Archivo de agosto 2013

Padres, enseñen a los hijos a controlar sus impulsos irreflexivos

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Padres, enseñen a los hijos a controlar sus impulsos irreflexivos

2,208 Palabras. Tiempo de lectura 8:00

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El impulso es una reacción ejecutada de manera súbita, sin reflexión, ni cautela, motivada por la impresión del momento, que lleva a comportarse de una manera determinada, para el bien o para el mal. Los impulsos pueden convertirse en problemas, si no se tiene autocontrol. El control de los impulsos es un mecanismo, que permite hacer una pausa y analizar el comportamiento y sus consecuencias. Las técnicas para el control de los impulsos, son los ejercicios de costumbres y hábitos de las virtudes y valores humanos, que ayudan a inhibir las tendencias de malos comportamientos.

Los impulsos dependen de la irreflexión o de la precipitación, sobre lo que se debe hacer, originando algunas veces intensas emociones, que desencadenan impulsos, los cuales casi siempre terminan en comportamientos negativos. Hay muchos analfabetos emocionales, que no han aprendido a manejar sus sentimientos, percepciones, pensamientos, voluntades o intereses y se dejan llevar por sus impulsos.

Los buenos impulsos, también pueden ser muy positivos, cuando se trata de acciones hacia la sociedad, como: Ayudar en casos de accidentes, solucionar un problema puntual de necesidad en el prójimo. Muchas veces no hay tiempo que perder, hay que tomar una acción inmediata y sin reflexionar. El éxito dependerá de la buena formación que se tenga, para que en fracciones de segundo, poder realizar algo necesario, que no permite tener ninguna demora, pero que la mente ya tenía programado, por ser una costumbre convertida en habito y posteriormente en virtud.

Los que tengan las mentes mejor organizadas y una buena formación moral, educativa, emocional y humana, siempre tendrán impulsos con las aristas ya limadas, por lo cual serán más efectivos y prácticos. Así los impulsos no serán irracionales, si no que estarán sometidos y guiados, por los buenos sentimientos y emociones aprendidas. Es muy importante fomentar y consolidar la sensibilidad, para que posteriormente los buenos impulsos sentimentales, se hagan automáticamente al salir del corazón.

Cuando los hijos se acostumbran a vivir con impulsos irreflexivos, entran en una espiral de violencia, en que una maldad sucede a la otra, como si estuvieran encadenadas. Casi siempre la siguiente es peor. Los hijos podrán auto justificar sus impulsos, pero nunca criticar a los padres que les han llamado la atención por su mal comportamiento.   

Los pusilánimes nunca tienen impulsos. Nada les mueve su corazón, han amordazado sus sentimientos o los han atrofiado, para que no les salgan a flote ni les hagan moverse.

A nadie le gusta que le corrijan cuando ha hecho algo malo, motivado por un impulso irreflexivo. Pero hay que aceptar que si quien nos corrige, lo hace por nuestro bien, entonces podemos llegar a entender que vale la pena el dolor sentido por la corrección, ya que así se podrá evitar en otras ocasiones, esos impulsos impetuosos que sólo llevan a meterse en problemas.

Hacer todo impulsivamente no debe convertirse en una costumbre, ya que eso supone una falta de serenidad y control de la mente. Los impulsos deben dejarse para cosas muy especiales, principalmente cosas buenas, que la misma razón, bien educada, nos lleve a solucionarlo inmediatamente. La formación del carácter es una parte muy importante, para poder controlar los impulsos y no dejarse llevar por ellos.

Tenemos el derecho a que nadie obre impulsivamente contra nosotros y también la obligación, de no obrar compulsivamente contra otros. Hay derechos y deberes en la familia y en la
sociedad, que por realización u omisión, podemos ser aplaudidos, sancionados, animados, convencidos y premiados, pero sobre todo, que nadie pueda decir que hace las cosas por impulsos y sin reflexión.

Los malos impulsos son los que empujan a realizar acciones incorrectas o frenan las buenas, debido casi siempre a la falta de dominio del carácter, motivado por la mala educación recibida. Por impulsos, no se deben hacer las cosas, o dejarlas de hacer según. El impulso que produce la ira, la venganza, el odio, la cobardía, etc., puede terminar en peleas o crímenes u otras graves decisiones, tomadas bajo los síntomas de la vehemencia.

