ESCUELA PARA PADRES
El vicio del juego (ludopatía) y su influencia en la familia.
- 13 Frases comunes de los jugadores, aspirantes a ludópatas
- 22 Situaciones indicadoras, de que ya se ha consolidado el vicio del juego o la ludopatía
- ¿Qué es la ludopatía?
- Los casinos, lotería del Estado y juegos de azar
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Cuando el juego, sea de azar, de suerte, de habilidades o una mezcla de ambas, se convierte en vicio y conlleva dinero, se denomina ludopatía, que es una enfermedad de naturaleza progresiva y contaminante, incluso si los resultados del juego de ganar o perder, no dependen de la habilidad o destreza del jugador. Pasa de ser un ejercicio o juego recreativo sometido a reglas, a convertirse en una adicción patológica, muy difícil de suprimir.
Es muy diferente el tipo de juegos de mesa o similares, que se realizan en familia, para entretener y enseñar a los hijos las reglas de los juegos y las destrezas e imaginación necesarias, practicando las virtudes de aceptación, conformidad y humildad, cuando pierden o ganan.
En época de crisis económica y social, es cuando más abundan los jugadores desesperados o ludópatas, que son convencidos que jugando, incluso solamente un poco de dinero, se van a hacer ricos inmediatamente y sin ningún esfuerzo, y que los beneficios obtenidos son para mejorar las escuelas, la asistencia social, etc. Esas propagandas engañosas, son para que los jugadores sean vean mentalmente liberados, de un posible remordimientos de conciencia.
Desde el mismo Estado se fomenta el vicio del juego, pues es una manera de que los ciudadanos poco formados, paguen impuestos voluntariamente. Para eso están las loterías en sus múltiples variantes. Las apuestas en los casinos con sus ruletas, juegos de naipes, dados, etc. Mas las apuestas en quinielas de futbol, las carreras de caballos, de perros, de deportes y un largo etc.
En la familia que entra el vicio del juego, comienza una carrera sin fin, hasta que le llega la ruina económica y la degeneración moral y social. El juego con dinero no tiene final, el que juega siempre pierde, a la larga o a la corta. Es un vicio que atrapa, como si fuera el vicio de las drogas. Hace falta tener una enorme fuerza de voluntad, para salirse de la ludopatía. Todos los ludópatas creen que ellos van a dominar a la ruleta, a los naipes, a los dados, etc.
13 Frases comunes de los jugadores aspirantes a ludópatas:
1. Además si pierdo hoy, puedo pagar mañana o en pequeños plazos.
2. Casi todos mis amigos van al casino y a mi me da vergüenza, que me digan que soy un tacaño o que no voy, porque mi cónyuge no me deja ir.
3. He hecho mis cuentas y nunca salgo perdiendo. Algunas veces, solamente pierdo un poquito.
4. Me dicen que los beneficios son para obras de caridad.
5. Me lo paso muy bien, por muy poco dinero o gratis, almuerzo, veo un espectáculo y me divierto.
6. Nadie se va a enterar, pues ese dinero es mio y me lo puedo gastar cuando quiera, como quiera y donde quiera. A mi cónyuge ya le doy lo suficiente para que mantenga la familia.
7. No me importa que me digan, que con mi presencia en los casinos y mi dinero, estoy contribuyendo al posible lavado de dinero, de los narcotraficantes o del crimen organizado.
8. No tengo porque dar cuentas a mis hijos y a mi cónyuge, dónde gasto el dinero, al fin y al cabo, lo gano yo.
9. Quiero demostrar a esos ignorantes del casino y a mis amigos, que yo se jugar mejor que ellos y que les voy a ganar.
10. Tengo el control y la fuerza de voluntad suficiente, para dejarlo cuando quiera.
11. Todos no pueden permitirse el lujo, de jugar continuamente y yo si puedo.
12. Total si solamente es jugar un poco, cuando yo quiero o veo que pierdo, me retiro.
13. Y si me hago rico ¿Qué?
La ludopatía no tiene, como otros vicios, un límite fisiológico en su práctica, donde llega un momento que, físicamente, los viciosos ya no pueden consumir más drogas o más alcohol, puesto que se marean, enferman o les faltan fuerza para continuar. Pero el ludópata nunca se cansa, pues mientras tenga dinero o capacidad de crédito, puede seguir jugando hasta que pierda todo el patrimonio presente y futuro de la familia, y dejarla en la más grave de las miserias.
