La disciplina como virtud y valor humano explicada a los hijos.


ESCUELA PARA PADRES

La disciplina como virtud y valor humano explicada a los hijos.

 

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La disciplina de la voluntad es un medio y no un fin en si misma. Es auto impuesta personalmente como dominio del carácter, para conseguir los objetivos propuestos de llevar una vida mejor y conseguir una excelente formación moral, intelectual, física, económica y de salud en los aspectos personales, materiales, sociales, religiosos, de convivencia. 

No me refiero a la disciplina impuesta obligatoriamente, la que hay que cumplir so pena de un castigo físico o moral. Tampoco me refiero a la disciplina física que los padres imponen a sus hijos. En algunos países está totalmente prohibida esta disciplina, por muy leve y educativa que sea. Así les va a la niñez y a la sociedad.

 

Los padres son los mejores maestros y algunas veces los únicos disponibles para enseñar a los hijos la disciplina de la voluntad, junto a las otras virtudes y valores humanos. Enseñarles con el ejemplo a mantener la disciplina de la voluntad supone alejarles de la posibilidad de que la sociedad les discipline. 

 

Obligaciones de los padres.

 

Enseñar a los hijos desde muy pequeños la forma de ejercitar la disciplina de la voluntad en todos los actos y decisiones que vayan teniendo que participar, empezando en el interior de la familia: Disciplina en la alimentación, en el cómo comer, en las ropas que deben llevar y como vestirse, en la forma y cantidad de los estudios, en hacer las tareas escolares y familiares, en administrar el tiempo libre, el dedicado a sus obligaciones y el que deben dedicar voluntariamente a los demás, en administrar el dinero de sus gastos y de sus ahorros, en el consumo responsable, etc.  

 

Enseñar a los hijos poco a poco a que enriquezcan su voluntad, para que a lo largo de los años se les vaya  consolidando y puedan enfrentarse con éxito a los retos en los que desarrollarán sus actividades evitando que con el ejercicio continuo de la disciplina caigan en ser miembros de la llamada “manada humana en estampida”, definida así a la de los indisciplinados.

Enseñar a los hijos la disciplina de saber escuchar a las personas que por su edad, parentesco, experiencia demostrada, posición profesional o estudios realizados tienen la oportunidad u obligación de escuchar. Si no tienen la disciplina de saber escuchar, entender y asimilar lo escuchado, no aprenderán nada nuevo y cometerán los mismos errores de siempre. Es imposible hacer siempre lo mismo y obtener resultados diferentes. Desgraciadamente está desapareciendo la disciplina de escuchar con atención a las personas que saben más. Todo el mundo cree que lo sabe todo.

 

Enseñar a los hijos el valor de la disciplina y las ventajas que tiene para el crecimiento personal. La sociedad y los medios de comunicación siempre les están insistiendo a los hijos que hagan lo que quieran cuando quieran y como quieran. Que den prioridad a la irrefrenable arbitrariedad del deseo, sin cuestionarse las dificultades y problemas que se les presentarán si hacen caso a las tendencias que esos medios sociales les insisten que hagan. En algunas sociedades es muy difícil explicar las ventajas de la disciplina de la voluntad, debido a las presiones externas que reciben los hijos. El hecho de inculcarla a los hijos, aunque sea con continuas admoniciones, puede crear una buena disposición a adquirirla como costumbre que después se convertirá en hábito y posteriormente se acostumbrarán a ejercitarla como virtud.   

 

Enseñar a los hijos estos conceptos implica unos grandes esfuerzos tanto de los hijos por aprender como de los padres por enseñar. Sin ese mutuo esfuerzo nunca se verán los resultados positivos que conlleva la disciplina. Pero esos esfuerzos compensan con creces la satisfacción personal de los padres y de los hijos cuando comprueban los buenos resultados obtenidos en el conocimiento y en el comportamiento.