La decisión de solicitud de divorcio tomada por impulso, debida a que no hubo una reflexión imprescindible o necesaria, siempre conlleva arrepentimientos tardíos y una gran amargura posterior.

Atreverse a empezar un programa de quitarse el vicio de ser impulsivo, es la mejor medicina para curar ese defecto. Lograrlo es un triunfo de nuestras habilidades de serenidad, motivación, decisión, autocontrol, disciplina, contención, orden, esfuerzo, madurez, entereza, valentía, confianza, seguridad, etc.  Hay que pensarlo bien y programarlo, sabiendo que al hacerlo, es posible que se empiece una fuerte lucha contra nuestro carácter, pero vale la pena intentarlo.

Los padres a través del ejemplo y de la formación de las virtudes y valores humanos, pueden desarrollar la práctica de determinados impulsos positivos como:

  • El impulso de ternura que se produce hacia los niños. Es imposible ver la dulzura, delicadeza, ingenuidad, indefensión y sentido de la dependencia de un niño, para no sentir el impulso innato y natural de quererle, ayudarle, protegerle, educarle y mimarle.
  • El impulso de amor, de adhesión y de caridad que producen las desgracias ajenas.
  • El impulso contagioso y deseo de imitación de las obras buenas y hacia quienes las hacen.
  • El impulso conmovedor, franco, lleno de humanidad y empatía. hacia las personas que necesitan ser comprendidas y escuchadas.
  • El impulso de cariño hacia las personas queridas: Cónyuge, hijos, abuelos familiares y amigos íntimos.

Es muy peligroso ser impulsivo en los negocios, inversiones u otras decisiones económicas, pues ese arrebato hecho a ciegas y precipitadamente. puede costar mucho dinero y disgustos irreversibles. Enseguida se nota a los que hacen negocios dejándose llevar por impulsos, y los que los hacen reflexionando lo que están haciendo. Solamente los que tienen una mente muy formada, pueden tomar decisiones rápidas, que son muy diferentes a decisiones impulsivas.

Es necesario practicar continuamente la virtud y valor humano del esfuerzo, pensando en los demás, pues permite tomar los impulsos fuertemente y así poder seguir teniendo nuevos retos, lo que cada vez supondrá acciones mucho más valientes, originando la obtención de mayores satisfacciones.

Los impulsos incontrolados suelen provenir de problemas de autoestima y de la incapacidad de regular, las propias emociones, casi siempre al tener que esperar, para satisfacer sus necesidades o caprichos. Los impulsos pueden producir por su arrebato: Choques innecesarios, coacciones graves, crímenes pasionales, crueldades desmedidas, durezas extremas, enfados injustificados, estridencias dolorosas, fanatismos irreversibles, fuerzas desmedidas, furia incontrolable, impulsos agresivos, ira ciega, rabia endémica, rudeza salvaje, etc.

El impulso motivado por la envidia, conlleva un sentimiento de enfado, debido a que otra persona posee o disfruta de algo deseable, e induce a quitárselo o estropeárselo, para que no lo tenga o no pueda usar.

Los hijos que son impulsivos, agresivos, impacientes, transgresores, manipuladores, difíciles y problemáticos, aunque sean todavía pequeños, hay veces que no responden, ni a los premios, ni a los castigos de los padres, pues estos han perdido el control de la educación y de la convivencia. Estos hijos ya no saben decir que no, ni a lo que ellos mismos han prometido, solamente saben seguir sus impulsos o caprichos inmediatos.

Los padres tienen que enseñar a sus hijos a controlar sus impulsos y a pensar de antemano, y con suficiente profundidad, todas las consecuencias desfavorables que le pudieran suceder, en caso de obrar impulsivamente. Pero esto no puede inculcarse en los hijos, si previamente no se les ha imbuido con el ejemplo, la práctica de las virtudes y valores humanos.

Algunos hijos no saben decir que no a sus propios impulsos, mucho menos a sus promesas. Esos impulsos irreprimibles sobre sus adicciones o vicios, se convierten en adhesiones malévolas, muchas veces inconscientes de sus consecuencias y del deseo de evitarlo, intentando no dejarse llevar por el impulso de la inmediata satisfacción.

