en virtud y sabrán organizar y administrar el tiempo, para poder hacer lo que sea necesario, sin poner pretextos para no hacer el trabajo que les corresponda.

 

El verdadero trabajo de los hijos dentro de la familia es estudiar, ayudar a los padres y a sus hermanos, también ayudar a los familiares y amigos. Deben esforzarse en prepararse muy bien para el futuro, aprovechando todos los medios a su alcance, procurando siempre recorrer una milla de más, en las obligaciones. El trabajo del estudiante es estudiar, hacer lo que les manden sin tratar de esquivarlo o buscando disculpas, incluyendo las tareas para después de la escuela.

 

El trabajo desde la sociedad

 

Es el resultado de la actividad humana y puede, no ser una ocupación retribuida por terceros. El trabajo es el eje en torno al cual, gira la organización y el progreso de la humanidad y ofrece a cada hombre, la oportunidad de crecer, desarrollar todas sus capacidades congénitas, realizarse como persona y ser cada día, plenamente adulto, ahondando en los principales campos de la formación integral, material, intelectual, humano y espiritual. No sólo expresa la dignidad del hombre, sino que la aumenta, hace la vida humana, más humana. El hombre que trabaja, asegura el futuro de aquellos que vendrán después.

 

Cuando no hay trabajo disponible o hay despidos, surge un problema muy grave, pues estas situaciones son el origen del descontento, hundimiento y frustración de muchas familias. Toda persona tiene derecho a tener un trabajo, en condiciones dignas, a poder ser libre para elegirlo y a la protección social del desempleo.

 

El trabajo desde la religión

 

El trabajo también es un medio para santificar la vida, es una de las principales actividades humanas, sociales y religiosas, además de uno de los factores de la producción. Lo contrario del trabajo es el ocio, ya que el descanso no es no hacer nada, es distraerse en actividades que exigen menos esfuerzo. No basta trabajar, hay que trabajar bien, a conciencia, con seriedad y compromiso, poniendo empeño en lo que se hace, aceptando los fracasos y aprendiendo a vivir las virtudes y valores humanos de la paciencia y la caridad, en su ocupación diaria. Trabajar bien, significa ante todo, la actividad de trabajar, no al resultado del trabajo. También existe la gozosa inactividad del descanso merecido y necesario.

 

Se puede y debe trabajar bien, aunque el resultado no sea bueno, ya sea por una equivocación involuntaria o por causas que no dependen de uno mismo. Hay que tratar de superar las contrariedades, en vez de rebelarse contra ellas. El trabajo debe estar bien realizado, a conciencia, con la mejor perfección humana posible, con sentido de responsabilidad, con amor y perseverancia, sin abandonos ni ligerezas, con empeño y constancia, con rigor, con calidad humana y poniendo todo el esfuerzo necesario. En el trabajo deben tenerse en cuenta, el buen cumplimiento de todas las obligaciones familiares, profesionales, religiosas y sociales, sacando provecho a los talentos que cada uno ha recibido.

 

El valor humano del trabajo, no consiste en hacer cosas cada día más difíciles, sino hacerlas cada día mejor. Dios no acepta el trabajo mal hecho ni defectuoso, la sociedad tampoco. Para hacer bien el trabajo, hay que poner en práctica las virtudes y valores humanos, los cuales forman un entramado en el que los hilos, se refuerzan entre sí y se funden en uno solo. Los principales son: El optimismo, el orden, la alegría, la caridad, la constancia, la diligencia, la fortaleza, la humildad, la justicia, la laboriosidad, la lealtad, la magnanimidad, la mansedumbre, la perseverancia, la prudencia, la reciedumbre, la serenidad, la templanza y todas las demás virtudes relacionadas.

 

Sin la fe, la esperanza y la caridad, el esfuerzo humano no basta, para hacer bien el trabajo, porque su falta se manifiesta antes o después, en la quiebra de éstas: en injusticia, en odio, en ira, en envidia, pues el secreto para realizar cada día mejor el trabajo, es la atención a los detalles y a las cosas pequeñas, para poderles dar un remate de perfección.

 

Hay que luchar  con las  dificultades naturales de cada situación, sin dejarse vencer nunca por el agobio, la comodidad, el egoísmo y la pereza, que es el vicio capital contra el trabajo y madre de todos los vicios. Una de sus formas más corriente, es la tardanza y dejación del cumplimiento de las obligaciones, dejando al margen de la moral cristiana, con faltas de justicia, de veracidad, de honradez.

 

El trabajo no se debe afrontar, como cualquier cosa que hay que realizar. Hay que hacerlo cómo y cuándo se debe, apetezca o no. No consiste sólo en trabajar mucho, porque no hay que olvidar que, a fuerza de descuidar detalles, pueden hacerse compatible el trabajar sin descanso y vivir como un cómodo egoísta.

