La ambición, virtud o vicio. Padres, explíquenselo a los hijos.


ESCUELA PARA PADRES

La ambición, virtud o vicio. Padres, explíquenselo a los hijos.

  • Las 10 Propuestas de la virtud de la ambición y de la superación, que los padres deben inculcar en sus hijos
  • Las 24 mejores sentencias, sobre el vicio de la ambición

2,599 Palabras. Tiempo de lectura 9:00

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La ambición como Virtud: Es la disposición estable del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la Fe. Pueden agruparse en torno a cuatro virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. La virtud de la ambición es el deseo ardiente de tener: Esperanza, afán, pretensión, empeño, sueño, metas, ardor, pasión, aspiración, apetencia y ganas de hacer obras buenas.

La ambición como Valor humano: Es la calidad moral que mueve a hacer las buenas acciones, con convencimiento y firmeza en el arte de vivir.

La ambición como Vicio: Es la falta de rectitud o defecto moral en las acciones. Es el hábito de obrar mal. Es el deseo desordenado de conseguir poder, riquezas, dignidades, fama, codicia, avaricia, apetito desmedido, egoísmo, envidia, intriga, ansia, apetencia, anhelo, aspiración, pretensión, avidez, manipulación, etc.

La virtud de la ambición, con motivación y deseo de superación, también puede ser un fuerte estímulo, para realizar una buena obra que sirva para actuar con tenacidad, para conseguirlo. Sirve para fijarse metas ambiciosas, de superar a las expectativas normales de desarrollo personal, familiar y social. La ambición en los estudios, puede ayudar a eliminar el vicio de la pereza.

La virtud de la ambición por hacer bien las cosas, con determinación, esfuerzo y dedicación, es la que motiva día a día, el deseo de superación, para lograr algunos objetivos y metas, que para otros son impensables de conseguir.

La virtud de la ambición es una de las cualidades más importantes, para realizarse como persona, pues impulsa a mejorarnos en todos los sentidos. Es lo que nos incita a hacer las cosas, que consideramos imposibles o muy difíciles. Nos obliga a arriesgarnos, por lo que queremos y por lo que consideramos inalcanzable. 

La virtud de la ambición, tiene que ver con el deseo, de ser cada vez mejor o de tratar de alcanzar una meta difícil, como puede ser abandonar un vicio, conseguir la práctica de las virtudes y valores humanos, o alcanzar determinadas mejoras, familiares, personales o sociales.

La virtud de la ambición tiene que estar alejada de la impaciencia, del complejo de superioridad, del egoísmo, de la envidia, de la avaricia, del consumismo, del deseo desmedido de la celebridad, de los privilegios sociales y del ser inoportunos ante la familia o la sociedad.

La virtud de la ambición, por una buena causa, es la antítesis del fanatismo, pues los fanáticos tienen una tenaz, desmedida y ciega preocupación y apasionamiento por las cosas, opiniones o creencias. Incluso cierran los ojos y los oídos ante las evidencias.

La ambición como virtud, debe ser llevada de una manera digna, responsable y ejemplar, lo que hace aumentar la propia felicidad y la de los demás. Sabiendo que por más riqueza, fama y poder que se tengan, si no se tiene a alguien para compartirlas y disfrutarlas, nunca se podrá alcanzar ese grado de felicidad, tan anhelado.

La ambición como virtud, tiene que ir de la mano de la responsabilidad y de la dignidad humana, así se podrá hacer uso de los buenos deseos e impulsos, para poder circular por el camino recto de las virtudes y valores humanos. Todo desviacionismo de la ambición como virtud, hay que tratar de corregirlo. 

Los que practican la virtud de la ambición, de intentar conseguir su propia mejora y la ajena, tienen que estar dispuestos a pagar el precio que la vida les cobre, para que su virtud de la ambición, sea una realidad en su familia, amistades y en la sociedad. No hace falta ser muy rico. Quien vive esclavo de sus ambiciones, termina encerrado en sí mismo. Los demás no cuentan, ya que no practican la justicia, ni el amor solidario.

La capacidad de los que se atrevieron, a soñar ambiciosamente y no se desanimaron, fueron los que han ido mejorando la sociedad, pero han tenido y tendrán que emplear, mucho conocimiento, trabajo y constancia para continuar, pues el deseo insaciable de bienestar material, puede echar a perder la vida de una persona.

Cuando nos enfocamos en el buen sentido de la palabra ambición, con una perspectiva humana, nos referimos a las aspiraciones y deseos de mejorar y alcanzar buenos logros, reflejados en los sueños de las personas, combinados con el esfuerzo de llevarlos a cabo y hacerlos realidad. El equilibrio y la sensatez, en el uso de la virtud de la ambición, es la clave para una realización satisfactoria y correcta, de la vida digna.

