Archivo de agosto 2012

Aprender a saber esperar sin impaciencia, también es una virtud.

ESCUELA PARA PADRES

Aprender a saber esperar sin impaciencia, también es una virtud.

  • 8 Cosas que se pueden hacer mientras se espera, para aprovechar bien el tiempo
  • 12 Situaciones donde hay que saber esperar y dominar la demora
  • 7 Situaciones en la que no es aconsejable esperar
  • 16 Sentencias relacionadas con aprender a esperar

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Educar a los hijos, es como forjar el acero, hace falta mucha energía e innumerables martillazos, siempre realizados con un amor muy profundo. Sin energía no se puede educar, pues suele ser un forcejeo, para ver quien sale con la suya, en esa importante tarea de forjar el carácter de los hijos. Los padres tienen que saber, lo que tienen que hacer, y dedicar el esfuerzo necesario para hacerlo. Los martillazos están relacionados con la disciplina, los castigos, las correcciones, la autoridad, etc. Si los martillazos no están precedidos y soportados por el amor y el deseo de educar, se convierte en intolerancias, abusos e injusticias.

Los hijos para perderse en la calle, previamente se han tenido que perder en el hogar. Si los padres no les han enseñado a saber esperar, dentro del hogar familiar, tampoco sabrán esperar en la vida escolar y social, por lo que le llegarán las impaciencias, frustraciones, enfados, desilusiones, etc.

La espera está relacionada con la práctica y ejemplo de las virtudes y valores humanos, principalmente de la paciencia, la tolerancia, la humildad, el desprendimiento, la perseverancia, disciplina, puntualidad, templanza, sacrificio, etc.

Esperar es tener la esperanza de conseguir lo que se desea, o creer que va a suceder algo. Aunque también suele decirse, que lo que se espera nunca va a suceder, o sucederá muy tarde, por lo que se puede esperar sentado. La felicidad supone no esperar nada de nadie, porque esperar siempre duele, y el que espera, desespera.

Los padres, en este y otros temas importantes, deben hacer una exposición brillante en las ideas, certera en el análisis, divertida e ingeniosa y repleta de ejemplos, para que los sus hijos aprendan a saber esperar, lo cual forma una parte muy importante de su completa educación.

Qué difícil es saber esperar, en este mundo actual, donde todos quieren todo, mucho, aquí y ahora. Pero hay un tiempo para cada cosa y una cosa a cada tiempo, que normalmente no se puede modificar. Algunos creen y lo dicen que no pueden esperar a conseguir lo que quieren.

La virtud de la esperanza religiosa, es la mejor espera y un ingrediente esencial, que permite aumentar la capacidad de perseverar en circunstancias difíciles de sufrimiento, aumentando la entereza del carácter.

Debemos esperar con paciencia, tranquilidad y confianza, pero solamente cuando hayamos elegido y practicado, el mejor método de hacerlo y el momento adecuado. El cual dependerá de la propia actitud y disposición mental, para no maniobrar, no manipular y no apresurarnos emocionalmente.

Esperar es una oportunidad educativa, que muchas veces sirve para renunciar a las cosas del presente, para poder elegir entre las que hay y las que pudieran llegar o vayan llegando.

Aprender a saber y poder esperar, es la facultad que tenemos los humanos para manejar nuestras decisiones, que enseñada desde la más tierna infancia, ayudará a los hijos en todas sus actuaciones y principios éticos, principalmente en la toma de decisiones importantes. Los que no pueden esperar y por lo tanto, son victimas de sus propios instintos, rutinas, costumbres o hábitos, deben tomar las medidas correspondientes, para corregirse, pues no saber o poder esperar, es propio de las personas mal educadas y de los animales.