Los buenos impulsos no deben estar soportados solamente, por las emociones, por la simpatía, por no contradecir, y por seguir sus impulsos o caprichos inmediatos. Tienen que estar soportados por la práctica de las virtudes y valores humanos. Estos son algunos de los que se deben conocer y practicar, para poder realizar buenos impulsos y prevenir y eliminar los malos:

Agradecimiento. Ahorro. Amor. Disciplina. Carácter. Caridad. Castidad. Coherencia. Compasión. Compromiso. Conciencia. Conducta. Confianza. Conocimiento. Constancia. Control. Decencia. Decisión. Desprendimiento. Discreción. Ecuanimidad. Educación. Ejemplo. Esfuerzo. Ética. Fidelidad. Formación. Fortaleza. Fraternidad. Generosidad. Gratitud. Habito. Heroísmo. Honestidad. Honor. Honradez. Humildad. Integridad. Justicia. Lealtad. Liderazgo. Madurez. Misericordia. Moral. Mortificación. Obediencia. Objeción de conciencia. Orden. Paciencia.. Pensar. Perdón. Perseverancia. Prójimo. Prudencia. Pudor. Puntualidad. Razón. Rectitud. Reflexión. Respeto. Responsabilidad. Sabiduría. Sacrificio. Salud. Seriedad. Servicio. Solidaridad. Temor. Templanza. Ternura. Tolerancia. Valor. Vergüenza. Voluntad, etc.

Los padres tienen que enseñar a sus hijos a frenar los impulsos, sobre las cuestiones perjudiciales que no deberían hacer. Si aprenden bien a frenarlos, no tendrán que arrepentirse de las cosas malas hechas impulsivamente. Muchas veces se entabla una lucha entre los deseos y las acciones, entre la capacidad de resistir el impulso de lo inmediato, y el deseo de contenerse. Educarlos bien supone ganar o perder, contra las consecuencias que conllevan los malos impulsos.

Los padres tienen que enseñar a sus hijos a ser generosos y caritativos, pero que no lo hagan solamente por impulsos. Tienen que formarles primero, en la costumbre, para que luego se convierta en hábito y posteriormente en la virtud de la generosidad. Sin esperar a hacerlo cuando sea motivado por la familia, los amigos o la sociedad, a través de los medios de comunicación.

Los padres tienen que enseñar a sus hijos, a que eviten tomar decisiones basadas en los impulsos, pues posteriormente podrían tener que sufrir el riesgo y las consecuencias, de lo que han hecho por impulsos irreflexivos. Así se acostumbrarán a pensar, antes de hacer o no hacer las cosas.

Evitar ser impulsivo requiere un gran esfuerzo, pues algunas veces hay que emplear enérgicamente la voluntad, la fuerza física y la resistencia mental, para vencer las dificultades cuando se presenten, en una lucha entre los deseos y las necesidades, entre la capacidad de resistir el impulso de lo inmediato y el deseo de contenerse.

La reflexión perseverante, es el soporte indispensable para evitar los malos impulsos, máxime cuando hay una costumbre o inercia, a dejarse llevar por el egoísmo de lo que cada uno quiere hacer, sin importarle los resultados finales. Hay que pasar del impulso irracional, a los dictados de la inteligencia.

Impulsos que deben controlarse:

  • Los impulsos de interrumpir a los interlocutores, en lugar de escucharles con atención, antes de precipitarse con nuestras opiniones.
  • Los impulsos sexuales inmorales, previos o posteriores al matrimonio, como profundo valor educativo.
  • Los impulsos que conllevan al consumo de drogas, al exceso de alimentación con glotonería o gula, al exceso de trabajo injustificado, a las tentaciones caprichosas o perversas, a las acciones en contra de la práctica de las virtudes y valores humanos, al contravenir las leyes naturales o judiciales, al deseo incontrolado de querer siempre más, etc.
  • Los impulsos que se realizan cuando caen las barreras morales, por enamoramiento y la excesiva confianza en otra persona, hace que se puedan tomar acciones perjudiciales irreversibles.
  • Los impulsos que llevan a caer en el concepto de las prisas constantes, la competencia desleal, la inseguridad mental y física, etc.

Los malos impulsos suelen ocurrir principalmente, cuando existe la ansiedad incontrolada, y no se cuidan las relaciones personales, que instan u obligan a tomar decisiones repentinamente, en este mundo actual, rápido, convulso, brusco, arisco y atemorizante, que está muy falto de sosiego y tiempo de espera. Incluso cuando provienen de la familia, la sociedad o los indebidamente llamados amigos.

