ESCUELA PARA PADRES – Mi Cumbre

Queridos Cumbreros:

Seguramente conoceréis que hay una señora mexicana que junto a su hijo de unos siete años, en Chicago se ha encerrado en una iglesia Metodista por que le han comunicado los de inmigración que la van deportar a su país de origen ya que tiene cuentas pendientes inmigratorias con la justicia americana. Ha encontrado en la Iglesia Metodista un Santuario para sus problemas, aunque el día menos pensado los de inmigración entren a la fuerza en la iglesia y se la lleven para deportarla. Los detalles de su encierro y las cuentas pendientes con la justicia seguramente ya las conoceréis.

Es uno hecho muy discutido, a favor y en contra, por los sentimientos que produce lo que unos llaman injusticia y otros llaman incumplimiento de leyes americanas, justas o injustas.

Este tema lo discutí con un Cumbrero muy radical a favor del servicio de inmigración. No es el caso analizar quien tiene razón pues hay muchos comentarios en ambas posturas.

Este caso me ha llevado a reflexionar en el papel que podrían jugar las Iglesias de todas las denominaciones en la forma de encontrar una solución al grave problema de la inmigración, ya que en USA hay unos doce millones de indocumentados y ciento ochenta millones de emigrantes en el resto del mundo.

A la vista de esa discusión he preparado esta nota que me gustaría le echaríais un vistazo por si con vuestra sana intención podéis ofrecerme algún comentario. El tema de los emigrantes, transeúntes e inmigrantes es mucho mas amplio, pues esa mesa tiene muchas patas que las iré desarrollando.

La regularización de los inmigrantes que ahora tiene un concepto político, empresarial y social, solamente podrá entrar en vías de solución cuando las Iglesias, todas o las mas importantes, hagan suyo a nivel nacional y a nivel mundial este grave problema de la sociedad.

Hasta ahora los políticos y los empresarios son los que obtienen los beneficios de la inmigración de indocumentados, pues unos se aprovechan de élla para asustar a los votantes, presentándoles como los nuevos enemigos de la nación y los empresarios aprovechando su mano de obra barata, sumisa y temerosa de hacer reclamaciones.

La sociedad civil es manejada por los medios de comunicación y se deja llevar por lo que les convenga decir a los políticos y a los empresarios.

Es cierto que también hay sanciones para los empresarios que contratan a indocumentados, pero esas sanciones nunca se llegan a imponer y cuando lo hacen son muy livianas. Las empresas ya tienen buenos abogados para saberse defender de los empleados públicos, además hacen fuertes donativos a los partidos políticos y a los funcionarios públicos para que no haya leyes contra las empresas y que las que haya no se apliquen al pie de la letra.

Las Iglesias deben convencer a sus feligreses que los inmigrantes no son criminales, que son hermanos necesitados y que todos tenemos la sagrada obligación de ayudar a nuestro prójimo, máxime cuando nos están pidiendo lo que nos sobra o lo que ya no queremos. En el Evangelio, Jesucristo condenó al infierno al rico Epulón por que no quiso dar a los hambrientos las sobras de su comida. Las Sagradas escrituras están llenas de ejemplos y de indicaciones de que debemos ayudar a los inmigrantes, pues todos lo fuimos, empezando por Nuestro Señor Jesucristo y pasando por todos los antepasados de los actuales habitantes de este país que vinieron de otros países y aquí se asentaron.

Cuando las Iglesias hayan convencido a los feligreses de ayudar a los prójimos y que todas las cosas que les cuentan los políticos y los empresarios son mentiras o medias verdades, entonces habrá un movimiento social para poner unas normas de convivencia con los inmigrantes que permitirá vivir en paz con las conciencias.

Las iglesias son o pueden ser constructoras de paz social interna e internacional. No son las iglesias las que causan violencia e injusticia sino la gente que se proclama creyente de una u otra fe y que no cumple nada mas que con los mandatos que le gusta cumplir, pero lo de amar y ayudar al prójimo lo deja para otros. En muchas ocasiones se ampara en que cumple con la ley aunque ésta sea injusta, como las leyes que promulgaron los nazis para matar a los judíos.

Las Iglesias deben ser constructoras de paz si luchan contra la injusticia económica, social y política, el deterioro del medioambiente y las violaciones de los derechos humanos. Allí están presentes y acentuados los problemas de los inmigrantes. Que las Iglesias se embarquen en una gran cruzada global contra la pobreza que es una de las principales causas de las emigraciones y de la esclavitud de los inmigrantes en los países de destino. Las Iglesias deberían recodarles a los políticos que la pobreza está reñida con la hermandad de los que creen y rezan a Dios.

Las Iglesias deberían situarse a la vanguardia del rescate de la dignidad humana de los inmigrantes. Deberían promover la resistencia cultural, política y espiritual contra los inmigrantes, denunciando proféticamente a los responsables de dominaciones y del dolor que afecta a la Humanidad. Tienen que ponerse en pie de paz y ayudar a caminar hacia horizontes de vida.

Si son auténticas Iglesias, deben ser instrumentos de paz, porque ayudan a la gente a conquistar la “paz interior y exterior”, cuando luchan por el amor, la concordia y el desarrollo.

Una paz a la que sólo podrán contribuir las Iglesias, si renuncian a sus postulados fundamentalistas y a la excesiva vinculación con el poder político y empresarial. Lo que pasa es que, históricamente, han sido utilizadas para abusar. La religión en manos de personas sin escrúpulos puede convertirse en un instrumento para pisotear los derechos humanos de los inmigrantes.

Cada uno de nosotros deberíamos ir a las Iglesias que conozcamos para persuadir a sus dirigentes que deben dar un cambio de rumbo a la desidia e ignorancia con la que tratan el grave problema de los inmigrantes.

Un abrazo.

Francisco