Archivo de julio 2011

Pagar o no pagar la universidad a los hijos

ESCUELA PARA PADRES

Pagar o no pagar la universidad a los hijos.

  • 28 Preguntas que los hijos deben hacerse, antes de pensar en la posibilidad de que los padres les paguen o avalen, los costos de los estudios universitarios.
  • 21 Preguntas que los padres deben hacerse, antes de pensar en la posibilidad de pagar o avalar a los hijos, los costos de los estudios universitarios.
  • Principales virtudes y valores humanos, que los hijos deben tener bien asentadas, antes de ir a la universidad y tener éxito.
  • 15 Conclusiones: Si pueden, denles ahora una oportunidad 

3,732 Palabras Tiempo de lectura 14:00 minutos 

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No sigan leyendo si son padres millonarios y no les importa invertir o no en la educación universitaria de los hijos, para no tener que continuar criándolos en la casa, sin hacer nada, molestando y que al final se conviertan en hijos NiNi.

No lo lean si la universidad es gratis o casi gratis.

Tampoco lo lean si ya los hijos han conseguido becas o préstamos personales, que cubran todos sus gastos universitarios.

Pero léalo con mucho detenimiento, si son Vds. los que van a pagar los estudios universitarios de sus hijos o van a avalar los préstamos. 

Todos los padres quieren y deben dar, lo que más puedan a sus hijos, para que si es posible vivan mejor que ellos, pero “no pongan rama donde no se vende vino”, pues “donde no hay mata, no hay patata”. Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta. Muchos pasan por la universidad, pero la universidad no pasa por ellos. Está muy bien estudiar una carrera universitaria, mejor dos, pero si los hijos no están bien educados con el conocimiento y práctica de las virtudes y valores humanos, las probabilidades de su aprovechamiento son mínimas. 

Los padres no deben confundir sus deseos con la realidad. Es muy justo que los padres quieran que sus hijos sean más y mejor que ellos, y que lo que no pudieron hacer ellos, lo hagan los hijos. Analicen si lo que quieren es, presentarse ante la sociedad con los estudios universitarios de los hijos, como fuerte signo externo de riqueza y un elevado estatus social, sin importarles si la decisión de pagarles los estudios de la universidad, es poner dinero bueno, sobre causa mala. 

Aproximadamente el 50% de los alumnos que empiezan la universidad, la abandonan. Cada segmento de población tiene unas cifras diferentes, según la carrera elegida, la educación recibida en la práctica de las virtudes y valores humanos, las características familiares, la situación económica, si la universidad es pública o privada, etc. Unos la abandonan porque no están preparados para asumir la disciplina, orden y responsabilidad que suponen los estudios universitarios, otros por su incapacidad intelectual y muchos por la imposibilidad de seguirse pagando los estudios. Incluyendo que solamente ingresan a la universidad, principalmente, por falta de recursos económicos de los padres, el 40% de los que se gradúan del bachillerato. 

Los padres deben informarse muy bien, de cuales son las estadísticas de éxito y fracaso de los otros estudiantes, en esa misma universidad o en general. De los que los padres les pagan los estudios, de los reciben becas y por lo tanto casi siempre, tienen que tener un mínimo elevado de notas parciales y generales, de los que mantienen sus estudios con prestamos personales o con trabajos adicionales. Hay unas grandes diferencias, en los resultados académicos de cada uno de esos segmentos de estudiantes. 

No hay padres ignorantes, sino desinteresados en aprender. Los padres tienen que tener más cultura del medio universitario, es su obligación, en el caso de que quieran pagar la universidad de sus hijos. De antemano, deben conocer muy bien, todos los datos relacionados con la carrera y la universidad elegida. No pueden asumir que los hijos, saben más de la vida universitaria y de las consecuencias positivas y negativas, de su elección. 

Si ya tienen hijos en la universidad, les paguen o no los estudios, o si tienen hijos en edad de irse preparando, para unos posibles estudios en la universidad, cerca o lejos de la casa, deben contestar con mucha calma, serenidad y veracidad las siguientes 10 preguntas. Primero contestarlas entre los cónyuges y posteriormente, con el hijo que le concierne y con los otros hermanos, si es que los hubiera. Los hijos, con mucha antelación a la decisión de pedir a los padres, que paguen la universidad, deben ir preparando las respuestas. 

Si las respuestas a las siguientes preguntas, no son muy satisfactorias, piénsenlo varias veces, antes de pagar los estudios universitarios de sus hijos. Pues una deficiente educación en las virtudes y valores humanos, aunque no sea culpa de ellos, hará muy difícil que consigan aprovechar el esfuerzo económico familiar. 

28 Preguntas que los hijos deben hacerse, antes de elegir los estudios universitarios y pensar en la posibilidad de que los padres se los paguen o avalen.  

