Tribulaciones de un padre indocumentado sobre la educación a sus hijos


¿Puede educar bien a sus hijos un padre inmigrante indocumentado que trabaja dos turnos diarios? ¿Cómo puede elegir las prioridades entre sus ineludibles obligaciones de mantener a la familia, educarla, aprender inglés, formarse profesionalmente, enviar dinero a sus familiares en el extranjero y estar escondido?
Mi amigo José al que conozco desde hace mucho tiempo por cuestiones de trabajo, me comenta sus desesperación al darse cuenta de que con su falta de dedicación a la educación de sus hijos, debido al excesivo tiempo que dedica a trabajar, les está condenando a que tengan un futuro previsiblemente muy malo, por la falta de educación que les proporciona, a no ser que se arregle la situación inmigratoria, principal causante de sus bajos ingresos que le obligan a duplicar el tiempo de trabajo y a dedicar menos tiempo a la educación de sus hijos.
José está casado con Lupe y tienen tres hijos: José, Francisco y Lupita de 15, 10 y 5 años respectivamente.
Orígenes de José:
José proviene de un pueblo de Latinoamérica muy pobre. Prácticamente no fue a la escuela y no tiene un oficio concreto. En su pueblo trabajaba cuando le llamaban para hacer las labores del campo del rancho de su patrón. Allí se afanaba por hacer lo mejor posible lo que le ordenaban. Desde su juventud tuvo que trabajar con su padre cuando a éste le contrataba el patrón para las faenas agrícolas. Por el mísero sueldo del padre trabajaba también el hijo. En las épocas de cosecha incluso tenia que ir su esposa. Eso mismo le ocurrió a su abuelo, a su bisabuelo y todas las generaciones anteriores de peones.
En su casa no había ni agua corriente, ni alcantarillado ni carretera asfaltada, ni ningún servicio público de sanidad ni de seguridad ciudadana. Vivian como hacia 200 años. Solamente había una escuela común hasta los 14 años a la que no podía asistir cuando tenía que trabajar.
Viendo que esa trampa de rata no tenia fin, decidió contratar a un coyote y “tirar p’al Norte”.
Cuando llego al Norte lo primero que tuvo que hacer, fue ahorrar para pagar los $5,000 del coyote y después otros $10,000 para traer a su esposa y a dos de sus hijos. A la hija Lupita la dejó en la casa de la abuela materna, pues la niña era muy pequeña para soportar los riesgos del viaje por el desierto.
Su trabajo actual:
José trabaja en dos lugares diferentes, los seis días de la semana. Total 14 horas a diarias incluyendo el traslado a los trabajos.
Gana a $6,50 por hora, menos los descuentos por los impuestos que tiene que pagar, aunque nunca recuperará los beneficios que podrían corresponderle por esos impuestos que paga, pues tiene una diferencias entre su nombre y el documento con el que trabaja.
Su esposa Lupe también trabaja un turno de 8 horas en otra empresa. Entre los dos anualmente ingresan netos $32,000 aproximadamente. Todos los meses mandan una remesa de $350 ($4,200 al año) a la familia de la esposa para el mantenimiento de su madre y de su hija pequeña.
Horarios:
Ambos se levantan seis días a la semana a las cuatro y media de la mañana para prepara sus desayunos y los de sus hijos, así como algo de comida para el medio día del matrimonio y llegar puntualmente al primer trabajo. Cuando sale de éste todavía le quedan muchas horas en el segundo trabajo. El séptimo día, el de descanso es aleatorio pues depende de los turnos que le adjudiquen y de la combinación entre los dos trabajos.
José y Marta prácticamente no están en la casa nada más que para cenar y dormir. A las horas de ausencia por el trabajo les tienen que añadir las horas dedicadas a las compras de alimentos, ropas, gestiones, etc.
Los dos hijos:
Se levantan a las 6:30 y salen de la casa para ir a la escuela después de que la madre y el padre se han marchado a trabajar. Previamente desayunan lo que la madre les ha dejado preparado o lo que encuentran en el frigorífico y se van a la escuela. Allí almuerzan y suelen regresar a la casa en horarios separados alrededor de las dos de la tarde.
Hasta que llegan los padres ellos permanecen solos en la casa viendo la televisión, llamando por teléfono, enredando en el Internet o jugando al Nintendo. Nadie les puede controlar lo que hacen. Otras veces el mayor se queda en la calle hablando con los amigos o dando unas vueltas por el Centro Comercial cercano a la casa.
Vida familiar:
Cuando los padres llegan, primero la madre, tienen que prepara la cena, arreglar la casa e ir a las compras si es necesario. Ambos están muy cansados, es muy tarde y al día siguiente se tiene que levan a las cuatro y media de la mañana. No les quedan ganas de hablar con los hijos. Mucho menos de pedirles cuentas de lo que han hecho, de lo que no han hecho y en su caso de reprenderles o felicitarles, tampoco de aconsejarles.
Así pasan los días y los hijos se van criando sin ningún control de los padres.
La frustración de José y de Lupe es que esa situación no tiene un horizonte de cambio en varios años. Mientras sigan indocumentados sus salarios serán muy bajos y las posibilidades de promoción nulas, para ellos y para sus hijos. Por lo tanto ambos tendrán que seguir trabajando muchas horas quitándoselas a la permanencia con sus hijos y por lo tanto a la posibilidad de educarles. Tampoco podrán pagar las universidades de sus hijos, ni pedir préstamos para éllo, pues son indocumentados.
La parte mas grave llega cuando los hijos empiezan a tener ideas propias sobre su educación y a oír los consejos de los otros alumnos, casi siempre las opiniones de los menos aventajados.
Formación personal, profesional, social y otros:
José es consciente de que si quiere prosperar tiene educarse en el amplio sentido de la palabra. Pero no encuentra la manera de hacerlo, pues no tiene tiempo de dedicárselo a él, su tiempo nada más es para trabajar y sacar adelante a la familia. Cree que cuando sus hijos sean mayores y no tenga que mantenerlos y educarlos podrá sacar tiempo para la formación de él y de su esposa, pero mientras tanto tiene que elegir entre dedicar el tiempo al trabajo o a la formación personal, o a la de sus hijos. No hay alternativas. Es una pescadilla que se come la cola. Todos los días tiene que tener en cuenta esta elección y por ahora no puede cambiarla, tiene que alimentar y sacar adelante a sus hijos. Que difícil es conciliar trabajo, formación, familia y vida personal. El número de horas de trabajo y su retribución es lo que desgraciadamente manda en sus vidas.