 

Enseñar a los hijos a través de la disciplina a robustecer su voluntad, yendo poco a poco preparándoles para llevar a efecto los 10 conceptos indicados al final del artículo. Y transmitiéndoles con su ejemplo la energía necesaria para resistir el mal y combatir las inclinaciones malsanas, viciosas o caprichosas y enseñándoles a mantener la continuidad de sus actos buenos.

 

Enseñar a los hijos a aprovechar el tiempo lo más sabiamente posible, pues el tiempo no es un recurso renovable y todos tenemos 24 horas disponibles. El tiempo que pasa ya no vuelve. La falta de tiempo o el estar ocupados, no es una disculpa para no hacer las cosas. Si el tiempo no alcanza, es muy importante planificarlo y aprovecharlo creativamente para  simplificar la vida. Tienen que enseñarles a definir y concentrarse en las prioridades de la vida.

 

Enseñar a los hijos las cosas que son o no negociables con su educación y con el ejemplo que tienen que proyectar, ya que la disciplina de la voluntad en el seno de la familia es de total responsabilidad de los padres y tiene que estar encaminada a la adquisición de las virtudes y valores humanos, pues son un conjunto de costumbres y hábitos activos que ayudan a la voluntad en el esfuerzo de aprender y promover la búsqueda de la verdad para conseguir el conocimiento  y perfecto equilibrio entre la disciplina, la indisciplina, la flexibilidad y el sentido del deber.

 

Enseñar a los hijos a tener orden, control y rigor de su propia vida y su desarrollo. Practicándola se consigue la formación de costumbres, hábitos y virtudes para plantear los desafíos de la persona y de la sociedad que permiten obtener los objetivos propuestos en la familia, escuela y sociedad. Sirve para ponerse retos voluntarios y hacer programas con tiempos, objetivos y controles parciales para poder ir comprobando los resultados y apreciar los avances o retrocesos. También sirve para cumplir las tareas sin dilaciones ni excusas, efectuar los horarios encomendados relacionados con la distribución del tiempo dedicado a los estudios, deportes, asueto, televisión, juegos, lecturas, etc. Los hijos que tienen diseñado un programa de horarios para sus actividades, tienen muchísimas más posibilidades de obtener mejores resultados en su vida familiar, estudios y vida social que los que no practican la disciplina de la voluntad.

 

Enseñar a los hijos, sin usar amenazas, gritos, ni castigos la virtud y valor humano de la disciplina de la voluntad, que va mucho más lejos que el buen comportamiento. Enseñarles a que tengan control de sus emociones, que sepan  trabajar en equipo, que establezcan metas y objetivos positivos, que cumplan las tareas, que tengan dignidad y confianza en sí mismos para cuidarse y tomar buenas decisiones, ya que en el futuro éstas decisiones siempre tendrán efectos positivos o negativos según se hayan realizado.

 

Definición de la disciplina de la voluntad:

 

La palabra disciplina proviene de “discipulus” y de “discere” que significa aprender y educar (discípulo y docente). Son las normas que conservan el orden y la subordinación entre el docente y el discípulo para facilitar el aprendizaje, llámense padres, maestros, sacerdotes, pastores, rabinos o imanes.

 

Está relacionada con: Adiestramiento. Afinamiento. Asignatura. Atención. Austeridad. Autoridad. Ciencia. Civilización. Conducta. Constancia. Cultura. Diligencia. Disciplina. Dominio. Dureza. Educación. Ejercicio. Enseñanza. Estudio. Facultad. Ignorancia. Imposición. Instrucción. Logros. Metas. Método. Motivación. Normas. Obediencia. Objetivos. Orden. Pauta. Planificación. Previsión. Razón. Reflexión. Previsión. Reglas. Resistir. Rigor. Severidad. Templanza. Vigilancia. Voluntad.

 

Es la propia decisión personal, interna, repetida y controlada de seguir un ordenamiento para llegar a unos objetivos. No es un fin, es un medio para obtener los planes propuestos.