  1. ¿Conozco hasta dónde tendrán que sacrificar mis padres, su calidad de vida, para pagarme los estudios universitarios?
  2. ¿Conozco que, si por pagarme los estudios, mis hermanos no van a poder acceder a la universidad?
  3. ¿Creo que es razonable que mis padres, se jueguen sus ahorros, que tenían destinados para su vejez?
  4. ¿Creo que mis padres, tienen la obligación de pagarme los estudios universitarios?
  5. ¿Creo que tengo el derecho, a que mis padres me paguen los estudios universitarios?
  6. ¿Creo que tengo la suficiente madurez, formación y práctica de las virtudes y valores humanos, como para proponer a mis padres, que me paguen los estudios universitarios?
  7. ¿Estoy dispuesto a asumir la responsabilidad de resarcir a mis padres, lo necesiten o no, el dinero y los esfuerzos que han depositado, en mi educación universitaria?
  8. ¿Estoy dispuesto a endeudarme con préstamos, para cubrir los costos de los estudios universitarios, si los padres no me pagaran los estudios universitarios?
  9. ¿Estoy dispuesto a estudiar y a trabajar a la vez, para no tener que pedir dinero a los padres?
  10. ¿Estoy dispuesto a hacer el esfuerzo necesario, para conseguir préstamos personales, que cubran todos los costos de los estudios universitarios, para que los padres no tengan que pagarlos?
  11. ¿Estoy dispuesto a resarcir a la sociedad, el dinero que haya recibido de becas universitarias?
  12. ¿Estoy dispuesto a vivir responsable, independiente y ordenadamente, en todos los conceptos de estudios, despegándose racionalmente de mis padres?
  13. ¿Estoy intentando asistir a una universidad, fuera del domicilio familiar, para conseguir la independencia familiar, a pesar del mayor costo económico que ello supone, y descartando otras alternativas de estudios, menos onerosas para mis padres?
  14. ¿He analizado el por qué quiero salir a estudiar a una universidad lejana, cuando en la ciudad o en sus cercanías, hay universidades de características iguales o similares y el costo total de los estudios, es muy inferior?
  15. ¿He analizado la calidad y resultados de la universidad, a la que quiero asistir, en función de otras más cercanas o lejanas y de diferentes costos?
  16. ¿He conseguido durante el bachiller, notas suficientemente altas, como para que me eliminen algunas asignaturas en la universidad y por lo tanto, me supongan un ahorro de tiempo y dinero?
  17. ¿He demostrado previamente, con las buenas calificaciones e inmejorable comportamiento, la solvencia moral imprescindible, para recibir el esfuerzo económico de mis padres, que supone el pago de los estudios universitarios?
  18. ¿He explorado la posibilidad de empezar los estudios, en una universidad o College cercano a la casa, para disminuir los costos de los dos primeros años?
  19. ¿He hecho un presupuesto, desplazado en los años que durarán los estudios, que comprenda todos los gastos inherentes, a la decisión de estudiar en la universidad, tales como: Costos universitarios, libros, vivienda, comida, viajes, ropa, automóvil, seguros de salud, gastos privados, etc.?
  20. ¿He medido la rentabilidad financiera, de los estudios que quiero hacer, en relación con el número de alumnos que empiezan y terminan, tiempo que tardan en encontrar el primer empleo profesional, ingresos reales de su primer trabajo, tendencia futura de ingresos, etc. o el ir a esa universidad, es otro capricho más?
  21. ¿He sido examinado por algún consejero escolar profesional, especializado e independiente de la escuela o colegio donde cursé los estudios o donde los voy a empezar, para certificar sobre mis capacidades reales, de realizar esos determinados estudios y vivir independientemente?
  22. ¿He solicitado todas las becas posibles y he hablado con mis padres, de los motivos de las negativas?
  23. ¿Qué sacrificios económicos y de vida personal, estoy dispuesto a hacer para compensar el esfuerzo de mis padres?
  24. ¿Sabré aprovechar positivamente la libertad, que se supone tendré, en administrar mi tiempo, dinero y talento?
  25. ¿Soy consciente de la enorme diferencia de salarios, que obtienen para toda la vida laboral, los que consiguen tener estudios universitarios terminados, en comparación con los que no terminan los estudios y la rentabilidad financiera, que supone la inversión económica?
  26. ¿Soy consciente de que la decisión de que mis padres me paguen los estudios universitarios, es en beneficio propio solamente, y puede ser en perjuicio de otros hermanos o familiares, que podrían tenerse que ponerse a trabajar, en vez de seguir estudiando, para pagarme los estudios o mantener la casa de los padres?
  27. ¿Soy consciente que una gran parte de los costos de la universidad pública, son pagados con los impuestos de todos los ciudadanos, incluso de los que no pueden estudiar, y por lo tanto, al empezar a trabajar, tengo la obligación moral de devolver esa parte a la sociedad?
  28. ¿Tengo actualmente trastornos de conducta como TDAH., bipolaridad o adicciones y la salud suficiente, para poder vivir independientemente, sabiendo que si tomo el riego de no cuidarme lo necesario, pudiera tener problemas futuros con los estudios y con la salud? 

El conocimiento universitario todavía es prácticamente el mejor activo financiero que puede tener una persona durante toda su vida. Los hijos deben tenerlo en cuenta al elegir, continuar y terminar los estudios universitarios. Sin olvidar que la seguridad en el puesto de trabajo se ha ido para siempre, pues ahora lo que predomina es la inestabilidad en el puesto de trabajo. El trabajo a tiempo completo, está disminuyendo en cantidad y calidad al ser sustituido por trabajo a tiempo parcial. Los empleos de tiempo completo con beneficios sociales, como fondos de pensiones pagados, seguros médicos, largas vacaciones, etc. son reliquias del pasado. Esos beneficios han dado paso a los trabajos de tiempo parcial, basados en empezar y finalizar proyectos específicos, pero sin beneficios sociales. Lo que se paga en cada momento al empleado, es lo que se vale en ese momento, por lo que no tengan muchas expectativas para el mañana profesional en la empresa. Se han terminado los signos de fidelidad, comodidad, ascensos y seguridad obtenidos por trabajar muchos años en la misma empresa. 

Los empleados tienen que reinventarse continuamente y cambiar su identidad profesional constantemente o autoexcluirse voluntariamente del progreso. Las generaciones actuales tienen y tendrán una media de entre 15 y 20 trabajos en su vida laboral. Nunca podrán comprarse una coraza contra los avatares del desempleo, pero profesionalmente puede y debe reinventarse continuamente, y eso casi siempre está en sus manos. Los futuros trabajos se pueden convertir en nuevas, satisfactorias y sustanciales carreras. Pero no se olviden que para cambiar la carrera o reinventarse, se necesita tener una buena base financiera que pueda cubrir un periodo de búsqueda y adaptación, saber olvidarse del estatus personal y del nivel social y tener una mente muy flexible ante el progreso y ante cada una de las circunstancias que se presenten. 

Los empleados tienen innovarse continuamente, con independencia de que hayan realizado estudios, universitarios o no, para poder adaptarse a la velocidad, circunstancias y trayectoria de los continuos y rápidos cambios tecnológicos. Máxime teniendo en cuenta la edad y el empuje de las nuevas generaciones que continuamente van accediendo al mercado laboral con otras formaciones y destrezas. Se tendrán que reinventar, no porque lo busquen los empleadores, es que lo tienen que hacer obligatoriamente para seguir subsistiendo. La innovación personal en estos días es digital y es más cuestión de actitud que de experiencia. No se va a ningún sitio haciéndose la victima. Los empleados tienen que amar el seguir aprendiendo continuamente o perder el barco de la calidad de vida.  

