Archivo de 8 de octubre de 2012

Nomofobia y Mobilfilia nuevas adicciones al teléfono y su influencias en la familia y en la sociedad.

ESCUELA PARA PADRES

Nomofobia y Mobilfilia nuevas adicciones al teléfono y su influencias en la familia y en la sociedad.

  • 2 Grandes grupos de profesionales, los que pueden y quieren desconectarse y los que obligatoriamente tiene que estar conectados
  • 9 Situaciones en las que la enfermedad de la Nomofobia se acrecienta
  • Regla 3–6–9–12, sobre las edades adecuadas para el uso de cada una de las nuevas tecnologías
  • 6 Normas sobre la participación de los padres en el control de la Nomofobia y Mobilfilia de sus hijos

3,523 Palabras. Tiempo de lectura 13:00 

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La Nomofobia es el miedo acervado, angustia irracional, pánico o sufrimiento desmedido a no estar conectado al teléfono o al Internet para poder interactuar. Proviene del inglés al unir: No, bile, Fhobia. Con la Nomofobia no se nace, sino que se hace. No se adquiere en la primera infancia, sino que se va adquiriendo a través de los años, adueñándose después, principalmente de los adolescentes y jóvenes.

La Mobilfilia es la excesiva afición o simpatía al teléfono convertida en una adicción obsesiva compulsiva a estar mirando continuamente al teléfono o al Internet por si se tiene alguna llamada o mensaje.

La Nomofobia y la Mobilfilia están íntimamente ligadas entre si. Son palabras nuevas aceptadas en la educación y en los tratamientos médicos. Es la ciber-depencia, una de las varias enfermedades que han acompañado al desarrollo del Internet y la telefonía.

Si por su trabajo tiene la obligación de estar siempre conectado al teléfono para responder inmediatamente los mensajes, no siga leyendo el artículo. No es para Vd., aunque le podría servir para explicárselo a sus hijos.

El miedo a no estar conectado con el teléfono, se hace extensivo a no poderse conectarse con la computadora y las otras pantallas digitales, a no poderse imaginar salir a la calle sin teléfono, lo que produce la obsesión de estar pendiente constantemente, mirando el teléfono muy frecuentemente por si ha entrado alguna llamada o mensaje.

El gesto de mirar continuamente el teléfono, se convierte en una voluntaria o involuntaria, acción compulsiva obsesiva o tic nervioso, que altera a las otras personas presentes. Además supone una inversión media de cuatro horas diarias por motivos ajenos al trabajo, más las que tenga que hacer obligatoriamente por el trabajo. Ese tic interrumpe cualquier conversación y no respeta ni el sitio ni las circunstancias del momento. El Nomofóbico no puede estar quieto sin mirar su teléfono continuamente. Pierde el respeto por la atención que se merecen las otras personas.

¿Se imaginan que si en una conversación importante, uno de los interlocutores está con síntomas de ansiedad debido a que es Nomofóbico y no puede esperar a ver en su teléfono o computadora las llamadas o mensajes recibidos? Es frustrante para las otras personas, si se dan cuenta del nerviosismo producido por esa dependencia nomofóbica, que le impide centrarse en lo que está haciendo, diciendo o escuchando. Ese miedo puede crear una angustia que lo aleje del mundo real y tenga que seguir enganchado a sus maniáticos tics.

Esta fobia o filia están fuertemente vinculada a la adicción o ansiedad permanente a estar siempre conectados a la tecnología, lo que genera la necesidad de revisar constantemente cada mensaje, alerta o sonido que genera el teléfono o la computadora. Estas adicciones generalmente son más fuertes cuando se trata de asuntos personales que cuando son de trabajo. Algunos creen que es para no quedarse atrás en la modernidad y lo único que consiguen es deshumanizar la humanidad.      

Antes era la obsesión de estar horas y horas delante de la computadora o de otras pantallas electrónicas. Pero esto ocurría a los jóvenes principalmente en la computadora de la casa para ver la entrada de sus correos o mensajes. A ese tic nervioso de mirar en la computadora continuamente, ahora hay que añadirle otro tic nervioso de mirar continuamente al teléfono, esté donde esté, ya que las computadoras suelen estar enlazadas con los teléfonos modernos.