 

Es la gran virtud humana de los pequeños y continuos esfuerzos que se hacen para llegar a los planes propuestos. Con ella se va haciendo metódicamente y poco a poco, camino al andar. Pero andar por los caminos propuestos como correctos exige apartarse de otros caminos más placenteros que siempre conducen al fracaso. Tiene la capacidad de enfocar los propios esfuerzos para llegar a un objetivo, moldeando el propio carácter y comportamiento para conseguir cumplir lo estipulado. Es la observancia de las leyes y ordenamiento de la vida. Es una forma de comportamiento no impuesto que se realiza a través de la auto-disciplina. Es un arte, una facultad y una ciencia.

 

Tiene que estar soportada por una estrategia, una táctica y unos planes bien diseñados en función de los objetivos, prioridades y medios disponibles. Disciplinar el propio temperamento conlleva un esfuerzo sistemático, continuo y medido para ser eficaz. El auto dominio, el auto control y la auto disciplina son partes muy importantes y casi imprescindibles para tener éxito.  Es el señorío de la propia personalidad y la negación del “yo primero” y del “yo quiero”. Es la antítesis de la inconsistencia, de la pereza, de la holganza, de la intemperancia y de la excesiva relajación. Se logra realizando constantemente pequeños actos de coraje, dedicación y control. Es lo que se llama también fuerza de voluntad, disciplina personal y voluntad de hierro.

 

Para todos los órdenes de la vida implica organización, respeto por el orden establecido, adaptación personal a las normas, modos y costumbres del entorno en el que nos movemos y dentro de los estándares de vida en los que nos desarrollamos. Es totalmente compatible con la flexibilidad de las personas. Se puede y debe ser flexible en algunas cosas que no vayan en contra de los objetivos propuestos. Ser inflexible no quiere decir que al darse cuenta de algún error producido por la disciplina mal entendida, no tengan que cambiar, admitiendo la mal entendía inflexibilidad. “Es de sabios cambiar de parecer” No se interpone con la inflexibilidad, pues ambas pueden llegar a ser compatibles. Ceder en lo que se deba ceder y ser muy disciplinado en lo que no es negociable, es una buena receta para no caer en la volatibilidad continua de las acciones o de las opiniones.

 

Permite llevar una vida perfectamente equilibrada llena de espontaneidad y creatividad, lo que facilita el ser prudente en determinar y diligente en ejecutar. No está peleada con la alegría. Está peleada con la dejadez, el abandono personal y el dominio sobre uno mismo. Está íntimamente relacionada con el sentido del deber y supeditada a su cumplimiento, si este es voluntariamente aceptado.

 

No tiene que estar supeditada a la docilidad, mucho menos cuando otros quieran aprovecharse intimidando a las personas dóciles para que en honor a una disciplina mal entendida cometan malos ejemplos, faltas o delitos. Cultivar la independencia individual es una tarea muy importante que hay que practicarla continuamente.

 

Tiene que tener una correlación con las virtudes de la prudencia y de la fortaleza para no caer en el fanatismo del exceso de disciplina que impida ver lo que se está haciendo y sus posibles consecuencias peligrosas, ni en el vicio de la indisciplina. Es mucho más que tener un buen comportamiento, pues a pesar de los obstáculos ayuda a mantenerse en los objetivos propuestos o acordados y hacen el perfil ideal interior de padres, hijos, amigos, familiares y maestros.

 

Los beneficios de la disciplina de la voluntad, espiritual y humana no van a llegar milagrosamente sin ningún esfuerzo. Nada llega sin el esfuerzo de preparar los objetivos, los medios para actuar y el sistema de control de lo realizado. Es imprescindible mantener una buena gimnasia mental, practicar repetitivamente, perseverar y tener un claro sentido de la obediencia hacia los tutores y hacia lo acordado. El mundo pertenece a los disciplinados. Los triunfadores en las ciencias, en las artes y en los deportes son personas altamente disciplinadas pues siempre desarrollan su máximo potencial para triunfar. Algunas personas tienen el don innato para hacer determinadas actividades, pero no tienen la disciplina para sacarlo adelante.