Padres, tengan mucha precaución cuando alguien les sugiera o invite, a visitar un casino y les propongan jugar un poco. Ese poco, podría llegar a ser el inicio de un camino sin retorno, hacia la ludopatía. La industria del juego, ya se encarga de ofrecer gratis, incluso dinero para jugar y que así pruebe y se quede enredado y seducido en el juego, además de cupones para comidas, apuestas, bebidas, espectáculos, etc. que le guste a sus futuras victimas y se enganchen, a poder ser irreversiblemente, en jugar todo lo que puedan o tengan. La industria del juego, sea privada o del Estado, se instala para el beneficio de unos pocos, en el detrimento de muchos, generando graves consecuencias personales.
Padres, sus hijos les están mirando, con una lupa de aumento todo lo que Vds. hagan. Si les ven asistir a los casinos, a sitios de juegos, jugar loterías, etc. tendrán grandes dudas, en discernir si tienen que hacer lo que Vds. les dicen, o lo que Vds. hacen. El mejor ejemplo que pueden dar a sus hijos, es no asistir jamás a esos sitios, por mucho que les apetezca visitarlos. Además de explicarles que uno de los principales motivos es, el “no caer en la tentación” alejándose del peligro de ella.
Hay algunas personas enfermas de ese vicio, que estando en el proceso voluntario de querer curarse, tiene el coraje de pedir a los casinos y centros de apuestas, que no les dejen ni entrar, ni mucho menos jugar. Es muy difícil mantener esa postura, pues la publicidad que desarrolla la industria del juego es legal y está a todas horas, fomentando que las personas jueguen continuamente, bajo la promesa de que posible, alguien se haga rico. Cuando la realidad es que en los juegos, los únicos que se hacen ricos son los propietarios, los operadores, los que los autorizan y los que los patrocinan.
Los padres tienen que dar muy buen ejemplo a los hijos, enseñándoles a que nunca, deben jugar intermediando dinero. No vale decirles que pueden hacerlo, aunque nada más sea en cantidades pequeñas y que tengan control de lo que hacen. Ese control el muy difícil tenerlo, por no decir imposible, ya que la tentación humana, de hacerse rico o de ganar dinero sin esfuerzo, es muy grande. Uno de los problemas frecuentes es, cuando en la primera ocasión del juego se gana, poco o mucho. Esa es la puerta por la que pueda entrar el vicio del juego, pensando que todo va a ser tan fácil, como en esa ocasión. Es preferible que la primera vez se pierda lo jugado, para que se quiten las ganas de seguir jugando.
Algunos padres incluso inducen o permiten que para divertirse, los hijos jueguen pequeñas cantidades en los casinos o lugares de juegos, para que “prueben suerte”, pensando que eso no les va a hacer daño, sin darse cuenta, que lo que los padres consideran pequeñas cantidades, para los hijos sean grandes cantidades y en ocasiones, se juegan todo lo que tienen. Esto les crea frustraciones, que les pueden servir de enseñanza o les crea un hábito, que les aficiona al juego y a las apuestas colectivas.
El extremo del peligro del juego, supone jugar a “la ruleta rusa” donde el juego puede terminar en muerte. Ahí si se pierde, no valen los arrepentimientos, ni las revanchas, ni las nuevas oportunidades, para resarcirse de lo perdido. En ese juego cuando se pierde, no hay marcha atrás.