 

El que es buen trabajador es diligente y no precipitado. Aprovecha el tiempo, que no sólo es oro, sino que hace lo que debe y está en lo que hace, no por rutina, ni por ocupar las horas, sino como fruto de una reflexión atenta y ponderada. Nunca se debe aplazar lo que cuesta hacer, ni dar prioridad a las cosas que gusten más o exijan menos esfuerzo. No se debe dejar el trabajo para mañana, si se puede hacer hoy. No debe dejarse llevar por la falsa excusa de la comodidad, conformándose con lo que basta hacer, para salir del paso, dejándonos arrastrar por razonadas sinrazones, para estar mano sobre mano. Después no debe extrañarnos, si nos llaman vagos, informales, frívolos, desordenados, perezosos, inútiles, etc.

 

La virtud y valor humano del trabajo, puede perderse si se descuida la atención al detalle o a las cosas que no le gustan al que lo hace, como la puntualidad al comenzar y terminar el trabajo, la atención a la familia, el abandono de las obligaciones religiosas, sociales o económicas. No basta querer hacerlo bien, sino que hay que saber hacerlo bien, ya que siempre requiere preparación, competencia, no sólo técnica, sino moral, humana y religiosa. No basta la «buena voluntad» o la rectitud de intención, para ser un buen médico o una buena ama de casa, sino que se requiere, conocimientos mejorados continuamente y poseer y aprender a practicar, las virtudes y valores humanos, para desarrollarlos con sinceridad, veracidad, ecuanimidad, serenidad y paciencia, porque obras son amores y no buenas razones.

 

El perfeccionismo mal entendido en el trabajo, es una deformación de las virtudes y valores humanos. Es lo contrario a la perfección, pues revela un amor propio inapropiado, una ignorancia de las propias limitaciones, una auto complacencia vana y una falta de realismo y humildad. El sentido común indica, que casi siempre lo mejor es enemigo de lo bueno, porque el perfeccionismo puede llegar a descuidar otras exigencias del trabajo bien hecho, como acabarlo en el plazo, calidad y precio conveniente. Los trabajos continuos y repetitivos, no debemos considerarlos como monótonos. Tenemos que descubrir una nueva dimensión, en esas tareas relacionándolas con los deberes que hay que cumplir y los servicios que hay que prestar.

 

Un tutor de vida con experiencia, puede ser una parte muy importante, para hacer bien el trabajo, ya que puede ofrecer muchos consejos certeros. Pero para aceptarlos, se requiere mucha humildad y sencillez, incluso para admitir las propias limitaciones y para dejarse ayudar, evitando la suficiencia, la presunción y la vanidad. Pero hay que estar abiertos a recibir formación, dentro de la familia, por los amigos o por los expertos, sabiendo aprovechar las observaciones de quienes nos quieren y rodean. El trabajo bien hecho, no es un ídolo al que hay que adorar. No es un fin en la vida, que pone en el triunfo la propia complacencia. El trabajo tiene una dimensión y esencia religiosa, que tenemos que descubrirla trabajando con inteligencia, esfuerzo, orden y alegría. No se debe vivir para trabajar, sino trabajar para vivir. Hay que colocar en su sitio los deberes profesionales, pues son los medios para llegar a unos fines, nunca pueden tomarse como lo fundamental de esta vida.

 

17 Sentencias sobre el trabajo

 

  1. Cuando contratas gente más lista que tú, demuestras ser más listo que éllos.
  2. Cuando la meta es importante, los obstáculos se vuelven pequeños.
  3. Dichoso el que tiene una profesión, que coincide con su afición.
  4. El arte de dirigir consiste en saber, cuando se debe abandonar la batuta, para no molestar a la orquesta.
  5. El genio comienza las grandes obras, pero sólo el trabajo las acaba.
  6. El modo de dar una vez en el clavo, es dar cien veces en la herradura. 
  7. El trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer.
  8. En ninguna parte está, el que en todas está.
  9. Hay personas que trabajan, como si fueran a vivir eternamente.
  10. La buena gestión consiste en mostrar a la gente normal, cómo se hace el trabajo de gente superior.
  11. La buena suerte no es casual; es producto del trabajo.
  12. La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando.
  13. El tiempo es oro tanto en el trabajo, como en el ocio.
  14. Mira si será malo el trabajo, que deben pagarte para que lo hagas.
  15. No se llega a campeón sin sudar.
  16. Siempre que te pregunten si puedes hacer un trabajo, contesta que sí y ponte enseguida a aprender como se hace.
  17. No dejes para mañana el trabajo, que puedas hacer hoy.

 

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Los objetivos de esta escuela virtual son: Educar a los padres para que con su ejemplo y conocimientos de las virtudes y valores humanos puedan educar a sus hijos. Enseñar como educar a los hijos. Que los padres aprendan a vivir un armonioso, fecundo y largo matrimonio. Tender un puente entre la educación familiar y la Fe.

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