Los padres tienen que enseñar a sus hijos, que lo opuesto a los malos impulsos, es la debida reflexión. Indicándoles que antes de actuar impulsiva o precipitadamente, intenten contar como mínimo, hasta tres, para que les dé tiempo a reflexionar, si lo que van a hacer es lo más conveniente y no tiene otras alternativas mejores. También a que tienen que acostumbrarse a protegerse mentalmente, con sutiles barreras para evitar los daños externos.

Para controlar los malos impulsos, es imprescindible disminuir el ritmo, cuando todo va demasiado deprisa. No es cierto que en estos tiempos de multifinalidad y rapidez, seamos más útiles y eficientes, si hacemos las cosas impulsivamente. No se trata de cerrar los ojos a la realidad y hacer todo despacio y reflexionando demasiado, cuando lo que hay que hacer es crear un ambiente amable, en el cual sea posible tocar el corazón de los seres humanos, para mejorar la calidad de la vida. La virtud está en el término medio, entre los impulsos, la reflexión, la imaginación y la formación humana.

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Padres, expliquen a sus hijos el daño que producen las obsesiones

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Padres, expliquen a sus hijos el daño que producen las obsesiones.

3,256 Palabras. Tiempo de lectura 12:00

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La obsesión es una perturbación anímica producida por una idea, preocupación, pensamiento o manía fija, que con tenaz persistencia asalta la mente y conlleva un penoso sentimiento de ansiedad. Puede reflejarse en palabras, acciones o imágenes, que dominan y acaparan la atención del intelecto, imponiéndose en la imaginación de manera repetitiva. La despreocupación es lo contrario de la obsesión.

Las obsesiones silenciosas, los rasgos obsesivos y las ansiedades hay que frenarlas a tiempo, respirando lentamente y cambiando el mal pensamiento por otro positivo. Es cuando empieza las sudoraciones, las palpitaciones, la impulsividad y la compulsividad.

Las obsesiones compulsivas normalmente, son producidas por la ansiedad continua, aunque algunos crean que lo hacen por costumbre, por manías o por el clásico “es que yo soy así”. Cuando en realidad los obsesivos compulsivos se ven obligados a hacer las cosas, porque no han superado la ansiedad que les sobrepasa, aunque tengan la sensación de que la alivian, pero a la larga la aumentan.

La obsesión también tiene su parte positiva, llamada tesón, pasión o afición, siempre que esté bajo total control y sea por una buena causa. Hay que saber poner límites a esa obsesión, soportada con la tenacidad, antes de caer en la testarudez.

La buena obsesión funciona como un motor interno, que empuja nuestros pasos para desarrollar y cumplir con los objetivos propuestos. También permite desarrollar iniciales aptitudes, pasiones, aficiones, capacidades y habilidades en las artes, los números, las ciencias, las humanidades, el deporte, los estudios, el servicio al prójimo, etc.

Los padres no deben ser obsesionados o sensatos a tiempo parcial, tienen que ser sensatos a tiempo completo, no solamente de fachada, sino auténticos para poder educar bien a los hijos. Esto solo se consigue con una buena formación y un continuo entrenamiento en las virtudes y valores humanos, para poderlas aprender, practicar y enseñar.

Sinónimos y antónimos.

Obsesión  Prejuicio Ofuscación Pesadilla Testarudez Fanatismo Obstinación Terquedad Tesón Tenacidad Preocupación Temor Angustia Inquietud Manía Capricho Perturbación Paranoia Monomanía Neurosis Psicosis Vehemencia. Serenidad Comprensión Tolerancia Condescendencia Indiferencia Despreocupación

Los obsesionados por la familia.

Pierden la serenidad que precisa, el ofrecer una educación equilibrada para el desarrollo familiar. Se ofuscan para conseguir metas que consideran buenas, pero que son inalcanzables, lo que origina una pesadilla para los componentes de la familia.

1.     Futuro: Nadie puede predecir el futuro, aunque todos debemos prepararnos de la mejor forma posible para recibirlo. La preocupación no debe pasar de los límites normales y de la  experiencia acumulada.

2.     Guerras: Disturbios callejeros, terremotos, inundaciones, calamidades, epidemias, etc. por lo que se obstinan en exceso, en estar demasiado preparados, atentos y nerviosos, ante cualquier situación que les descoloque de su situación normal.