La ludopatía de los jóvenes, con las maquinas de video juegos y las otras pantallas electrónicas. Ese vicio del juego o de la presencia ante las pantallas, les trae consecuencias graves, pues aunque no les quita el dinero, les quieta su precioso tiempo, que es mucho mas importante y necesario para su educación, que el poco o mucho dinero que un joven podría tener.
La ludopatía es un vicio, aunque algunos la denominan enfermedad, para quitarles la responsabilidad a los jugadores compulsivos. Intentan que los programas de curación de la ludopatía, sean pagados por las empresas aseguradoras, lo que supondría que esos costos serian repercutidos entre todos los asegurados. Quitar otro vicio voluntario de la sociedad, con el dinero de todos. Otra muestra de la continua tiranía de las minorías.
Hay algunas banderas rojas, que indican el principio del problema real del vicio del juego. La ludopatía, aunque todavía no haya sido clasificada como enfermedad, siempre comporta consecuencias familiares, matrimoniales, laborales, de salud y sociales.
Los ludópatas confunden el deseo, de ganar mucho y rápidamente, para hacer se ricos, con la realidad de perder siempre, para hacerse pobres indefectiblemente. Tienen que hacer una valoración honesta de su propia conducta y de lo que sienten, cuando juegan compulsivamente, analizando como cambian sus hábitos en su vida personal, familiar y social. El vicio del juego produce unos efectos muy graves, contra las personas y las familias, especialmente las pobres o menos afortunados.
Entre los síntomas que suelen tener los ludópatas, como en casi todas las adicciones, sobresalen los de alejarse de la familia y de los amigos honrados, no dominar las frecuentes acciones violentas, irascibles o furiosas, asumir riesgos físicos, hacer apuestas o negocios financieros, de dudosa o nula procedencia, rodearse de personajes siniestros, que tienen los mismos o similares vicios, consumir sustancias prohibidas.
Es muy diferente el entretenimiento, que puede suponer el juego moderado, con las pantallas electrónicas, que incluso en algunos casos, son simplemente juegos de destreza que aumentan, fomentan y consolidan la inteligencia, desarrollan los reflejos y conllevan satisfacciones, únicamente como diversión. Si estos juegos electrónicos se convierten en adicciones, que consumen el tiempo y las energías, que los hijos deberían emplear en otras cosas mas productivas, o tienen por medio apuestas económicas o de otros conceptos, la cosa cambia y puede convertirse muy fácilmente en ludopatía.
La ludopatía es la adicción enfermiza, al impulso irreprimible de jugar, siendo o no consciente de sus consecuencias y del deseo de evitarlo. Se considera un trastorno del control de los impulsos, que también incluyen la cleptomanía, piromanía y tricotilomanía. Es similar a las adicciones de vigorexia, anorexia, bulimia, alcohol y drogas, ninfomanía. Estas enfermedades o vicios, Requieren en primer lugar, darse cuenta de que existe un problema importante y en segundo lugar, hacer un esfuerzo para ponerse en manos de los profesionales, con el fin de que les ayuden a curarse.
22 Situaciones indicadoras de que ya se ha consolidado el vicio del juego o la ludopatía:
Cuando los ludópatas:
1. Arriesgan sus oportunidades de crecimiento, mejora y consolidación profesional, familiar o social, por seguir jugando.
2. Aumentan considerablemente el número de sus divorcios.
3. Contraen enfermedades como la depresión, el estrés, la ansiedad, los ataques cardiacos, el TDAH o síndrome de atención, incluso llegando a pensar en el suicidio, etc.
4. Dejan de pensar y actuar de manera eficaz, hasta que incluso por desesperación o casualidad, descubre su insolvencia o acumulación de deudas.
5. Intentan recuperar las pérdidas del juego con más juego, iniciando una cadena de deudas, que siempre terminan en tragedia.
6. Llegan a negar incluso con violencia, su participación en los juegos.
7. Mienten, negando o disminuyendo las veces y cantidades que ha jugado, para intentar ocultar o engañar a su familia, consejeros, médicos y amigos.