8 Cosas que se pueden hacer mientras se espera, para aprovechar bien el tiempo:

  1. Hacer esas cosas que teníamos pendientes, aunque creyéramos que no teníamos “ni un minuto” para hacerlas, o para perder el tiempo haciéndolas.
  2. Hacer las llamadas telefónicas a familiares o amigos que la necesitan, y que nunca creíamos que teníamos tiempo o ganas para hacerlas.
  3. Hacer todos los preparativos posibles, ante lo que pueda suceder, principalmente estudiando las posibilidades de comportamiento propias y ajenas, con las mejores soluciones, ante las alternativas previsibles. Así lo que llegue no nos sorprenderá al tenerlo previsto.
  4. Leer, mucho mejor si hemos tenido la precaución de llevar algo para hacerlo, sin tener que depender, de lo que haya en la sala de espera.
  5. Orar o rezar, pidiendo por el buen resultado de la espera y por las necesidades propias o del prójimo.
  6. Preparar la reunión o situación que origina la espera, haciendo listados mentales de las posibles alternativas, poniendo en orden las potenciales preguntas y respuestas, etc.
  7. Relajarse y aprovechar el tiempo como descanso, mientras se espera, evitando que la tensión de la espera estropee lo que se había pensado hacer o decir.
  8. Tomar la actitud de dominio personal, que cada uno quiera tener ante las inevitables esperas: Aburrirse, enfadarse, impacientarse, enfermarse o sacarles un buen provecho. Todo dependerá de lo que le hayan enseñado o haya aprendido, sobre saber esperar.

12 Situaciones donde hay que saber esperar y dominar la demora:

1.     Cuando es imprescindible conocer el momento adecuado de los hijos, para hablarles de los temas importantes, en función de su edad física y mental. No se debe esperar a que sea tarde, porque tarde puede ser sinónimo de haber perdido. No hay ninguna razón a esperar a hacerlo más tarde, porque hacerlo más tarde, no va a sustituir la obligación de hacerlo a tiempo. Si las cosas no se hacen a su debido tiempo, sin utilizar escusas para esperar, llegarán otros y les hablarán de peor forma en temas como: La sexualidad, los vicios, la importancia de la familia, los estudios, los amigos y un largo etc. Cada tema a su debido tiempo.

2.     Cuando es necesario y obligatorio desalentar con firmeza, los noviazgos o amistades precoces, que pudieran conducir a ellos, explicándoles los riesgos a los que se someten, por no saber o querer esperar a tener la edad y la formación necesarias, para mantener ese tipo de relaciones.

3.     Cuando haya que razonar y transmitir a los hijos, lo que es la espera y su valor moral, enseñándoles a reflexionar y a renunciar a las satisfacciones inmediatas, y a saber elegir los tiempos y las circunstancias mejores, para sus objetivos. Estas actitudes les permitirán, conocer el verdadero valor de lo que es la espera, para que no tomen decisiones precipitadas. Explicándoles que la espera, hace disfrutar con más placer el resultado final.

4.     Cuando no haya ninguna razón ni disculpa válida, para dejarse llevar por una falsa espera, que impida tomar las decisiones en el momento adecuado. La espera en este caso, puede ser contraproducente y suele obedecer a una falsa resistencia o miedo a tomar decisiones. Muchas veces no tiene ningún sentido esperar, pues ya se tiene la información suficiente para tomar la decisión, si todo está claro sobre cuándo, cómo y dónde hay que tomarla.

5.     Cuando haya una lucha, entre los deseos y las acciones, entre la capacidad de resistir el impulso de lo inmediato, y el deseo de contenerse para obtener más adelante un objetivo mejor, entre el deseo primario y el autocontrol, entre la gratificación y su demora.

6.     Cuando hay que saber esperar, a que el amor esté maduro, bien asentado y consolidado, para subliminarlo y así poder elevarlo a compromiso sacramental, acomodándolo al ritmo natural de maduración del amor, para evitar querer comer la fruta verde y así, perder la meta que tenia que haber llegado a alcanzar. Una relación sexual sin matrimonio, es necesariamente provisional, lo que induce a pensar, que es una prueba que aún está a la espera de si llega alguien mejor. Nadie debe permitir que el noviazgo, trate con provisionalidad a ninguno de los futuros cónyuges.

7.     Cuando se está conduciendo un automóvil y entran ganas de usar el teléfono, para llamar o recibir llamadas y mensajes. Hay que saber esperar a utilizarlo, cuando haya desaparecido el peligro de tener un accidente o de provocarlo. Si se supone que la llamada es muy urgente, se deberá esperar a poder hacerse a un lado y pararse. En estos casos, saber esperar, puede evitar muchos accidentes.

8.     Cuando todavía no se tiene la edad física, ni mental, para hacer y entender determinadas cosas. Unas prohibidas por la ley, otras aconsejadas por la experiencia de los que saben y otras, que no se tiene la capacidad física, mental, ni económica para hacerlas.

9.     Cuando los padres tienen que estar esperando, a que los hijos adolescentes lleguen a la casa, después de haber salido por la noche a divertirse.