21 Preguntas que los padres deben hacerse, antes de pensar en la posibilidad de pagar o avalar a los hijos, los costos de los estudios universitarios.

  1. ¿Consideramos lógico, invertir $250,000 en la educación universitaria de un hijo, aunque no esté bien preparado para asumir esa deuda familiar a social? (Asistir a determinadas universidades, cuesta aproximadamente 50,000 dólares anuales. Los estudios, si todo va bien, duran cuatro o cinco años, es decir unos $250,000 Estas cifras deben adecuarlas a cada país y circunstancia). 
  2. ¿Estamos dispuestos a optar, por la falta de medios económico, que solamente uno de los hijos vaya a la universidad y los otros no, con independencia de que tengan los mismos derechos y capacidades?
  3. ¿Están de acuerdo o difieren con el presupuesto, de gastos anuales que ha calculado su hijo?
  4. ¿Están dispuestos a que si, para cubrir los gastos universitarios de un hijo, tienen que suprimir calidad de vida familiar, como es: Rescatar los seguros de vida o invalidez, cancelar el seguro de salud, cambiarse de domicilio, trabajar dos turnos, trabajar el cónyuge sacrificando la educación de los otros hermanos, etc.?
  5. ¿Están dispuestos los padres, en caso de mal aprovechamiento de los estudios, a decir «hasta aquí hemos llegado» y suprimir el envío de dinero?
  6. ¿Están enterados, de la demanda de la profesión que su hijo quiere estudiar y de los posibles ingresos salariales, al terminar esos estudios y en los siguientes años, así como del tiempo que transcurra, hasta encontrar el primer empleo profesional?
  7. ¿Están seguros que con la educación, dada a su hijo y la que ha demostrado con sus actos de responsabilidad, austeridad, orden en los tiempos de estudio y diversión, disciplina, moral, manejo de la libertad, concepto de la amistad, administración del dinero propio, etc. podrá terminar los estudios, en un plazo razonable?
  8. ¿Han estudiado y preguntad, sobre sus reales posibilidades de endeudamiento, para pagar los estudios de su hijo?
  9. ¿Han fijado los límites, hasta dónde están dispuestos a llegar, en relación con el comportamiento y rendimiento universitario?
  10. ¿Hemos evaluado la posibilidad de que si avalamos el préstamo universitario, del o de los hijos, pudiéramos tener que pagarlo, en el caso de que ellos no lo hagan, porque no pueden o porque no quieren?
  11. ¿Hemos evaluado y hablado con los hijos sobre el costo de la inversión en tiempo y económica, para empezar a ejercer la profesión elegida?
  12. ¿Hemos hecho un buen estudio de nuestros ahorros, inversiones, ingresos y gastos presentes y futuros, que nos permitan vivir normalmente y pagar los estudios universitarios, de uno o de todos los hijos?
  13. ¿Hemos valorado la elección, entre que nuestra familia tenga una buena calidad de vida, o pagar los estudios de los hijos?
  14. ¿Nos sentimos con la obligación moral, de pagar los estudios universitarios a los hijos, porque queremos que ellos sean como los padres o más?
  15. ¿Podremos mantener la calidad de vida de la familia restante, con lo que le quede después de pagar los estudios universitarios de los hijos?
  16. ¿Qué porcentaje de nuestros ingresos anuales, estamos dispuestos a dedicar, para el pago de los estudios universitarios de nuestros hijos?
  17. ¿Somos conscientes de que si los hijos, no terminan los estudios, debido a que los abandonan prematuramente, toda la inversión realizada en la universidad, tendrá muchas dificultades para recuperarla, el no tener futuros ingresos como profesionales?
  18. ¿Tenemos en consideración las condiciones intelectuales u otros conceptos, de cada uno de los hijos, para pagarles los estudios universitarios?
  19. ¿Tenemos planes de ahorro, con importes suficientes, destinados para fines educativos, de las patrocinados por los Estados, conocidos como: Planes 529 de Prepago, Planes 529 de Ahorro o cuentas IRA Educativas?
  20. ¿Vamos a exigir a los hijos que trabajen, mientras estudian, para que se paguen parte de sus estudios universitarios?
  21. ¿Vamos a pagar los estudios universitarios del o de los hijos, por mantener el estatus social, o porque verdaderamente los hijos se lo han merecido?

Los padres y los futuros estudiantes, creen que los costos de los estudios universitarios son una buena inversión financiera, personal y social, a corto y largo plazo. Pero cada vez es más insegura su rentabilidad financiera, pues cuando terminan de estudiar, determinadas profesiones y se ponen a buscar un trabajo adecuado y rentable, no lo encuentran hasta mucho tiempo después, con los sueldos que les permitan tener una buena calidad de vida, como profesionales y amortizar los créditos obtenidos. Es cierto que los estudios universitarios, de por si, no garantizan el éxito económico, social y personal en la vida, aunque ayudan muchísimo. Hay otros factores muy importantes, que hay que tener en cuenta, los cuales son materia de otros artículos. 

Dependiendo de las carreras que quieran estudiar, es muy posible que no les concedan préstamos universitarios, pues según las estadísticas y estudios de mercados salariales, los sueldos que obtendrán de algunos trabajos, ejerciendo lo aprendido, con el porcentaje del sueldo, dedicado a la amortización del préstamo, no llegará para cubrir los costos e intereses del préstamo. 

Cada día los costos de asistir a la universidad son más altos y siguen subiendo anualmente, en relación con los ingresos promedios familiares, incluso suben más deprisa que cualquier otro costo familiar, aunque una gran parte de esos costos, los paga el Estado con el dinero de los impuestos de todos, incluyendo el de los que nunca han ido, ni van a poder ir a la universidad. No es aceptable ni ética, ni moralmente, que alguien que recibe los beneficios de asistir a la universidad, se le olvide y no devuelva a la sociedad parte de la ayuda recibida. 