Este artículo está escrito bajo la premisa de que los teléfonos, el Internet, las redes sociales, los correos electrónicos, los mensajes de texto, las pantallas electrónicas, etc., son grandes herramientas imprescindibles para el desarrollo del ser humano. Pero cuando se abusa de su consumo, como es el caso actual de gran número de personas, puede llegar a ser un veneno para la persona, la familia y la sociedad, y casi siempre una gran falta de educación. En muchas empresas y en determinados grupos sociales, existe lo que se llama la etiqueta de la comunicación que regula, en beneficio de todos, lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer con el manejo de los teléfonos y las pantallas electrónicas.

Tenemos que aprovechar las maravillosas ventajas de la tecnología actual, evitando que la tecnología nos maneje hasta obsesionarnos. Esto suele ocurrir con el uso desordenado de la mayoría de las pantallas electrónicas, unas dedicadas al ocio y entretenimiento y otras utilizadas para el trabajo.

El excesivo tiempo dedicado a estar pendiente del teléfono, muchas veces exclusivamente por diversión, impide que las personas, principalmente los jóvenes y los niños se acostumbren a pensar, ya que la tecnología piensa por ellos. Después llegan los problemas cuando se integran en la vida laboral y todavía no han desarrollado las capacidades de comunicación presencial, las del trabajo en equipo, el análisis de las actitudes corporales, saber buscar en la vida real, además de saber hacerlo en la tecnología virtual. Han aprendido a interactuar con las máquinas, pero no han aprendido a relacionarse con las personas de la vida real.

Los padres tienen que entender que es muy importante enseñar a los hijos a que sepan pensar por si solos y a que hagan el esfuerzo de pensar sin que todo se lo den hecho. Las computadoras están diseñadas para “pensar” por nosotros y facilitarnos los resultados inmediatamente y con muy poco esfuerzo.

            A la vista del grave problema familiar, escolar, profesional y social de la Nomofobia, algunos han tomado diferentes soluciones de autocontrol y desintoxicación. En unos casos son los propios nomobofóbicos, en otros los padres, maestros, o empleadores. Esta reacción positiva ha originado el volver a recuperar el placer de la desconexión periódica a las redes sociales y la información continua y agresiva que ofrece el Internet a los que no tienen control para administrarse. Es intentar volver a ser uno mismo.

            Para no padecer de Nomofobia, evitar las distracciones y de alguna manera “comprar tiempo”, se puede y debe bloquear durante determinados horarios o situaciones el acceso a Internet o a determinadas redes sociales como Facebook o Twitter. Es una solución que pasa por el dominio de la personalidad y de la fortaleza mental con la que se haya educado. Da mucha pena ver la excesiva utilización del teléfono para algunos incluso las 24 horas al día. Se acuestan y se levantan pensando lo primero en los mensajes que han recibido a en los que tienen que enviar.

            “Solos juntos” Frase acuñada para expresar la situación de muchos Nomofóbicos que se pasan el día solos frente a su teléfono, creyendo que están junto a los que les mandan los mensajes. 

2 Grandes grupos de profesionales, los que pueden y quieren desconectarse y los que obligatoriamente tiene que estar conectados:

A)     Los que tienen la potestad, el privilegio o se pueden dar el lujo, si es que quieren, de poderse desconectar. Suelen estar representados por las clases acomodadas y los que perciben el problema a corto y largo plazo. También los que aun no siendo acomodados, quieren aprender a desconectarse y a dominar a esas tecnologías, antes que las tecnologías les dominen a ellos. Son los que saben guardar las distancias con el excesivo consumismo. Estar continuamente pendiente de las llamadas telefónicas o del internet, ya no es un signo de riqueza, en muchas ocasiones es un signo de falta de dominio personal y de sometimiento.

B)    Los que tienen la obligación de permanecer conectados y la responsabilidad ineludible de responder inmediatamente los correos electrónicos y los mensajes de texto o telefónicos. Estos son los “esclavos de la tecnología” que como sucede con el consumo excesivo de la TV y las pantallas electrónicas, ocurre principalmente en las clases populares que no pueden eludir la responsabilidad, real o ficticia, de responder inmediatamente. Poder desconectarse de las pantallas electrónicas, es un gran lujo para un gran sector de la población, principalmente el de los asalariados.