10. Cuando se espera el perdón de las cosas mal hechas, pues no hay ninguna falta, por muy grave que sea, que la Iglesia Católica no pueda perdonar, ya que no hay nadie, tan perverso y tan culpable, que no deba esperar con confianza su perdón, siempre que su arrepentimiento sea sincero.

11. Cuando se siente la obligación y necesidad de transmitir a las futuras generaciones, razones para vivir y esperar un mundo mejor, si se apoyan en la educación familiar y en el conocimiento de las virtudes y valores humanos.

12. Cuando se conoce que la vida, sea cual sea la circunstancia que atraviesa, está marcada estructuralmente por una espera, un creer y un hacer.

Hay ocasiones en que no se debe esperar, a que llegue otra oportunidad. Hay que coger la que se tiene o la que han ofrecido, ya que muchas veces el instinto, la experiencia o la formación, nos indica que no tendremos más ocasiones, como la presente. Acepta lo que te den y sigue pidiendo.

Los padres no deben esperar a que los hijos con problemas, les hagan preguntas pidiendo consejos. Es mucho mejor intentar adelantarse a sus posibles preguntas, sin esperar a recibirlas, y hacerlas directamente, si tienen el conocimiento, la experiencia y la profesionalidad para hacerlo. Esas preguntas, la mayoría de las veces, tienen que ser predecibles por los padres. No tienen que estar esperando a recibir consultas, como están los libros en la estantería, quietos hasta que alguien les lea.

7 Situaciones en la que no es aconsejable esperar:

1.     Ante la necesidad de practicar la prevención, cura o intervención en enfermedades, accidentes, malas situaciones familiares, sociales o económicas.

2.     Ante las necesidades urgentes de otros, si la espera pudiera originarles daños graves e irreversibles, como en la ayuda en caso de accidentes, dar de comer al hambriento, vestir al desnudo y todas las acciones contempladas en las bienaventuranzas.

3.     Cuando las buenas acciones que haya que hacer no puedan esperar, pues beneficiarían a muchos necesitados que las esperan y necesitan.

4.     Cuando no haya ninguna razón o impedimento serio para demorarlo, y el aplazarlo por comodidad pueda producir graves perjuicios a otros.

5.     Para buscar, encontrar y poner en práctica, soluciones ante nuestros propios problemas.

6.     Para cumplir las obligaciones que conlleva la obediencia debida.

7.     Para ser proactivo ante las cosas urgentes e importantes, incluyendo dar consejos cuando sea menester, aunque no los hayan pedido.

Una cosa es esperar y otra, estar esperando. La impuntualidad de algunos, que tienen esa mala educación tan arraigada, pone a prueba la virtud de la espera de otros. Qué paciencia hay que tener con algunos, que sistemáticamente llegan tarde, porque saben que otros tienen o se sacrifican por esperarles. Es una pena que algunos, se sirvan de personas educadas, que saben esperar o que obligatoriamente tienen que esperar.

Es lícito esperar, que otros no nos hagan esperar, sin que tengan motivos importantes. Si nos hacen esperar, tenemos derecho a que nos den una explicación convincente, para que perdamos la virtud de saber esperar. Todos esperan, que algunos cumplan con su obligación de hacer las cosas, si es que tienen el deber o el compromiso  de hacerlas.

Es normal y educado esperar a todos, para comenzar algunas actividades en la familia, como por ejemplo: Esperar a bendecir los alimentos hasta que todos hayan llegado. Esperar a que empiece una reunión.

La espera es particularmente difícil, cuando la situación es estresante o demanda una decisión urgente, pero ahí es donde se demuestra el dominio de las personas, sobre su mente.

Los hijos esperan que sus padres les eduquen, reprendan, enseñen, alimenten, vistan, protejan, defiendan, den buen ejemplo, etc. Si los hijos pierden el concepto de esperar estas cosas de sus padres, es que ha habido muy malos ejemplos, por lo que han hecho perder la esperanza, de una vida feliz.

16 Sentencias relacionadas con aprender a esperar:

1.     ¿Qué se puede esperar, cuando ya se está esperando?

2.     De muy poco sirve, haber aprendido a saber esperar los padres, si no lo han enseñado hacer a sus hijos, para que hagan una sociedad y un mundo mejor.

3.     El impuntual quiere ignorar, qué es y qué supone, hacer esperar a otros, olvidándose de la injusticia que comete.

4.     El verdadero saber, es distinguir entre lo que es saber esperar y el no saber esperar.

5.     Esperar no quiere decir no hacer nada, hasta que las cosas sucedan por si mismas.

6.     Esperar sin prisas a que llegue el amor adecuado, sin dejarse llevar por la necesidad, de ser reconocido y amado por cualquiera.