Principales virtudes y valores humanos, que los hijos deben tener bien asentadas, antes de ir a la universidad y tener éxito: 

Aceptación. Adaptabilidad. Amabilidad. Aprender. Austeridad. Autodisciplina. Bien común. Disciplina. Civismo. Conciencia. Conocimiento. Cortesía. Criterio. Desprendimiento. Dignidad. Disposición. Ecuanimidad. Educación. Ejemplo. Ética. Generosidad. Honradez. Igualdad. Integridad. Justicia. Lealtad. Magnanimidad. Moderación. Moral. Objetividad. Orden. Paciencia. Rectitud. Responsabilidad. Respeto. Sabiduría. Sinceridad. Solidaridad. Templanza. Tolerancia. Verdad.

Si el estudiante, los padres o el avalista, no hacen los pagos en el tiempo y forma acordada, su historial de crédito se echará a perder, iniciándose una rueda sin fin, de despropósitos, que siempre tiene un mal final, tanto en hipotecas, tarjetas de crédito, nuevos préstamos, solicitudes de empleo, alquileres, compras de automóviles, etc. Ambos tendrán que volver a seguir pidiendo prestado, o tratar de conseguir una hipoteca o que otros familiares o amigos les avalen los créditos. Esto hace que los estudiantes y sus padres, entren en un camino de peligrosidad financiera, debido a que el estudiante no encuentra un trabajo que de lo suficiente, para pagar el crédito y mantenerse, siendo los padres los responsables subsidiarios. 

15 Conclusiones: Si pueden, denles ahora una oportunidad

  1. Aunque no se lo merezcan
  2. Aunque se disfruta más lo que con esfuerzo se logra, que lo que llega regalado.
  3. Hagan el máximo sacrificio posible, para dar a los hijos una formación universitaria
  4. Invertir en conocimiento produce los mejores beneficios, pues el principal bien es el conocimiento y el peor mal la ignorancia.
  5. Nadie mejor que Vds. saben hasta dónde han educado a sus hijos.
  6. No confundan sus buenos deseos de amor paterno, con la realidad de lo que son sus hijos.
  7. No echen toda la culpa a sus hijos, de no estar bien preparados para asistir a la universidad, pues es posible que Vds. tengan una buena parte de esa culpa.
  8. No se olviden poner unos mínimos de comportamiento y de resultados medibles, para seguir ayudándoles. Que los hijos también tengan que sacrificarse, para que así sepan, lo que cuesta el esfuerzo de los padres.
  9. No se olviden que estamos en la sociedad del conocimiento y de la información. Es casi imposible prosperar en esta sociedad, si no se han realizados buenos estudios, pero para ello, los hijos tienen que estar muy bien formados previamente.
  10. Pero quien recibe lo que no merece, pocas veces lo agradece.
  11. Puede ser el momento de olvidarse de algunas cosas pasadas, e intentar que comiencen a circular por una nueva avenida de prosperidad.
  12. Que el ahorro familiar para los posibles gastos universitarios de los hijos, sea uno de los componentes del presupuesto anual de gastos familiar.
  13. Si consideran que sus hijos, todavía no están preparados anímica, intelectual o socialmente para asistir a la universidad, propóngales que esperen un año más preparándose y que les sirva de periodo de maduración.
  14. Si desean que sus hijos vayan a la universidad, estudien y se gradúen, empiece por educarles muy bien, desde que son pequeños y aunque no lo hayan hecho, pero quieren ayudarles háganlo ahora.
  15. Tengan muy presente que si no tienen las virtudes y valores humanos muy bien asentados, será muy difícil que hagan el esfuerzo necesario, para terminar los estudios del Bachiller y posteriormente los de la universidad, echando a perder los enormes sacrificios, que la familia tiene que hacer para conseguir unos hijos, con buenos conocimientos académicos. 

Si tiene algún comentario, por favor escriba a francisco@micumbre.com

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Cómo enseñar a los hijos a elegir bien

ESCUELA PARA PADRES

 Cómo enseñar a los hijos a elegir bien. 

  • 40 Virtudes y valores humanos que hay que tener en cuenta, para elegir bien
  • 18 Situaciones especiales, donde el ejercicio de la elección, tiene que estar muy bien preparado
  • 10 Preguntas indispensables, para elegir bien 

2,385 Palabras Tiempo de lectura 9:00 minutos 

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Elegir bien no es fácil, hay que aprenderlo y qué mejor que los padres para enseñarlo. Elegir bien es preferir algo o alguien para un fin y es una capacidad de los humanos, que deben desarrollarla para evitar en lo posible los errores. Para elegir bien, hay que estar muy bien preparado. No todos y siempre, podemos elegir, pues hay muchas ocasiones, en que otros eligen por nosotros. Entonces suele ser cuando llegan los problemas, graves o pequeños, si es que, lo que otros han elegido, no coincide con nuestra elección o necesidad. 

Los políticos, las empresas, el mercado en general, elige a cada persona por distintos conceptos, para ofrecerle sus productos, servicios o ideas. Para eso se hacen los análisis demográficos, para tener muy centrados los objetivos, a los que se quiere comunicar algo. Continuamente somos elegidos para algo, aunque no nos demos cuenta. Por eso los padres, tienen que educar a los hijos en el arte de elegir bien, con buena información, con serenidad, sin prisas, pero sin pausas. 

El derecho a la libre elección, tan deseada por todos, conlleva la responsabilidad de aceptar los hechos y consecuencias de lo elegido. Cuando uno elige, sin estar bien preparado para saber elegir, tiene muchas probabilidades de equivocarse y después, no suelen valer los lamentos, hay que apechugar con las consecuencias. 

Escuchar a los padres los pros y los contras, previos a cualquier decisión, es una ventaja muy grande, que servirá para acercarse más al éxito. Las mejores elecciones suelen realizarse, cuando se tiene buena información y se tiene la cabeza lo suficientemente fría, para no dejarse influenciar desde el exterior y evitando los prejuicios almacenados. Es cierto que debemos escuchar y sopesar todas las opiniones razonables, que nos ayuden a ejercitar la capacidad de elección, principalmente, las de personas bien formadas. 