 

La indisciplina es el declive de los éxitos personales y profesionales, acarreando siempre malas consecuencias, ya que las personas se dejan llevar por lo primero que les llega a su mente, sin tener en cuenta hacia donde quisieran ir. Origina confusión y decisiones erráticas al no tener objetivos determinados ni la disciplina para cumplirlos. Es la ruina de la educación y anula las enseñanzas y los principios dados a los hijos en la educación. También evita o anula cualquier costumbre, hábito, virtud y valor humano adquirido o por adquirir.

 

El indisciplinado camina a la deriva de las opiniones y malos consejos que otros le dan. Nunca tiene relación con la continuidad de lo que se haya propuesto. Suele estar a merced de lo que otros decidan, por lo que tiene muchas probabilidades de caminar por los caminos errados al dejarse llevar por los impulsos desenfrenados que le hacen doblegarse ante cualquier facilidad o dificultad externa. Siempre le es más cómodo inclinarse a lo que es fácil que a lo que tiene dificultades para cumplir. Queriendo o sin querer, comenten errores que muchas veces perjudican también a terceros, como los que son indisciplinados en seguir las normas de conducir, manejar las herramientas o maquinaria, enfermarse por no cuidar su salud, comida o estilo de vida.

 

10 Conceptos para conseguir la disciplina de la voluntad:

 

  1. Examinar los puntos débiles de nuestra voluntad en los campos de: La pereza al levantarse. Las disculpas para empezar y terminar los trabajos encomendados de estudio, tareas u obligaciones familiares o laborales. La gula y ansias de comer o beber en: productos, cantidades, calidades, precios y tiempos. El derroche en las compras y el descuido en el ahorro. La falta de caridad en las conversaciones o discusiones. Etc.
  2. Preparar un programa con las acciones especificas que se deben tomar para hacer que la disciplina de la voluntad sea una realidad. Por ejemplo: Poner el despertador fuera del alcance de la mano para tener que levantarse al apagarlo. Planificar los horarios de empezar y terminar cada una de las tareas encomendadas de estudio, trabajo, diversiones, etc. Disponer de un tiempo de reflexión antes de empezar a comer o beber. Ponerse raciones más pequeñas. Destinar una cantidad determinada de dinero para los gastos, soportada en una tarjeta de débito o con dinero exacto en efectivo. Determinar claramente la cantidad mensual dedicada al ahorro. Pensar mucho lo que se va a decir, para no ser esclavo de las palabras y dueño de los silencios.
  3. Realizar un sistema de control que compruebe continuamente si los objetivos propuestos corresponden con los hechos reales, de forma que se puedan ver los porqués de las desviaciones y así hacer los ajustes necesarios. 
  4. Fijar plazos muy concretos para cada uno de los objetivos, acciones a tomar y obtención de resultados.
  5. Hacer participe de los objetivos a los familiares y amigos íntimos para sentirse vigilado positivamente en el proceso y en los resultados.
  6. Conseguir un tutor que aconseje como preparar los objetivos y los sistemas de control para que vaya guiando y midiendo los resultados. Puede ser un familiar, amigo, sacerdote, pastor, rabino, imán o profesional dedicado a ello. Su control y ánimos serán muy beneficiosos para no decaer.
  7. Disfrutar de los resultados positivos obtenidos dándose una satisfacción personal proporcional al objetivo cumplido, cada vez que se completan los objetivos propuestos.
  8. Acostumbrarse a practicar “El minuto heroico” según se explica en el artículo relacionado. 10 Ocasiones para inculcar, fomentar y practicar el “minuto heroico”. Sus valores y virtudes
  9. Perseverar en los métodos internos y externos realizados para conseguirlo.
  10. Difundir con el ejemplo la forma, fondo y resultados de lo que se está haciendo.

 

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Los objetivos de esta escuela virtual son: Educar a los padres para que con su ejemplo y conocimientos de las virtudes y valores humanos puedan educar a sus hijos. Enseñar como educar a los hijos. Que los padres aprendan a vivir un armonioso, fecundo y largo matrimonio. Tender un puente entre la educación familiar y la Fe.

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