7.     Hay que tener la conciencia bien preparada, para saber esperar y rechazar, antes de que se asienten, a los vicios que vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos.

8.     La antítesis de esperar, es la prisa, y la prisa es mala consejera, para las cosas importantes.

9.     La espera debe estar racionalizada, en este mundo tan irracional.

10. La espera desespera, al que no sabe esperar.

11. La espera mental la controla uno, la espera del tiempo la controlan otros, si nos dejamos.

12. Los jóvenes esperan tener independencia. para poder hacer lo que quieran. Los mayores esperan ser dependientes. de alguien que les cuide.

13. No esperar nada a cambio, cuando se da algo, hay que devolver amor, con más amor.

14. Para saber esperar, unos tienen tiempo, fuerza mental y muchas virtudes y valores humanos, otros únicamente tienen un reloj, que les impacienta.

15. Por no saber esperar, qué pronto se nos ha hecho tan tarde.

16. Si se aprende a esperar, nunca se tiene que esperar.

17. Soy muy feliz, porque espero muy poco, y lo poco que espero, lo espero muy poco.

Aprender a saber esperar, no está reñido con la utopía, ni con el anhelo. Esperar, también es la necesidad de mantener la esperanza, de las cosas reales o en las que soñamos. La humanidad ha progresado por los grandes sueños, algunas veces utópicos, que esperaban encontrar los idealistas, que querían encontrar la perfección de determinados conceptos, para ellos o para la humanidad.

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Rutinas, costumbres y hábitos. Su influencia en la familia

ESCUELA PARA PADRES

Rutinas, costumbres y hábitos. Su influencia en la familia.

  • Las 10 frases más usadas por algunos padres para justificarse ante la mala educación que dan a los hijos:
  • Las 12 principales rutinas, costumbres y hábitos que deben fomentarse en:
  • 2 Ejemplos opuestos sobre las buenas y malas rutinas, costumbres, hábitos, que terminan en virtudes o vicios:
  • 13 Cosas que los hijos hacen debido a las rutinas, costumbres y hábitos adquiridos en la familia.
  • 23 Sentencias sobre la formación de buenas o malas rutinas, costumbres y hábitos:

3,441 Palabras. Tiempo de lectura 13:00

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Las buenas costumbres, se convierten en bueno hábitos, luego en virtudes y valores humanos. Las malas costumbres, se convierten en malos hábitos, luego en vicios y adicciones tóxicas, o en un estado de agresividad o violencia continua.

Una buena rutina en las cosas importantes, suele producir una excelente costumbre, que se traduce en un buen hábito, que pasa a convertirse en una virtud. Esa cadena empieza con los abuelos, se afianza con los padres y se queda grabada, se incrusta en la mente de los nietos. La educación de los hijos, empieza con la de los abuelos.

Algunos padres no aceptan, bajo ningún concepto, que alguien les comente las malas costumbres que están inculcando a sus hijos, ni explicándoles, que esas malas costumbres, se convertirán en malos hábitos y posteriormente, en vicios y adicciones toxicas. Consideran que cualquier objeción que se les haga, sobre la forma de educar a sus hijos, es una intromisión inaceptable en la vida privada de su familia. Esos padres se enrocan como en el ajedrez y se cierran como las conchas, no queriendo oír nada de lo que les dicen, o en muchos casos, discutiendo agresivamente con el mensajero, para no escuchar el mensaje.

Las 10 frases más usadas por algunos padres, para justificarse ante la mala educación que dan a los hijos:

1.      Ahora la vida es así y lo que me dicen, era para otros tiempos. Hay que modernizarse y vivir con la realidad actual.

2.      De jóvenes que hagan lo que quieran, cuando sean mayores, la vida les enseñará.

3.      Aunque nos critiquen, les damos todo lo que nos piden, porque nosotros no lo tuvimos.

4.      Esos que aconsejan, no sabes nada de sicología ni pedagogía moderna.

5.      La práctica de las virtudes y valores humanos, son cosas antiguas que ya no se llevan. No sirven para triunfar, en esta competitiva vida.

6.      Los hijos necesitan vivir en el mundo actual, haciendo y teniendo lo mismo que sus amigos y vecinos.

7.      Mi mujer y yo, ya sabemos como educar a nuestros hijos.

8.      No “le damos todos los caprichos”. No vamos a pasarnos la vida llevándoles la contraria y enfrentándonos a sus peticiones. Menudo sufrimiento para ellos y para nosotros.