  • Estudiar inglés: Todo el mundo le ha insistido que si no aprende inglés no podrá salir de esta esclavitud de los salarios bajos, trabajos fuertes y segregación social. Necesita unas 2.000 horas de clase de después del trabajo. Pero como va a estudiar cuando ya está rendido físicamente para en la clase poder empezar a entenderse y ser entendido. No encuentra la forma de sacar esas horas quitándolas del sueno, pues del trabajo y por lo tanto de los ingresos, no puede eliminar ni un minuto.
  • Formación profesional: Los trabajos que realiza de peón nunca le van a llevar a tener mejores ingresos, siempre hay un recién llegado que le gustaría hacer el trabajo de José por el mismo precio o menos. Es urgente que aprenda un oficio en algún centro educativo. Pero otra vez está la disyuntiva: Aprende ingles, aprende un oficio o trabaja y mantiene a la familia.
  • Formación social: Cómo va a aprender a incorporarse a la vida americana si no puede recibir ninguna enseñanza. Nunca va a poder votar ni participar en la vida ciudadana por que es indocumentado e indocumentable. Sus hijos que se están educando con el idioma inglés, hablan entre ellos en inglés, quieren ver la televisión y el Internet en inglés y José y Lupe tiene que imponer su autoridad de padres cada vez que se dirigen a ellos en español. Tampoco pueden hablar inglés con los amigos de los hijos que siempre hacen como que no entienden el español.
  • Formación religiosa: Tienen casi abandonada la práctica religiosa, pues muchos Domingos no pueden asistir a los servicios religiosos ya que no siempre tiene día libre en el trabajo.

Solución: Me gustaría poder ofrecer a José alguna solución realista y viable, pero no la conozco. La única viable es la de encomendarse a Dios para que modifiquen las leyes inmigratorias y puedan salir de la esclavitud moderna a la que voluntariamente se han encadenado.

Desgraciadamente José es el ejemplo de millones de inmigrantes en USA y en otros países que han elegido emigrar para poder sacar adelante a los hijos con el sacrificio de los padres y así la siguiente generación aproveche la sangre, el sudor y las lagrimas que han dejado en beneficio de su futuro. Si todavía los hijos no entienden este sacrificio, no por su culpa, si no por que no han podido ser educados para entenderlo, sería un sacrificio baldío, aunque siempre se ha dicho que los sacrificios hechos por los padres a favor de los hijos nunca son en vano.

Si alguien tiene alguna solución, por favor no dejen de enviármela.

Para comentarios francisco@micumbre.com




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