9 Situaciones en las que la enfermedad de la Nomofobia se acrecienta:

1.      Cuando el teléfono o la computadora suena, vibra o manda señales de que ha llegado un mensaje y no se puede mirar para ver quien llama.

2.      Cuando la ansiedad domina a la persona debido a que tarda en llegar un mensaje prometido o entra muy despacio, debido a su tamaño informático.

3.      Cuando le roban el teléfono o la computadora con toda la información guardada.

4.      Cuando lo han desconectado debido al crédito agotado, falta de pago por error o por una realidad.

5.      Cuando pierden el teléfono y en él estaban guardados todos los números telefónicos imprescindibles para la vida profesional o social, las direcciones de correo electrónico, el calendario de entrevistas acordadas, los datos económicos particulares, y un sinfín de datos archivados que ofrece la extraordinaria tecnología. Aunque con mucha paciencia y tiempo, algunos datos se pueden recuperar puesto que hay en día suelen quedar archivados en “la nube”.

6.      Cuando se dan cuenta que se les quedo olvidado en algún sitio y no lo pueden usar hasta que lo encuentren, si es que lo encuentran.

7.      Cuando se descarga la batería y no encuentra la manera de recargarla o sustituirla.

8.      Cuando se está fuera de cobertura de la red y no hay señal de conexión.

9.      Cuando un virus o ataque informático borra los datos archivados o impide el funcionamiento del teléfono o de la computadora.

La Nomofobia, enfermedad del siglo XXI es otra de las muchas razones para el sobrepeso de algunos segmentos de la población. Esa enfermedad del sobrepeso se ceba en quienes están todo el día pendientes de si suena o no el teléfono, no hacen ningún ejercicio para estar muy cerca del teléfono y poder contestar rápidamente, ya que si hacen ejercicio o tienen actividades que les ocupan las manos, no pueden contestarlo inmediatamente. Si oyen que suena y no pueden cogerlo la Nomofobia se les acrecienta más. Esto supone suprimir el ejercicio saludable y aumentar las horas de estar sentado.

Es cierto que profesionalmente todos quieren las respuestas inmediatamente después de hacer las preguntas. Nadie puede esperar a pensar en lo que va a responder, hay que responder “a bote pronto” por eso muchos tienen que estar pendientes de su teléfono portátil para responder, inmediatamente o en un plazo máximo de unos pocos minutos. En excepcionales situaciones pudiera estar justificada la Nomofobia por un corto periodo o ante una determinada situación.

Los que obligatoriamente tienen que estar pendientes de contestar a las llamadas con la máxima urgencia no les queda más remedio que aceptar esta situación de Nomofobia. Todos quieren las cosas, aquí y ahora. De la misma manera que los bomberos, policías, médicos de guardia, agentes bursátiles, etc. tienen que estar alertas a las llamadas y ser muy rápidos y profesionales en las respuestas.

Hay muchos jóvenes, que dentro y fuera del trabajo o de los estudios, se enganchan en lo que tienen más a la mano y en lo que les es más fácil. Lo moderno es tener miles de “amigos” en las redes sociales y estar esperando todo el día, con ese tic nervioso de mirar al teléfono, a que a alguno se le ocurra mandar un mensaje. Usan las redes sociales como plataforma técnica para socializar, midiendo su popularidad contestando a todo lo que les llega por la red. 

Las frases que más circulan son: “¿Cuántos miles de seguidores tiene?” “Sea Vd. el primero en responder”. “Conteste inmediatamente” “haga historia”,. Para muchas personas que están aislados en la vida real, esa es su única “ventana al exterior”. Solamente les queda la oportunidad de encontrar mucha gente con la que comunicarse a través de las redes sociales. Eso es empezar una carrera sin fin que no lleva a ningún sitio, es como una “trampa de rata de las que dan vueltas sin fin”. Pero para aislarse de sus problemas o para crearse nuevas emociones, siempre están deseando contestar a todo lo que circula por la red.