9.      No entienden a la juventud actual. Es totalmente diferente a la suya.

10.   No es que los hijos se salgan siempre con la suya, es que tenemos que permitirles que se expresen como quieran, para que afiancen su personalidad.

Los hijos no son responsables de la mala educación, que reciben de sus padres. Cuando se comportan mal, hacen imposible su convivencia con las personas mayores y otros niños. Casi siempre suele ser debido, a que sus padres les acostumbraron mal y esas malas enseñanzas, se convirtieron en hábitos de convivencia e insociabilidad. Posteriormente cuando esos hábitos se convierten en vicios y adicciones tóxicas, ya no hay remedio, o por lo menos es muy difícil llegar a eliminarlas. ¿Quién ha tenido la culpa? Los padres, por haber educado mal a los hijos, aunque quienes más lo sufren, son los niños.

La raíz de la responsabilidad educativa de los padres, está en aportar a los hijos los conocimientos necesarios, para que la rutina, la costumbre y los hábitos cotidianos, no sean aburridos, monótonos, ni pesados y puedan convertirse en virtudes y valores humanos. La irresponsabilidad de los padres empieza, cuando no quieren, no saben o no pueden influir a sus hijos, en que tengan buenas rutinas, costumbres y hábitos, permitiendo que los hijos, se asilvestren dentro de la sociedad. ¡Qué pena da ver a un niño o a un joven mal educado, por desidia de sus padres! Al final los que pierden y se lo pasan mal, son los dos.

Los estudiantes prosperan si tienen unas buenas rutinas, costumbres y hábitos de estudios. Los deportistas para poder competir y tener éxito, tienen que acostumbrarse a practicar todos los días su rutina, aunque no les guste, pues es la que les llevará al éxito. Los laboratorios y técnicos, no se pueden cansar de hacer ensayos y más ensayos, modificando los errores que se produzcan, hasta alcanzar los objetivos propuestos.

Los padres deben abstenerse de tomar las decisiones, que les corresponde tomarlas a los hijos, según su edad física y mental. Nunca deben darles, todo lo que necesitan y mucho menos, lo que quiere. Tienen que dejar una parte, para que los hijos hagan el esfuerzo de conseguirla. Deben enseñarles poco a poco y en función de sus edades, que se acostumbren a realizar su propio esfuerzo y a tomar sus decisiones, soportadas en la educación y los consejos recibidos de los padres. Los hijos tienen que aprender a distinguir, entre lo que quieren y lo que necesitan.

Enseñarles siempre, en relación con su edad física y mental y con la ayuda que precisen, a que rutinariamente se hagan cargo de sus cuerpos, mentes y pertenencias. Dándoles también la libertad, para que hagan sus propias elecciones, de lo que quieren ser, hacer y tener, dejándoles que asuman los riesgos que esto conlleva, pues los errores, son las mejores fuentes de aprendizaje.

Otros responsables en la educación de los hijos, como son  los maestros, consejeros, etc. se cansan de hablar con los padres, sobre las desviaciones educativas que están viendo en los niños, motivadas por seguir las costumbres, ya convertidas en hábitos de sus padres.

Hay hijos que se han acostumbrado a vivir demasiado bien y lo consideran, como una obligación de sus padres. Ya han convertido la costumbre, en hábito de recibir todo sin ningún esfuerzo. Es decir: Recibir y recibir, sin dar nada a cambio. No dar ni el buen comportamiento, que se espera de ellos. Incluso hay muy buenos hijos, que son como las vacas lecheras: Acostumbran a sus propietarios, a darles todos los días buena y abundante leche, pero de vez en cuando sueltan una coz y tiran el balde, que estaba lleno. Hay que volver a enseñarles, que eso no se puede, ni debe hacer.

Las 12 principales rutinas, costumbres y hábitos que deben fomentarse en:

1.      El acatamiento de las leyes de la naturaleza, la cual está a disposición de los hombres. Tenemos el derecho al uso, pero no al abuso.