El vicio de la ambición, se refleja en la corrupción, que es un arma que utilizan determinados grupos, para aprovecharse de los que tiene algún poder,  explotando sus deseos sin escrúpulos, de alcanzar más fama, poder o dinero. Estos pierden la perspectiva, el sentido honrado de la vida, su dignidad, integridad y honestidad. Normalmente se encuentran extraviadas, sin poder encontrar el camino de la felicidad humana.

El vicio de la ambición, se suele mezclar con la avaricia, para tratar de conseguir y poseer de forma desordenada o ilegal, riquezas, fama o poderes. Cuando esta ambición, es usada de manera indebida, podemos arruinar no solo nuestras vidas, sino también la de las demás personas.

El vicio de la ambición produce preocupación, ansiedad o tristeza, o es desproporcionado, absorbente, repetitivo, obsesivo y persistente, hace perder la capacidad para disfrutar de la vida y pone en riesgo, muchas veces irreversible, la salud física y mental. También afecta negativamente a la familia y a la sociedad.

El vicio de la ambición se refleja en: La manipulación, en la avaricia, en la tacañería, en el egoísmo, en la intolerancia, en el ansia, en la apetencia, en los celos, en la codicia, en la ira, en la avaricia, en la lujuria, en la usura, en la gula, el soborno, la traición, la estafa, etc. 

El vicio de la ambición puede afectar la vida muy negativamente, pues hay personas que nunca pueden ser felices, ni estar conformes con lo que tienen, siempre quieren más riqueza, fama y poder.

Para algunos padres, que tienen el vicio de la ambición personal o familiar, el hecho de que sus hijos, no lleguen los primeros a cualquier meta escolar, deportiva o social, les hace suponer, que sus hijos no tienen ambición de triunfar. Para esos padres, los que llegan los segundos, son los primeros entre los perdedores. Eso desanima a cualquiera, pues a lo mejor han hecho su máximo esfuerzo y gracias a ello, han conseguido llegar de los primeros, pero no en el primer puesto. Esos padres no quieren valorar el esfuerzo de sus hijos, quieren únicamente que sean los primeros. Normalmente, eso produce mucha frustración entre los hijos, y les hace disminuir las ganas de esforzarse.

Cuando tenemos la sana ambición, de tratar de conseguir algo bueno, no siempre estamos seguros, de cómo llegaremos a alcanzarlo. Los caminos se tuercen y se ramifican y se vuelven dificultosos. Incluso los obstáculos aumentan, pero la virtud de la ambición, ayuda a resolver los problemas con ardor y pasión. Pero no se puede conseguir nada, sin una buena voluntad férrea y planificación de los objetivos para llegar a la meta, que previamente debe estar bien clara y definida.

No es bueno gastar las energías, en sostener un objetivo, material o inmaterial, aunque sea muy bueno y esté lleno de buenas intenciones y ambiciones. Previamente hay que estudiarlo y planificar, la forma de conseguirlo. La sana ambición, no se debe dejar llevar por la intuición, ya que podemos terminar en otro lugar diferente o en el camino contrario, al que queríamos recorrer, todo por falta de conocimiento, de lo que es la virtud de la ambición, no la ceguera de nuestros sentidos. Teniendo en cuenta las circunstancias de cada momento.

Los padres tienen que educar a los hijos, en la virtud de la ambición emocional, ya que están sometidos a una gran presión social, por el entorno que les rodea, que les insiste y condiciona, para que su competitividad sea superior a la de los demás. Esto origina que sus fracasos y decepciones, son una tentación para que se dejen llevar por la frustración, llegando a pensar que no han sido lo suficientemente ambiciosos. Cuando la realidad es que, no han sabido aceptar, porque no han sido educados, en saber no llegar los primeros.

Los padres, en este mundo tan complejo, tienen que aprender a tener la capacidad de transformar, la responsabilidad de la paternidad, en oportunidades para educar a los hijos y guiarles en la práctica de las virtudes y valore humanos, como es la virtud de la ambición emocional. Tratando siempre el conseguir la aceptación de los hijos, pero sin renunciar al derecho de su educación.

En las sociedades competitivas, pero bien educadas, no se mide únicamente el triunfo, se mide la sana ambición de triunfar y el esfuerzo realizado. Bajo estas condiciones, se reprochan los denigrantes espectáculos de algunos padres, cuando los hijos compiten y no quedan los primeros. Esos padres, suelen tener un gran complejo de inferioridad, sacándolo a relucir gritando y con violencia, en los momentos que deberían ser más comprensibles, con el esfuerzo que han hecho los hijos. Eso se llama ambición parental” al fomentar la insoportable presión académica, deportiva y social, que ejercen sobre sus hijos.

La “ambición parental” está alcanzando unos niveles, que no solamente dificultan el crecimiento y desarrollo de los hijos, en los aspectos educativos más integrales y básicos para la vida, sino que están acabando con otros valores fundamentales y necesarios, para enfrentarse a la vida a plazo corto y plazo largo, que son los que les permiten lograr un desarrollo personal, y saber manejarse en todas las facetas de la vida, además de la excelencia escolar.

