ESCUELA PARA PADRES
De ciudadano a inmigrante ilegal*
- ¿Le han preguntado sus hijos el por qué, algunos desprecian, atacan, explotan y persiguen a los inmigrantes?
- ¿Les ha comentado a sus hijos, lo que nos podría pasar a la familia, si las circunstancias cambiaran y nos convirtiéramos en inmigrantes ilegales?
- ¿Les ha comentado a sus hijos que los emigrantes, legales o ilegales, también son Hijos de Dios y que Dios dijo, que hay que amar al prójimo, como quisieras que te amaran a tí?
Les comento una historia verídica, que puede servir para iniciar la conversación, sobre las preguntas anteriores. (Por discreción, tengo que omitir los nombres de personas y ciudades).
Unos conocidos míos, muy patriotas, que odiaban a los inmigrantes legales y sobre todo a los ilegales, se pasaban el día, despotricando contra ellos. Eran sus enemigos patrios. Aducían reiterativamente un montón de falacias y sofismas, que incluso habían llegado a creérselas. Sus principales ataques eran que los inmigrantes venían al país, para quitar los trabajos a los ciudadanos, que traían enfermedades contagiosas, propiciaban el terrorismo y que sin pagar impuestos, utilizaban los servicios sociales, como escuelas públicas, hospitales, ambulancias, etc. También decían que los inmigrantes, se quedaran en sus respectivos países y que dedicaran sus esfuerzos a arreglarlos política, social y económicamente. Lo de siempre.
Un hijo de esta pareja, era militar destinado en Alemania, casado con una alemana y tenían un hijo. El nieto de esta historia.
En un accidente se mató el militar y la viuda alemana, se quedó con el hijo huérfano, el cual, aunque muy joven, estaba metido en pandillas, vivía prácticamente en las calles, utilizaba drogas y casi no asistía a la escuela, pues nadie se encargaban de él, ni le educaban, ni controlaban, ni le hacían caso, pues ni su madre, ni nadie de su familia le querían. La madre también vivía de una forma disoluta, totalmente irregular.
Ante esta situación, de abandono total y de peligro físico del nieto, los abuelos decidieron viajar a Alemania, para intentar llevarse al nieto a su país, adoptarlo o estar cerca de él, para enderezar su existencia, sacándolo de la vida en la calle, donde se estaba criando, para intentar que no terminara en un orfanato, cárcel juvenil, hospital o en la morgue.
Desde el país de los abuelos, intentaron reclamarlo legalmente pero no les fue posible, por lo que vendieron todo lo que tenían, para conseguir dinero para el viaje y para los gastos de vivencia y tramitación, que tendrían que tener durante el proceso de reclamación. Con lo que obtuvieron por la venta de sus pertenencias y ahorros, se trasladaron a Alemania, para desde allí iniciar los difíciles trámites de adopción o cesión, pues el nieto era alemán y sin el permiso de la madre, no podía salir del país. Si no lo conseguían adoptar o que se lo dejaran bajo su patria potestad, intentarían vivir cerca de él para educarlo y evitar su destrucción.
Los abuelos no consiguieron un visado de inmigración, para estar el tiempo que duraran los trámites y se marcharon como turistas. Cuando pasó la estadía legal como turistas, se quedaron como ilegales. También coincidió que agotaron el dinero que llevaban y tuvieron que ponerse a trabajar sin documentos.
Cuando tuvieron que ponerse a trabajar, no encontraron trabajo, pues no sabían alemán, no tenían papeles, no sabían hacer nada, más que labores agrícolas al estilo de su país y no de la forma alemana. Al solicitar trabajo, tenían que competir con los turcos, saharianos, árabes, rumanos, etc. muchos de ellos mejor preparados, más jóvenes y con más energías físicas. Solamente encontraban trabajos muy duros, mal pagados, temporales y escasos, que eran adjudicados a los familiares o amigos de otros inmigrantes. Aunque tarde, se dieron cuenta que fuera de su país, no tenían la capacidad de poder trabajar y de ganarse la vida. Tenían que aceptar cualquier trabajo que les dieran, por muy bochornoso que fuera. Ellos que tanto habían criticado a los inmigrantes, ahora se encontraban en su misma situación. Ahora rogaban que les dieran los trabajos que en Alemania nadie quería hacer, aunque fueran a cualquier precio. La de veces que habían despreciado a los inmigrantes en su país, porque hacían los trabajos, que los ciudadanos no querían hacer.
Cuando iban a los centros oficiales a pedir ayuda, para ellos o para el nieto, no sabían ni como hacerlo, pues en el pueblo donde vivía su nieto, no había ningún inmigrante de su misma nacionalidad, ni nadie que supiera su idioma.
Además estaba el miedo a las redadas en los lugares de trabajo, en las esquinas donde buscaban trabajo y a las denuncias, que los patronos hacían a Inmigración, para que los detuvieran y así no pagarles los salarios atrasados. Tenían terror a que los metieran en la cárcel o que los deportaran al país de origen, a uno solo o a los dos, separándolos entre ellos y de su nieto. Además no tenían donde volver, pues habían vendido todo, para hacer el viaje.
Todos estos sacrificios económicos y personales, los hicieron por amor al nieto, sabiendo que el sacrificio de ellos, bien valía los beneficios que el nieto podría obtener para el presente y el futuro, si enderezaba su vida y salía de ese infierno en la tierra, donde estaba metido.
Estaban desesperados, pero su amor hacia el nieto y el deseo de ayudarle a crecer en los valores tradicionales, les hacia seguir allí, sufriendo, pero con la esperanza de ahorrar algo de dinero, para conseguir adoptar al nieto, obtener el visado de permanencia y en el mejor de los casos ahorrar lo suficiente, para volverse con el nieto a su país de origen, en cuanto tuviese la mayoría de edad.
Voluntariamente han destrozado sus vidas para intentar salvar la de su nieto, al crearle un futuro más prometedor. Dicen que todos los esfuerzos y sacrificios que han hecho, hacen y les tocara hacer, bien valen la pena, por amor a su prójimo más cercano, que es su nieto.
Ahora se acuerdan, de todo lo que despotricaban de los inmigrantes que llegaban a su ciudad, de donde ellos eran orgullosamente ciudadanos, y de como les criticaban, abusaban, despreciaban, atacaban, explotan y perseguían. Aunque muy tarde, han empezado a comprenden lo egoístas que eran, ya que no querían ni regalar lo que les sobraba, preferían tirarlo, a tener que regalarlo o compartirlo con los que lo necesitaban.
Aunque tarde, los abuelos se acordaban, de que el la Ley de Dios dice que “Amarás al prójimo, como a ti mismo y que no quieras para el prójimo, lo que no quieres para ti”. Ojala hubieran estado más cerca de las enseñanzas de la Iglesia, pues así no habrían sentido y demostrado tanto odio hacia los inmigrantes.
*Utilizo el adjetivo ilegal*, en lugar de indocumentado o irregular, para poner énfasis en la forma despectiva, que algunas personas denominan a los inmigrantes, aun a sabiendas que gramaticalmente, no puede denominarse ilegal a las personas. Ilegal puede ser el acto, no la persona.
Si tiene algún comentario, por favor escriba a francisco@micumbre.com