2.      El ahorro financiero y no en el despilfarro.

3.      El cuidado de la salud propia y de la familia.

4.      El respeto a las personas mayores en edad, dignidad y gobierno.

5.      La comunicación, de la mejor manera posible, con sus familiares y amigos.

6.      La enseñanza y realización, de las prácticas religiosas.

7.      La forma de alimentarse, vestirse y comportarse.

8.      La forma de consumir lo que se necesita, no lo que se quiere.

9.      La organización de los trabajos, en la casa o fuera de ella.

10.   Las normas de educación familiar y social.

11.   Las relaciones con los otros familiares: Abuelos, padres, hermanos, primos, tíos, etc.

12.   Los sistemas, horarios y formas para estudiar.

Cuando los hijos ven, que los padres tienen la mala costumbre de no acordarse nunca de los abuelos, o de criticarles delante de ellos, es lógico que eso se convierta en un hábito, conducta o propensión a imitarlo, cuando sean mayores. De ahí viene el desarraigo de las familias, que muchas veces inconscientemente, fue sembrado en los hijos y luego pasado, de generación en generación.

Hay muchas familias apodadas “la familia 3 minutos” que debido a sus grandes ocupaciones, únicamente tienen semanal o mensualmente, 3 minutos entre todos para llamar a los abuelos. Eso los nietos lo ven, lo oyen y lo archivan en su mente, asumiendo que los abuelos, no son para llamarles y atenderles. Son algo que se tiene, para recibir regalos o felicitaciones y así poder presumir con otros niños, que por las razones que sea, no los tienen o los tienen múltiples, debido a los divorcios de sus padres.

Existen una serie de normas, que tienden a proteger a los más débiles en la familia, que son los hijos. Esas normas de cuidado y apoyo, van desde protegerles de sus mismos padres, si tuvieran intereses contrapuestos en las costumbres, hábitos, la práctica y enseñanza de las virtudes y valores humanos, hasta el cuidado de su salud y la formación religiosa, escolar y social.

2 Ejemplos opuestos sobre las buenas y malas rutinas, costumbres, hábitos, que terminan en virtudes o vicios.

  1. Inculcarle la virtud de la Fe, desde que son niños muy pequeños, acostumbrándoles a que rutinariamente recen, aunque no entiendan muy bien lo que hacen: Cuando se levantan de la cama, cuando salen de la casa, al empezar a comer, al dormirse, etc. Esa rutina, a medida que vayan comprendiendo lo que es rezar, se convertirá poco a poco en costumbre, posteriormente en un hábito y finalmente en la práctica de la virtud de la Fe. Esto se ha producido, por la repetición de los hechos y por el ejemplo contagioso de los padres.
  2. Los vicios de fumar, beber u otros, pueden ser adquiridos y consolidados por contagio de los padres, si desde pequeños rutinariamente, lo ven hacer a los padres, lo considerarán una costumbre familiar, que les inducirá a hacerlo, a medida que van siendo mayores, creándoles el habito y convirtiéndolo en un vicio, tóxico para ellos y para los que les rodean.

La familia es el lugar privilegiado para vivir, celebrar, aprender y transmitir la Fe, La familia nace, se constituye y se sostiene de la Fe. Sin la Fe, la familia queda reducida, a su mínima expresión y expuesta, a los embates culturales y a las problemáticas personales de sus miembros. La Fe refuerza la familia y la inmuniza, ante los ataques de la sociedad laicista. Los padres no tienen que enseñar a sus hijos una Fe lejana y aburrida, siempre con tintes pesimistas, hay que proponerles creativamente la opción de la Fe católica, o la que en la familia se practique, educarlos dentro de ella, pero dejándoles unas buenas costumbres, convertidas en hábitos, para que cuando sean mayores, sepan lo que quieren practicar.

Los padres deben ser muy equilibrados, es decir, ni permisivos, ni dictadores, sino el punto medio, sabiendo distinguir cuándo y cómo actuar, de la mejor forma posible, ya que en la familia se producen todos los aspectos y dimensiones del amor humano: El amor matrimonial, el filial, el fraternal, el familiar, la amistad, etc. Todos ellos reflejados, hacia dentro y hacia afuera, impulsados por las rutinas, costumbres y hábitos.

Está demostrado, en todos los aspectos de la vida, el enorme poder de los hábitos, el de los buenos y el de los malos. Seleccionarlos, entenderlos, corregirlos, adoptarlos y convertirlos en virtudes o en vicios, producirá el resultado de que la conciencia de los hijos esté bien o mal formada. De ahí la responsabilidad irrenunciable de los padres, para dar a sus hijos una buena formación, en todas las áreas de la educación.

