La cleptomanía en los niños. Robar por impulso.


ESCUELA PARA PADRES

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Hay niños que desde muy pequeños, tienen cierta tendencia a coger cosas a sus amiguitos y a no devolvérselas, a no ser que sus padres se den cuenta y les obliguen a restituirlas. Muchas veces no suelen tener muy claro el concepto de la pertenencia propia y la ajena.

Los padres deben demostrar mucha paciencia y desarrollar muy bien su inteligencia, para además de tener la certeza fija e irrefutable de lo sucedido, intentar encontrar las causas que lo suscitaron, originaron o promovieron.

A medida que se van haciendo mayores, esa tendencia a quedarse con lo ajeno puede ir en aumento, hasta llegar a situaciones muy desagradables para los niños y los padres. Primero son pequeños hurtos y después se convierten en robos, lo que hace más difícil corregir esa situación.

Los padres tienen que seguir teniendo mucha fe en sus hijos, aunque hayan hecho algo mal. No pueden tirar por la borda todos los años de educación, cariño y mutuo amor acumulados. Los hijos siempre tienen que tener derecho, a una nueva oportunidad.

Cuando los hijos se han metido voluntaria o involuntariamente en un problema, a cuenta de un hurto o de un robo, único o repetido, es cuando los padres tiene que demostrarles más su cariño, con pruebas evidentes de sincero afecto. Pero sin renunciar a las acciones de corrección y reprimenda, acordes con la situación creada.

Es muy diferente la forma de tratar el robo realizado por un niño, que el realizado por un adolescente. Pero ambos son robos y su gravedad, motivos, circunstancias y consecuencias, deben investigarse muy bien, para que los padres puedan obrar en consecuencia.

Los padres son los primeros que tienen que autoanalizarse, para ver si son ellos los responsables, directa o indirectamente de lo que roban sus hijos. Sin querer o queriendo, algunos padres dan muy malos ejemplos a los hijos, hurtando, robando o sustrayendo pequeñas cosas, que ellos no les dan importancia, pero no tienen en cuenta, que los hijos suelen estar pendientes de todos los actos de los padres.

Hay veces que los hijos roban como rechazo o protesta, ante la situación que están viviendo de presión o de violencia física o mental. Pudiera ser la forma de expresar su indignación, por la sumisión violenta a la que están sometidos. El robo lo consideran como una válvula de escape, a sus frustraciones e impotencia ante el mal trato.

No se puede calificar a sus hijos de ladrones, ni “echarles a las patas de los caballos”, estigmatizándolos y condenándoles para siempre, con un sambenito como escarnio de lo realizado. Mucho menos ante sus familiares, amigos o sociedad. Deben sopesar muy bien los hechos, junto a la intención, la cuantía, las circunstancias, la repetición, la edad, el propósito de la enmienda, etc.

No debería haber un hurto o un robo, por muy pequeño que sea, sin que el que lo haya efectuado, tenga unas consecuencias acordes y proporcionadas con lo que ha realizado.

Los padres tienen que estar muy alertas y vigilar todas las cosas, que llevan los niños a la casa o que mantienen en sus bolsillos, mochilas, armarios o sitios recónditos. Incluso hay otros signos externos del robo, que no se pueden ver, pero que son producidas por el robo. Como las cosas que tiene y que no puede demostrar su procedencia, pues han podido ser cambiadas por lo robado o compradas, con el dinero obtenido de lo robado.

11 Conceptos a analizar en los casos, de niños que roban:

  1. Averiguar los motivos por los que lo ha hecho: Amenazas, presiones, imitación, malas influencias, iniciación a algún grupo, demostrar superioridad, listeza o mañas, ambiente social en el que se relaciona, retos impuestos, etc.
  2. Comprobar la necesidad demostrable del objeto e incapacidad para pedirlo.
  3. Conocer la actitud de los familiares o amigos de su entorno social en el que vive.
  4. Detallar cuales han sido los hechos y su valoración económica, sentimental o perjudicial.
  5. Examinar si es por falta de formación, para discernir que no se puede robar.
  6. Indagar si ha habido algún antecedente, como premeditación, abuso, fuerza, etc.
  7. Informarse si los robos han sido frecuentes, reincidentes del concepto, único o esporádicos.
  8. Investigar lo que le importan las consecuencias.
  9. Observar si lo ha hecho por ambición de querer tener más.
  10. Profundizar en sus pruebas de arrepentimiento.
  11. Saber si es un capricho para su estilo de vida.