3.     Imagen física: Continuamente se realizan sin límites, operaciones quirúrgicas para su estética. De acuerdo a lo que se lleve en la sociedad y al modelo de vida que sueñan tener. Se las hacen sin límites, aunque no sean necesarias, tengan que empeñarse para pagarlas, o estén rayando en el peligro. Realizan gimnasias exhaustivas y practican la vigorexia, la bulimia y la anorexia. Se gastan todo lo que pueden, en estar a la última moda de ropa, en cosméticos, accesorios. Se preocupan exageradamente por algún defecto imaginario o no, valorando desproporcionadamente cualquier imperfeccionismo físico.

4.     La privacidad. Se sienten continuamente vigilados, a través de todos los medios de comunicación, redes sociales, cámaras ocultas de televisión, teléfono, vecinos, compañeros de trabajo, amigos, etc. Les entra la esquizofrenia.

5.     Obsesivos compulsivos. De repente les entran las obsesiones, por cualquier cosa y la ponen como prioridad para todo. No quieren saber nada más sobre ello. Bien sea en saludo, política, religión o familia.

6.     Por la muerte. Esta psicosis se llama tanatofobia, que es el miedo obsesivo a la muerte. No viven por estar pensando en la muerte, y cada minuto creen que va a ser el último y que en cada esquina, van a encontrar un peligro de muerte. Todo lo relacionan con la muerte, incluso en los sueños, tiene pesadillas de muerte.

7.     Desde la misma obsesión por las compras, hasta por el aseo personal, el orden, la salud, la pareja o el exceso de trabajo.

Los obsesionados en algunas religiones.

Hay muchos obsesos fanáticos, que defienden con tenacidad desmedida, apasionamiento, preocupación y ciego entusiasmo, sus creencias religiosas, sin aceptar que la religión es para todos y no para unos pocos. Por esa obsesión, moralmente se vuelven excesivamente escrupulosos y susceptibles, ante cualquier decisión que tengan que tomar. Continuamente analizan su modelo de vida, que suele rayar en el fanatismo. Incluso sienten la necesidad de confesar pecados íntimos, inexistentes o imaginarios. Llegando a crear sincretismos con la Nueva Era, las supersticiones, los falsos ídolos, etc.

Los extremadamente obsesionado, que se olvidan de su conciencia y espiritualidad, normalmente son clasificados por la sociedad, como ignorantes o ingenuos, pues no suelen tener suficiente razonamiento, para justificar y defender sus creencias al soportar todo con lógicas inflexibles. Utilizan la agresión o juzgan a los demás con prejuicios, y no aceptan consejos ni modificaciones, lo cual hace extremadamente difícil su evolución y cambio de mentalidad. Normalmente suelen haber crecido, con núcleos sociales con visiones muy limitadas, que pretenden convertir en sus adversarios o enemigos e incluso suprimirlos, a los que se oponen a sus obsesiones, creencias y modos de ver la vida, en aspectos religiosos, políticos, familiares y sociales.

Los obsesionados con la salud. (Hipocondriacos)

Siempre están excesivamente preocupados, con miedo irracional sobre  sus enfermedades pasadas, presentes y futuras. Relacionando todas sus acciones con las enfermedades de moda, las epidemias falsas o ciertas, los contagios, las medicinas que otros toman o que anuncian en la publicidad, las infinitas vitaminas de curas milagrosas, los continuos informes médicos, los análisis de sangre, orina, tiroides, colonoscopias, mamografías, etc., Presionan a los médicos para que les recete cualquier cosa, sea o no necesaria. Algunos llegan al extremo de no querer ir al médico, para que no les diagnostique que son hipocondriacos, u obsesivos con sus posibles, supuestas o imaginarias enfermedades.

Al hipocondriaco las obsesiones sobre su enfermedad, le afectan directamente a la mente, lo que implica que la mente perjudique su cuerpo. También llegan a producir síntomas peligrosos, que exageran y malinterpretan, al estar observándose continua y excesivamente, lo que puede producir la propia enfermedad. Están  atrapados en un círculo constante de preocupación y en una continua introspección, sobre las sensaciones del interior del cuerpo. Siente todo tipo de síntomas físicos extraños, en las distintas partes del cuerpo. Aunque se someta a multitud de pruebas, su resultado no lo calma, si no que sigue pensando, que tiene una enfermedad no descubierta.