Los padres tienen que enseñar a sus hijos, a desenmascarar la práctica de las malas rutinas, que se les estén convirtiendo en costumbre, hábitos y vicios, para que se den cuenta del camino que llevan, pues pudieran afianzarse y después, serles muy difícil el romper con el pasado, mejorar el presente y el futuro. Los hábitos dan forma a las vidas y cada persona, le da diferente forma a los hábitos. Muchas veces es un proceso de artesanía, el querer reconocer las facetas ocultas, de lo que se está haciendo mal, lo que no se quiere hacer para corregirlo y las soluciones constructivas que hay, para salirse de cada situación.

Más del 50% de las elecciones o acciones diarias de las personas, son hábitos producidos por las costumbres y por las rutinas heredadas de los padres. No son la consecuencia de decisiones meditadas. Aunque les suponga un gran esfuerzo a los hijos, los padres tienen que enseñarles a cambiar las malas rutinas, costumbres y habitos, que hayan podido aprender fuera o dentro de la familia. Si se quietan ese lastre, podran edificar sobre su propia existencia, una mejor vida al mejorar la salud, el conocimiento, la felicidad y el comportamiento con los demás. Aunque es muy dificil cambiar los defectos adquiridos y consolidados, la mejor solucion es insertar una nueva rutina en la vida diaria, personal, familiar y social, que los vaya eliminando de acuerdo con las fuerzas, intenciones y voluntad de cada uno.

13 Cosas que los hijos hacen debido a las rutinas, costumbres y hábitos adquiridos en la familia.

1.      Si un hijo vive acostumbrado a recibir críticas, aprenderá a murmurar.

2.      Si un hijo vive avergonzado, aprenderá a sentirse humillado.

3.      Si un hijo vive compadecido, aprenderá a tener lástima de si mismo.

4.      Si un hijo vive con celos, aprenderá a ser envidioso.

5.      Si un hijo vive con elogios por sus buenas acciones, aprenderá a apreciar lo bien hecho.

6.      Si un hijo vive con hostilidad, aprenderá a ser violento.

7.      Si un hijo vive con la costumbre de compartir, aprenderá a ser generoso.

8.      Si un hijo vive con temor, aprenderá a ser un cobarde.

9.      Si un hijo vive con tolerancia, aprenderá a ser condescendiente.

10.   Si un hijo vive con una familia armónica, aprenderá a tener confianza.

11.   Si un hijo vive en una familia bien educada, aprenderá a perfeccionarse.

12.   Si un hijo vive ridiculizado, aprenderá a ser tímido.

13.   Si un hijo vive rodeado de mentiras, aprenderá a ser falso.

Muchos padres dicen que darían o harían, cualquier cosa para evitar que sus hijos se descarriaran, pero no modifican ninguna de sus malas rutinas, costumbres, ni hábitos. Deberían saber que, si siguen haciendo lo que están haciendo, el resultado será el que están teniendo. Creen que otros van a solucionarles, la forma de educar a los hijos. Esos otros, normalmente se encargan de desviar a los hijos, de cualquier contacto familiar que tengan, para arrastrarlos hacia situaciones irreversibles, donde les prometen “el oro y el moro”, pero son infiernos en la tierra, donde se entra muy fácilmente, pero es casi imposible salir. 

Los padres tienen que enseñar a sus hijos a que aprendan a ver, donde otros no ven nada, para que sepan distinguir las cosas buenas y las malas. Si los padres no ven claro, ni nada importante el inculcar a los hijos la rutina, la costumbre y los hábitos, en la práctica de las virtudes y valores humanos, perderán el tren, del provecho personal, familiar y social y pasarán a engrosar las filas de los fracasados.

Los padres deben reconsiderar su comportamiento, si en alguna ocasión les llaman la atención otras personas, con ascendencia moral. Muchas veces son los únicos que se atreven a tomar el riesgo de hablar, sobre las malas costumbres que están contagiando y arraigando en sus hijos. Aunque también se cansan, de repetir los mismos comentarios y de ver que las cosas no cambian nada, y que lo único que originan, es tener que sufrir las malas caras, que provocan con las advertencias sobre el incierto futuro, que están creando a sus hijos. Máxime cuando éstos, están entre dos culturas generacionales o sociales, perfectamente definidas, una que ha triunfado y otra que ha fracaso estrepitosamente.

La sociedad en general, se está convirtiendo en el imperio de los adolescentes, no de los menores. Porque los menores son inocentes y buscan la justicia, los adultos somos malvados y buscamos la clemencia, para nuestros voluntarias culpas. Los adolescentes no son ni inocentes, ni malvados. Algunos suelen ser unos aprovechados de los padres y de la sociedad, al exigir que el resto de la familia y de la sociedad, enmiende los resultados de sus malos comportamientos y les permita vivir irresponsablemente.