Vivimos en la era del conocimiento y de la información. Quienes tengan más desarrolladas estas capacidades, podrán elegir mejor al tomar sus decisiones. Para elegir bien es imprescindible o muy conveniente, ser enormemente analítico e intentar ver la elección y sus consecuencias, bajo todos los ángulos posibles. Las precipitaciones pueden y suelen llevar a errores irreparables. Aunque siempre no se tenga el tiempo, ni los elementos para profundizar en el tema de la elección, antes de dar el veredicto. Por eso las personas que están entrenadas a ser ágiles de mente y a estudiar, lo más rápidamente posibles, una síntesis de todas las posibles alternativas, tienen muchas más posibilidades de acertar, que los que precipitadamente eligen, aunque algunos lo hagan para no cansarse, con el problema que les plantean o por desprecio al mismo. 

Desde la cuna los niños saben elegir, entre otras cosas, comer o no comer. Su primer no a la comida, es fruto de una elección, seguramente inconsciente, pero real. Las madres enseguida saben lo que sus hijos eligen y cuándo lo eligen. En cada edad, las elecciones tienen diferentes pesos en su vida. No siempre, ni todos tenemos la oportunidad de poder elegir. De pequeños, la mayoría de las veces los padres, para su mejor beneficio, eligen por los hijos. A medida que van siendo mayores, la elección les va tocando a los hijos y por lo tanto, también el asumir los errores y aciertos. De ahí la necesidad imperiosa de estar bien educados, en las técnicas para elegir bien. Esas técnicas enseñadas por los padres, pasan de ser costumbres a ser hábitos y después a ser virtudes. Es una buena costumbre enseñar a los hijos a que, el que parte algo, para compartir, debe ser el último en elegir. 

Los padres tienen que enseñar a elegir a los hijos, dándoles desde pequeños dos o tres opciones similares para que elijan entre ellas, bajo el supuesto, que cualquiera de ellas será buena para ellos. Sin olvidar que en cada ocasión, los hijos deben ejercitar la costumbre, de explicar los motivos y fines por los cuales, han elegido determinada solución. Para ello deben tener una edad con cierta madurez, en que sean ya capaces de argumentar su elección. 

40 Virtudes y valores humanos que hay que tener en cuenta, para elegir bien: Es perfecto tener la oportunidad de poder elegir libremente, lo que se quiere hacer en el presente y en el futuro, pero no se debe olvidar, que esa circunstancia, conlleva una serie de responsabilidades, que están reflejadas y soportadas por el conocimiento y la práctica, de las virtudes y valores humanos, indicados a continuación, que si no se tienen bien asentadas, será muy difícil que puedan aprender a elegir bien: 

Aceptación. Adaptabilidad. Amabilidad. Aprender. Austeridad. Autodisciplina. Bien común. Disciplina. Civismo. Conciencia. Conocimiento. Cortesía. Criterio. Desprendimiento. Dignidad. Disposición. Ecuanimidad. Educación. Ejemplo. Ética. Generosidad. Honradez. Igualdad. Integridad. Justicia. Lealtad. Magnanimidad. Moderación. Moral. Objetividad. Orden. Paciencia. Puntualidad. Rectitud. Responsabilidad. Respeto. Sabiduría. Sinceridad. Solidaridad. Templanza. Tolerancia. Verdad

Es muy difícil elegir, sin dejarse llevar por las presiones externas, que continuamente nos bombardean. Esas presiones no siempre son de información, para que podamos elegir libremente, pues apelan a nuestros instintos, para conducirnos conscientes o inconscientemente, a los objetivos que ponen los que nos presionan. 

18 Situaciones especiales, donde el ejercicio de la elección tiene que estar muy bien preparado. Cada una de estas situaciones, requiere un artículo aparte, en función de las características de cada persona y familia. 

  1. 1.       Elegir a los amigos.
  2. 2.       Elegir a los socios para los negocios.
  3. 3.       Elegir el lugar y la calidad de la casa, donde se pretende vivir.
  4. 4.       Elegir la dependencia o no, de las adicciones al tabaco, alcohol y drogas.
  5. 5.       Elegir la escuela o colegio para los hijos.
  6. 6.       Elegir la forma de alimentarse y los productos.
  7. 7.       Elegir la forma de comportarse con educación y buenos modales.
  8. 8.       Elegir la forma y fondo del noviazgo, matrimonio o soltería.
  9. 9.       Elegir la profesión para el futuro.
  10. 10.   Elegir la universidad donde estudiar.
  11. 11.   Elegir las inversiones financieras.
  12. 12.   Elegir las opciones políticas y a sus candidatos.
  13. 13.   Elegir llevar las cosas en orden, desorden o como se vayan produciendo.
  14. 14.   Elegir los empleos que se ofrecen o la forma de buscarlos.
  15. 15.   Elegir los productos o servicios ofrecidos que se quieren comprar.
  16. 16.   Elegir si hacer, no hacer o cómo hacer y cumplir, un presupuesto de gastos e ingresos familiares.
  17. 17.   Elegir si quiere hacer, cuándo y cómo realizar, el papel de victima o de victimario.
  18. 18.   Elegir una religión para practicarla. 

Previo a la decisión de elegir, hay que tener las herramientas intelectuales, muy bien preparadas y la serenidad necesaria, para hacer una buena síntesis y análisis de todas y cada una de las partes que componen la decisión a tomar, así como de sus posibles consecuencias. Distinguiendo lo que beneficia y lo que perjudica, a la persona, a la familia o a la sociedad. Hay que elegir entre ser oveja o ser pastor. En la sociedad hay muchos listillos, que quieren ser pastores y que les sigan las ovejas, para así poderlas llevar al matadero. Para conseguirlo, intentan darles todo hecho, anulándoles la personalidad y no enseñándoles, que si se educan, todos tenemos la capacidad de elegir y en muchas ocasiones, incluso la posibilidad de hacerlo, aunque algunos ni lo intenten. El saber elegir es complementario, del poder elegir. Si no se tiene buena información, se puede encontrar con la desagradable situación, de que otros si la tienen y entonces, estar en franca inferioridad, a la hora de poder decidir. 

Los padres tienen que tener criterio para saber elegir, para después poder enseñar a practicarlo. Pues hay consumidores tan habidos de comprar, todo lo que les ofrecen por Internet o televisión, que les han disminuidos la capacidad de saber elegir, lo que les convienen, lo que necesitan y lo superfluo. Incluso compran productos o siguen recetas, que les garantizan la inmortalidad. Las eligen, las compran y las consumen. 