El hipocondríaco es muy cambiante, se obsesiona unas semanas por unas posibles enfermedades y las siguientes por otras, olvidándose inmediatamente de las primeras. Visita a escondidas a todos los médicos posibles, hasta que encuentra alguno que le dice lo que él quiere oír. Inmediatamente descalifica a los médicos anteriores. Es extremadamente preocupado y obsesionado por la salud en general y por las diversas funciones corporales, como la tensión arterial, el pulso, el peso, el BMI, el aspecto de la piel, las manchas corporales, etc.

El hipocondríaco también tiene la obsesión de estar continuamente consultando en el internet, viendo todos los programas de televisión sobre enfermedades y discutiendo con sus amigos, cualquier cosa relacionada con sus posibles enfermedades, además de hurgar en los detalles de las enfermedades de los parientes, amigos y entorno, en todos sus posibles síntomas e imaginarias enfermedades, interpretando y discutiendo a su manera, todo lo leído u oído. Suelen ir al médico con el problema y la solución que él quiere escuchar.

La obsesión psicosomática, es la que da lugar a acciones que afecten a la psique sobre el cuerpo, o al contrario. Producen preocupaciones en cuanto a padecer una enfermedad  o dos enfermedades muy concretas, y se parece mucho a la hipocondría.

Los obsesionados con la alimentación, dietas y ejercicios físicos para practicar voluntariamente las enfermedades ortoexia, anorexia, vigorexia, etc. La adicción a la vigorexia (opuesta a la anorexia) perjudica a la familia.

Siempre practican el perfeccionismo exagerado, aunque sea perjudicial para su cuerpo y su intelecto.

Los obsesionados con el sexo. (Lujuria)

La lujuria es el mal uso del sexo. Es una deformación de la legítima apetencia sexual humana. El instinto de conservación y el instinto sexual (que es como el instinto de conservación de la especie), son los impulsos más fuertes a los que el hombre, desde siempre, ha estado sometido.

Para los obsesionados por la lujuria, el sexo es el tema demandante de todas sus conversaciones, el objeto constante de sus deseos y la ansiedad enfermiza de sus pasiones. Suele proceder de la falta de practicar las virtudes y valores humanos, y de un estilo de vida promovido por las sociedades modernas, a través de los medios de comunicación y de entretenimiento, que difunden masiva y continuamente imágenes y estímulos sexuales.

La lucha por vivir la castidad, lo contrario a la lujuria, hace ganar la dignidad como persona, pues una de las cosas que nos distinguen de los animales, es que somos capaces de educar nuestros impulsos y obsesiones.

Hay obsesivos compulsivos de la sexualidad, dudan continuamente sobre su orientación sexual, cavilan, premeditan e imaginan incesantemente, para la realización de actos obscenos, y se atiborran de cualquier información sexual, principalmente de los actos que son aborrecibles, tabúes o prohibidos. Tienen consciente o inconscientemente, continuos pensamientos e imágenes sexuales, desagradables, vergonzosas y monotemáticas. La duda sexual, es la característica central en este tipo de obsesiones.

Los obsesionados con los celos. (Celotipia)

La celotipia o celos enfermizos, es un trastorno en el pensamiento que hace algo real, lo fantasioso o imaginativo, y que puede convertirse en obsesión mortal, si no se controlan los celos. Es la necesidad imaginativa y continua, de introducir un tercero en la relación de pareja, imaginándose la infidelidad, al creer que existe otra persona que le engaña y se interpone en su relación. Esto puede genera sentimientos negativos, hasta llegar a actuar con agresividad.

En el matrimonio o en el noviazgo. La inseguridad exacerbada, hace dudar de la fidelidad en los matrimonios, noviazgos, amistades, etc. Los celos muchas veces provienen de las envidias e inseguridad en uno mismo. Para evitarlos y que reine la confianza, es sumamente necesario que exista el dialogo y la comunicación, para encontrar las soluciones adecuadas.

Los obsesionados con el exceso de población.

Lo basan en la falacia de la Ley de Malthus, tantas veces demostrada su falsedad. Se ofuscan en creer que el número de personas, crece exponencialmente y que los recursos solo crecen aritméticamente, cuando está demostrado hasta la saciedad, que no es cierto, ya que la sabia naturaleza, junto a los avances tecnológicos permiten que la humanidad viva cada vez, más y mejor. No es una cuestión ecológica, es una cuestión económica y política. No tengan miedo, hay alimentos, espacios y energía para todos, los actuales y los que vengan, pero cada uno de nosotros, privada y colectivamente, tenemos que resolver el grave problema de la injusta distribución y el consumismo.

