ESCUELA PARA PADRES
Los hijos que exigen a los padres. 16 motivos.
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Hay hijos que exigen demasiado a sus padres, sobre todo algunos adolescentes que suelen ser insaciables, les piden imperiosamente cosas, o que tengan actitudes a las que se creen que tienen derecho. No se conforman con nada de lo que reciben, siempre quieren más y muchos más. Exigen mucho más que lo que sus padres pueden darles.
No es lo mismo pedir a los padres, que exigirles. Los hijos desde que nacen, están pidiendo continuamente para que les satisfagan sus necesidades. Cuando son muy pequeños para expresar sus necesidades básicas de atención. A medida que van creciendo y dependiendo de la educación recibida, empiezan a exigir lo que ellos creen que tienen derecho, aunque no lo tengan.
Los hijos pueden exigir a los padres, por la razón o por la fuerza, que cambien su mal comportamiento, en caso de que estuvieran poniendo en peligro su propia vida, debido a los vicios peligrosos, que estén destruyendo la unidad familiar, creando una mala imagen de la familia o haciéndoles sufrir con sus actitudes o inmoralidades, impropias de los padres.
16 Porqués sobre las exigencias inagotables y avariciosas, suelen ser para:
- Porque creen que deben estar en algún grupo al que quieren pertenecer y no pueden.
- Porque creen que el dinero, igual a confort y ambos, igual a vida y felicidad.
- Porque creen que las cosas a sus padres les llueven del cielo.
- Porque creen que lo que exigen lo necesitan, cuando la realidad es que sólo lo desean.
- Porque creen que tiene derecho a todo lo que se les antoje.
- Porque creen que tienen derecho a hacer lo que se les antoje, incluso con ellos mismos, aunque vaya en su propio perjuicio, en el de la familia o de la sociedad.
- Porque creen que tienen derecho a que sus padres les traten como si fueran reyes y los padres sus súbditos.
- Porque creen que tienen el derecho a vivir su propia vida y a tomar sus propias decisiones, sin que sus padres ni nadie se interfiera, aunque todavía estén bajo su patria potestad.
- Porque creen que ya tienen la vida bien resuelta en el presente, aunque no tengan ningún horizonte.
- Porque es una escalada de exigir cada vez cosas, mejores y más caras.
- Porque han desarrollado los vicios del egoísmo y de la avaricia.
- Porque han pasado de la fiesta a la abulia y quieren nuevos tipos de diversiones.
- Porque quieren obtener cuotas de libertad o poder, aunque no les correspondan por su edad, situación económica, estudios, etc.
- Porque quieren presumir ante sus amigos de que manejan a sus padres y obtienen de ellos lo que quieren.
- Porque saben que siempre que exigen algo se lo conceden, sea lo que sea.
- Porque se creen superiores a sus padres, dado que tienen más conocimiento escolar, ya que ellos, sacrificaron sus estudios para que él se beneficiara.
Los padres tienen el derecho y la obligación de exigir de los hijos, un buen comportamiento, obediencia y respeto. Los hijos tienen el derecho a ser criados y respetados, con las máximas posibilidades que tengan sus padres y la obligación de portarse, de acuerdo a la educación recibida, obedecerles, respetarles.
La responsabilidad de ser padre no es tener una puerta giratoria o que como las veletas de las torres, cambie continuamente de dirección. No pueden estar diciendo un día una cosa y lo contrario al siguiente, presionados por las exigencias injustificadas de los hijos, para así, librarse de la responsabilidad de la conciencia de saber educar con firmeza y buen criterio, pero siempre con amor.
Es preferible estar en la lista de los malos, que en la de los bobos. Los padres que no se dejan chantajear por las excesivas exigencias de algunos hijos, pasan a ser políticamente incorrectos, pero deben preferir que la sociedad se le eche encima por intolerantes en los principios educativos, no negociables, que por haberse dejado manejar. Lo más fácil es conceder todas las exigencias de los hijos, aunque vayan en contra de su propio desarrollo moral, social o religioso.
Para algunos padres, es muy cómodo, pero altamente irresponsable, el no querer pasar por sufrir el dolor de tener que corregir las exigencias de los hijos. La autoridad paterna tiene que aceptar los disgustos que conlleva, el negarse a las exigencias de sus hijos. Primero es educarlos y procurarles la verdadera felicidad, que tienen obligación de transmitirles.
La responsabilidad y firmeza de los padres, les resulta incómoda e insoportable a algunos hijos. Pero eso no quiere decir que los padres, deban ceder ante las exigencias, acciones u omisiones irregulares de los hijos.
Cuando los padres tienen que realizar un gran esfuerzo y sacrificio, para decir que no a las exigencias de los hijos, nunca deben exteriorizarlo de forma violenta, hiriente o arrogante, ni castigar por haber exigido. Siempre debe ir acompañado de la explicación y del consejo correspondiente.
Los padres acaudalados o menos acaudalados, que conceden todo lo que los hijos les exigen, pueden llegar a producirles un trastorno mental, que en inglés se llama “affluenza”. En español “Pobre niño rico”, que es el equivalente al síndrome de los hijos consentidos, de papás ricos. En cada cultura a estos enfermos se les llama de diferentes formas: Fresitas, NiNi, bitongos, “señoritos”, etc.
Affluenza se puede traducir por sobreproteger. Es una condición social, no siquiátrica, dolorosa, contagiosa, transmitida socialmente y consistente en la obsesión por buscar desmedidamente, la certeza de hacer las cosas, sin adquirir ninguna responsabilidad y sin poder distinguir entre lo que está bien o mal hecho. Es la epidemia del súper consumismo.
Los padres no pierden su innegociable autoridad, si no conceden lo que injustamente les piden sus hijos, sobre todo, si es perjudicial para ellos, en cuanto a las verdades que deben saber, y el comportamiento que ellos deben tener.
La unidad entre el padre y la madre y su autoridad, frente a las exigencias de los hijos, no debe tener ninguna fisura por donde puedan penetrar las exigencias de estos. Su autoridad queda reforzada, por el poder de la solidez del matrimonio y al mismo tiempo, se mantiene suavizada por la unión de las dos diferentes sensibilidades.
La autoridad de los padres y su obligación de mantenerse firmes, por muy difícil y laboriosa que sea ante las exigencias de los hijos, será mejor aceptada si sus actos, además de sus palabras, sirven como ejemplo de comportamiento.
Los padres también sufren, cuando son víctimas de las continuas e injustificadas exigencias de los hijos. La inquietud y preocupación por el dolor, sufrimiento, incertidumbre y desamparo que muestran los padres, solamente puede ser parcialmente llevadero, cuando sienten la plena satisfacción del deber cumplido, al haber inculcado con la enseñanza y el ejemplo de las virtudes y valores humanos.
El sufrimiento de los padres, por no satisfacer las exigencias de los hijos, está relacionado con los cambios, vertiginosos, imprevistos e impensables, que se producen en algunos aspectos de la familia, amigos o sociedad, que pretenden desestabilizar las convicciones, creencias y certezas de los padres.