Si tiene hijos adultos no siga leyendo. Este artículo es solamente para los hijos
¿Su padre le ha recriminado alguna vez por su mal comportamiento? ¿Ha aceptado sus comentarios o le han soliviantado? ¿Cree que usted debe guardar silencio y enmendarse o que debe refutar el reproche? ¿Se atreverá a proponer soluciones para evitar que los hechos se vuelvan a repetir?
Muchos padres guardan en su interior la amargura que les producen los hijos con sus comportamientos y nunca llegan a comentárselas. Prefieren sufrir de masoquismo, antes que enfrentarse a la realidad. Pero la enfermedad que no se cura, empeora y cada vez son mayores las heridas, que algunos comportamientos van produciendo en los padres.
Este amargo artículo es el resumen de muchas conversaciones con padres de padres y principalmente va dirigido a los hijos, bien sean adolescentes, adultos, solteros o casados, que ya tienen, o deberían tener, conciencia de la influencia de su comportamiento en las vidas y sentimientos de sus padres. No son reproches inventados por los padres, son realidades que tienen un fuerte fondo de responsabilidad familiar y social, no cumplida por parte de algunos hijos.
Las principales quejas que tienen los padres que hemos entrevistado son:
- Educación familiar. Cuando nos visitas con tu pareja e hijos, mis nietos, la casa se convierte en un infierno, debido a que tus hijos están muy mal educado. Se nota que no les quieres enseñar la importancia de los valores humanos, ni de las virtudes que todos tenemos que saber y poner en práctica. Su comportamiento nos hacen la vida imposible. No se les puede tener en casa ni un minuto, porque rompen todo y nunca les amonestas por hacerlo. Además tu pareja y tu, os ponéis a leer o a ver la televisión y casi ni nos dirigís la palabra. Solamente estáis esperando a que llegue la hora de marcharos.
- Consentimiento. Permites que tu pareja, incluso nos falte al respeto a tu madre y a mi. Por lo menos deberías decirle que cuando venga a nuestra casa, guarde las formas mas elementales de educación y que no nos esté ofendiendo continuamente, directa o indirectamente.
- Ridiculizar. Te ruego que no me vuelvas a llamar la atención o ridiculizar delante de tu pareja e hijos, diciendo que me calle, debido a que tus opiniones son diferentes a las mías o porque he cometido un error propio de mis limitaciones físicas o mentales. Reconozco que no soy tan inteligente como tu, pero no deberías pregonar públicamente mis errores o dificultades.
- Visitas. Comprendo que no vengáis a vernos desde hace tanto tiempo, porque estáis demasiado ocupados, alternando con vuestros amigos en los bares. Pero no os costaría mucho hacernos una visita de vez en cuando para ver si necesitamos algo. Sabéis que si podemos, no os vamos a pedir nada.
- Dinero. No me vuelvas a pedir dinero para cubrir tus excesivos gastos, ya que tienes muy buenos ingresos, pero no los sabes administrar bien. Tienes demasiados lujos, cuando nosotros estamos pasando muy mal económicamente y nunca os hemos pedido que nos ayudéis.
- Invitaciones. Me da mucha pena, que nunca nos invites a tu casa a celebrar vuestros acontecimiento familiares, ni a las fiestas que organizas con tus amigos y familiares políticos, debido a que consideras que no damos la talla social, para compartir con éllos y por miedo a que respondamos a alguna pregunta, con respuestas que no coinciden con lo que tu has contado sobre nuestra vida anterior.
- Vergüenza. Siento vergüenza ajena, cuando veo que nunca nos hayáis presentado a vuestros amigos, aunque hayamos coincidido en algunos sitios públicos. Es posible que te demos vergüenza, ya que tu nivel de vida es mucho más alto que el nuestro, e incluso muy diferente. Comprendo la incomoda situación que se te presenta ante tus amigos, al tener que explicarles que no sabemos inglés. Nunca les has dicho una razón atenuante de nuestra situación, y que estáis donde estáis, gracias a nuestros esfuerzos y sacrificios económicos.
- Diferencias sociales. He tenido que trabajar duramente, más de un turno diario, desde que eras muy joven. Mientras tanto, tú estabas viendo la televisión, divirtiéndote con tus amigos o haciendo que estabas estudiando. Creo que debería haberte puesto a trabajar para que te pagaras los estudios y contribuyeras a los gastos de la casa. Mientras tanto yo podía haber estado aprovechando el tiempo aprendiendo inglés, descansando o incluso formándome profesionalmente, para prevenir los gastos de la vejez. Ahora estaríamos en el mismo nivel económico y social y no habría estas diferencias con tus amistades.
- Ahorros. Sabes que aunque haya trabajado duramente para sacarte adelante y que hayas podido tener buenos estudios y ninguna prisa para empezaras a trabajar, no hemos podido ahorrar ningún dinero para nuestra vejez, los gastos de mandarte a estudiar a una universidad lejana, nos comieron todos nuestros ingresos y nos impidieron ahorrar.
- Jubilación. Vivimos del pequeño retiro que nos ha quedado de la Seguridad Social y tenemos que estirarlo muchísimo y soportar demasiadas privaciones, para poder llegar a fin de mes. Solamente tenemos ingresos que califican como de «bajo el nivel de pobreza» y aunque nos de vergüenza, no nos queda mas remedio que pedir la ayuda de la Seguridad Social, destinados a las personas de bajos ingresos.
Estos son algunos de los comentarios que suelen salir en las conversaciones entre padres e hijos. Conversaciones que nunca trascienden a terceros, pero que son muy amargas para los padres, cuando tienen que llegar a decirlas, debido a que sus hijos y sus parejas, no se han dado cuenta de lo muchos que han luchado sus padres, para sacar las familias adelante. A los padres les duele mucho, no haber trasmitido bien esos valores, para que los hijos a su vez, lo trasmiten a los nietos y no se dejen llevar, tan fácilmente, por el ambiente del consumo, la complacencia y la vida despreocupada de sus mayores.
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