Este planeta puede alimentar a decenas de humanidades como la actual. El hombre inteligente y honesto, domina a la naturaleza en beneficio de la civilización presente y futura. Cuantos más hombres, más creadores de alimentos y bienes.

Los obsesionados con el futuro de la sociedad.

Estos obsesionados creen que todo va a ir de mal en peor, y por su neurosis solamente se fijan en las catástrofes, guerras, pandemias, ruina ecológica, inundaciones, hambrunas, huracanes, erupciones volcánicas, deshielos, contaminación, cambios de clima, etc. Pero nunca se fijan en los avances de la sociedad en general, en la mejora de la calidad de vida, en los progresos científicos, en el número creciente de solicitudes de patentes que se presenta, en la mayor y mejor longevidad.

Los obsesionados con los amigos.

No pueden admitir, que sus amigos tengan otros amigos. Quieren tenerlos exclusivamente para ellos. Suelen querer tener amigos en exclusividad, poniendo la condición de su amistad, como monopolio. La envidia es la que alimenta la obsesión, hacia todos sus familiares y amigos sociales o profesionales, máxime, por los que han triunfado en la sociedad.

Los obsesionados con el dinero.

Continuamente haciendo balance de lo que tiene, de lo que debe, de lo que gasta y de lo que le deben. Obsesión por las alteraciones en las diversas Bolsas de valores, aunque no tenga inversiones. Precios del oro y otros metales preciosos, incluso de otros productos cotizados en las Bolsas. Preocupación de los índices económicos de la nación y de otros países. Por tener más, lo necesiten o no. Etc.

Los obsesionados con el qué dirán.

Todo el día pensando en lo mismo, que al final se convierte, en “lo que no han dicho” Esto impide el crecimiento de la propia personalidad y la de los integrantes de la familia. Suele convertirse en paranoia.

Los obsesionados en las prácticas deportivas.

En los juegos. No aceptan perder y hacen todo lo posible, incluso, para ganar. Su terquedad les impide aceptar la derrota y reconocer los méritos de los ganadores. Incluso llegando a sentir que, el que llega el segundo, es el primero de los perdedores. Tampoco saben tener el señorío de los vencedores, porque intentan humillar a los vencidos.

Los obsesionados con determinados vicios.

Llegan hasta tener perturbada la mente, con sus adicciones a las drogas, alcohol, sexo, juego (ludopatía), videojuegos, etc. Su enorme ofuscación ante la práctica de los vicios, no les permite ver que viven al borde del precipicio y que éstas, normalmente son obsesiones que no tienen marcha atrás, a no ser, que entren voluntariamente en un proceso fuerte de rehabilitación.

Los obsesionados por expresar sus sentimientos.

Tanto por no saberlo hacer, como por no poderlo hacer, debido a que les ponen cortapisas a expresarse. Llega un momento en que se ven prisioneros de sus pensamientos, al no poderlos exteriorizar.

Los obsesionados con la vejez.

Se producen un gran temor a las limitaciones, propias de la vejez y a las correspondientes pérdidas, de cualidades físicas y mentales. También suelen ofuscarse, por la posible falta de dinero o que a su mes le sobren días, las enfermedades, las incapacidades, etc.

Los obsesionados de los personajes famosos.

Los que son fanáticos, siguiendo y ocupándose desproporcionadamente de los deportistas, artistas y personajes de los medios de comunicación.

Los obsesionados por ser constantemente demoradores, postergadores, indecisos, escépticos, etc.

Los que nunca toman una decisión, debido a que están obsesionados por el fracaso, el ridículo, las risas ajenas, etc.

Los obsesionados compulsivos con el juego. (Ludópatas) El vicio del juego (ludopatía) y su influencia en la familia

Los obsesionados maniáticos, que miden la inteligencia de todos.

Están constantemente verificando, el grado de inteligencia de cada una de las personas que conocen y comparándolo con el suyo, para ver quién es más inteligente, o para comprobar, si va perdiendo o ganando su nivel de inteligencia. Su complejo de inferioridad, les hace estar preguntando continuamente, sin decir ellos primero su opinión.