Las relaciones personales entre los jóvenes son cada vez más difíciles, debido a que hay demasiados Nomofóbicos. Tienen miles de “amigos virtuales” y muy pocos de carne y hueso.  Normalmente esas amistades virtuales suelen estar carentes de contenido con el que mutuamente se puedan enriquecer. Socialmente también se aíslan pues no se han acostumbrado a hablar con los otros compañeros reales, analizar sus lenguajes corporales, medir sus emociones, etc.

            Los Nomofóbicos, cuando trabajan en una empresa y tienen que hacerlo con equipos humanos, no con máquinas, tienen verdaderos problemas de adaptación, pues no saben trabajar en equipo, ni interactuar con personas. Si tiene que hablar con clientes, proveedores o compañeros de trabajo, no sacan lo mejor de si mismos, pues no están acostumbrados ni entrenados a hacerlo. Saben perfectamente interactuar con la comunicación virtual a través de los teléfonos y las diversas clases de pantallas electrónicas, pero no saben nada sobre las reacciones y sentimientos de la humanidad real.

            Nadie se debe quedar atrás, todos tienes que mirara continuamente hacia adelante, aprovechando las maravillas que la técnica pone al alcance de la mano. Hoy no se concibe a las personas que no saben o no quieren utilizar esos adelantos tecnológicos. Pero el exceso de uso de las pantallas electrónicas impide o disminuye la comunicación e interacción con otras personas. Además de que se acostumbran a buscar fácilmente y en pocos segundos, toda la información, necesaria e innecesaria en cuestión de unos cuantos «clics». Ahora bien, cuando las personas tienen que buscar la información fuera de las pantallas electrónicas no saben ni donde está, ni si está, pues se han acostumbrado a que la máquina les ayude a encontrarlo todo.

            Hay muchos cursos y libros especializados para aprender a hablar por teléfono y la etiqueta que conlleva, incluso saber hacerlo en las comunicaciones electrónicas como e-mails, mensajes de texto, twittes, etc., aunque todavía son asignaturas pendientes en la mayoría de los jóvenes. Los padres tienen la obligación de enseñarlas, pero primero tienen que aprenderlas y ponerlas en práctica, antes de dar a sus hijos los teléfonos particulares.

En muchos países ya ha bajado hasta los 11 años la edad en la que los hijos empiezan a disponer de su propio teléfono. La mayoría de las veces nadie les enseña a utilizarlos con educación y cortesía. Mucho menos les alertan de los peligros que tiene su uso inadecuado. De esa falta de educación viene el sexting, el grooming, el bullying telefónico, etc. 

            El que sólo tiene un martillo piensa que todos los problemas son clavos. Los teléfonos y las computadoras sólo son unas herramientas imprescindibles en la vida actual, pero son sólo herramientas. Las pantallas electrónicas usadas con exceso, trastornan el aprendizaje y disminuye las experiencias físicas y emocionales de los grandes gestos, la visualización de los espacios, etc.

Para que los hijos no sean Nomofóbicos, los padres tienen que enseñarles desde pequeños, dependiendo sus edades físicas y mentales, a que sean usuarios  formados, selectivos y críticos del uso de los teléfonos y demás pantallas electrónicas y sepan utilizarlas con buen criterio. Es muy importante que les hagan cuestionarse siempre con estas simples preguntas: Quién, qué, cómo, dónde, cuándo y porqué.

El interés porque los hijos no sean Nomofóbicos empieza en la casa y está en función de la educación que les den sus padres, los cuales tienen un lugar insustituible en la formación de los hijos, al inculcarles la enseñanza y práctica de las virtudes y valores humanos, que son opuestos a la Nomofobia.

Regla 3–6–9–12, sobre las edades adecuadas para el uso de cada una de las nuevas tecnologías.

1.      Antes de los 3 años: Evitar las pantallas electrónicas, pues los clásicos juegos infantiles son mucho más enriquecedores para el niño, que estar sentado viendo la televisión.