8. Necesitan aumentar cada vez más, la cantidad a jugar y la frecuencia, para cubrir las emociones que le producen su vicio, por lo que va alejándose de la posibilidad de su curación.
9. No quieren asistir a los grupos de autoayuda, como son los que dan consejos a jugadores y familiares, afectados por ludopatía: ASOCIACIÓN DE JUGADORES ANÓNIMOS DE ESPAÑA – JA o LUDOPATIA.ORG o LUDOPATIA.CAT
10. Ocultan a la familia los ingresos que obtienen en su trabajo, para que no les puedan controlar lo que gastan en el juego.
11. Pierden el control de su conciencia, sobre las propias intenciones de controlar su vicio.
12. Pierden el control sobre si mismo, al intentar sin éxito, reducir o salirse del vicio del juego.
13. Presentan signos o síndromes de abstinencia, inquietud o irritabilidad, asociada con el haber dejado o reducido el vicio del juego.
14. Recurren a soluciones desesperadas y peligrosas para pagar sus deudas, jugando mayores cantidades, apuestas más altas cada vez, juegos de mayores riesgos, de más rapidez, robando o pidiendo nuevos créditos a usureros sin escrúpulos, lo que aumenta los riesgos físicos, mentales y familiares.
15. Se dejan arrastrar con más facilidad y sin poner resistencia, ante las presiones de los amigos, profesionales del juego o de la publicidad, que les incitan a participar en cualquier tipo de juego, con tal de satisfacer su vicio.
16. Se incapacitan para responder a los impulsos, de intentar recuperarse de su vicio.
17. Sienten grandes preocupaciones sobre el juego, manifestadas en pensamientos frecuentes, fantasías o sueños, sobre sus experiencias pasadas, que incluso extrapola al futuro.
18. Siguen jugando para evadirse de sus problemas, creyendo que así van a mejorar su estado de ánimo.
19. Tienen que recurrir a familiares o amigos a los que posiblemente también les arruinarán, pues es imposible que les devuelvan los continuos préstamos.
20. Tratan de estar en ambientes ludópatas e intentan inculcar el vicio del juego a otras personas, para sentirse acompañados y para auto justificarse, pensando que a otros también les gusta.
21. Utilizan el vicio del juego, para refugiarse y huir de los problemas cotidianos o eventos vitales, y así no tenerse que enfrentar, a la realidad de su vicio.
22. Violan la ley, cometiendo actos ilegales o inmorales, para continuar con el vicio del juego o para recuperar o pagar las pérdidas.
Los padres son la sal de la tierra para los hijos, pero cuando la sal, voluntariamente, la vuelven sosa, nadie les va a dar la que necesitan, para vivir ellos y para enseñar a vivir a sus hijos. La educación que dan los padres a los hijos, es como cuando se enciende una luz para alumbrarles sus vidas. Ningún padre quiere encender la luz de la educación y meterla debajo de la cama o predicar en el desierto, de la indiferencia e incomprensión. Los padres tienen que poner muy alta esa luz, para que alumbre el camino, que sus hijos tienen que seguir en sus vidas. La luz de la educación, es el símbolo de la fuerza y estabilidad que les ilumina y les da brillo y esplendor, produciéndoles la autentica felicidad, que llevan los bien educados en las virtudes y valores humanos.
Los padres no tienen que tener miedo quedarse solos por decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad a sus hijos, aunque ésta a veces sea molesta y desenmascare cosas ocultas, pues el jugador sueña con un golpe de suerte, esa fantasía irreal de ganar dinero sin esfuerzo, cae en la vorágine del no saber parar. Y eso al final, termina dañando a los más vulnerables.