Los obsesionados y adictos a su trabajo (workaholism) La adicción al trabajo “workaholism” de los padres, reflejada en la mala educación de su familia

Los obsesionados perfeccionistas, autoexigentes y autocríticos.

Que se preocupan por todos los detalles, aunque sean menores o irrelevantes. Tienen la necesidad imperiosa, de hacer todo perfectamente. Se exigen extremadamente: las mejores notas en los estudios, ser la mejor persona, el mejor conversador, el mejor amante, el mejor deportista, el más rico, el de más éxito en la vida y además conocer y recordar todo y a todos, aunque sean cosas sin importancia.

Los obsesionados preguntadores compulsivos.

Que sienten la necesidad de estar continuamente preguntando, a todos, sobre todas las cosas. Esta obsesión por preguntar, muchas veces proviene de una deformación profesional, acumulada durante años, al ejercer determinadas profesiones. Además no suelen estar acostumbrados a que les pregunten y hasta les suele parecer mal, que lo hagan.

Los obsesionados con disponer y acumular toda la información posible, sobre el mayor número de temas.

Tienen la manía de intentar leer, oír, digerir y organizar la enorme información, antigua o nueva, que actualmente se recibe y la que se tiene al alcance de la mano, pues no hay tiempo, ni conocimiento suficiente para hacerlo, lo que origina que después de acumularlo, se elimina o posterga su lectura o uso. Su frustración llega, cuando sienten, que no alcanzan a enterarse de todo.

Los obsesionados por la limpieza y la contaminación.

Suelen darse, principalmente, en algunas amas de casa, que tienen la manía exagerada, de limpiar sobre limpio y de sobreproteger higiénicamente a su familia, principalmente a los hijos pequeños. Creen que nada está suficientemente limpio y que nadie limpia mejor que ellas. También están los escrupulosos de la limpieza, que se lavan y bañan varias veces al día, por la preocupación extrema de no contagiarse a sí mismo, a un familiar o a un amigo. Creen que todo lo que tocan, está contaminado y que los anticuerpos no existen. La higiene es fundamental para la vida, pero la obsesión por ella, puede llegar a ser peligrosa.

Los obsesionados por ser agresivos.

Son personas con poco dominio de su voluntad, que se dejan llevar por sus instintos violentos. Suelen ser prepotentes e incapaces de reflexionar, antes de actuar. Su fuerza física, verborrea, labia y desparpajo, les hacen ser provocadores, violentos e impulsivos. Solamente se retraen, cuando tienen enfrente a otro más agresivo.

Los obsesionados por el coleccionismo.

Coleccionan continua e impulsivamente, todos los objetos inútiles, que caen en sus manos o salen a buscarlos. La idea de venderlos o tirarlos, les crea una una angustia desmedida e irracional.

Los obsesionados con las dudas, sobre sus derechos u obligaciones.

Se preocupan continuamente, por si no han recibido sus derechos o incumplido sus obligaciones, pensando en sí mismos y en las consecuencias sobre los demás. Esta situación les paraliza la mayor parte de las acciones, que tendrían que hacer. Siempre están en duda, por acción o por omisión.

Los obsesivos por manipular a los demás.

Siempre están dando consejos, aunque no se los pidan. Hay excepciones para dar consejos, incluso asumiendo el riesgo de enfado de la otra persona, cuando se hace con buena voluntad. Hay personas que por soberbia u otras causas, nunca han pedido un consejo. Incluso porque no sabían que lo necesitaban, aunque fuera evidente. En estos casos, es donde se debe tomar el riesgo, en beneficio del necesitado. Lo cómodo, no lo humano, es dejarlo pasar. No importa que juzguen al consejero y desprecien el consejo.

Los padres obsesionados, obcecados e hipocondríacos, crían también hijos maniáticos, obsesionados e hipocondríacos.

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Aquí encontrará respuestas a sus preguntas. Lea este articulo titulado: ESCUELA PARA PADRES. Qué es, para qué sirve y cómo funciona de forma virtual.

Los objetivos de esta escuela virtual son: Educar a los padres para que con su ejemplo y conocimientos de las virtudes y valores humanos puedan educar a sus hijos. Enseñar como educar a los hijos. Que los padres aprendan a vivir un armonioso, fecundo y largo matrimonio. Tender un puente entre la educación familiar y la Fe.

No dudeis en comunicaros conmigo para cualquier comentario. Un saludo, Francisco francisco@micumbre.com

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