2.      Antes de los 6 años: Evitar los videojuegos, pues tan pronto estos se introducen en su vida, acaparan toda su atención en detrimento de otras actividades y empieza la creación de la Nomofobia y la Mobilfilia.

3.      Antes de los 9 años: Evitar el uso del internet a no ser acompañado de los padres o maestros, quienes previamente tienen que explicarle las tres reglas más importantes de su uso:

a.      Todo lo que se escribe o exhibe allí puede caer en el dominio público.

b.     Todo lo que se sube a Internet quedará allí para siempre, pues es casi imposible le borrarlo.

c.      No todo lo que se encuentra allí es verdad, por lo que deben consultarse otras fuentes.

4.      Antes de los 12 años: Ya pueden entrar solos en el Internet y usar el teléfono celular, pero su utilización debe ser realizada bajo unas firmes y bien definidas reglas de uso y los correspondientes controles de los padres.

5.      A partir de los 12 años y hasta los 18: Los padres deben ir aflojando las reglas y controles, en función del comportamiento que vayan observando sobre la educación recibida, para que los hijos se vayan acostumbrando a ejercer su libertad para cuando sean adultos.

Existen los denominados “colegios desconectados” para los hijos de los expertos de la industria de las tecnologías e internet, allí esas tecnologías están prácticamente ausentes o su uso es muy limitado. La enseñanza se apoya en instrumentos tradicionales: la pizarra, los lapiceros, los cuadernos y los libros de papel, poniendo mucho énfasis en que los alumnos escriban a mano y lean en libros vegetales, no en los electrónicos. Esto les hace disminuir la pereza, la dispersión mental y la incapacidad para desarrollar las habilidades escolares. Estos colegios, junto a los diferenciados por sexos, se han convertido en una tendencia del sector económicamente más privilegiado.

Los padres tienen que enseñar con el ejemplo y crear costumbres y hábitos de buen uso, para poder orientar positivamente a los hijos frente al consumo telefónico y al de las pantallas electrónicas, que si bien tienen muchos aspectos positivos, también los tiene negativos y muy peligrosos como los problemas de acoso cibernético, el sedentarismo e incluso a la apatía social por la dependencia que generan. No se debe olvidar que permiten la comunicación, el desarrollo, la integración, la interactividad, la creación de redes sociales basadas en la amistad y los intereses comunes, etc. Deben evitar que la Nomofobia o la Mobilfilia les produzcan la formación de mentes vacías y poco reflexivas.

Los padres deben estar muy alertas sobre los hijos en esta generación multipantallas, ya que las emplean para “comunicar” (hablar, e-mail, sms, chat…), “conocer” (webs, descargas…), “compartir” (redes sociales, fotos, vídeos…), “divertirse” (juegos en red, radio y TV digital) “consumir” (comprar on–line). Además todas estas actividades las pueden realizar paralelamente, de forma interactiva, local y global, incluso anónimamente bajo seudónimos, que ocultan la verdadera persona que lo hace y acrecientan el peligro hacia malintencionados, depredadores sexuales y estafadores.

6 Normas sobre la participación de los padres en el control de la Nomofobia y Mobilfilia de sus hijos: 

1.      Ayudar a los hijos a que puedan cumplir las normas, objetivos y límites que se hayan puesto o negociado, relacionados con los teléfonos y las pantallas electrónicas. 

2.      Dedicarles el máximo tiempo posible, escuchándoles y tratando de entender sus inquietudes para que no tengan que encontrar malos “amigos” en las redes sociales.

3.      Estar muy pendientes de lo que hacen los hijos en cada momento, en relación con sus teléfonos y pantallas electrónicas: En sus reuniones con amigos, familia, etc. En la privacidad de sus dormitorios o incluso en los baños y tocadores. En las horas dedicadas al sueño o a los estudios para que al día siguiente no arrastren los efectos de esas enfermedades.

4.      Incrementar la capacidad de ponerse en la situación de cada uno de los hijos para entender los motivos de sus actitudes.

5.      Intentar que la tecnología no ocupe el rol que tiene la familia, pero que ayude a mejorarlo.  

6.      Saber manejar las propias reacciones y emociones ante las situaciones, equivocadas o no de los hijos.

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