El séptimo Mandamiento de la Ley de Dios, dice claramente «No perjudicar al prójimo en sus bienes». Ahí entra de lleno el vicio del y la ludopatía en los juegos de azar, naipes, apuestas, loterías, etc. aunque no sean en sí mismos, contrarios a la justicia. No obstante, resultan moralmente inaceptables, cuando privan a la persona de lo que le es necesario, para atender a sus necesidades o las de los demás. La pasión del juego corre peligro, de convertirse en una grave servidumbre. Apostar injustamente o hacer trampas en los juegos, constituye una materia grave, a no ser que el daño infligido sea tan leve, que quien lo padece, no pueda razonablemente considerarlo significativo.
Periódicamente aparecen grupos de presión política y económica, en determinadas ciudades, que intentan convencer a la población y a sus representantes, sobre las ventajas de instalar en ellas, actividades relacionadas con los juegos, como son los casinos, barcos casinos, amarrados en la orilla u operativos en las cercanas aguas internacionales, actividades satélites más o menos ilegales o permitidas. Pero el fin no justifica los medios para conseguirlo, ya que estos casinos o sistemas de juegos, conllevan en su entrono, una gran podredumbre social, con actividades que rompen y arruinan a las familias, aumenta la pobreza, el crimen y la adicción a otros vicios, a pesar de su señuelo como atractivo disfraz de la creación de empleos, recaudación de impuestos, atracción del turismo, etc.
Algunas organizaciones religiosas, no se dan cuenta o no se la quieren dar, del daño que hacen a sus feligreses, cuando organizan juegos de azar y viajes gratuitos o casi gratuitos, a los casinos u organizan juegos de azar, con la sutileza de decir que son con fines caritativos. Para algunos, esa recomendación a jugar o visitar los casinos, es el principio de una iniciación al vicio del juego, y hubieran pasado muy bien sin tenerla, y mucho mejor si ésta no hubiera sido patrocinada por su iglesia o con el beneplácito de ella. Una institución religiosa no debe cooperar, ni por activa ni por pasiva, con la industria del juego, que explota a los más débiles y vulnerables, ni siquiera si obtiene unos beneficios económicos, porque el fin no justifica los medios.
Los padres no se deben olvidar de su responsabilidad moral y material, cuando incluso con su sola presencia, en esos lugares relacionados con el juego o con sus actividades inmorales y contaminantes, o incluso con pequeñas cantidades apostadas, están contribuyendo a que exista esa industria inmoral, permitiendo que su mal ejemplo, se transmita a los hijos en proceso de formación de las virtudes y valores humanos, como la austeridad, la generosidad, el sacrificio, la honradez, la dedicación, etc. ¿Cómo se le puede hablar a los hijos de la práctica de esos valores, si los padres tienen el vicio del juego?
La adicción al juego, es mucho más sutil que la adicción a las drogas, que muy pronto dejan señales bastante evidentes. Cuando se descubre la adicción al juego, suele ser muy tarde, pues ya ha hecho desaparecer grandes cantidades del dinero familiar y se han producido deudas importantes. Una modalidad muy peligrosa, es el juego a través del Internet, que aparentemente deja pocos rastros de lo gastado, a no ser que los cónyuges tengan un buen control del gasto con las tarjetas de crédito, de ellos mismos y de los hijos.
El dinero del juego contamina a los niños y los jóvenes, cuando estos crecen en su entorno físico. También contamina a la sociedad, a los servidores públicos y a las instituciones, cuando iglesias, colegios y asociaciones, con una total falta de ética, se implican en los beneficios y en la publicidad de los casinos y estos vía impuestos o donaciones, financian servicios públicos o municipales, que de otra forma no existirían, tales como pistas deportivas, bibliotecas, ordenadores, etc.. Todo financiado con el vicio del juego de los más pobres, que son los que tienen más riesgo de convertirse, en jugadores compulsivos y ludópatas.
En la adicción al juego, (ludopatía) como en todas las adicciones de vigorexia, anorexia, bulimia, alcohol, drogas, ninfomanía, cleptomanía, piromanía, etc. se entra muy fácilmente, casi “jugando”, pero es muy difícil salir, a no ser que sea arruinado económicamente o bajo un plan muy serio de rehabilitación, lleno de buena voluntad y compromiso de cambio.
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