¿Ha visto alguna vez el espectáculo de un niño, delante de su atónito padre, con una rabieta, tirado en el suelo, pataleando y haciendo un berrinche por que no le han concedido lo que pedía?
¿Que tiene que hacer su padre? ¿Conminarle a que se porte bien para que no tenga un castigo? ¿Darle un cachete, azote o pellizco para que entienda lo que le está haciendo, no haciendo o diciendo? ¿Esperar a que se le pase? ¿Concederle lo que le pide de esa forma?
- En esta sociedad tan permisiva con los hijos, uno de los temas que más discuten los padres, los maestros, los sicólogos y los legisladores, son las ventajas e inconvenientes de dar a tiempo un comúnmente denominado cachete, azote o pellizco, a un niño cuando se éste porta descaradamente mal. Los educadores se inclinan por uno de los dos extremos, consentir que los niños hagan lo que quiera, como se ve continuamente en el desastroso comportamientos que algunos tienen frente a su familia, compañeros o incluso con las sociedad, o corregirles razonable y moderadamente, incluyendo algún tipo de castigo físico.
- Los padres actualmente tienen que interpretar con muy buen criterio los famosos refranes que históricamente tanto han ayudado en la formación de los hijos: «La letra con sangre entra» y «Quien bien te quiere te hará llorar».
- Los niños cuando son pequeños no entienden de discursos educativos, pues incluso no han llegado a la edad de discernir lo que hacen bien o mal. Van aprendiendo a discernirlo a través de irse enterando que algunas de las cosas que hacen, no deben hacerlo por conllevarían un castigo, pequeño o grande según sea el tamaño de la falta.
- Algunos gobiernos han aprobado leyes que prohíben a los padres educar a los hijos con cualquier forma de disciplina que ataña a la integridad física y psicológica de los hijos, incluyendo en esto cualquier bofetada o azote. Después los gobiernos no son responsables si esos hijos mal educados son un problema para los padres o la sociedad. Los padres están totalmente desamparados legalmente para dar una bofetada a sus hijos.
- Si un padre le da una bofetada a su hijo en la calle, por muy ligera que sea, delante de alguien, este testigo se puede sentir en la obligación de llamar a la policía para que detengan al padre y sea llevado ante un juez y el hijo separado de su familia y entregado en una familia adoptiva circunstancialmente que mediante unos ingresos dicen que se cuidan de los hijos que los padres no han sabido educar como el legislador quiere.
- El niño al que el Gobierno sin motivos le han quitado la custodia de su padre y que cae en ese tipo de familias asalariadas por el Gobierno, entra a formar parte de las estadísticas de los niños problemáticos, pues al no tener encima a sus verdaderos padres se encuentra en una situación donde a nadie le importa ni su comportamiento no su progreso escolar ni social. Incluso pueden caer en familias que practiquen una religión a la que practican en su familia o a tener que asistir a una escuela muy diferente socialmente de la que estaba acostumbrada. Todo éllo debido a la interpretación educativa que hace el Gobierno sobre la forma de educar a los hijos. Es muy correcto que los gobiernos se preocupen de defender los derechos de los más débiles, pero no está bien que se creen situaciones anómalas que lo único que hacen es incrementar la industria relacionada con la aplicación de leyes injustas. Es la dictadura de las minorías sobre las mayorías. Todos en la sociedad, gobiernos, policía, padres y maestros deberían saber la diferencia que hay entre dar un cachete a un niño y someterle a malos tratos.
- Algunos sicólogos consideran que el cachete forma parte de los recursos que utilizan los padres que no saben educar. No quieren distinguir entre lo que es un cachete o un azote dado a tiempo y lo que es un maltrato criminal. La mayoría de los padres está de acuerdo que un niño maltratado puede generar estrés postraumático, problemas emocionales, conductas auto-lesivas y marginación social, pero también están de acuerdo que un niño mal educado puede producir esos mismos síntomas o mayores.
- La antítesis del maltrato infantil es la bofetada o azote dada con mesura y a tiempo para educar a sus hijos, cuando estos se portan mal, en el caso que las demás opciones ya han sido probadas y con ello se puede evitar un problema mayor, pues resulta con mas beneficios que inconvenientes a plazo corto y a plazo largo. Resulta beneficioso dar un cachete a un niño cuando se porta mal.
- Estos pequeños castigos corporales no marcan para el futuro ni física ni sicológicamente a los niños, pues no es más que una forma de la disciplina indispensable para que los niños entiendan que tiene que cumplir las normas de convivencia familiar. Un ejemplo muy elocuente se produce cuando los hijos son muy pequeños y lógicamente no entienden las palabras que les dicen los padres. Nada más hay que reñirles o pegarles un poco para que los niños cambien de actitud y se den cuenta que lo que están haciendo no está bien hecho. Esto ocurre incluso cuando están tomando el pecho de las madres. Entonces no valen discursos por que caen en el vacío, tiene que haber una comunicación que por el bien del niño la entienda a la primera. Lo mismo ocurre cuando van siendo mayores y las palabras y el tratar de convencerles no tiene ningún efecto positivo, entonces tiene que emplearse los castigos, siempre razonables, para fomentar la disciplina.
- Nuestros padres y maestros no lo hicieron tan mal, nos educaron con disciplina, pero también con gran amor, educación y respeto, respeto que exigían que se practicara recíprocamente. Hoy en día la sociedad juvenil está mucho peor educada que cuando existía una forma de educación mas rígida. La prueba esta en el gran número de padres que por no haber sabido educar disciplinadamente a sus hijos, gritan que ya no pueden más con sus hijos. Los hijos mal educados se ven de todas las edades, desde los que tienen un año hasta los que han llegado a los dieciocho.
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