Los pequeños robos que hacen los niños, pueden producirse por razones internas o externas.

Las internas pueden ser producto de la mala educación, en las virtudes y valores humanos, donde no se han instalado los conceptos del bien y el mal, de lo propio y de lo ajeno, de pedir perdón y restituir. Todo les parece lo mismo y no sienten la sensación de que están haciendo mal, incluso copian a otros, sin pensar en que tiene que arrepentirse, corregirse y devolver lo robado.

Las externas pueden prevenir de ejemplos recibidos o como venganza y rechazo, a los malos tratos y abusos físicos, verbales o mentales, recibido por los padres. Estos se traducen en una forma de vengarse, contra la impotencia de no poder hacerlo, contra los que les abusan.

El robar, aunque sean pequeñas cosas, se convierte en costumbre y después en hábito, posteriormente se produce el vicio incontrolable de la cleptomanía, que en las personas mayores es muy difícil eliminar, incluso necesitan tratamientos especiales, los cuales no se los van a enseñar, cuando ya estén en la cárcel. Se convierte en un desorden psicológico, asociado con desórdenes obsesivos compulsivos y desórdenes adictivos, relacionado con las emociones reguladas por el estado de ánimo.

En casi todos los sitios hay cámaras de televisión, que graban todo lo que ocurre, lo que hace más fácil el descubrir el comportamiento de los ladrones, probar el delito y aplicar los castigos.

Hay cleptómanos que lo hacen por el simple hecho de robar, aunque no necesiten lo que roban para nada. Es por la adrenalina que les produce el robar, sin pensar en el prójimo ni en su propia conciencia. Incluso roban a sus propios familiares y amigos más allegados.

Además de hablar a los niños y a los mayores, de la importancia que para otros pueden tener sus robos, se les debe hablar de las repercusiones y con secuencias, que ellos van a tener que sufrir por sus malos actos. El hurtar o robar les hace adquirir mala fama de ladrón frente a sus familiares, amigos o compañeros. Además de la posibilidad de quedar fichado por la policía.

Los padres deben extender durante un tiempo prudencial los castigos o consecuencias, durante las actividades familiares, para que no sea una bronca fugaz, que quede en eso solamente. Pero las reprimendas y las sanciones, deben ir relacionadas con las investigaciones en profundidad de los hechos, los antecedentes y los motivos.

Una de las pruebas para comprobar el arrepentimiento y el cambio de actitud, es poner y mantener objetos como señuelos, que obliguen a la persona a dominar su propio vicio y reforzar su fuerza de voluntad.

Los padres cuando se enteran de un robo, lo primero deben buscar en profundidad, cuáles son los motivos o causas, que han originado el robo, para así poder poner los remedios adecuados. No se pueden poner soluciones, si no se conocen las causas.

Los robos no ocurren por causalidad, detrás de ellos hay una causa, que si no se corrige terminará en cleptomanía. Muchas veces provienen de la mala educación o ejemplos, que han recibido de sus padres o porque les han enseñado que “coger de donde hay” no es robar.

Las edades en los hijos, son los hitos fundamentales que van marcando las épocas, para formarles en sus virtudes y valores humanos. Los primeros 6 años son la época de educarles. Los segundos 6 años es decir hasta los 12, es la época de añadirles la formación y los terceros 6 años, es decir hasta los 18, es la época de prepararles para el gran salto, que normalmente van a dar al salir del hogar familiar, para ir a trabajar o a realizar los estudios en la universidad. Tres fases totalmente diferentes de la continua educación.

Educar en la restitución. Esa es una práctica que se debe enseñar, desde muy pequeños, aunque suponga una gran vergüenza para los hijos y muchas veces para los padres, al tenerla que hacer públicamente. La restitución es una de las consecuencias, que deben conllevar todos los hurtos o robos, grandes o pequeños.

Aunque la disculpa sea “eso lo hacen todos”, esa falsedad de afirmación, no justifica el hacerlo. La idea de culpabilidad, resarcimiento, restitución, rechazo de las ocasiones y petición de perdón, deben inculcarse desde niños.

Las excusas, mentiras y falacias, suele estar siempre pegada a los robos, para disminuir la culpabilidad.

Artículo recomendado: ¿A qué hijo quieren más los padres?

francisco@micumbre.com

 

 

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