Los padres deben establecer rutinas desde que los hijos son muy pequeños, pues suponen una inversión para toda la vida, si consiguen convertirlas en costumbres y posteriormente en hábitos, ya que los hábitos son acciones, que a base de repetirlas, se convierten en una forma de vida.

Es muy importante crear nuevas rutinas, que posteriormente se conviertan en buenos hábitos, pero con metas realistas. Las buenas intenciones, pueden venirse abajo ante una organización demasiado exigente. No es aconsejable crear o alterar rutinas, de la noche a la mañana. Es preferible poner en marcha dos o tres pequeños cambios, y esperar a que estén integrados, para pasar a los siguientes. Pero hay que hacerlo compartiéndolo con los hijos y la familia en su totalidad. Los hijos aprenden mejor lo que ve, que lo que escuchan.

23 Sentencias sobre la formación de buenas o malas rutinas, costumbres y hábitos:  

1.      Afianzar las buenas costumbres, ayuda mucho para la práctica de las virtudes, de la disciplina, de la voluntad y del respeto.

2.      Al final somos el resultado de las decisiones, tomadas en beneficio o perjuicio personal.

3.      Algunos piensa, que las costumbres de los demás son ridículas, no las suyas.

4.      Con la costumbre, casi se forma otra naturaleza personal.

5.      El cuerpo, la mente y el espíritu, tienen que ser continuamente, bien cuidados y alimentados.

6.      El hábito, si no se le afronta, al poco tiempo se vuelve una necesidad.

7.      El saber, el esfuerzo, la excelencia, el mérito y la autoridad y ejemplo de los padres, son valores muy difíciles de sustituir.

8.      En las negaciones importantes, para saber decir “no”, primero hay que convertirlo en costumbre, después en hábito y posteriormente en virtud.

9.      Es necesaria una buena motivación y firmeza, para conseguir los objetivos propuestos, y que estos sean muy concretos y bien pensados.

10.   Hay que convertir lo extraordinario en ordinario, para que sea una virtud.

11.   Hay que educar a los hijos, para que no les castiguen cuando sean adultos.

12.   Hay que formar los hábitos de pensar, cómo aprender a pensar y cómo aprender, a desaprender.

13.   Hay una cierta adicción a huir hacia adelante, sin mirar hacia dónde se va, ni las consecuencias que conlleva.

14.   La ambición, junto al Ego, no deja ver claramente de dónde se viene y dónde se va.

15.   La costumbre es la mejor de los sirvientes o la peor de las maestras.

16.   La educación integral, con sus buenas costumbres y hábitos, ya es una virtud por si sola, para el presente y el futuro de los hijos.

17.   La igualdad en la ignorancia, roza la perfección en algunos.

18.   Las acciones concretas, que se realizan repetidamente como rutina, se convierten en costumbres, luego en hábitos y posteriormente en virtudes y valores humanos.

19.   Las costumbres y los hábitos, influyen positiva o negativamente, en la forma de comportarse en la sociedad y en el éxito o fracaso de la vida.

20.   Las diminutas cadenas de los buenos o malos hábitos, son generalmente demasiado pequeñas, para sentirlas, hasta que llegan a ser demasiado fuertes, para romperlas.

21.   Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra.

22.   Los padres deben enseñar a que los hijos practiquen lo que crean, que es lo mejor para ellos, soportándolo en sus buenas costumbres y hábitos.

23.   Mantener las buenas costumbres no es fácil. Solamente las adquiridas a través de la rutina, tienen muchas probabilidades de mantenerse.

En el interior de la familia, es donde se aprende a sentir los conceptos de pertenencia, seguridad y singularidad, lo contrario sería la ineficacia, la ineficiencia y la inefectividad de los padres. De esas experiencias fundamentales, brota la identidad, que tiene que estar soportada por las rutinas, costumbres y los hábitos, de cuya calidad depende la madurez, la salud mental y la formación en las virtudes y valores humanos. En definitiva, la felicidad o la desesperación, presente y futura.

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Los objetivos de esta escuela virtual son: Educar a los padres para que con su ejemplo y conocimientos de las virtudes y valores humanos puedan educar a sus hijos. Enseñar como educar a los hijos. Que los padres aprendan a vivir un armonioso, fecundo y largo matrimonio. Tender un puente entre la educación familiar y la Fe.

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