10 Preguntas indispensables para elegir bien.  

  1. 1.       ¿Por qué debo hacerlo?
  2. 2.       ¿Para qué no debo hacerlo?
  3. 3.       ¿Cuándo debo hacerlo o no hacerlo?
  4. 4.       ¿Dónde debe hacerlo o no hacerlo?
  5. 5.       ¿Qué gano y que pierdo, si lo hago o no lo hago?
  6. 6.       ¿A quien puede beneficiar o perjudicar, la decisión de mi elección?
  7. 7.       ¿Es lícito o moral inhibirme de elegir y dejar que las cosas pasen?
  8. 8.       ¿Tengo suficiente información y serenidad para elegir bien?
  9. 9.       ¿Me enfadaré o aprenderé si me doy cuenta que he elegido mal?
  10. 10.   ¿Debo permitir que otros elijan por mi? 

Los hijos desde muy pequeños, es necesario que se acostumbren con entrenamientos de los mecanismos de la elección, para que cuando tengan que elegir algo, sepan porqué lo hacen y las razones por las que lo han hecho o lo van a hacer. Las preguntas anterior se pueden hacer varias veces, seguidas y en cascada, para cada ocasión. Así se acostumbrarán a pensar, antes de hacer o no hacer las cosas y a no dejarse llevar, por el primer impulso, es decir, que sepan que van a tener que contestarse a ellos mismos o a sus padres, los motivos por los que han elegido algo. Educarles en que deben buscar todas las alternativas posibles, para poder empezar el ejercicio personal de la elección. A mayor número de alternativas localizadas, muchas más posibilidades de elegir mejor. Después tendrán que ejercitarse en el método, para sopesar las ventajas e inconvenientes, de cada una de las alternativas localizadas. 

Los padres deben ensañar a sus hijos que el cansancio, la falta de tiempo, el pesimismo y el desaliento, no deben ser obstáculos para que cuando tengan que elegir, se abandonen, y no hagan el esfuerzo de poner todas sus energías, en hacer y pensar lo que tienen que hacer. Hay demasiados intereses en distraer y cansar a las personas, para que no tengan fuerzas, cuando tienen que tomar decisiones importantes, para de esta manera, quitarles sus derechos, conveniencia y placer de informarse, analizar y elegir. 

Desde muy pequeños, algunas veces los padres tienen que elegir por los hijos, siempre en beneficio de ellos, y también enseñarles a elegir, para que cuando sean mayores puedan hacerlo con plena libertad y conocimiento. Los padres no deben permitir que los hijos hagan las cosas que no les corresponden porque todavía no saben elegir. Los padres tienen la obligación de tomar las decisiones más convenientes y decidir por ellos, sin esperar a que sean mayores, para que puedan decidir, porque a lo peor, cuando son mayores y no se han entrenado a elegir y a elegir bien, asumiendo las responsabilidades correspondientes en función de su edad física y mental,  eligen mal. Los hijos tienen que estar educados, en la virtud de saber elegir. 

Los padres practicando con el ejemplo, influyen enormemente en el proceso de aprendizaje, para formar la capacidad de elegir de los hijos, la cual es una fase muy importante en la educación de ellos. Tienen que hacer el esfuerzo necesario, para dedicarles el tiempo ineludible para enseñarles y para que aprendan, sin prisas, pero sin pausas. Explicando a los hijos el por qué de ciertas elecciones, con el lenguaje correspondiente a cada edad. 

Elegir bien es un derecho, que implica responsabilidad, confianza, madurez y saber asumir y llevar bien los errores cometidos, en las elecciones realizadas. No siempre los padres toman mejores decisiones que los hijos, pues a medida que estos crecen en edad, formación y conocimientos, tienen que darse cuenta que si los hijos han sido bien educados, las decisiones tomadas por ellos, pueden ser tan acertadas o más, que las que hubieran podido tomar los padres, con su mejor buena voluntad. Cuando los padres enseñan a elegir bien a los hijos, también deben enseñarles a asumir las responsabilidades que conlleva lo elegido, les hayan gustado o no los resultados. 

Los padres comprometidos con la educación, formación y práctica de las virtudes y valores humanos de los hijos, deben en conciencia, enseñarles a elegir bien, buscando su perfeccionamiento y desarrollo moral, intelectual, físico y psíquico. Teniendo en cuenta que su ejemplo, es la llave para demostrar que lo que enseñan, previamente, lo han realizado personalmente. Es muy difícil enseñar a elegir, si previamente no se han entrenado a hacerlo. Educar es enseñar a responder adecuadamente, y al final, siempre se responde ante alguien. 

Los padres deben enseñar a sus hijos algunas de estas opciones, que diariamente tienen que elegir: Al levantarse elegir si van a estar de buen humor todo el día, o si van a estar de mal humor. Cuando les ocurre algo malo, elegir si van a ir de victimas para siempre, o si van a aprender algo de esa situación, para que no les vuelva a ocurrir. Si oyen a alguien quejarse, si van a elegir sumarse a sus lamentos o intentar ver su lado positivo.  Enseñarles que la vida es una elección constante, y que tienen que elegir cómo reaccionar, ante las diversas situaciones y cómo esa elección, va a afectar a otras personas positiva o negativamente. Cualquier sacrificio que cueste elegir, es el costo de oportunidad de hacerlo o que se lo den hecho. 

Los hijos cuando tienen bien formado el criterio, tienen la oportunidad de elegir el hacer o no hacer, incluso la de poderse equivocar. Tienen que aprender a desarrollar su crecimiento personal, intelectual y moral y a hacerse responsables, de sus propias decisiones, equivocadas o acertada, pues tarde o temprano, no tendrán quien pueda decidir por ellos. Entonces sabrán cuál es el inventario de las capacidades que han desarrollado. 

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Hijos, padres y cónyuges mal educados o bipolares

ESCUELA PARA PADRES 

Hijos, padres y cónyuges mal educados o bipolares. 