Son muy importantes los buenos resultados escolares y los triunfos deportivos, pero el clima de presión, al que algunos hijos son sometidos, les quita las sanas intenciones, incluso de competir, lo que les convierte en personas frágiles, que se derrumbarán fácilmente, ante cualquier contratiempo.

La “ambición parental” es una obsesión o actitud, que cada vez se está extendiendo más en determinadas sociedades, donde en lugar de centrarse solo en los resultados académicos, los padres deberían ayudar a sus hijos a aprender a tener el conocimiento y la sana ambición, de saberse levantar después de los fracasos. Así serán más autosuficientes, ingeniosos, competentes y confiados. Que aprendan a manejar las obsesiones de ellos y las de sus padres, aprendiendo de lo que sus padres llaman “sus propias derrotas”, al no haber alcanzo el primer puesto. Lo que algunos lo denominan el “Elogio del fracaso”, es saber administrar bien el no llegar a ser el primero, cuando la virtud de la humildad y la del esfuerzo, son las que deben premiar las competencias. 

Algunos los padres están educando hijos temerosos, de no poder conseguir el primer puesto, allá donde se presenten, aunque los hijos tengan una sana ambición de superación, en todo lo que hacen. Están tan asustados por el posible fracaso, que muchas veces el miedo, se antepone a la sana ambición de ganar. Son padres que crían a sus hijos en un “estado de indefensión e impotencia”, lo que hace que en el futuro no hayan aprendido, los recursos emocionales necesarios, para hacer frente a alguno de sus posibles fracasos, como el de llegar en segundo puesto. 

Las 10 Propuestas de la virtud de la ambición y de la superación, que los padres deben inculcar en sus hijos:

1.     Que aprendan a aceptar y cumplir las responsabilidades propias de su edad física y mental.

2.     Que aprendan a analizar los hechos y determinar lo realizado, de forma correcta o incorrecta y ver lo que se puede mejorar.

3.     Que aprendan a anticiparse a los posibles errores para evitarlos.

4.     Que aprendan a desenvolverse solos, aunque tarden en hacer las cosas.

5.     Que aprendan a enfrentar y solucionar las situaciones difíciles, en lugar de evitarlas.

6.     Que aprendan a favorecer sus relaciones sociales con los iguales.

7.     Que aprendan a pedir ayuda en lo que verdaderamente necesitan, aunque no coincida con el apoyo que les ofrecen los padres.

8.     Que aprendan a potenciar el desarrollo de su personalidad en otros contextos, que no sean solamente el familiar.

9.     Que aprendan a protegerse de los peligros reales, pero sin llegar al extremo de convertirles, en unas personas miedosas.

10. Que aprendan a recibir todo el apoyo que los padres les dan y a no rechazarlo. 

Las 24 mejores sentencias, sobre el vicio de la ambición:

1.     Cuando se ambiciona el puesto más alto, se desprecia a las honorables segundas o terceras posiciones.

2.     El ambicioso es un esclavo de lo que espera, el hombre libre es el que nada espera.

3.     El ambicioso sube por escaleras altas y peligrosas y nunca se preocupa de cómo va a bajar. El deseo de subir, ha anulado en él, el miedo de la caída.

4.     El esclavo sólo tiene un amo; el ambicioso tiene tantos, que siempre hay gente útil para su fortuna.

5.     El hombre que honradamente nada ambiciona, no prosperará.

6.     El pobre no es el que tiene poco, sino el que no ambiciona más.

7.     El que ambiciona lo ajeno, pierde temprano lo propio.

8.     El vicio de la ambición, es el último refugio de todo fracaso.

9.     El vicio de la ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza.

10. El vicio de la ambición, nunca queda satisfecho.

11. El vicio de la ambición, separa a los hermanos y a los amigos.

12. En el desprecio del vicio de ambición, se encuentra uno de los principios esenciales, de la felicidad sobre la tierra.

13. Es diferente ambicionar honor, a codiciar honores.

14. Hay que aprender a limitar las ambiciones, para no frustrarse al no conseguirlas.

15. La ambición nos puede hacer volar o arrastrarnos.

16. La ambición puede ser la madre de la virtud o un funesto un vicio.

17. La mala ambición, incluso dentro de las causas más nobles, puede causar daños irreparables, al utilizar a los demás para auparse o catapultarse.

18. La virtud de la ambición, es la riqueza de los pobres.

19. Lo difícil no es subir, sino, habiendo subido, seguir siendo el mismo.

20. Para el que nada ambiciona, todo el mundo está a la mano.

21. Pocas o ninguna vez se cumple, con el vicio de la ambición, que no sea con daño a tercero.

22. Todas las ambiciones son detestable, excepto las que ennoblecen y estimulan a la humanidad.

23. Todas las ambiciones son legítimas, excepto las que se construyen, sobre la miseria o la credulidad de la humanidad.

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