  • Principales virtudes y valores humanos, que los padres deben enseñar a sus hijos, según sus edades físicas y mentales
  • 27 Características positivas de los hijos, cuando reciben una buena educación
  • 40 Banderas rojas que anuncian hijos, padres o cónyuges bipolares 

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Los padres nunca aceptan que sus hijos o sus cónyuges, están mal educados. Todos echan la culpa de esa, su mala educación a la sociedad en general, a las influencias o malos ejemplos de los hermanos, de los amigos, de los parientes, de los ancestros, etc., a que todos les consienten y les tienen mimados. Pero la realidad es bien distinta, pues hay muchos niños y cónyuges, muy mal educados por los padres y por los propios cónyuges. Cuando los padres o cónyuges se dan cuenta de ello y se plantean buscar soluciones, para esa mala educación, una de ellas, que ahora está muy de moda, es decir que sus hijos o cónyuges, son bipolares, o tienen un Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, TDAH.

La percepción de las diferencias existentes, entre la mala educación y la bipolaridad, está delimitada por la sutil raya que las separa. Por lo que ante los primeros síntomas de la enfermedad, los hijos, los padres y los cónyuges, deben acudir a los médicos especialistas. ¡Que lo solucione el médico! Pero si los hijos no están enfermos, sino que simplemente están mal educados, son los padres los que tienen que solucionarlo. Con llevarles al médico, no pueden lavarse las manos como Pilatos y creer que, ya se han quitado la responsabilidad de la educación de los hijos. Es más fácil echarle la culpa a la posible enfermedad, que a la falta de educación recibida o enseñada.

La enfermedad bipolar está caracterizada por muchas cosas, entre ellas por los marcados cambios en el humor y la energía. La mayoría de las personas con esta enfermedad, sufren estados persistentes de extrema euforia o agitación, acompañados de alta energía, los que se denominan manías. Los estados persistentes de extrema tristeza o irritabilidad, acompañados de baja energía, se denominan depresión.

¡Qué bien se porta cuando está de visita o está con sus amigos, y qué mal se porta cuando está en casa! Esta frase suele ser producto de la mala educación, muchas más veces que de la enfermedad. Consecuencia de ello, en algunas ocasiones el hijo o el cónyuge, se aprovechan de su mala educación y fatal comportamiento, presumiendo de hacer determinadas cosas, justificando lo hecho, porque estaban en situación A o B, propia de los bipolares.

En las familias hay un desgaste emocional enorme, al tener que aguantar, sufrir y convivir con las consecuencias de la mala educación de algunos hijos o del cónyuge, que se amparan muchas veces, con el beneplácito de sus padres o del otro cónyuge, en la supuesta enfermedad de los bipolares, para que estos hagan lo que les da la gana. Convivir con esos hijos mal educados, obliga a los demás miembros de la familia, a absorber y retener el sufrimiento que ellos poseen y emanan, incluso muchas veces inconscientemente.

El trauma y la presión que produce su mala educación, golpea y perturba a todos los que están a su alrededor, pues tienen la capacidad por empatía, de desbaratar, disolver y destruir las familias propias y las cercanas. Es muy diferente aguantar a un hijo o cónyuge, con la enfermedad bipolar, que tenerle que aguantar a un niño o cónyuge, mal educado desde niño, al que le han insistido los padres que es bipolar, cuando lo que verdaderamente es un mal educado, que aprovechándose de ese truco, lo utiliza para hacer lo que le da la gana y cuando le da la gana, sabiendo que por educación o por compasión los padres, cónyuge o familiares, tienen que aceptarle sus malos modales y cambios de comportamiento. Los padres en la educación de sus hijos, tienen que darse cuenta de los conceptos educacionales de: Lo que existe y lo que no existe, lo de no hacer nunca y lo de hacer siempre. Los padres tienen que vivir de cara a la educación de sus hijos, no de espaldas, pues esto no es, ni da, lo mismo. 

Principales virtudes y valores humanos, que los padres deben enseñar a sus hijos, según sus edades físicas y mentales. Pero siempre deben poner más énfasis o añadir, las que consideren convenientes, según las características de cada hijo y circunstancias. En cada caso, las reforzarán a medida que vayan creciendo en edad, conocimientos y responsabilidades: 

  • Hasta los 7 años: Fe. Obediencia. Orden. Sinceridad. Etc.
  • Desde los 8 hasta los 12 años: Carácter. Caridad. Colaboración. Conciencia. Disciplina. Esperanza. Estudio. Fortaleza, Generosidad, Justicia, Laboriosidad, Paciencia. Perseverancia, Piedad. Puntualidad. Responsabilidad, Etc.
  • Desde los 13 hasta los 15 años: Amistad, Compromiso. Esfuerzo. Justicia. Pudor, Respeto, Sacrificio. Sencillez, Sinceridad. Sobriedad, Sociabilidad, Templanza.
  • Desde los 16 hasta los 18 años: Audacia, Castidad. Compresión, Cortesía. Discreción. Ética. Flexibilidad, Honradez. Humildad. Lealtad, Optimismo. Perseverancia. Prudencia, Sencillez. Solidaridad. Tolerancia. Virginidad. Etc. 

27 Características positivas de los hijos cuando reciben una buena educación, que se reflejan en su comportamiento continuo y diario, dentro de la familia, enseñando a los hijos a través de la propia práctica, y el ejemplo de las virtudes y valores humanos de los padres. Los hijos suelen ser:

Afectuosos. Benévolos. Cálidos. Cariñosos. Colaboradores. Confiables. Creativos. Decididos. Enérgicos. Espontáneos. Expresivos. Generosos. Humorísticos. Imaginativos. Ingeniosos. Innovadores. Intuitivos. Inventivos. Leales. Nobles. Observadores. Optimistas. Retentivos. Seguros. Sinceros. Tenaces. Tolerantes, etc. 

            Si los padres son violentos, groseros y tratan mal a sus hijos o cónyuges y además están acostumbrados a hacer lo que quieren, cuando quieren y como quieren, no esperarán que esa actitud, no trascienda a sus hijos, aunque les hayan etiquetado de bipolaridad. Los padres deben tener en cuenta, que también ellos tienen que hacerse un autoanálisis, para saber si ellos mismos se comportan, como mal educados o son bipolares. Si toman las medidas adecuadas, podrán evitar transmitir a sus hijos, la mala educación o la enfermedad. No olvidar que la mejor o peor educación, se consigue con el ejemplo.

Los hijos muy consentidos y mimados desde la cuna, no suelen tener la capacidad, de hacer el esfuerzo necesario, para dominar sus caprichos y veleidades, por lo que al dejarse llevar por sus incontrolables impulsos, parecen estar enfermos de bipolaridad, cuando la realidad es que están enteros, es decir sin educar. Algunas veces la mala educación, está disfrazada de una bipolaridad, que les ampara todos los caprichos y las rabietas. Aunque también hay hijos que reciben una buena educación, pero no la aceptan y se vuelven agresivos y bipolares. 

40 Banderas rojas que anuncian hijos, padres o cónyuges bipolares: Cuando aparece uno o varios de estos síntomas, es muy conveniente visitar al médico, para que determine si padecen alguna enfermedad mental o si su conducta, es producto de una mala educación. Siempre teniendo en cuenta, las edades físicas y mentales de los hijos, así como el ambiente familiar y social que les rodee y los antecedentes familiares. Cada una de estas banderas rojas, puede tener una valoración numérica de menor a mayor importancia. Se deben ir escribiendo en un diario, las siguientes observaciones de cada una de ellas, lo que le ayudará mucho a los médicos para el diagnóstico: 

A) Grado de intensidad.

B) Grado de repetición, esporádico o permanente, duración, frecuencia y en su caso, situaciones que las produjeron.

C) Grado de gravedad y consecuencias para la persona, la familia o para la sociedad. 

  1. Cuando actúan con una hiperactividad física o mental y pasan, a una situación de muy baja o muy alta actividad, sin ninguna razón.
  2. Cuando duermen de forma irregular, mucho, poco o nada, o cíclicamente fuera de los horarios normales.
  3. Cuando existe un fracaso constante en los resultados escolares, en las relaciones amorosas y en encontrar y mantener un trabajo.
  4. Cuando frecuentan el abuso de alcohol, drogas u otras adicciones.
  5. Cuando frecuentan ideas de muerte, suicidio o de enfermedades incurables.
  6. Cuando hay signos hipocondríacos continuos, externos o internos.
  7. Cuando hay un gran ambiente bipolar en la familia o amigos cercanos.
  8. Cuando mantienen desafíos constantes, a la autoridad familiar, escolar o social.
  9. Cuando no mantienen nunca la palabra dada y siempre están cambiando de opinión.
  10. Cuando obtienen malos resultados académicos e incapacidad para concentrarse, aunque en otras ocasiones, voluntariamente demuestren una clara inteligencia y creatividad.
  11. Cuando practican actividades sexuales compulsivas, prematuras o inapropiadas.
  12. Cuando presentan claros signos de depresión, impulsividad, aceleramiento injustificado o tensión en el habla.
  13. Cuando presentan injustificados y aleatorios ataques de rabia, contra sus familiares o amigos, motivados por antipatía física o mental.
  14. Cuando presentan pérdidas del control personal, ante situaciones negativas o contradictorias, tanto en conversaciones, como ante resultados negativos obtenidos.
  15. Cuando presentan síntomas continuos o alternos de hiperactividad, agitación y distracción.
  16. Cuando realizan continuos actos de irritabilidad, excitación,  ira, violencia o agitación.
  17. Cuando se observa que están frustrados, obstinados y obsesivos compulsivos, al no terminar lo que comienzan.
  18. Cuando sienten delirios de grandeza por su persona, su pasado o el de sus ancestros.
  19. Cuando sistemáticamente confunden los deseos con la realidad, en público y en privado.
  20. Cuando continuamente dicen una cosa y hacen otra.
  21. Cuando son caprichos impetuosos y reiterados, de cosas que le produzcan satisfacciones inmediatas.
  22. Cuando su conducta familiar, social, física o moral, es atrevida y peligrosa.
  23. Cuando sufren delirios y alucinaciones, ante situaciones que no tienen control.
  24. Cuando sufren padecimiento de terrores y paranoias nocturnos, en sueños o alucinaciones diurnas.
  25. Cuando tiene cambios de carácter rápidos y continuos, pasando sin ninguna causa aparente, de la alegría a la tristeza y del amor al odio.
  26. Cuando tiene modificaciones de su humor, siendo de duraciones cortas o largas, continuas, rápidas e injustificadas.
  27. Cuando tienen alteraciones significativas en el apetito, pasando inmediatamente de la desgana, a la glotonería.
  28. Cuando tienen cambios de temperamentos injustificados y continuos, de eufórico a irritable.
  29. Cuando tienen explosiones de rabia destructivas constantes, duraderas, incontrolables, injustificadas y desproporcionadas, principalmente en cuanto les juzgan o contradicen en algo.
  30. Cuando tienen falta de concentración en los proyectos y actividades, y por aburrimiento, están continuamente empezando otro, sin haber terminado el anterior, les haya gustado o no.
  31. Cuando tienen ganas habituales de estar aislados, durante mucho tiempo.
  32. Cuando tienen grandes dificultades para conseguir calmarse, de determinadas situaciones.
  33. Cuando tienen habituales manías o monomanías, por cosas sin importancia.
  34. Cuando tienen ideas exageradas de sus posibilidades y limitaciones físicas, económicas, sociales o intelectuales, por la alteración continua de su obsesivo ego.
  35. Cuando tienen poca o excesiva dedicación, a las horas de sueño y descanso.
  36. Cuando tienen sus acciones condicionadas,  por una supuesta o real herencia genética, principalmente cuando hay antecedentes familiares bipolares o de precaria salud mental.
  37. Cuando tienen tristeza continua e intensa, así como lloros generalizados.
  38. Cuando toman riesgos excesivos, irreversibles o injustificables.
  39. Cuando viven resentidos y con un sentido de no pertenencia a nada, ni a la familia, ni a las amistades, ni a la sociedad.
  40. Tienen disminuida la capacidad de cordura, juicio, madurez, moderación y  comprensión, solamente en determinadas situaciones. 

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Los objetivos de esta escuela virtual son: Educar a los padres para que con su ejemplo y conocimientos de las virtudes y valores humanos puedan educar a sus hijos. Enseñar como educar a los hijos. Que los padres aprendan a vivir un armonioso, fecundo y largo matrimonio. Tender un puente entre la educación familiar y la Fe.

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